La vorágine es una novela grande en todos los sentidos. Pocos relatos del siglo XX se le pueden acercar y menos aún siguen ocasionando tantas disputas sobre sus inabarcables significados. Así, La vorágine puede ser leída como la escarnecedora denuncia de la explotación inhumana de los caucheros en las selvas de la cuenca orinoco-amazónica, pero también como la novela iniciática del inmediato indigenismo o incluso, como opina Gutiérrez Girardot, como la tragedia del hombre moderno abocado al nihilismo ante la impiedad de cuanto le rodea y el rotundo fracaso de sus anhelos.
Sea como fuere, La vorágine es un relato descomunal y desbocado, que si arranca con un regusto entre el Romaticismo y el Naturalismo, concluye con un lenguaje propio que consigue estremecer al lector cuando lo enfrenta sin redención con la vacuidad del existir. No en balde fue, hasta la aparición de Cien años de soledad, la gran novela de Colombia, y sigue siendo una de las piezas maestras de la narrativa hispánica del siglo XX.
Sobre el autor: José Eustasio Rivera nacido en San Mateo (hoy Rivera), el 19 de febrero 1888 y muerto el 1 de diciembre de 1928, en Nueva York. Conoció desde muy niño la dura vida rural, mientras pasaba por diversos centros de estudios con escasa fortuna. Aun así, se doctoró en Derecho en 1922 y hasta fue designado secretario de la Comisión Limítrofe colombo-venezolana, con lo que partió en una expedición que lo llevaría a la selva orinoco-amazónica donde iba a conocer las miserias de los caucheros y la barbarie que sojuzgaba el territorio. Y, sobre todo, a la mayoría de los personajes reales que transpondría en La vorágine. De regreso a Bogotá escribió artículos de denuncia sobre este y otros asuntos en la prensa, y en 1924 publica la primera edición de su gran y única novela.
Entretanto, ocupa puestos políticos que le acarrean nuevos sinsabores, lo que no impide que, en 1928, representase a Colombia en un congreso internacional en La Habana. Desde allí, se traslada a Nueva York con la intención de crear una editorial para imprimir una nueva edición de La vorágine y su traducción al inglés. Ese mismo invierno, Rivera cayó enfermo y fue ingresado en el Policlínico al borde del coma. Moriría súbitamente sin determinarse su enfermedad. Aparte de La vorágine publicó el poemario Tierra de promisión.
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