Crítica de El manjar inmundo (Javier Quevedo Puchal)

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Sinopsis: Cazadores urbanos tras las presas más codiciadas. Una extraña torre sin puertas. Ancianas obsesionadas con la belleza perdida. Demonios familiares encerrados en el ático. El corazón de una bruja enterrado bajo un rosal. Noches de bodas negras como crespones... Javier Quevedo Puchal, ganador del Premio Nocte, nos presenta con El manjar inmundo una fascinante antología de relatos de terror gótico inspirados en cuentos de hadas clásicos, desde los hermanos Grimm hasta Andersen o Perrault. Trece asombrosas deconstrucciones de las historias con las que todos hemos crecido. Trece perturbadoras narraciones que reflexionan sobre nuestro lado más oscuro, pero también sobre aquellas debilidades que nos vuelven más humanos. El manjar inmundo es, en definitiva, el banquete perfecto para degustar como un buen vino tinto. A sorbos espaciados. Sin prisas. Igual que aquellos cuentos de nuestra infancia que, a la luz de la lamparilla, leíamos cada noche antes de dormir. 

Crítica: La cándida expresión «vivieron felices y comieron perdices» solo es aplicable a la literatura infantil. Si trasladásemos a la realidad aquellos cuentos de nuestra infancia que creíamos conocer después de tantas noches escuchándolos en boca de nuestros padres, descubriríamos que aquellas historias para irnos a la cama no tenían la intención de inducirnos a un dulce sueño, sino de provocarnos terribles pesadillas. Las fábulas originales se caracterizaban por un estilo gótico repleto de detalles censurables para las sobreprotegidas mentes de los chiquillos de nuestro tiempo, demasiado acostumbrados a las versiones de Charles Perrault que inspiraron la mayoría de clásicos Disney frente a la violencia de los hermanos Grimm. 

«El manjar inmundo» recupera la auténtica esencia de aquellas historias narradas por personajes anónimos que, durante su peregrinaje, amenizaban las noches de los supersticiosos habitantes de pueblos y aldeas a la escasa luz de un fuego casi dormido, mientras sus ojos y mentes permanecían completamente lúcidas, hechizados por las palabras de aquel desconocido. 

Javier Quevedo Puchal se convierte en un moderno cuentacuentos, pero con intenciones más perversas que obtener un techo bajo el que cobijarse, un lecho y un plato de comida caliente a cambio de sus historias para no dormir. Si bien el objetivo de toda historia es entretener al lector y, de forma simultánea, reportarle una importante lección a través de su moraleja final; el autor de esta antología fosca profundiza en los miedos infantiles –y también de los adultos- para ofrecernos trece relatos de belleza obscura y seductora, repletos de violencia, sexo, torturas, deformidades e incluso antropofagia. 

A pesar de que «El dulzaneiro», «Cerillas quemadas» o «Palabras muertas» poseen al principio la inocencia infantil de sus narradores, poco a poco apreciamos el auténtico tono adulto de la historia, la oscuridad latente del relato que, palabra por palabra, nos introduce en un submundo repleto de extrañas criaturas. Los fantasmas clásicos y los monstruos modernos conviven en estos relatos para ofrecernos una nueva perspectiva que, sin embargo, resulta más fiel a la original. 

En varios relatos, la prosa del autor recuerda al romanticismo de Daphne Du Maurier («Los pájaros») si consideramos la importancia otorgada al escenario para dotar a sus cuentos de una atmósfera opresiva y malsana; pero, al mismo tiempo, atractivos y seductores, tal y como se aprecia en «El último sueño de Emilia Tezanos» o «Negra como agua estancanda». Dentro de este grupo también podríamos incluir «Miah» o «En la torre», pero que, al contrario de los anteriormente nombrados, resultan decepcionantes por su rápida conclusión después de la magnífica forma de introducirnos en la historia. 

Por otro lado, «Hijo del miedo» remite a los cuentos góticos de Poe con un ambiente de decadente opulencia que cuestionan la moralidad humana a través de un relato que combina el terror y el drama para descubrirnos el terror más visceral –literalmente- y, al mismo tiempo, el amor más incondicional. 

«El manjar inmundo» es un intenso relato sobre la venganza ejecutada hasta sus últimas consecuencias que nos recuerda a la trilogía de Chan-Wook Park, especialmente por la delicatesen final no apta para estómagos sensibles como aquella mítica escena del pulpo en «Oldboy». Familias disfuncionales, traumas psicológicos, violencia tácita, tortura psicológica, entre otros caracterizan esta historia que nos recuerda la fragilidad del cristal- y de la cordura humana-. 

«Una rosa para Beatrix» representa un tributo a «Freaks» (Tod Browning, 1932), demostrando que los auténticos monstruos son aquellos con una apariencia humana. Criaturas verdaderamente crueles, egoístas y depravadas; mientras que los fenómenos solo intentan sobrevivir en un mundo que no los comprende en su dolor y soledad. Al igual que el director estadounidense, Javier Quevedo Puchal muestra la belleza y, sobre todo, dignidad allí donde la mayoría de nosotros solo seríamos capaces de ver la fealdad del cuerpo a consecuencia del miedo y la ignorancia. Poco a poco, esta deformidad se trasladaba al alma, perdiendo toda su humanidad para acabar siendo un engendro, una anomalía de la naturaleza, una aberración de la creación divina expuesta por unos escasos peniques para una cruel forma de diversión. 

«La novia perfecta» se inspira el Nouvelle Horreur Vague, especialmente por su escena final que nos remite a la polémica «Martyrs» (Pascal Laugier, 2008). La violencia adquiere un significado trascedente, un propósito que trasciende del mero placer de infringir de dolor a la víctima. A fin de comprenderlo tendríamos que retroceder hasta un tiempo primitivo, repleto de supersticiones y ritos ancestrales capaces, criaturas innombrables y culturas aparentemente extintas ante el progreso. Después de todo, no hay amor sin dolor. 

Únicamente «Cáliz de sangre» y «Hambre» decepcionan por sus múltiples paralelismos con la película de Catherine Hardwicke (Caperucita roja ¿A qué tienes miedo?, 2011) y la polémica novela de Alejandro Castroguer («El manantial») de forma respectiva. 

Es posible que la próxima vez que escuchemos la frase «Érase una vez, hace mucho tiempo en un país muy lejano (…)» no sintamos la misma ilusión que cuando éramos pequeños, sino una terrible desazón al contemplar las páginas de libro abiertas, esperando ser leídas para poseernos con sus trece blasfemos cuentos contra todo lo que es bello, puro e inocente. Javier Quevedo Puchal vuelve a demostrar su habilidad como narrador gótico en esta antología sin finales felices y en la que sus personajes no solo comen perdices. ¿Queréis que os lea un cuento? 

LO MEJOR: La recuperación de la esencia gótica de los cuentos tradicionales previa a la revisión de Perrault. La apreciable influencia del romanticismo en los relatos para la creación de los escenarios. La obscura y atrayente belleza de las historias. 

LO PEOR: Algunos relatos dejan un final demasiado abierto, su conclusión resulta precipitada en comparación con la paciente narración anterior. «Cáliz de sangre» y «Hambre» resultan poco originales. 

Sobre el autor: Javier Queve Puchal es autor de la novela El tercer deseo (Odisea editorial, 2008), Todas las maldiciones del mundo (Odisea editorial 2009), Cuerpos descosidos (NGC Ficción!, 2011; Lc Libros 2012) y Lo que sueñan los insectos (Punto en boca, 2013), así como de la antología de nanorrelatos Abonatio (Ediciones Efímeras, 2010). También ha publicado relatos cortos en antologías del calado de Los nuemos mitos de Cthulhu (Edge Entertainment, 2011), Insomnia (Grupo Ajec, 2012) o La ciudad vestida de negro (Drakul Editorial, 2012).

En 2012 se alzó con el premio Nocte a la mejor novela de terror nacional, categoría por la que obtuvo una nominación en los Premios Ignotus. 

Ha impartido cursos de corrección y escritura creativa en el Estudio Sampere, compaginándolos con su labor como traductor y corrector.

2 comentarios:

  1. ¡Buenas!
    Tiene muy pero que muy buena pinta ya que andaba buscando algo así.
    Gracias por la reseña, me lo apunto fijo.
    ¡Un saludo!

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    1. Bueno días Reich, es un libro que recomiendo encarecidamente si quieres conocer el estilo gótico original de los cuentos orales. Si bien, mi libro favorito del autor continua siendo "Cuerpos descosidos", aunque reconozco haber temblado leyendo algunos de los relatos de la presente antología. ;)

      Un abrazo

      María del Carmen Horcas (La diseccionadora de libros)

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