Sinopsis: Elena Rossini ya ni siquiera cree en el amor. Cuando decide empezar de cero, se muda a París y se da cuenta que solo encuentra sentido a la vida cuando crea nuevos perfumes. Desde hace siglos, las mujeres de su familia saben que las fragancias son un camino para llegar al corazón de las personas. En poco tiempo, los perfumes de Elena destacan porque es la única que sabe cuál es el perfume para recuperar el amor perdido, para superar la timidez o para recuperar la serenidad. Puede que incluso ella misma vuelva a abrirse al amor y a la felicidad.
Crítica:
«Una mujer sin perfume, es una mujer sin futuro»
Gabriel Chanel, o más conocida como Coco, no solo representa un icono indiscutible de la moda. La impetuosa personalidad de esta mujer es apreciable en la mayoría de sus colecciones, vistiendo a la mujer con líneas sencillas e informales que les proporcionaban la ansiada libertad de movimientos cuando la figura femenina estaba literalmente “encorsetada”. El famoso traje de tweed rompió tabúes, convirtiéndose en un auténtico símbolo de rebeldía, de ruptura con el pasado. En Francia se respiraban aires de cambio, una fragancia totalmente innovadora bajo un nombre “Channel Nº5”. Un perfume compuesto básicamente de aldehídos para dotar a la composición de mayor intensidad. Al contrario que los aromas monoflorales de la época, la fragancia concebida por la matriarca de la firma de moda francesa tenía personalidad y, al igual que cada mujer, era única.
«El acto más valiente que una puede hacer es pensar por si misma en voz alta»
Precisamente, el objetivo de Elena Rossini es conseguir una fragancia para cada persona, porque todos poseemos un olor característico que deja tras nosotros una estela, un recuerdo olfativo capaz de sobrevivirnos en el tiempo. Sin embargo, el mayor desafío de Elena será encontrar su propio perfume. O en otras palabras, la búsqueda de su propia identidad a través de un viaje repleto de sensaciones.
«Para ser irremplazable, una debe buscar ser siempre diferente»
«La estela de los perfumes» es una novela sobre la esencia de la vida compuesta por ingredientes tan distintos como la felicidad, el amor, la tristeza, la soledad o la culpa mezclados en diferentes proporciones hasta conseguir una existencia completa.
Cristina Caboni obsequia a las lectores con una historia que, a pesar de los paralelismos con «Como agua para chocolate» (Laura Esquivel) o «La señora de las especias» (Chitra Banerjee Divakaruni) especialmente en la estructuración de los capítulos, posee un aroma característico inspirado en el despertar de las emociones a través del complejo mundo de la fragancias, tan difícil de plasmar sobre el papel, excepto en la magnífica «El perfume» (Patrick Süskind). De hecho, son numerosas las menciones de la autora italiana a esta célebre novela y, especialmente, a la asombrosa habilidad de su protagonista, Jean-Baptiste Grenouille.
Es más, podría decirse que el talento de Elena Rossini es herencia literaria del escritor alemán, aunque de forma más sutil que proporciona a su primer libro un equilibrio entre la novela romántica y la fantasía adulta de los títulos anteriormente mencionados.
No obstante, el resultado bien podría ser considerado excesivamente liviano, un volátil recuerdo ante el amplio catálogo existente con una temática, aunque no idéntica, bastante similar. La prosa recuerda notablemente a los inicios de autoras consolidadas del género como Nora Roberts, correcta y predecible. Si bien, Cristina Caboni es capaz de dotarla de una sencilla belleza, no consigue resaltar entre las demás cuando nuestros sentidos profundizan más allá de las primeras impresiones que pudiera provocar en las lectoras.
«Hay un tiempo para trabajar, y un tiempo para el amor. No hay tiempo para más»
En el mismo sentido, la búsqueda de una nueva vida hubiese conseguido un efecto mayor si Caboni no concediera tanta relevancia a romance entre Elena y Cail. Si bien el amor entre ambos personajes permite a la protagonista iniciar una nueva –e importante- etapa que establece un punto de inflexión respecto a su concepción previa del amor, basada en la sumisión, debería haber continuado con el tono inicial, más centrado en la relación con su madre que acaban por limitarse a flashbacks cada vez más espaciados.
«La simplicidad es la clave de la elegancia»
Por otro lado, la sucesión de personajes secundarios arquetípicos que progresivamente se incorporan a la trama principal acaba provocando un exceso de ingredientes que satura la composición final. Podría decirse que nos encontramos ante una novela que hubiese conseguido mejor resultado optando por una base más sencilla, pues acaba resultando artificial en diversas escenas, especialmente cuando Elena encuentra con tan asombrosa facilidad la mezcla exacta del perfume perfecto o el concurso de las rosas híbridas.
«El perfume anuncia la llegada de una mujer y alarga su marcha»
Las páginas de «La estela de los perfumes» son capaces de evocar olores que traducen la complejidad de las emociones a través de un conjunto de ingredientes de aroma sutil. Precisamente, la simplicidad de la composición que Cristina Caboni pretende ensalzar con aldehídos innecesarios genera en una fragancia artificial conforme avanza la lectura, desapareciendo la favorable impresión inicial. Y eso cuando la novela, aunque no resaltase de forma significativa sobre las demás, está dotada de una belleza particular basada precisamente en esa humildad que acaba perdiéndose en detalles superfluos e innecesarios. En palabras de la propia Coco Chanel: «No es la apariencia, es la esencia».
LO MEJOR: La capacidad de la autora para evocar las emociones, retratar paisajes e incluso describir a los personajes a través de los olores. El encabezamiento de los capítulos, similar al empleado en otras novelas como «Como agua para chocolate» (Laura Esquivel) o «La señora de las especias» (Chitra Banerjee Divakaruni). La “esencia” de la novela.
LO PEOR: La previsibilidad del argumento. La constante introducción de personajes secundarios basados en arquetipos del género. Las escenas superfluas para el desarrollo de la trama principal.
Sobre la autora: Cristina Caboni vive en la isla de Cerdeña, con su marido y sus hijos. Se dedica a la escritura, la apicultura y cultiva rosas. El mundo de los perfumes y las esencias naturales es su gran pasión, y su primera novela es todo un homenaje a este mundo fascinante, que la acompaña desde hace mucho tiempo. Actualmente está trabajando en su segunda novela.