Sinopsis: Ana Karenina es una de las novelas más
representativas de uno de los más preclaros novelistas del siglo XIX. Esta
obra, de la época de madurez del autor, refleja toda la problemática de la
vieja Rusia.
Ana Karenina es la historia de
una pasión. La protagonista es un personaje inquietante y fascinador por la
intensidad de su vida. Tolstoi, buen psicólogo y conocedor del mundo que le
rodea, abre la intimidad de Ana y traza con pulso firme la trama de esta
novela, una obra imperecedera por su hondura, su fuerza y su veracidad. En la
novela, Tolstoi utiliza los mismos métodos creativos realistas que en sus
primeras obras, pero presenta una unidad artística mucho más sólida, y la
exuberancia deja paso al pesimismo. El autor se reafirma en sus creencias y en
su idea crítica respecto a la vida urbana, ahogada por la superficialidad.
Reseña: En toda relación de pareja existen una serie de etapas que
demuestran el grado de compromiso, respeto y, sobre todo, amor que ambos cónyuges
afirman sentir por el otro, tanto durante el noviazgo como en el matrimonio. De
hecho, el propio León Tolstói nos recuerda que «El matrimonio es una barca que lleva a dos personas por un mar
tormentoso; si uno de los dos hace algún movimiento brusco, la barca se hunde».
«Anna Karenina» describe precisamente
esta evolución a través de dos sus principales historias. Por un lado, Tolstói
narra el triángulo amoroso entre Anna, Vronski y Karenin; por otro, Lyovin y Kitty. Ambos le permitieron evidenciar
la amoralidad de la aristocracia rusa en la que se integró tras su matrimonio
con Sofía Andréievna Bers y le permitió ser testigo directo de sus
faltas. De hecho, aunque la novela tiende a
catalogarse como un «romance aristocrático», el autor utiliza la historia
de su protagonista para evidenciar la hipocresía de esta clase social.
Fíjense que el libro empieza con
la infidelidad de Stephán, hermano de Anna, quien consigue convencer a su
esposa para que le perdone gracias a su intervención para evitar la deshonra de
la familia. Sin embargo, cuando es la protagonista quien comete el adulterio es
marginada y estigmatizada por todos sus conocidos.
Además, conforme esta situación se vuelve
insostenible para los tres personajes, el discurso del autor es más vehemente y
empezamos a apreciar algunos juicios de carácter personal.
«La conversación empezó con mucha corrección, pero precisamente por exceso
de corrección se volvió a encallar. Hubo, pues, que recurrir al remedio seguro,
a lo que nunca falla: la maledicencia» (pág.165)
Por tanto, «Anna Karenina» es, en realidad, una gran metáfora
contra la élite rusa. De ahí el carácter predominantemente descriptivo de la
obra, que tiende a descuidar el aspecto artístico a favor de la crítica
personal de Tolstói.
El autor consigue que las
relaciones entre sus personajes reflejen las contradicciones en las que
incurren, especialmente entre lo público y lo privado. En este aspecto,
adquiere gran importancia Lyovin, pues la
humildad de este personaje conlleva la incomprensión acerca de determinadas
formas de pensamiento o comportamiento que exhiben sus congéneres.
Es más, la mayoría de las escenas que protagoniza están llenas de
significado, como la primera conversación con Stéphan en el restaurante.
No obstante, es importante
señalar que la novela original no se concibió en un único volumen, sino que
empezó a publicarse como folletín en la revista
«Ruskii Véstnik». De ahí la disgregación de las subtramas que lo
componen, un rasgo inherente de la obra que no consiguió suplirse en la primera
edición completa del texto, ni posteriores.
De igual modo, la excesiva
formalidad del autor conlleva un distanciamiento con los personajes, incluso
las escenas más emotivas están relatadas con corrección, pero carentes de
sentimiento como el reencuentro de Anna con su hijo.
A pesar de ser la novela más significativa del realismo, «Anna
Karenina» carece de la pasión que describen sus hojas. Es cierto que León
Tolstói consigue transmitir un mensaje moralista, pero este carácter reflexivo
y predominantemente descriptivo condiciona la lectura, demasiado dispersa en lo
que respecta al tratamiento de sus personajes y la trama principal del libro.
Es decir, el propio autor descuida las formas frente a su necesidad de realizar
una crítica subjetiva contra la hipocresía de la aristocracia de su país,
incluyendo el principal mensaje de la novela y que bien podría resumirse en «Mi
felicidad consiste en que sé apreciar lo que tengo y no deseo con exceso lo que
no tengo».
LO MEJOR: El personaje de Lyovin, que permite observar la amoralidad de la aristocracia rusa desde
una perspectiva más objetiva. Las diferencias entre un adulterio cometido por
un hombre y una mujer. La forma en que Tolstói emplea el triángulo amoroso para evidenciar la
decadencia de la élite rusa.
LO PEOR: Una novela demasiado descriptiva y carente de sentimiento.
La estructura original del texto. La necesidad de conocer el contexto para
comprender la relevancia de algunos acontecimientos y personajes mencionados.
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Sobre el autor: Liev Nikoláievich Tolstói (1828-1910) Este
novelista ruso nació el 9 de septiembre de 1828 en Yásnaia Polaina, una
propiedad agrícola de su familia, en el sur de Moscú.
A los nueve años quedó huérfano, y se crio con unos
parientes en un ambiente religioso y culto. Tuvo tutores franceses y alemanes.
A los 16 años, ingresó en la Universidad de Kazán, donde
estudió lenguas y más tarde leyes. En 1847, insatisfecho, abandonó sus
estudios. La Biblia se convirtió en uno de sus libros de cabecera, al igual que
las doctrinas de Pushkin y Rousseau, entre otros autores.
Después de un breve intento por mejorar las condiciones de
vida de los siervos de sus tierras, se metió de lleno en la alta sociedad
aristocrática moscovita, a la que en sus diarios prometió reformar.
En 1851, se reunió con su hermano en el Cáucaso, donde su
regimiento se encontraba acampado y, tras una breve permanencia, decidió
incorporarse también al Ejército ruso. Allí estuvo en contacto con los cosacos,
que se convertirían en los protagonistas de una de sus mejores novelas cortas, Los cosacos (1863). En ella
compara el cansancio de la juventud moscovita con el vigor y la vida al aire
libre de los cosacos. En el tiempo que le dejaban libre las batallas, concluyó
una obra autobiográfica, Infancia
(1852), a la que siguieron otras dos, Adolescencia
(1854) y Juventud (1856).
Estas obras recibieron una calurosa acogida por parte del público.
Entre 1855 y 1856 escribió Sebastopol (1855-1856), tres historias basadas en la guerra
de Crimea, de la cual fue oficial del ejército, y que narran recuerdos de su
vida militar.
Interesado en la pedagogía, viajó por Inglaterra y
Alemania, donde estudió los modernos métodos didácticos, que aplicó a la
escuela modelo por él fundada en Yasnaia Polaina.
En 1862, se casó con Sofía Andréievna Bers, miembro de una
culta familia de Moscú. Durante los siguientes quince años formó una extensa
familia (tuvo quince hijos), administró con éxito sus propiedades y escribió
sus dos novelas principales, Guerra y
paz (1863-1869) y Ana
Karenina (1873-1877).
Guerra y paz es
un retablo de la vida rusa durante las guerras de Napoleón, siendo su obra
maestra. Ana Karenina es una
novela de costumbres de la sociedad rusa cuyo propósito moralizador no
prevalece sobre su valor artístico. Otra obra importante fue Mi confesión, testimonio de su
crisis espiritual y de conciencia. La sonata a Kreutzer, Amo y criado y Resurrección, son obras en las
que domina su preocupación ética junto a un análisis vigoroso y penetrante de
la vida rusa.
Otras obras de su autoría son: Historias para el pueblo (1884-1885); La muerte de Iván Ilich (1886); El poder y las tinieblas (1888).
A los 82 años, cayó enfermo de neumonía y, el 20 de
noviembre de 1910, murió en una remota estación de ferrocarril.
Tolstoi, partidario de la no violencia y de la abolición de
la propiedad, fue víctima de la contradicción entre su vida y sus convicciones
morales. Profundamente convencido de que la única salvación sólo podría encontrarse
en Dios, su misma fe le llevó a rechazar las instituciones y creencias de la
iglesia rusa y a fijar como ideal de la vida la pobreza voluntaria y el trabajo
manual. Intentó renunciar a sus bienes, pero la resistencia de su familia se lo
impidió.
Anna Karénina es, sin duda, una obra de arte. Su personaje tiene tanta fuerza que te embriaga y hace que te enamores, risas y llores al mismo tiempo que ella. No obstante, no ha que olvidar los demás personajes y es que el protagonista indiscutible es Levin, un personaje que es considerado por Tolstoi un héroe y en el que refleja sus propios argumentos. Aún así, la prosa de Tolstoi es tan magnífica que acaba de redondear un libro perfecto.
ResponderEliminarPasad por mi blog para leer más sobre Anna Karénina: http://booksaholicbook.blogspot.com.es
Buenas tardes Carlota,
EliminarEn primer lugar muchas gracias por tu comentario, siempre es agradable conocer nuevos lectores amantes de los grandes clásicos -y más tratándose de alguien tan joven-. Es más, te recomiendo que complementes la lectura de Tolstói con "Madame Bovary" (Gustave Flaubert) y "La regenta" (Leopoldo Alas Clarín) por las semejanzas de carácter entre sus tres protagonistas, así como de temática. Las tres novelas en conjunto te proporcionarán un retrato completo de la mujer en aquella época.
De igual forma, quisiera agradecer que nos hayas informado sobre la existencia de tu blog, tu pasión por los libros es evidente pero yo descartaría "Palmeras en la nieve" de tu lista de lecturas pendientes. En breve publicaré su correspondiente crítica literaria y entenderás la razón de este consejo. Por otro lado, si sientes curiosidad por las novelas distópicas de Orwell, no te olvides de Alex Huxley, Yevgueni Zamiatin, Ray Bradbury o Philip K. Dick. :)
Muchas gracias por tu participación en el Depósito y espero que vuelvas a escribir en futuras autopsias literarias. Asimismo, mucha suerte con tu blog.
Un abrazo
María del Carmen Horcas (La diseccionadora de libros)
Sin embargo, los libros que recomiendas sin libros escritos por hombres sobre las mujeres, los he leído, así como Rojo y Negro de Stendhal y en todos ellos he sentido la irritación, el disgusto de leer la descripción de alguien inexistente, alternan entre los sentimientos arrebatados, fortisimos, inspirados por el amante, y la frialdad egoísta dela mujer a la que se supone siempre manipuladora y egocéntrica. No encontraremos esos sentimientos en ningún libro escrito por una mujer, sencillamente porque los hombres, y más en tiempos pasados en los que solo podían juzgar por lo que veían, no tienen la capacidad, aunque lo crean, de meterse dentro de la psicología femenina. No han vivido la presión desde el nacimiento, las exigencias y prohibiciones a que las mujeres eran sometidas en la sociedad, en el hogar, en las lecturas y consejos... No profundiza ninguno en nuestra verdadera realidad. Habría que leer a Pardo Bazán, a Avellaneda, a George Elliot, Las Brontë... Y aún así, entendiendo que tuvieron que racionalizar mucho para ser publicadas, adaptarse a una sociedad androcentrista para ser consideradas escritoras "serías".
EliminarDe lo mejores libros que lei en mi vida. Me gusto tu análisis, pero no estoy en todo de acuerdo. Creo que la descripción detallada de los personajes es lo que hace conocerlos mejor.
ResponderEliminarConcuerdo con Carlota, Levine se roba el protagonismo de la obra. Y a pesar de ser una novela para la época, e intentar revindicar el papel de la mujer en la sociedad, todavía se ve mucho el machismo.
Ame la novela, la lei rápido y me dolió mucho terminarla. Después de leer libros como este es muy difícil engancharse rápidamente con otra lectura.
Buenos días Martin,
EliminarEn primer lugar agradecerte el comentario, siempre es de agradecer que los lectores compartan su opinión respecto a la novela analizada, aunque nuestras percepciones no coincidan en todos los aspectos. Reconozco que el realismo ruso me resulta tedioso en comparación al francés (Émile Zola) o el español (Leopoldo Alas Clarín). Si bien, entre sus congéneres prefiero la prosa de Dostoyevski antes que Tolstói. Es más, te recomiendo la lectura de "El doble", "El idiota" o "Los hermanos Karamázov" por su interesante exposición de ideas respecto al amor y la pasión, así como los giros narrativos de sus novelas.
De igual forma, sería interesante complementar su lectura con las novelas "Madame Bovary" (Gustave Flaubert) y "La Regenta" (Leopoldo Alas Clarín), consideradas la trinidad literaria sobre el adulterio femenino a consecuencia de la presión de la mujer en una sociedad patriarcal y la excesiva influencia de la religión católica en el matrimonio.
Nuevamente, muchas gracias por tu participación y espero que vuelvas a cruzar las puertas del Depósito en próximas autopsias literarias.
Un abrazo
María del Carmen Horcas (La diseccionadora de libros)
Hola Martin. Recuerdo que en mi pequeña crítica de Ana Karenina hice mención expresa de que te debes situar a finales del s. XIX. Malamente se entenderán recepciones, fiestas, y los pensamientos de los personajes si no se hace así.
EliminarHoy en día nos parece machista todo; hasta en Antena 3 he visto un anuncio que declara sin adornos que el hombre es machista y culpable. ¡Dios, que martirio, un feminismo controlado por lesbianas! Fui un admirador de Nuria Roig la más valiente feminista en los finales del franquismo y comienzos de la transición; mujer muy inteligente ya gran oradora (Hasta compré y leí un par de libros suyos); era fémina además de feminista; en uno de los actos que se promovieron -con El País- totalmente desenfadados entre mujeres y algunos hombres, ante el desmadre que se produjo hasta ese periódico se atrevió a criticar con la boca pequeña, Nuria habló de que se estaban equivocando: ¡Su lucha NO era ser como los hombres ni contra ellos, era la igualdad de derechos aceptando que física y fisiológicamente somos distintos Y LO SEGUIMOS SIENDO afortunadamente. El hombre es un animal al igual que la mujer; en ellos se da la "Evolución de las especies" del tan adorado por el progresismo: Darwin. Si fuera cierto no habría más que muy escasos casos de homosexualidad; la componente esencial de todas las especies es la pervivencia de ella. Sí así fuera quién no puede reproducirse hubiese sido eliminado poco a poco por esa evolución. Saludos
Han mencionado el machismo por aquí,es por eso que me atrevo a comentar lo que me provoco esta lectura, yo termine odiando a este personaje Ana,poco inteligente,necia, soberbia y me atrevo a decir; maldita sea toda mujer que se atreva a abandonar a un hijo que tanto la amaba, por su amor propio o "buscando su felicidad", es algo que simplemente no me cabe en la cabeza,ni en esa epoca, ni en esta!.
EliminarBuenos días Maria,
ResponderEliminarTe agradezco el tiempo que te tomaste en contestarme. Tuve la oportunidad de leer ¨Nana¨ de Emile Zola, y no te digo que no me gusto, pero no me dejo con ganas de leer otras obras de este autor. También lei ¨Madame Bovary¨ y los que nombraste de Dostoyevski, autor que me encanta.
Voy a echar un vistazo a los libros que recomendas!!
Muchas gracias por la reseña de ¨Anna Karenina¨, seguire chusmenado tu blog en otras oportunidades sin duda.
Un abrazo.
Martin.
Buenos días (nuevamente) Martin,
EliminarNada que agradecer, siempre es un placer poder recomendar nuevas lecturas a auténticos apasionados de la literatura, tal y como demuestras por tu amplia experiencia en lo que respecta a literatura realista y romántica. ^_^
En lo que respecta a Émile Zola, es posible que mi inclinación por este autor y su obra sea consecuencia de la lectura de "El paraíso de las damas" durante la redacción de un proyecto final de licenciatura y su descripción de las "catedrales del consumo", así como su capacidad para anticiparse a los efectos que tendría sobre el pequeño comercio, enfermedades psicológicas relacionadas con el consumismo como la compra compulsiva o la cleptomanía, la importancia del merchandising, las técnicas de promoción de producto como las rebajas o la liquidación de stock, entre otros aspectos.
Espero tener la oportunidad de seguir comentando otros autores y sus respectivas bibliografías. Siempre encontrarás las puertas del Depósito. ;)
Un abrazo
María del Carmen Horcas (La diseccionadora de libros)
No pudiste resumir mis pensamientos de una manera mas concisa; toda la novela sentía que faltaba algo y es precisamente el sentimiento. No me conecte con Ana y el Conde en su amor, pero si con los personajes individualmente. Además en muchas partes su detallada descripción se me hacía pesada. No obstante, tienen razón al hacer tan buenas criticas de la novela, ya que Tolstoi plantea muy bien su moral y criticas desde los actos de cada personaje, y las repercusiones en cada uno.
ResponderEliminarBuenas noches Stefanny,
EliminarPersonalmente sigo prefiriendo a Fiódor Dostoievski en lo que respecta al realismo ruso, me resulta menos tedioso. A pesar de ello, resulta imposible no admirar la capacidad de Tolstói para describir la hipocresía de la sociedad rusa. De hecho, siempre recomiendo la lectura de "Guerra y Paz" ambientada durante la invasión napoleónica de Rusia y que con detalles considerados por la mayoría como pretensiones como los fragmentos en francés, demuestran la voluble -y prácticamente inexistente- fidelidad de a aristocracia rusa. Por curiosidad, próximamente la HBO estrenará una serie inspirándose en la obra original y los avances son muy prometedores. ;)
Muchas gracias por tu participación y espero que vuelvas a visitar el Depósito en futuras -o anteriores- autopsias literarias.
Un abrazo
María del Carmen Horcas (La diseccionadora de libros)
Buenas tardes,
ResponderEliminarSi soy completamente honesta con usted, a mi corta edad (solo 16) solo hace poco más de un año empece a leer clásicos; y no he tenido la oportunidad de leer a Dostoievski pero planeo hacerlo como con guerra y paz. Si puedo quitarle algo de su tiempo y me puede recomendar algunos otros clásicos (preferidamente dejando a un lado por un tiempo el realismo ruso) se lo agradecería.
Que tenga linda tarde y noche,
Stefanny
Buenas tardes de nuevo Stefanny,
EliminarDebo confesarte empecé a leer la mayoría de clásicos cuando empecé a esbozar el proyecto de mi actual blog, hasta entonces mis novelas predilectas provenían de la literatura anglosajona. Sin embargo, cuando tuve que reconocer mi escasa experiencia para escribir con verdadero conocimiento, tuve que ampliar mi catálogo tanto de géneros, estilos y autores; e incluso empecé a formarme de forma profesional para ofrecer a mis seguidores textos de calidad que no se basarán exclusivamente en "Me gusta" o "No me gusta". Es más, todavía me recriminó haber empezado realmente a leer tan tarde. Por ello, admiro que a una edad tan temprana te hayas atrevido con novelas como "Anna Karerina", convirtiéndote en todo un ejemplo ante la amplia mayoría de jóvenes que siguen prefiriendo la saga "Crepúsculo" o- todavía peor- la trilogía "Cincuentas Sombras de Grey". Enhorabuena por esa insaciable curiosidad y temprana iniciativa. De igual modo, espero que nunca pierdas esa avidez por seguir leyendo, sorprendiéndote con cada nuevo libro que acabe en tus manos, porque siempre habrá algún título que nos decepcione, pero no debemos perder jamás la ilusión y el ilusión por la palabra escrita. ^_^
Respecto a tu petición, sería interesante complementar la lectura de "Anna Karenina" con "Madame Bovary" (Gustave Flaubert) y "La Regenta" (Leopoldo Alas Clarín). Por otro lado, siento una predilección especial por Charles Dickens ("La tienda de las antiguedades", "Historia de dos ciudades" o "Grandes esperanzas"), Jane Austen ("Orgullo y prejuicio", "Mansfield Park") u Oscar Wilde ("El retrato de Dorian Gray"). Por supuesto, la lista es más extensa, incluyendo títulos tan diferentes como "Lolita" (Vladimir Nabokov); "La conjura de los necios" (John Kennedy Toole); "Matar a un ruiseñor" (Harper Lee), "El señor de las moscas" (William Golding); "Las uvas de la ira", "De hombres y ratones" y "Al este del Edén" (Jonh Steinbeck); "Rebelión en la granja" y "1984" (George Orwell); "Lo que el viento se llevó" (Margaret Mitchell); "Cumbres borrascosas" (Emily Brontë), "Rebeca" (Daphne Du Marier); "La letra escarlata" (Nathaniel Hawthorne); "Momo" y "La historia interminable" (Michael Ebde); "Alguien voló sobre el nido del cuco" (Ken Kesey); "Tokio Blues", "Spuntik, mi amor", "Sputnkik, mi amor" o "Kafka en la orilla" (Haruki Murakami); "Como agua para chocolate" (Laura Esquivel); y un largo etcétera.
Obviamente, la lista es mucho más extensa, pero creo que este pequeño catálogo de clásicos antiguos y modernos pueden contribuir a incrementar tu pasión por la literatura. Si ya has leído algún título, dímelo para cambiarlo por otro y ante cualquier duda o sugerencia, no dudes en volver a escribirme.
Muchas gracias por volver a participar y espero con impaciencia un nuevo comentario tuyo la próxima vez que regreses al Depósito.
Un abrazo
María del Carmen Horcas (La diseccionadora de libros)
Buenos días María del Carmen
ResponderEliminarGracias por dedicar tu tiempo en contestar a mi comentario de una manera tan satisfactoria. Me siento linsonjeada con lo que a mi respecta y te agradezco también eso.
Por otro parte me dijiste que si ya había leído algún título te lo dijera. Así que estos son los que ya me leído:
Orgullo y prejuicio (Lo amo); Matar a un ruiseñor (Lo amo también); Rebelión en la granja (Es extraordinario que este libro pueda pasar perfectamente como un libro infantil y sin embargo es una sátira tan experta que hace alusión a los bolcheviques y en general al fin de cualquier movimiento socialista por ambición al poder); 1984 (Tengo un especial interés por este último y al parecer es mi libro favorito de ese género hasta ahora) y; Como agua para chocolate (Me dejo sin palabras).
Todos los días intento conocer un poco más acerca del mundo en que vivimos, y que mejor que con mentes de otras épocas y clases sociales.
Es un placer intercambiar gustos con usted;
Que tenga un lindo día,
Stefanny
Stefanny yo también tengo 16, y desde siempre me ha gustado leer de todo, sin importar el tema. Y me da mucho gusto ver tu comentario y darme cuenta de que hay todavía gente joven que les gusta leer, que saben escribir, y sobre todo que saben apreciar la literatura.
EliminarTe mando un saludo,
Mariana
Hola Mariana, espero que te encuentres muy bien. Gracias por tu comentario, me dirijo a ti del mismo modo, complacida de encontrar a alguien más (De mi edad sobre todo) que disfruta viajando a otros mundos de la manera más sana.
EliminarTen un lindo día,
Stefanny
Hola Mª del Carmen: Es la primera vez que se me ocurre comentar un libro a través de internet.
ResponderEliminarSi se me ha ocurrido hacerlo es porque he terminado de releer Ana Karenina. Me parece interesante contrastar mis distintas visiones de esta obra
A pesar de la época del Índice que todavía prevalecía hace cincuenta años, tuve la ocasión de leer esta obra y otras muchas para las que mis padres no me condicionaron en absoluto; ahora sí pienso que hay libros que conviene leer cuando ya se ha experimentado algo la vida. Yo era un bachiller recién terminado y… naturalmente el personaje que me causaba hondas emociones era el de Ana. Sin ser capaz de asimilar todo el contenido era cierto que mi sexualidad en franca aparición en aquel entonces me inclinaba a ese ser ángel y demonio que representa la enamorada Ana.
Tuve que preguntar qué efectos producía la morfina (mi madre en los años cuarenta fue tratada con ella en una situación muy dolorosa que, afortunadamente, no le produjo síndrome de abstinencia; con mi curiosidad infantil y lo que me contaban me hicieron odiar a esa droga, a pesar de que en aquellos años la drogadicción no era un serio problema). Entonces, pese a mi candidez, eche en falta que el gran Tolstói no reflejara los cambios de humor de Ana cuando ya próxima a la exasperación se había habituado a la toma diaria de esa droga. Realmente me impresionó.
Hoy, ya en 2016 y con bastante más edad que Karenin y aún más que la del príncipe Cherbatsky, me tengo que situar en finales del siglo XIX para no juzgar negativamente algunos comportamientos y la obra en sí. En esta mi segunda rápida relectura he percibido que el personaje más interesante es Levin (tal cual en su blog nos indica Carlota Valdivia).
Pienso que realmente es el contraste entre el príncipe Oblonsky y su amigo y futuro concuñado Levin quienes le dan mejor ocasión al autor para contraponer la decadencia cosmopolita de una aristocracia que sigue absorta en satisfacer sus placeres y unos pocos de su misma clase que entienden la injusticia de determinadas formas de acaudalar bienes en perjuicio del pueblo llano y del desarrollo de la propia Rusia.
El personaje de Ana ahora me resulta excesivo cuando ya se aproxima su final -deseado pero indeseado (¡valga el oxímoron!)- consecuencia de sus perturbaciones, trastornos y especialmente la ansiedad con sus meditadas y chantajistas amenazas de las que acabará siendo víctima. No he podido por menos que comparar a Ana con el personaje femenino de una excelente película de Liv Ullman con guion de Ingmar Bergman “Trölosa (Infiel)”; en la vida que cuenta su protagonista femenina ella acababa diciendo “la verdad es que este personaje no me gusta nada”; cierto, pensé, una mujer puede tener un adulterio mejor o peor programado y justificable, pero en esa acción no cabe el abandono de los hijos. Ana no sólo abandona a Sergio -su hijo con Karenin y muy querido dice- y ser irresponsable ante su hija con su amante.
La obra me ha vuelto a agradar; sí que se me han hecho largas algunas meditaciones que se reiteran a veces. Añado que hace demasiado tiempo que me he dedicado a leer obras que no son precisamente literarias y demasiada prensa y libros de actualidad sobre nuestros políticos españoles. Ahora vuelvo a experimentar el placer de la literatura.
Gracias por tu comentario; estoy bastante de acuerdo con él; es la razón por lo que me he extendido en comparaciones de una lectura a otra, muy distanciadas en tiempo y carácter y… sigo desconociendo los efectos perturbadores de esa morfina; Tolstói no lo comenta. Saludos y perdón pues me he extendido demasiado.
Hola: Mis disculpas; mayor que soy me he acostumbrado a escribir a primer teclado; con lo cual es fácil cometer errores en relación al mensaje que intentas transmitir, aunque no haya erratas ortográficas; pero no evitas los errores gramaticales ni -más importante- la claridad del mensaje.
EliminarBien, yo me columpié ayer estrepitosamente en esa claridad. Lo resumo en breves párrafos:
-De jovencito me fascinó Ana Karenina; es claro que me deslumbró hasta pensar en el ideal de compañera para siempre y siempre dispuesta a las caricias.
-Ya de mayorcito, aprecio que Tolstói no se recata en describir el egocentrismo de su personaje; hasta resulta asfixiante con lo cual uno siente hasta cierta solidaridad con su amante Vronsky y su impotencia para satisfacer su perturbado ego.
-Si hice y hago referencia a la morfina es por algo que asumí tiempo ha; quizás fue un escrito sobre ella justificando su proceder por su dependencia de esa droga. Pero sí es cierto que con la morfina se pasa rápidamente a su dependencia y de estados de euforia a otros de ansiedad.
-Añado que ahora me ha llamado la atención de que Tolstói si que intencionadamente nos contrapone un matrimonio convencional -con la mujer como ejemplar sufridora (Dolly)-, una pareja de amantes sin miedo a las apariencias de una sociedad corrompida en su hipocresía, y la de Kitty que no es un modelo de feminista pero sí de las mujeres que nos han llevado hasta esta nuestra sociedad -que siempre será injusta- con el amor que sí tuvimos los que no fuimos educados por institutrices ni modernas asistentes (sean para el hombre o para la mujer) y sin desmerecer a un marido harto difícil de seguir en su complejidad, Levin.
Gracias por atenderme.
Buenas tardes Saumen,
EliminarEn primer lugar, no te disculpes por la extensión de tu comentario, pues he disfrutado enormemente leyéndolo y debo agradecerte tu interesante reflexión personal tanto de la novela como de su personaje principal. Curiosamente, es una obra que siempre provoca entre mis conocidos literatos y yo sentimientos contrapuestos. A pesar de agradecer a Tostói que pusiera en evidencia la hipocresía de la aristocracia rusa y, por ende, de la sociedad general, siempre hemos percibido a Anna Karenina como un personaje inmaduro en su desarrollo en comparación con Madame Bovary o La Regenta que explican mejor la infelicidad en su matrimonio y las consecuencias derivadas de la rutina conyugal que conllevan al adulterio. De hecho, el gran atractivo de la novela de Tostói reside, precisamente, en sus personajes secundarios, tal y como bien has señalado en ambos comentarios.
De igual modo, coincido en que las experiencias personales del lector contribuyen a enriquecer las sucesivas lecturas de una obra ficticia. Personalmente, apoyo el sistema educativo anglosajón que contribuye a la creación de futuros lectores sin prejuicios promoviendo novelas de todos los géneros que incluyen éxitos recientes como la trilogía de Los juegos del hambre, la saga de Harry Potter o la novela gráfica Maus. Es importante considerar la madurez de la persona no depende de la edad, sino de sus experiencias que le permitirán comprender la doble lectura implícita en cualquier novela. De hecho, resulta sorprendente la amplia mayoría de lectores que rechazan una obra como consecuencia de nuestro sistema educativo español deficiente, caracterizado por sus múltiples deficiencias que nos convierten en uno de las países situados entre los últimos puestos de comprensión de lectura o redacción, porque prioriza la lectura obligatoria frente a descubrir el placer de leer. Por consiguiente, no debemos estigmatizar a las personas según sus gustos literarios, incluso tratándose de Crepúsculo. XD
Por todas estas razones anteriormente expuestas, vuelvo a agradecerte ambos comentarios. Espero que vuelvas a participar en La diseccionadora de libros con futuras -o anteriores- autopsias literarias, sabiendo que las puertas de depósito siempre estarán abiertas para lectores como tú.
Un abrazo
María del Carmen Horcas (La diseccionadora de libros)
PD: Próximamente quisiera ampliar los títulos sobre realismo ruso, incluyendo novelas como Guerra y Paz, El doble, Crimen y Castigo o Los hermanos Karamazov. Si bien, me resulta imposible prometer que pueda tener sus correspondientes críticas literarias en una breve período de tiempo a consecuencia de mis múltiples obligaciones, pero espero que cuando pueda coger el bisturí, encuentres algunas lectura tan enriquecedora como Anna Karenina. De momento, te recomiendo El doble, El jugador o El idiota de Dostoyyevski, cuyos personajes presentan un perfil psicológico muy interesante digno de reflexión.
Gracias por tu empatía Mª Carmen; mi comentario sobre mis recién nacidos deseos amorosos lo hice con la intención de que se pueda constatar cuan nos condicionan las vivencias personales.
ResponderEliminarLeí Crimen y Castigo poco después de Ana Karenina; me encantaba Dostoyevsky; y en la misma época leí muchos cuentos de Chejov. Tristeza en ambos. Me hice casi existencialista; completé aquellos años con Kierkegaard, Ganivet y un libro que me impresionó mucho "La hora veinticinco" de Constantin Gheorghiu. No estuvo mal para un estudiante de ingeniería en aquellos años del todo o nada en difíciles oposiciones
Buenas tardes Saumen,
EliminarEs un placer volver a conversar con un literato dotado de una semejante experiencia y conocimiento sobre la literatura rusa. Reconozco que me gustaría disponer de suficiente tiempo para leer como merecen a la mayoría de los autores mencionados, porque escritores como Dostoyevsky merecen una lectura pausada que permita deleitarse con su prosa, repleta de significados a interpretación subjetiva del lector. En cierto modo, la mayoría de los autores rusos requieren de paciencia cuando vivimos en una época caracterizada por un ritmo de vida apremiante basada en el consumo rápido, en productos culturales de fácil comprensión que tienen como principal finalidad el entretenimiento, no la reflexión.
Espero conseguir equipararme a tus conocimientos literarios en breve. Si bien, mi hermana pequeña y tú me lleváis mucha ventaja, aunque queda el consuelo de saber que después de haberlas podido disfrutar tendré dos personas con quien poder comentarlas. ;)
Muchas gracias de nuevo por volver a escribir.
Un abrazo
María del Carmen Horcas (La diseccionadora de libros)
Hola; releyéndote he recordado un personaje que -ya que eres una admiradora de Zola (yo también)- bien se podría incluir como addenda a la tríada "Ana Karenina", "Madame Bovary" y "La Regenta" a "Thérêse Raquin" con un dramatismo muy superior a aquellas otras especialmente en la exposición literaria de su trágico final. (Es una opinión)
ResponderEliminarBuenas tardes Saumen,
EliminarMuchas gracias por la recomendación. Reconozco que no había escuchado nada sobre esta novela antes de que me la mencionases en tu comentario, así que tendremos que incluirla como las múltiples lecturas obligatorias que, por desgracia, todavía siguen pendientes en mi extensa lista.
Muchas gracias por tu aportación.
Un abrazo
María del Carmen Horcas (La diseccionadora de libros)
Siento la redacción a primer teclado; naturalmente sería "...; es añadir a .../... que encierra un dramatismo.../... otras,...
ResponderEliminarHola, Mª Carmen; sabes muy bien la diferencia sustancial entre el realismo de Flaubert y el naturalismo de Zola; Flaubert suele ser 'neutro' con sus personajes (al menos lo pretende); sin embargo Zola puede ser muy cruel; es el caso de Thérèse.
ResponderEliminarLeí apurada y obligatoriamente la novela en mi etapa universitaria, no impresionó; convertido en maestro leí El amante de Lady Chaterlly, descubrí pasiones sexuales, complementé con Naná, Cumbres borrascosas y releí Ana Karenina, impresionante mujer que combinaba perfectamente las facetas de Connie con Mellors, Naná y ancianos que gozaban admirando su piel joven, Heathcliff y tosquedad con mujeres borrascosas. La pasión arrastra hacia el abandono del hogar, esposo, hijo, pero ¿cuántos en la actualidad padecen esas angustias? Aplaudo decisión trágica al final de la mujer imposibilitada de luchar contra hipocresía mundana
ResponderEliminarEs curioso que recomiendes la lectura de Ana Karenina, Madame Bovary y La Regenta. Hace tiempo que tengo pensado hacerlo en cuanto pueda.
ResponderEliminarSería una triple relectura. Leí las tres novelas hace ya bastantes años. Ana Karenina se me atragantó –quizá no escogí el mejor momento para leerla-. La que más me gustó de las tres fue la de Clarín.