El hombre que nunca sacrificaba las gallinas viejas, novela de Darío Vilas editada por Tyrannosaurus Books, ha sido galardonada con el PREMIO NOCTE 2014 A LA MEJOR NOVELA NACIONAL, el mayor reconocimiento de género de terror del país en la actualidad.
Con la concesión de este reconocimiento culmina la excelente trayectoria de la tercera novela del autor vigués, que cosechó hasta la fecha más de una veintena de reseñas y críticas entusiastas desde su puesta a la venta.
La obra premiada, un thriller a medio camino entre la novela negra, el terror y el realismo sucio, ha sido muy bien acogida por parte de lectores y medios especializados, que han destacado su propuesta visceral y a la vez dotada de un lirismo crudo muy peculiar, que la convierten en un ejercicio de estilo narrativo. Se trata posiblemente del trabajo más maduro y personal de Darío hasta la fecha, un texto complejo que contiene multitud de referencias de lo más variopintas: desde musicales a Mark Lanegan y los Queens Of The Stone Age, hasta la obra de autores como Brett Easton Ellis, Ernesto Sábato o Bukowski, entre otros, así como algunos guiños a "Asesinos natos", la cinta de Oliver Stone, el cine de Jörg Buttgereit, o algunos sucesos de la crónica negra contemporánea.
Sinopsis: Marquitos Laguna se ha retirado del oficio. Ahora prefiere cuidar su huerto y recoger los huevos de sus gallinas. Antes, en otra época, Marquitos era un justiciero parco en palabras, un matador criptozoológico en la abundante isla de Simetría, un muro de dos metros de hostias enfundado en el guante de un hombre en traje negro. Pero ya no, sus noches más oscuras quedaron atrás. O al menos eso creía hasta hace unas horas. Porque hace nada, las gallinas viejas, esas que nunca sacrifica sabe Dios por qué, han comenzado a revolotear de aquí para allá, dejándolo todo lleno de plumas. La tierra de ese huerto que ahora se dedica a cuidar, ha empezado a retemblar. La carne putrefacta de toda una vida en negro se afana por abrirse paso a base de dentelladas y uñas rotas. Y Marquitos, un muro de dos metros de amor venido a menos, se teme lo peor: que regresen sus noches más oscuras. Que se le atragante el olor de una Magnolia. O que haya llegado la hora de volver a sacrificar.

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