Crítica de El tiempo entre costuras (María Dueñas)

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Sinopsis: La joven modista Sira Quiroga abandona Madrid en los meses previos al alzamiento, arrastrada por el amor desbocado hacia un hombre a quien apenas conoce. Juntos se instalan en Tánger, una ciudad mundana, exótica y vibrante donde todo lo impensable puede hacerse realidad. Incluso, la traición y el abandono. 

Sola y acuciada por deudas ajenas, Sira se traslada a Tetuán, la capital del Protectorado español en Marruecos. Con argucias inconfesables y ayudada por amistades de reputación dudosa, forja una nueva identidad y logra poner en marcha un selecto atelier en el que atiende a clientas de orígenes remotos y presentes insospechados. 

A partir de entonces, con la contienda española recién terminada y la europea a punto de comenzar, el destino de la protagonista queda ligado a un puñado de personajes históricos entre los que destacan Juan Luis Beigbeder —el enigmático y escasamente conocido ministro de Asuntos Exteriores del primer franquismo—, su amante, la excéntrica Rosalinda Fox, y el agregado naval Alan Hillgarth, jefe de la inteligencia británica en España durante la segunda guerra mundial. Entre todos ellos la empujarán hacia un arriesgado compromiso en el que las telas, las puntadas y los patrones de su oficio se convertirán en la fachada visible de algo mucho más turbio y peligroso. 

Crítica: «Una máquina de escribir reventó mi destino. Fue una Hispano-Olivetti y de ella me separó durante semanas el cristal de un escaparate. Visto desde hoy, desde el parapeto de los años transcurridos, cuesta creer que un simple objeto mecánico pudiera tener el potencial suficiente como para quebrar el rumbo de una vida y dinamitar en cuatro días todos los planes trazados para sostenerla. Así fue, sin embargo, y nada pude hacer para impedirlo» 

A pesar de que la infancia y la mayor parte de su juventud transcurriesen entre las paredes del prestigioso taller de costura de Doña Manuela Godina, no serían las telas, hilos y agujas las que cambiarían su destino, sino Ramiro Arribas. Desde aquel primer encuentro, empezó a escribirse para Sira una nueva vida repleta de promesas incumplidas y un amor incondicional no correspondido por un hombre que consiguió distanciarla de sus humildes sueños, abandonándolo todo para embarcarse en un viaje sin retorno hacia el exotismo de un Marruecos bajo la protección del inestable gobierno español previo a la guerra que acabaría enfrentando hermano contra hermano. Allí Sira deberá enfrentarse a la incertidumbre tras ser abandonada, sin dinero, ilusión o esperanza alguna por el mañana, solo la incertidumbre presente compartida por sus compatriotas en aquella tierra extraña ante las noticias provenientes de la Península. Sin embargo, la joven pronto acabara descubriendo que en sus manos una simple aguja e hilo pueden cambiar la historia de un país –y también la suya-. 

«El tiempo entre costuras» es la primera novela de María Dueñas que se convirtió en un éxito inesperado, tanto de crítica y público, en 2009. La escritora manchega debutó con una historia que combina retales de diferentes géneros literarios como la novela romántica, la histórica o el thriller político y de espionaje para confeccionar una historia que reúne todos los elementos precisos para triunfar como best-seller; igual que las prendas comercializadas por las grandes firmas textiles y que monopolizan el mercado en cada nueva temporada con modelos idénticos en los que solo difiere la etiqueta –o en este caso, el nombre que figura en la portada del libro-. 

Desde las primeras páginas, María Dueñas demuestra su falta de habilidad para hilvanar una prosa medianamente correcta en la que abunda el exceso de adjetivos; las interminables descripciones, tanto de escenarios como de personajes; y la constante variación en el tono de la novela, principalmente de falsa coloquialidad que pretende ser acorde con los humildes orígenes y la inocencia de su protagonista, pero acaba contraponiéndose a las pretensiones de la autora. Este innecesario adorno del conjunto provoca la falta de ritmo, apreciable en las escenas de acción carentes por completo de dinamismo, y la artificialidad de los diálogos entre personajes. 

Es cierto que el contraste entre los diferentes escenarios, sobre todo del Marruecos colonial y el Madrid de la posguerra, representa uno de los mayores atractivos de la novela. La autora manchega recrea las imágenes que caracterizaron aquella época, sabiendo transmitir la inmensa riqueza cultural de Tetúan con su olor a jazmín desprendiendo su perfume al atardecer del desierto, la mezcolanza de especias importadas de tierras que inspiraron «Las mil y una noches» y el sonido de los cánticos recitando versículos del Corán. 

O la capital de la Nueva España construida sobre las ruinas de los vencidos y edificios con heridas recientes, de familias separadas por el conflicto, de niños sin infancia que vagan harapientos y desnutridos por las calles de la nueva clase alta madrileña compuesta por hombres y mujeres que tuvieron la fortuna de estar en el bando correcto de la guerra, beneficiándose de su desgracia y ahora ignoran las manos anhelantes y miradas de súplica por una mísera limosna. Una ciudad de paradojas, porque donde unos viven en la más extrema de la pobreza, otros dedican sus días –y correspondientes noches- a los elegantes salones de té, las recientemente inauguradas carreras de caballos, las exclusivas fiestas en casinos, así como un largo etcétera de lujo y opulencia siempre bajo la cada vez más omnipresente esvástica. 

María Dueñas sabe recrear el contexto, pero no ocurre igual cuando realiza la presentación de los personajes y su posterior evolución. Si exceptuamos a Sira, quien, al fin y al cabo, es la clásica heroína literaria que pretende transmitir un mensaje feminista sobre la necesidad de que las mujeres sean independientes y dueñas de su propio destino; la mayoría se basan en estereotipos poco originales, e incluso vergonzosos. Por ejemplo, Candelaria es la prejuiciosa imagen de las mujeres andaluzas, de constitución robusta y malhablada que mezcla en su vocabulario expresiones propias de todas las provincias sin distinción, convirtiéndose en uno de los elementos humorísticos de la novela y que se anticipaba al éxito de la comedia «Ocho apellidos vascos». O Felix, cuyas inquietudes artísticas y aspiraciones sociales se relacionan con su ambigua sexualidad, aportando a las escenas en las que aparece un tono de frivolidad propio de la serie «Sexo en Nuevo York»; es decir, glamour para todos los públicos aunque políticamente correcto. 

En el mismo sentido, la recreación de los personajes históricos es superficial, breves puntadas que conforman un patrón lineal que imposibilita empatizar con ellos. Cierto es que apreciamos el sólido proceso de documentación realizado por María Dueñas, pero no consigue trascender de la información disponible en cualquier libro de historia aportándole sentimiento, convertirlo en una realidad todavía presente en vez de un recuerdo pasado como hicieran «La voz dormida» (Dulce Chacón), «Los girasoles ciegos» (Alberto Méndez), «El lápiz del carpintero» (Manuel Rivas), «Las tres bodas de Manuelita» (Almudena Grandes), entre otros muchos títulos ambientados durante los convulsos años de la guerra y el posterior estado de represión y carencia. 

«El tiempo entre costuras» es, en definitiva, una novela superficial y frívola en la que su autora demuestra constantemente su falta de habilidad y experiencia no solo en el manejo del hilo y la aguja, también en el empleo de la prosa más sencilla. El resultado es un patrón literario carente de originalidad, disponible en cualquier escaparate de las librerías a precios incluso de saldo en las rebajas de la creatividad y la experimentación de la industria editorial española que durante los últimos años se ha limitado a la producción en serie de éxitos de temporada. Si posee algunos, aunque escasos, detalles destacables que aportan cierta atractivo al modelo final, no debemos olvidar que la apariencia no lo es todo. 

LO MEJOR: Algunas descripciones y referencias a la moda de aquella época. 

LO PEOR: El resto. 

Sobre la autora: María Dueñas (Puertollano, Ciudad Real, 1964) es doctora en Filología Inglesa y profesora titular en la Universidad de Murcia, actualmente en excedencia. A lo largo de su carrera profesional ha impartido docencia en universidades norteamericanas y participado en múltiples proyectos educativos, culturales y editoriales. En 2009 irrumpe en el mundo de la literatura con El tiempo entre costuras, la novela que se ha convertido en el gran éxito editorial de los últimos años y que ha cautivado por igual a lectores y crítica. Las cifras de venta superan ampliamente el millón de ejemplares. 

5 comentarios:

  1. Pese a que tu crítica es de gran relevancia literaria para aquellos que desean estudiar la novela, la dirección de tu estudio es errada. Olvidas remarcar que María Dueñas logra la creación de un personaje, el de la joven modista Sira Quiroga, que nos abre la mente sobre las contradicciones y confusiones que existían en el momento, y nos ayuda a entender que la historia no solo gira en torno de los personajes históricos destacados, si no que también la construyen aquellos que quedaron en su sombra.

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    1. Buenas tardes,

      Es posible que mi percepción de la novela sea parcial, pues siempre resulta difícil englobar de forma resumida todos los detalles de una novela en la crítica literaria, debiendo hacer referencia exclusivamente a los más destacados que permitan al lector orientarse. Por esta razón, agradezco tu comentario, pues le permiten disponer de dos percepciones diferentes de la misma novela -y su protagonista- con objeto de valorarla objetivamente previamente a su decisión de leerla u optar por otro títulos del género.

      Muchas gracias por tu comentario y espero que vuelvas a escribir en futuras -o anteriores- autopsias literarias.

      Un cordial saludo.

      María del Carmen Horcas (La diseccionadora de libros)

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    2. Para "Anónimo": el problema de la novela no es la historia, no es lo que cuenta, sino "cómo" lo cuenta. No es el contenido sino el continente. Su prosa tiene fallos de estilo, de léxico, de sintaxis... Por no decir que los personajes parecen caricaturas, esperpentos, entidades cuyas supuestas cualidades identificativas se han exagerado hasta convertirlas, más que en un sobado cliché, en un chiste. Yo soy andaluza y jamás me he encontrado con un personaje tan "jartible" ☺️ como Candelaria, cuyo lenguaje no se acerca ni de lejos al de los andaluces. Candelaria es un fraude.

      Echo mucho de menos a Zafón 😢

      Saludos.

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  2. a mi me encantó la novela porque me pudo explicar de forma muy sencilla muchas cosas que ignoraba de la guerra civil.

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  3. Me pareció una novela entretenida, a veces liosa pero los personajes poco creíbles. Tras ver la serie con aquella parte final tan poco creíble, releí la novela y se me atragantó, no me creía ningún personaje. O situación. Por no hablar de los diálogos. No leeré la segunda parte.

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