
Reseña:
«La maternidad es la razón de ser de
la mujer, su función, su alegría, su salvaguardia» (A. Daudet)
«La tía Tula» es, ante todo, una novela que
versa sobre el amor maternal. Sin embargo, la represión sexual de la época
resultaba contradictoria para las mujeres, pues debían ignorar su propia
satisfacción siempre en beneficio de su esposo y, al mismo tiempo, constituir
una familia. Este conflicto moral se encuentra representado en Gestrudis (o
Tula), quien utiliza su influencia, primero sobre su hermana y posteriormente
sobre Manuela, para formar la familia que ella nunca podrá tener, debido a su
obsesión por permanecer absolutamente pura.
No obstante, lo que Unamuno pretendía, en realidad, era
realizar una crítica contra el cristianismo y la infravaloración de la mujer en
la religión, poniendo en evidencia las uniones matrimoniales que consentían
prácticas como el sororato (es decir, cuando el hombre quedaba viudo, debe
casarse con una hermana de su mujer). Con esta finalidad, el autor constituye
un personaje capaz de oponerse a los convencionalismos de la religión
cristiana sin importarle lo que puedan pensar de ella a partir de sus
decisiones.
De ahí que Gestrudis optase por dedicar toda su
existencia a la familia que había formado gracias a otras mujeres, pero sin
corromper su cuerpo, como una forma de protestar contra esta imposición del
matrimonio.
Es más, resulta muy interesante el tratamiento del
sexo que, aunque también se encuentra presente a lo largo de toda novela, en
ocasiones de forma indirecta. Adviértase que la mayoría de los males que
afligen a Gestrudis tienen su origen en la unión carnal: el embarazo que
terminó con la vida de Rosa, el romance entre Ramiro y Manuela, las
pretensiones de don Juan, etc. Por tanto, siempre se encuentra asociada con un
acontecimiento negativo para la protagonista que justifica su actitud.
Cabe señalar que, aunque autor adopta el papel de
narrador, su posición ideológica respecto a estas cuestiones es perceptible en
Gestrudis, quien hace gala de un carácter poco frecuente en las mujeres de
aquella época. De hecho, resulta poco creíble que a pesar de sernos presentada
como una mujer fuerte e independiente, acaba incurriendo en una contradicción
cuando observamos su necesidad de ser madre, aunque los hijos no sean suyos. Es
decir, el autor no sabe retratar el conflicto al que debe enfrentarse una
mujer, pues está descrita desde la perspectiva de un hombre. Además, no
está correctamente construido para representar esta posición debido a que, en
realidad, tiene valores demasiado conservadores respecto a la familia.
A pesar de ello, Unamuno desarrolla la historia de
forma que siempre favorezca a Tula. Una buena prueba de ello son el
resto de personajes que intervienen en la trama, todas sumisas e infravaloradas
por los hombres de la historia, sino también de la propia Gestrudis, quien las
manipula en su propio beneficio aunque ellas no sean conscientes, cegadas por
la imagen beatífica que se han formado de su persona.
En el mismo sentido, todos los personajes masculinos han sido retratados para
justificar el odio de Gestrudis hacia el género masculino y, al mismo tiempo,
la posición del autor contra la represión sexual que ejercían en la mujer.
Únicamente aquellos que se muestran solícitos a sus
deseos y la obedecen sin cuestionarla adquieren un mayor protagonismo, mientras
que el resto son descritos de forma que resultan poco interesantes para el
lector o directamente provocan su rechazo. De ahí, que los únicos hijos
resaltados por Unamuno son precisamente aquellos que obedecen a su tía sin
cuestionarla en ningún momento.
A pesar de los interesantes debates teológicos entre
el padre Álvarez y Gestrudis, estos fragmentos resultan insuficientes para
justificar la actitud egoísta de la protagonista. Por otro lado, el
propio fervor religioso de la protagonista representa una contradicción hacia
su forma de pensar. La propia Tula acaba convirtiéndose en una tirana para
conseguir su propósito de formar una familia a cualquier precio, imponiéndose
siempre sobre los demás. En consecuencia, el mensaje principal de la novela
se ve eclipsado por la veneración de Unamuno hacia ella, llegando a convertirla
en una figura beatífica al final del libro.
A raíz de todos estos factores, «La tía Tula»
acaba convirtiéndose en una novela llena de convencionalismos y tópicos, en el
que su protagonista acaba convirtiéndose en una figura represora de su
“familia”, tal y como la iglesia pretendía hacer con ella. Si bien algunos
fragmentos son una magnífica crítica contra la opresión de la religión
cristiana contra la mujer, resultan insuficientes para encauzar la
historia. Por subsiguiente, el mensaje
que Unamuno pretendía transmitir con objeto de despertar conciencias, queda
eclipsado ante la actitud megalómana de Gestrudis que viene a demostrar que «Se pierde la virginidad de la fe para
adquirir la maternidad de la razón».
LO
MEJOR: La crítica de Unamuno contra la represión
sexual de la mujer que ejercía la religión cristiana de la época. Los diálogos
entre el padre Álvarez y Gestrudis. La conversación entre Ramiro y la
protagonista, donde se realiza una magnífica metáfora de Tula comparándola con
la cara oculta de la Luna.
LO
PEOR: Las contradicciones sobre el carácter y la
personalidad de Gestrudis. El resto de personajes se encuentran eclipsado por
la protagonista y apenas experimentan alguna evolución significativa durante la
narración. La existencia de varios lapsos temporales importantes, principalmente
durante los meses de embarazo. El ritmo narrativo es desigual, sobre todo en el
último tercio de la novela.

Licenciado en filosofía y letras, comenzó a trabajar como profesor en 1883 mientras colaboraba en diversas revistas. Sus teorías sobre la identidad vasca chocaron con las nacionalistas tesis de Sabino Arana. Tras una temporada en Europa, Unamuno volvió a España, donde fue nombrado rector en la Universidad de Salamanca.
De tendencias políticas socialistas
y republicanas, sufrió repetidamente el boicot de grupos conservadores. Bajo la
dictadura de Primo de Rivera fue
desterrado a Fuerteventura para, posteriormente, exiliarse en París hasta la
caída del régimen militar.
Tras la proclamación de la III República, en la que juega un
papel importante, decide alejarse del mundo político, visiblemente decepcionado
tras cumplir una primera legislatura como diputado independiente.
Durante la Guerra Civil española toma partido por el bando golpista, pero
tras su primera defensa del alzamiento llegó una tremenda decepción y
arrpentimiento al comprobar la purga política y los fusilamientos, algunos de
gente cercana a Unamuno, que
ejecutó el bando franquista.
Tras una conocida discusión pública
con Millán Astray, en la
que le espetó su famoso "Venceréis pero no convenceréis", Unamuno acabó sus días recluido
en su propia casa, sumido en una gran depresión soledad.
En su obra se aprecia claramente el
espíritu de la Generación del 98
y su "Me duele España", el lamento más utilizado por los
intelectuales de fin de siglo para hablar de la torpe evolución de una España a
caballo entre viejas glorias y nuevas miserias. Unamuno trató el tema desde el
ensayo cervantino, usando al Quijote
como ejemplo y metáfora, hasta en escritos de carácter más
filosóficos donde se aprecia la influencia de Kierkegaard o Hegel.
El eje de su obra, sobre todo en el tramo final, es la disyuntiva entre su racionalismo por un lado y su necesidad de creer en un Dios superior, en una bondad suprema, quizá en un último sentido a la existencia. En sus ensayos destacar Del sentimiento trágico de la vida (1913), y en narrativa Niebla (1914) y San Manuel Bueno Mártir (1933) puede que sean sus mejores y más conocidos trabajos.
El eje de su obra, sobre todo en el tramo final, es la disyuntiva entre su racionalismo por un lado y su necesidad de creer en un Dios superior, en una bondad suprema, quizá en un último sentido a la existencia. En sus ensayos destacar Del sentimiento trágico de la vida (1913), y en narrativa Niebla (1914) y San Manuel Bueno Mártir (1933) puede que sean sus mejores y más conocidos trabajos.
Miguel de
Unamuno murió en
Salamanca el 31 de diciembre de 1936.
Muy interesante tu comentario, muchas gracias. Aún así, creo aire es importante subrayar que el autor hace a la protagonista arrepentirse, a las hora de su muerte, del principio puritano y enemigo de las relaciones sexuales, principio que ha guiado toda su vida. Durante toda la obra Gertrudis (Tula) rechaza las relaciones maritales como un acto sucio e impuro destinado a "remediar" los instintos del macho. Pero a la hora de la muerte, predica que no hay que hacer lo que ha hecho ella: en el capítulo XXIII dice, entre otras cosas: "En el Purgatorio les queman a los que no quisieron lavarse con fango" y "no tengáis miedo a la podredumbre". Es decir, defiende las relaciones maritales aunque, como buena reprimida, las sigue considerando SUCIAS.
ResponderEliminarBuenas tardes Jabi,
EliminarEn realidad soy yo quien debe agradecer tu participación en "La diseccionadora de libros" con esta interesante precisión acerca de "La tía Tula". Reconozco que a consecuencia de los escasos márgenes temporales de los que dispongo para la lectura y análisis críticos de las novelas, en ocasiones no percibo detalles como el mencionado. Por esta razón, quisiera agradecerte nuevamente tu aportación.
Un abrazo
María del Carmen Horcas (La diseccionadora de libros)
Posición ambivalente de Tula despierta opiniones contradictorias en el público; viví en ambiente humilde, pero puritano, conocí mujeres: unas se resistían a la práctica sexual, sin embargo, se masturbaban, hasta besaban y acariciaban a sus amigas; otras daban rienda suelta a su liberalidad porque gozaban del sexo; muchas de las primeras quedaron solteras, en las segundas, se casaron, tuvieron hijos, eran felices.
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