Sinopsis: Tal vez las verdaderas experiencias emocionales, las que nunca se olvidan, sean las que se producen en la adolescencia, ese territorio quebradizo en el que uno se asoma por primera vez a la vida adulta. Estaciones de paso recoge cinco historias de adolescentes abocados a vivir circunstancias que les sobrepasan, pero que, sin sospecharlo, acabarán forjándoles como adultos. Son historias de determinación y coraje, de conflicto con el entorno familiar, pero también de amor, de educación sentimental y de formación de la conciencia. Como el muchacho de «Demostración de la existencia de Dios», que mediante el relato ingenuo de un partido de fútbol narra su tragedia. O la joven que en «Tabaco y negro» se siente heredera de un don y de un oficio legendarios. O Carlos, que evoca en «El capitán de la fila india» las vacaciones que vieron nacer su compromiso político. O Maite, que en «Receta de verano» cocina su confusión interior mientras cuida de un padre inválido. O Tomás, que en «Mozart, y Brahms, y Corelli» consigue seducir a una mujer tan bella que era pura música. En Estaciones de paso, Almudena Grandes ofrece una galería inolvidable de jóvenes, aturdidos y desorientados, pero empeñados en salir adelante, magistralmente retratados aquí a partir de pretextos tan dispares como el fútbol, los toros, la política, la cocina o la música...
Crítica: La adolescencia representa la transición entre la infancia pérdida y la edad adulta. Al igual que el cambio de las estaciones implica una metamorfosis con objeto de sobrevivir ante las nuevas –y adversas- circunstancias del entorno, los jóvenes tienen la obligación de abandonar la edad de la inocencia para aceptar -con resignación- sus nuevas responsabilidades.
«Estaciones de paso» es una antología compuesta por cinco relatos de adolescentes que describen los sentimientos antagónicos de sus jóvenes protagonistas ante las situaciones vitales que acabarán definiéndolos como adultos cuando todavía no han dejado de ser niños.
Almudena Grandes describe con gran acierto y sensibilidad la disyuntiva que representa la adolescencia para sus cinco personajes –y, en última instancia, para el propio lector- relatando el permanente conflicto con el entorno familiar, el sentimiento de impotencia –y rechazo- ante los cambios advenidos, el descubrimiento del amor –y el sexo-, la nostalgia por la inocencia pérdida, entre otros.
«Demostración de la existencia de Dios» es un monólogo interior repleto de rabia e impotencia. La frustración del protagonista ante su reciente doble pérdida acaba degenerando en un violento sentimiento de rechazo contra los aparentes caprichos del destino. Un relato figuradamente ingenuo que, en realidad, pretende ocultar detrás de su lenguaje jactancioso y violento el sentimiento de vulnerabilidad ante el progresivo derrumbamiento de su entorno, consciente de la ironía de la vida. De ahí, el desesperado conato de devolver la normalidad a su vida a través la fe ciega en su equipo de fútbol.
«Tabaco y negro» es una inteligente reflexión crítica repleta de humor negro e ironía sobre la excesiva importancia que concedemos a las apariencias, la pusilanimidad de la moda actual o la obsesión por el cuerpo joven y sano. Paloma observa las contradicciones de una sociedad basada exclusivamente en el aspecto exterior, sin preocuparse realmente por la persona. Las prendas carecen de una auténtica personalidad, provocando crisis de identidad en aquellos que las exhiben con un desmedido –e incomprensible- orgullo contraponiéndolo con la artesanía de los trajes de luces que vendía su abuelo.
«El capitán de la fila india» es, posiblemente, el relato más desigual de la antología. Al contrario que los anteriores, el narrador es un adulto, Carlos, que se niega a crecer. El protagonista evoca constantemente aquellos años desprovistos de cualquier preocupación –y responsabilidad- que tienen como principal escenario el piso de sus abuelos, el lugar en el que transcurrió la mayoría de su infancia y que ahora se ha convertido en una incómoda herencia. Sin embargo, Carlos se niega a desprenderse del último vínculo con su pasado, porque significaría reconocer que ya no tiene donde regresar, que su familia –incluyendo su esposa y si hija pequeña- se ha convertido en extraños o que su vida es una fuente constante de insatisfacción.
«Receta de verano» es un emotivo relato sobre el amor incondicional de una hija hacia su padre, quien pretende devolverle la salud aprendiendo a cocinar su plato favorito. Al igual que la mezcla de ingredientes, los sentimientos de Maite acaban convirtiéndose en una confusa mixtura de emociones cocinados a fuego lento desde el fatal accidente de su progenitor dejando un sabor agridulce en el lector. Un relato que posee varios paralelismos con la novela «Como agua para chocolate» de Laura Esquivel al tratarse ambas de una historia sobre amores imposibles en un contexto de tragedia familiar protagonizados por una joven obligada a renunciar a sus propios deseos, a su hambre de amor para satisfacer el apetito de los demás a través de su cocina.
«Mozart, y Brahms, y Corelli» es un relato sobre la belleza interior de las personas a través del amor inocente, casi infantil, de Tomás hacia una de las prostitutas más bellas de la Casa de Campo, Fernanda. La belleza de la música consigue imponerse en un contexto donde predominan el sexo vacío, la resignación ante la evidencia o los anhelos insatisfechos de otras vidas posibles. Un relato sobre los marginados por la sociedad que consiguen sobrevivir a la hipocresía moral en el anonimato, permaneciendo aislados. Sin embargo, la presencia del Tomás cambiará la rutina de aquellas mujeres acostumbradas a no ser nadie. Igual que ellas, el joven sabiéndose feo, gordo y con gafas no considera merecedor de Fernanda y, precisamente, sus defectos le permiten empatizar con su situación, identificándose con su soledad voluntaria para evitar el rechazo. Con todo, Tomás acabará comprendiendo que la música no debe limitarse a la interpretación, requiere arriesgarse, exponerse al fracaso, equivocarse… En definitiva, Tomás debe madurar para conseguir hacerla suya.
La antología de la escritora madrileña se caracteriza por una prosa contemporánea y urbana en la que predominan las reflexiones personales de los protagonistas en contraposición con la escasez de diálogos. Es obvio que la intención de la autora es exponer el retraimiento de los adolescentes respecto a su entorno, el sentimiento de incomprensión; y, de forma simultánea, centrar por completo la atención del lector en los personajes y sus conflictos ante los cambios advenidos.
A pesar de que Almudena Grandes consigue un relato intimista, se hubiese agradecido una mayor interacción y una menor tendencia al victimismo fácil, tal y como sucede con «El capitán de la fila india», ante las constantes reflexiones personales frente a la falta de acción. Es más, cuando finamente platican con los demás personajes, las conversaciones resultan demasiado forzosas, artificiales e incómodas en comparación a la naturalidad con la que se expresaban los pensamientos.
Por otro lado, el estilo de la autora en el que apreciamos un uso excesivo de frases subordinadas o la abundancia de adjetivos en las descripciones perjudican notablemente el ritmo narrativo, así como la atención del lector ante la constante reiteración de ideas, recuerdos y acciones.
Con todo, «Estaciones de paso» es una lección de madurez ante la incomprensión y la condescendencia adulta. Una antología sobre la compleja transición que representa para los adolescentes la pérdida de la infancia ante la obligación de seguir creciendo en un mundo de adultos todavía incomprensible para ellos.
LO MEJOR: Una antología que describe con respeto y sensibilidad la adolescencia sin incurrir en el tono condescendiente de los adultos ante los jóvenes por su inexperiencia. La escritora madrileña consigue describir la disyuntiva que representan los cambios durante esta etapa en la definición como personas. La emoción de «Receta de verano». La ironía de «Tabaco y negro».
LO PEOR: «El capitán de la fila india» es una relato oscilante y falto de atractivo. El exceso de reflexiones personales ante la falta de acción de los relatos. El estilo de la autora acaba resultando demasiado reiterativo, perjudicando al ritmo narrativo y, por consiguiente, a la atención del lector.
Sobre la autora: Almudena Grandes (Madrid, 1960) se dio a conocer en 1989 con Las edades de Lulú, XI Premio La Sonrisa Vertical. Desde entonces el aplauso de los lectores y de la crítica no ha dejado de acompañarla. Sus novelas Te llamaré Viernes, Malena es un nombre de tango, Atlas de geografía humana, Los aires difíciles, Castillos de cartón y El corazón helado, junto con los volúmenes de cuentos Modelos de mujer y Estaciones de paso, la han convertido en uno de los nombres más consolidados y de mayor proyección internacional de la literatura española contemporánea. Varias de sus obras han sido llevadas al cine, y han merecido, entre otros, el Premio de la Fundación Lara, el Premio de los Libreros de Madrid y el de los de Sevilla, el Rapallo Carige y el Prix Méditerranée. En 2010 publicó Inés y la alegría (Premio de la Crítica de Madrid, el Premio Iberoamericano de Novela Elena Poniatowska y el Premio Sor Juana Inés de la Cruz), primer título de la serie Episodios de una Guerra Interminable, a la que siguieron El lector de Julio Verne (2012) y Las tres bodas de Manolita (2014).
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