Sinopsis: Los mayores miedos de la humanidad han saltado de la ficción a la
realidad.Wanderer es una alienígena invasora de cuerpos y ha llegado a la
Tierra junto con otras «almas» para cumplir con su misión. Pero su anfitriona,
Melanie Stryder, se resiste a abandonar su cuerpo sin oponer resistencia. Dos
seres de dos especies diferentes que comparten un mismo cuerpo pero por
desgracia para ellas también un mismo corazón. Los recuerdos de la vida de
Melanie hacen que Wanderer se enamore del mismo hombre que ella, Jared,
convirtiendo su relación en el primer triángulo amoroso que sólo implica a dos
cuerpos.
Reseña: El éxito del documental «Catfish» (Henry Joost, y Ariel Schulman, 2010)
demostraba la falta de control de las redes sociales sobre los perfiles de sus
usuarios, quienes aprovechan el anonimato que proporciona internet para convertirse
en la persona deseada, aunque solo sea de forma virtual. De esta forma,
coexisten dos personalidades totalmente opuestas dentro de un mismo cuerpo en
un delicado equilibrio hasta el momento de elegir entre una de ellas.
Este conflicto de identidad se ha
incrementado durante los últimos años y, en especial, desde la popularización
de internet, concebido inicialmente como una herramienta de comunicación militar
que, al igual que otros inventos previos como el microondas, han acabado
convirtiéndose en un elemento indispensable de nuestra vida cotidiana. Sin
embargo, lo verdaderamente llamativo de este fenómeno es que las personas renuncian
de forma voluntaria a su «yo» físico por su «yo» virtual, lo que
demuestra un cambio preocupante de ideología.
Si nos
remontamos a libros como «Strange Case of Dr Jekyll and Mr Hyde»
(Robert Louis Stevenson), «Drácula» (Bram Stoker), «Invasion
of the Body Snatchers» (Jack Fenney), «El talent de Mister Ripley» (Patricia
Highsmith), «Mujer blanca soltera busca» (John Lutz), o «Tratamiento invasor»
(Orson Scott Card y Aaron Jhonston), observamos que describen la usurpación de
la propia identidad por un tercero. Es decir, antes temíamos que otros ocupasen
nuestro lugar y nos sustituyesen, cuando ahora somos nosotros quienes lo
promovemos. Sin embargo, siempre existe una minoría dispuesta a luchar por lo
que le pertenece…
Stephanie Meyer
parte de esta base argumental para escribir «The host», su nueva saga
literaria después del «Crepúsculo». En esta ocasión, la escritora
estadounidense cambia de género y nos describe una invasión alienígena llena de
similitudes con el relato de Jack Fenney, que le sirve de justificación para
narrarnos una nueva historia de amor no a tres bandas, sino a cuatro.
Si el triángulo
entre Bella-Edward-Jacob no hubiese sido lo suficientemente complicado (y
prolongado en exceso a lo largo de tres libros), ahora opta por un una figura
geométrica un poco más compleja, un cuadrado formado por el binomino
Wanderer/Melanie, Jared e Ian.
Nuevamente, la
escritora tiende a centrarse excesivamente en los conflictos pasionales de sus
protagonistas, descuidando varios aspectos de la trama que conducen a ciertas
incoherencias o lagunas narrativas importantes. De hecho, resulta irritante
como Wanderer pierde por completo todo el control de sus emociones cada vez que
Jared aparece en una escena. Algunos podrían justificarlo amparándose en la
intensidad de las emociones de Melanie hacia la que había sido su pareja (y, en
cierto modo, sigue siéndolo). Sin embargo, el amor de Wanderer no resulta
pausabile, porque en varios capítulos se menciona que Melanie no le permitía
acceder a los recuerdos de ellos dos juntos. Entonces, ¿cómo enamorarte de
alguien a quien en realidad no conoces, ni siquiera a través de un tercero?
De hecho, el
período que transcurre entre la operación de Wanderer y si viaje al desierto es
esencial para comprender la disyuntiva de la protagonista, pero Stephenie Meyer
opta por prescindir de este fragmento. Algo similar sucede con sus experiencias
en otros planetas y que incurren en nuevas contradicciones, no solo por los
extraterrestres que afirma se parecen a los delfines, pero después tienen una
apariencia más cercana a enormes libélulas (?).
Si realmente
nos encontramos ante una especie pacífica, el término «invasora» no puede
aplicársele, pues toda acción de conquista implica la utilización de la fuerza
(y la violencia) en algún momento. Entonces, ¿cómo explica la autora que
tuviesen éxito en su contienda? Muy fácil, no lo hace. Observamos que Wanderer
está dispuesta a morir antes que defenderse, pero sus semejantes han sido
capaces de dominarnos con relativa facilidad y en poco tiempo.
En el mismo
sentido, no termina de esclarecerse hasta qué punto la personalidad de sus
anfitriones influye sobre los huéspedes. Además, aunque se menciona la «memoria
celular» para explicar la conexión entre sus individuos, cada uno de ellos
es completamente individual. Por tanto, ¿dónde se encuentra realmente el límite
entre Wanderer y Melanie? ¿Es la primera un simple reflejo de la segunda? ¿O
por el contrario, ante la ausencia de una vida y recuerdos propios, asume los
de su humana para suplir esta carencia?
Si fuese esta segunda opción, se
reafirmaría la percepción de que la mayoría de los personajes actúan por
egoísmo, siendo Jared el mejor ejemplo. En pleno siglo XXI resulta cuestionable
que hable de una persona en términos de posesión («El cuerpo y la persona encerrada dentro
de él me pertenece a mí» o «Melanie
siempre será mía. Y yo siempre seré suyo»). Es decir, yo soy el macho
dominante y elijo a la hembra, sin dejar que otro miembro de la manada me
disputé mi liderazgo. Con todo, lo peor es comprobar que Melanie se siente
alabada ante esta actitud retrograda, sino que ella hace gala de un
comportamiento similar. ¿Renunciar a tu propio hermano por un hombre que acabas
de conocer? Considerando que la mayoría de las lectoras de Stephenie Meyer son
adolescentes y, por tanto, se encuentran en una etapa muy influenciable de su
vida, debería ser más comedida al mostrar a las mujeres siempre supeditadas al
hombre.
Precisamente,
la presencia de Jared reduce toda la novela a un constante tira y afloja entre
los personajes que integran ese complicado (e innecesario) cuadrado amoroso,
porque el principal atractivo de «The host» reside en la búsqueda de
Wanderer por encontrar un lugar, «su» lugar. De hecho, los mejores
capítulos son aquellos que describen su proceso de integración dentro de la
comunidad humana.
Es cierto que
Stephenie Meyer demuestra haber madurado como autora, siendo capaz de
presentarnos conflictos más complejos, como la intolerancia hacia lo diferente
(otra vez la similitud con otro gran clásico de la ciencia ficción, «Soy
leyenda»), pero si suprimimos al personaje de Jed (quien consigue encauzar
la historia), «The host» acabaría por reducirse a un «Crepúsculo»
espacial protagonizado por gusanos parasitarios en lugar de atractivos vampiros y licántropos.
Una percepción
reforzada en las últimas cien hojas, donde su autora realiza toda clase de
giros narrativos para conseguir un «hapiness end». Eso sí, dejando suficientes
aspectos por desarrollar en su secuela.
En definitiva, «The host» es un invitado no deseado al
que volverá a presentarse en nuestras librerías antes de lo que nos gustaría,
pues el éxito de su predecesora (y su adaptación cinematográfica) le garantiza unas
cifras de venta lo suficientemente aceptables para escribir una segunda parte.
LO MEJOR: El personaje de Jed. Los
capítulos que describe el proceso de integración de Wallender en la comunidad
humana.
LO PEOR: Es un «Crepúsculo»
espacial que radicaliza el discurso de la autora sobre las relaciones describiéndolas
en términos de posesión del hombre sobre la mujer. Las incoherencias respecto a
la especie alienígena. El personaje de Jared.
Sobre la autora: Stephenie Meyer nació
en Connecticut en 1973. Su familia se trasladó a Phoenix (Arizona) cuando ella
tenía cuatro años. Su particular nombre (Stephenie en vez de Stephanie) viene
del nombre de su padre, que se llamaba Stephen y decidió añadirle las letras
«ie» para convertirlo al femenino. Asistió al instituto de Scottsdale, Arizona,
en el que fue galardonada con el Premio Nacional al Mérito Escolar, que usó
para pagar su ingreso en la Universidad Brigham Young, en Utah, donde se graduó
en Literatura Inglesa. Su saga de vampiros Crepúsculo, Luna nueva, Eclipse
y Amanecer, ha
arrasado en todo el mundo, vendiendo millones de ejemplares y atrayendo
a lectores de todas las edades. Warner se ha hecho con los derechos
cinematográficos y en marzo de 2013 The
Host la estrenó por todo lo alto en las salas del mundo entero.
Éste es un libro que sin duda no leeré jamás. Me bastó con el primero de Crepúsculo, que me aburrió a muerte :-P (Menos mal que era prestado. De lo contrario, habría terminado en la caja sanitaria de mi gato, hecho bolitas de papel.)
ResponderEliminarBuenas Gissel,
EliminarEn primer lugar, me alegra tener noticias tuyas después de tanto tiempo sin visitar mi "Depósito", se te extrañaba mucho.
Respecto al libro, reconoco que es entretenido, pero todos los aspectos anteriormente señalados le perjudican de forma considerable, sobre todo la ideología que exhibe (y defiende) la autora.
Si te gusta leer y, sobre todo, disfrutar de lo que estás leyendo, haces bien en no escogerlo.
Un abrazo