Sinopsis: Las crónicas reales de la Guerra Zombi
en España.A mediados
de diciembre de 2009, los primeros asesinatos de Hornachuelos saltan a los
titulares de los periódicos y de los telediarios. Aunque en un principio el
Gobierno lanza una cortina de humo en torno a la violencia de los ataques que
rozan el canibalismo, la Crisis de la Doble Muerte estalla en toda Andalucía
sin que nadie sepa responder con la suficiente rapidez. Febrero de 2010. La
crisis económica mundial apenas puede disimular la gravedad de lo ocurrido en
Andalucía en el plazo del último mes. Se barajan varias hipótesis como
desencadenantes de la resurrección de la carne, pero lo cierto es que el Hambre
ha cundido por las 8 provincias. La Guerra de la Doble Muerte es la historia de
Judith, Salvador y Jonás, la lucha de estos tres resucitados que, habiendo
perdido la práctica totalidad de sus recuerdos, se enfrentan a un mundo que no
entienden y del que habrán de huir aunque desconozcan cómo y hacia dónde.
Mientras tanto la propaganda desplegada por el ejército español habla de la
Ciudad Negra como única posibilidad de salvación y de una supuesta cura de la
enfermedad.
"Mi estómago es una rata negra, me castiga con unos bocados
ásperos. La siento dentro, inquieta en la ratonera de la barriga. Tengo
hambre."
Reseña:
La
muerte es solo el principio…
… de una gran historia.
En 2009, el generó zombi o z estaba en
pleno apogeo. Una avalancha de títulos asediaban las estanterías de las
librerías y los ávidos lectores devoraban cada nueva historia buscando saciar
su hambre literaria. Al contrario que otras tendencias narrativas, como los
dragones, vampiros u hombres lobo, los zombis no parecían verse corrompidos por
las pretensiones comerciales de sus correspondientes editoriales, sino todo lo
contrario.
Manuel Loureiro inicio la pandemia con Apocalipsis Z, demostrando que la muerte
no realiza distinciones y que cualquier escenario es válido para desencadenar la
afrenta de la no-vida. El primer mordisco fue seguido de un largo etcétera de
novelas y diversas antologías, entre las que destacan Los caminantes malagueños (Carlos Sisí), las lágrimas de Cuando Susana llora (J.J. Castillo), el
testimonio de Diario de un zombi
(Sergi Llauger) o la frialdad de Y pese a
todo (Juan de Dios Garduño). La enfermedad era imparable, vencidas las
últimas defensas reticentes de los lectores, nada podía hacerse salvo unirse a
los infectados en esta vorágine de violencia, heridas lacerantes y bocas ávidas
de vida.
En este contexto, resultaba difícil
escoger la mejor arma para sobrevivir al apocalipsis sin resultar herido, como
ocurre con Orgullo, prejuicio y zombies
(Seth Grahame-Smith). Durante un tiempo, las decepciones fueron tan numerosas como las
bajas de supervivientes en sus argumentos y las alegrías tan inexistentes como
una posible cura a la enfermedad. Por este motivo no resulta extraño mi
escepticismo cuando recibí La guerra de
la doble muerte, es más, pasaron varias semanas antes de que me decidiese a
empezarlo y, cuando lo hice, mis ojos lo recorrieron con gula. En mis manos
tenía una historia que nadie se había atrevido a narrar antes, la de aquellos
que siempre eran catalogados de los malos
de la historia.
Si
algo caracteriza la obra de Castroguer es su atracción por lo diferente,
aquellos que puede provocar rechazo por no responder a los esquemas previamente
establecidos, que solo consiguen constreñir una imaginación prolífica y
tenebrosa. De este modo, el autor aporta su propia allí donde parecía existir
sitio para las sombras.
El escenario escogido es una Andalucía
post-apocalíptica. Una peregrinación hacia la supervivencia junto a sus personajes
a través de diversos paisajes conocidos por su olvidado atractivo turístico,
ahora convertidos en vestigios de la tragedia sucedida durante aquella navidad
de 2009. Y entre los esqueletos de los edificios abandonados y los vehículos
calcinados encontramos a sus nuevos habitantes, deambulando sin rumbo ni
propósito, salvo alimentarse. Sin embargo, detrás de las miradas vacuas, la
piel purulenta y las heridas abiertas que muestra el interior de los cuerpos,
se esconde los recuerdos de una existencia pérdida, imposible de recuperar,
pero capaz de proporcionarle una razón suficiente para seguir luchando. Es el
caso de nuestro peculiar trío protagonistas, quienes, lejos de ser los héroes
de esta historia, son todo lo contrario. Motivados por motivos puramente
egoístas, dejándose guiar por el instinto en numerosas ocasiones y lamentando
sus consecuencias después sin capacidad de reparar el daño infringido. Olvidaos
de la camaderia, la filantropía y cualquier otra muestra de “humanidad”. Aquí
impera una ley, la del más fuerte. Una huída de todos los peligros que acechan
en este nuevo mundo y, al mismo tiempo, para escapar de los fantasmas que los
atormentan entre las brumas de la memoria que, poco a poco, desaparecen para
reabrir las heridas que nunca cicatrizarán.
Si bien la historia no presenta un ritmo
narrativo constante, pues algunos capítulos poseen una calidad significativamente
inferior a sus semejantes, amén de una prosa que algunos podrían catalogar de
pretensiosa e innecesaria. A pesar de ambos, el conjunto de la novela está
dotado de una inquietante belleza que resulta fascinante. Muchos han sido los
artistas que han dedicado odas a la muerte, y Alejandro Castroguer es uno de
ellos. De ahí la elección del lenguaje o la peculiar narración, que combina la 1º
y 3º persona. Ambos recursos, tan abundantes en algunas corrientes artísticas
que establecieron el camino a seguir por la literatura contemporánea y que
parecían condenados a la extinción rente a las fórmulas del best-seller, son recuperadas por este
autor, rindiendo un magnífico homenaje a aquel pasado cultura glorioso y
beneficiando al lector.
Alejándose de una lectura lineal,
posibilita una doble visión de los acontecimientos. Por un lado, la capacidad de identificarse con sus personajes-obviando el insignificante
detalle de que se tratan de no-muertos-. Por otro, obtien una visión más
objetiva y general, extrayendo sus
propias conclusiones. De igual modo, el empleo de cronología basada en
continuos flas-backs y diferentes retazos de múltiples historias, aparentemente
inconexos, hacen de éste un libro de lectura obligatoria que, puestos a
buscarle su equivalente cinematográfico o televisivo podría ser Distrito 9 o la popular Lost, considerando la visualidad de su
prosa.
En definitiva, La
Guerra de la Doble Muerte despierta en lector un apetito desconocido que le
impulsa a devorar cada hoja, regodeándose en las imágenes descritas, y
sintiéndose al terminar, todavía insatisfecho, en espera de que una segunda
parte para la que todavía tendremos que esperar un poco más sea capaz de saciar
semejante gula hacia la no-vida.
Sobre el autor: ALEJANDRO
CASTROGUER nació en Málaga (1971), muy lejos de la Luna, a donde le condujo, de
inmediato, su anhelo por llegar a ser astronauta. Niño feliz y adolescente
inquieto que estudió pintura y música, desde muy pequeño incubó el virus de la
literatura, hasta el punto de que consumió parte de su juventud escribiendo
siete novelas, inéditas y posteriormente destruidas debido a su autoexigencia.
Nació al mundo editorial con el alumbramiento de La Guerra de la Doble Muerte
(Almuzara, 2010). Ha perpetrado aberraciones en forma de relatos y ha
coordinado la antología Vintage’62: Marilyn y otros monstruos. Ahora se ha
empeñado las vísceras en El Manantial, redactado desde la rabia.
Otro libros del mismo autor: