¡El abuelo de Hitler es judío!..., afirman
ciertas cartas.
¿Qué oscuro complot internacional se escondía tras ello?
Y entre tantas intrigas, el amor y el erotismo se despliegan en el marco glamoroso de la Costa Azul.
¿Qué oscuro complot internacional se escondía tras ello?
Y entre tantas intrigas, el amor y el erotismo se despliegan en el marco glamoroso de la Costa Azul.
España, 2048
¿Por qué,
un siglo después, aparece la nieta del escritor?
¿Qué mundo es ese donde un Ojo Igualitario controla la vida de la gente?
El Palacio Real de Madrid queda transformado en un centro comercial y de espectáculos.
¿Qué mundo es ese donde un Ojo Igualitario controla la vida de la gente?
El Palacio Real de Madrid queda transformado en un centro comercial y de espectáculos.
Reseña: El antisemitismo de Hitler se ha intentado explicar a
través de múltiples hipotésis como su fascinación por la teoría de la selección
natural expuesta en «El origen de las especies» (Charles Darwin) basada
en «la supremacía del más fuerte»; la búsqueda de un culpable simbólico que sustentase su
estrategia política y permitiera unificar el malestar social hacia un enemigo
común; o la posible ascendencia judía del Tercer Reich, que nunca llegó a
demostrarse. Por supuesto, todas ellas se fundamentaban en rumores que nunca
llegaron a demostrarse, pues hubiesen cambiado la historia tal y como la
conocemos.
No obstante, la investigación
realizada por Hans Frank parecía aportar pruebas sólidas sobre los antecedentes
familiares de Hitler, afirmando que su padre biológico, Alois, nació a partir
de la relación extramatrimonial de su abuela, Maria Schickklugruber, con el
señor de la familia judía para la que trabajaba como sirvienta. A pesar de que
afirmaba estas en posesión de documentos que le permitirían demostrarlo y, por
subsiguiente, derrocar el régimen nacionalsocialista. Si alguna vez existieron,
jamás fueron publicados y su desaparición sirvió para que surgiesen toda clase
de teorías conspirativas al respecto, como la supuesta influencia sionista para
que Estados Unidos participase en la Segunda Guerra Mundial.
A partir de esta premisa Javier
Ruiz Portella desarrolla el argumento de su primera novela, «El escritor que
mató a Hitler» y que contextualiza las reflexiones de sus anteriores
ensayos de pensamiento y filosóficos dentro de la ficción. El autor combina el
género histórico, noir y, sobre todo,
distópico en un desigual equilibrio narrativo.
De hecho, existen constantes
referencias a «1984» (George Orwell) a través de detalles como la
Neolengua o el Ojo Igualitario y Sanitorio. Sin embargo, la crítica acaba
centrándose casi exclusivamente contra el sistema capitalista, tal y como
demuestran el uso de términos económicos para designar, por ejemplo, a los
mendigos (escaso consumidor) o los
parados (provisionalmente inactivos o
inactivas).
Es obvio que la intención de Javier
Ruiz era satirizar sobre nuestro actual estilo de vida basado en el consumo y
que recuerda a «No logo» (Naomi Klein) pero acaba centrándose tanto en
este aspecto que descuida otros principalmente relacionados con la forma de
narrarnos ambas historias. Adviértase que resulta incoherente la forma de
expresarse Alexander von Hunterbrand, abuelo de la protagonista, pues en los
diálogos pueden apreciarse expresiones modernas que se contradicen con la prosa
empleada por el personaje para embellecer la historia. De igual modo, el autor
emplea un peculiar recurso estilístico que consiste en fusionar las
conversaciones entre los personajes con el resto de la narración, cuando
hubiese sido más acertado mantener esta distinción al desconocer su propósito.
Si bien consigue ilustrar la
constante repetición de nuestros errores pasados, generando una historia
cíclica donde todo cambia para que todo siga igual y que podemos apreciar en la
alusión a la actual crisis económica, Javier Ruiz Portella no consigue encauzar
los esfuerzos de sus protagonistas por incitarnos a la reflexión tras su
lectura. Es cierto que los fragmentos ambientados en el año 2048 resultan muy entretenidos
por las situaciones que se nos describen, pero la mayoría terminan siendo
hipérboles, como los Interfollódromos Comunitarios. Por subsiguiente, «El
escritor que mató a Hitler» no consiguió acabar con el nacionalsocialismo
antes de que se hiciera irremediablemente con el poder en Alemania, ni tampoco
la reflexión del lector, solo su entretenimiento a pesar de que, como dijo el
filósofo holandés de origen judeoespañol, Baruch Benedict Spinoza: «Si no quieres repetir el pasado,
estúdialo».
LO MEJOR: La sátira del autor. Las referencias a obras del género
distópico, principalmente «1984» (George Orwell). Algunas escenas
ambientadas en 2048 son verdaderamente cómicas y no puedes leerlas sin reírte.
El mensaje que pretende transmitir con su novela.
LO PEOR: El autor descuida la forma en que nos narra la historia.
La crítica acaba centrándose exclusivamente en el sistema capitalista, como «No
logo» (Naomi Klein). Las incoherencias en el registro. La extraña fusión de
los diálogos con el resto de la narración.
Sobre el
autor: Javier Ruiz Portella escritor, editor iconoclasta y
promotor de iniciativas destinadas a sacudir nuestro letargo existencial, este
barcelonés nacido en 1947 ha corrido mucho mundo hasta regresar en 1994 a
Barcelona y establecerse en 2005 en Madrid.
Joven
militante del Partido Comunista, le bastó poner los pies al otro lado del Telón
de Acero (Hungría y Rumanía, 1971-1972), para ponerlos tan pronto como pudo en
polvorosa. No pudiendo regresar a España, donde estaba condenado por el
Tribunal de Orden Público, se estableció en Bruselas por un largo período.
Al volver
definitivamente a España en 1994, funda Ediciones Áltera y, con el activo apoyo
de Álvaro Mutis, lanza en junio de 2002 el Manifiesto
contra la muerte del espíritu y la tierra, que sería
traducido y publicado en un total de nueve idiomas. Dicha iniciativa ha dado
lugar a la revista de pensamiento crítico y al periódico digital El Manifiesto
del que es director.
Con
anterioridad a El escritor que mató a Hitler ha publicado los siguientes
libros:
- España no es
una cáscara (Barcelona, 2000)
- ¡Escandalizaos!
Una réplica a ¡Indignaos!, de Stéphane Hessel (Madrid, 2011)
- Les esclaves
heureux de la liberté (traducción al francés, París, 2012)
En ningún momento el autor establece como premisa la ascendencia judía de Hitler, sólo es una excusa argumental, o al menos, así lo entiendo yo. Por otro lado no veo esa sátira de “nuestro estilo de vida” como la principal intención del autor sino que, de algún modo, con ella, trata de demostrar esa frase que Nietzsche premonizó en su momento y que aquí dejo en sus propias palabras: “ Conozco mi destino. Algún día se unirá a mi nombre el recuerdo de algo tremendo, una crisis como no la hubo sobre la tierra, al más hondo conflicto de conciencia, a una decisión pronunciada contra todo lo que hasta ahora ha sido creído, exigido, reverenciado”.
ResponderEliminarUna novela extraordinaria, a mi juicio.
Un cordial saludo
Buenas tardes Laura,
EliminarQuizás no me expliqué con la suficiente claridad en la introducción, pues mi intención no era dar a entender que el argumento estaba orientado exclusivamente a demostrar la posible ascendencia judía de Hitler, sino precisamente que lo utilizaba para introducir la verdadera historia de la novela.
Por otro lado, considero que hacia una especial incidencia en aspectos de nuestra actualidad tanto de carácter general como otros más privados. De ahí la mención a la crisis económica en el primer caso.
Sin embargo, debo reconocer que no había pensado en Nietzsche cuando empecé a escribir la reseña, quizás porque no estoy de acuerdo con su forma de pensamiento.
Muchas gracias por la mención de esta cita, aunque lamento que discrepemos respecto nuestras impresiones sobre la novela. Personalmente, sigo prefiriendo sus ensayos, aunque todavía puede sorprenderme si decide continuar escribiendo ficción.
Un abrazo
María del Carmen Horcas (La diseccionadora de libros)
Buenas tardes Carlota,
ResponderEliminarEn primer quisiera felicitarte por tu blog. Siempre es agradable encontrarse con gente de tu edad que demuestra poseer semejantes inquietudes culturales, así como la necesidad de expresarla y compartirlas con los demás.
Déjame decirte que se aprecia un gran potencial artístico en tu prosa y te ánimo a seguir escribiendo. Personalmente, me encanta la entrada correspondiente al 24 de julio. :D
Es más, te agradecería que si algún día tienes un texto del que te sientas especialmente orgullosa, házmelo saber para darle a tu obra la promoción que se merece.
Muchas gracias por compartir tus textos con nosotros y espero que vuelvas a participar en La diseccionadora.
Un abrazo
María del Carmen Horcas (La diseccionadora de libros)
PD: Te recomiendo que visites el siguiente blog, http://insolitadimension.blogspot.com.es/. Creo que el estilo de algunas entradas es bastante similar al tuyo. ;)
Otro a ti Carmen, ha sido un placer compartir.
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