Sinopsis: «Una prima de mi padre estuvo a punto de embarcar en el Wilhelm Gustloff y me pidió que diera voz a aquellos que murieron creyendo que sus historias se habían hundido con ellos.»
Este es el origen de la novela, en palabras de la autora. El Wilhelm Gustloff ha quedado asociado para siempre con la mayor tragedia marítima de la historia. En él viajaban más de 10.000 pasajeros, entre refugiados, personal de abordo y militares alemanes. Debería haberlos llevado hacia la libertad y lejos del asedio al que estaba siendo sometido el este de Europa durante la Segunda Guerra Mundial. Pero nunca llegó a su destino, pues fue el blanco de varios torpedos lanzados desde un submarino soviético el 30 de enero de 1945. Apasionada por los capítulos ocultos de la historia, Ruta Sepetys da voz en esta ocasión a cuatro jóvenes protagonistas cuyos caminos se cruzan cuando son evacuados en el Wilhelm Gustloff, como los más de 5.000 niños y adolescentes que lo hicieron para ir al encuentro de su futuro. Nunca llegaron, pero sus historias no se hundieron con ellos.
Crítica: A pesar de que el hundimiento del Titanic continua siendo la tragedia marítima más célebre de la historia, la mayoría desconoce el naufragio del que podría considerarse su homólogo alemán, el Wilhelm Gustloff. Este lujoso crucero, bautizado con el nombre del fundador del partido nacionalsocialista suizo asesinado en febrero de 1937, se utilizó durante la Operación Anibal para evacuar a la población civil alemana ante el avance de las tropas soviéticas por la Prusia Oriental. El barco zarpó desde el puerto de Danzing con 10.582 personas hacinadas en su interior, sobre todo mujeres y niños. Sin embargo, el Gustloff jamás alcanzó su destino. En vez de bordear la costa, los oficiales optaron por adentrarse en el mar Báltico creyendo que serían escoltados para acabar completamente desprotegidos ante el enemigo que acechaba bajo las gélidas aguas. El submarino soviético S-13 lanzó cuatro torpedos contra el buque, aunque solo tres alcanzaron su objetivo fueron suficientes para convertir aquella travesía en la última que realizaría el Wilhelm Gustloff junto a sus pasajeros. Las cifras oficiales estiman que murieron más de 9.000 personas, solo pudieron rescatarse con vida aproximadamente a 1.230, quintuplicando las víctimas del famoso transatlántico. Con todo, aquel episodio de la historia quedo silenciado tanto por las autoridades alemanas como por los aliados, condenando definitivamente al Wilhelm Gustloff a hundirse en el olvido.
Inspirándose en aquella catástrofe marítima, Ruta Sepetys escribe su tercera novela, «Lágrimas en el mar», rescatando un capítulo de la historia demasiado tiempo sumergido en la ignorancia colectiva para humillación de los supervivientes del Wilhelm Gustloff. Una novela coral que, por primera vez, concede nombre y rostro a todas aquellas víctimas del horror y la crueldad de la guerra a través del relato en primera persona de sus cuatro jóvenes protagonistas Joana, Florian, Emilia y Alfred.
La escritora nos ofrece un testimonio desgarrador –y conmovedor- sobre la capacidad de supervivencia del ser humano ante circunstancias traumáticas. De esta forma, acompañamos a los miles de refugiados huyendo de la venganza de las tropas soviéticas por las brutalidades cometidas por el III Reich en su territorio que, entre otras prácticas, incluía la violación sistemática de mujeres alemanas, tal y como describe la novela autobiográfica «Una mujer en Berlín» (Anónimo).
Ruta Sepetys narra con precisión -y sentimiento- el drama de aquellas personas obligadas a peregrinar hacia un destino incierto, conscientes de la debilidad del régimen nazi para protegerlos del odio. Paradójicamente, la autora demuestra que en cualquier conflicto bélico la frontera que distingue entre verdugo y víctima resulta caprichosa ante la violencia ejercida por ambos bandos.
En este sentido, cabe resaltar al joven soldado nazi, Alfred, cuya presencia –y protagonismo- en la novela ocasiona rechazo en el lector por su ideología. Sin embargo, Ruta Sepetys consigue que acabemos simpatizando con el personaje no con la intención de justificarlo, sino un intento por comprender el origen de la intolerancia, del egoísmo y la crueldad humana. Advertimos que el joven radicaliza su pensamiento ante sus carencias físicas, una defensa ante el rechazo y las constantes burlas de sus compañeros. La incomprensión de los demás acentúa la soledad de Alfred hasta el extremo de elaborar una compleja fantasía con la que evadirse de la dolorosa realidad que no difiere en exceso de las justificaciones del resto de sus compatriotas para justificar las barbaridades realizadas en nombre del Führer. Es cierto que el personaje acaba resultando forzado en determinadas situaciones, incluso podríamos definirlo de arquetípico, pero consigue ilustrar a la perfección el desesperado instinto de supervivencia ante la proximidad de la muerte.
Precisamente, destaca la objetividad de la autora para relatarnos los acontecimientos en torno al hundimiento del Wilhlem Gustloff pese a su implicación personal, pues la finalidad de «Lágrimas en el mar» no es posicionar al lector a favor o en contra de ninguno de los bandos implicados, sino rendir el merecido tributo a las víctimas. De igual forma, Ruta Sepetys pretende reflexionar sobre los peligros de la ignorancia en la sociedad, la facilidad para juzgar a las personas sin conocimiento basando este rechazo en prejuicios ideológicos, las diferencias culturales o el país de origen. Es más, la mayoría de las escenas descritas son, por desgracia, demasiado cotidianas, pues nos recuerdan el drama de los refugiados sirios en su intento por alcanzar Europa pese al cierre de fronteras o la desesperación de los inmigrantes en el Mediterráneo a bordo de frágiles embarcaciones. Imágenes ante las que preferimos mirar hacia otro lado o simplemente cambiar de canal.
Sin embargo, «Lágrimas en el mar» nos impide seguir negando esta realidad a través de capítulos breves que intercalan el relato ficticio de sus protagonistas con los sucesos históricos de la Segunda Guerra Mundial en un equilibrio perfecto. Ruta Sepetys consigue una novela proporcionada en la intercalación de las historias de sus personajes, pues conforme revelan su pasado, nos permiten obtener una perspectiva en conjunto de su presente.
A pesar de que conocemos el final de la historia de antemano como en «La ladrona de libros» (Markus Zusak), la autora consigue un relato esperanzador ante la elección de los protagonistas, pues los jóvenes representan el futuro de cualquier nación ante la pérdida irremediable de su pasado, de su identidad. De ahí la importancia de los pequeños detalles, de los actos de bondad anónimos que Ruta Sepetys introduce en el relato como el regalo de una bufanda azul en recuerdo de la hermana pérdida, el olor de la mermelada elaborada con pétalos de rosa que representa el sabor de la infancia o la visión de un nido vacío de cigüeñas para recordarnos al verano durante el gélido y desolador invierno. La autora es capaz de emocionar tanto a lectores adultos como adolescentes mediante la sobriedad de su prosa, sin incurrir en sentimentalismos innecesarios -excepto por el prescindible epílogo-, convirtiéndose en una novela inolvidable.
«Lágrimas en el mar» es una elegía a todas las víctimas del Wilhelm Gustloff, Ruta Sepetys vuelve a rescatar un episodio olvidado de la historia para devolverlo a nuestro presente con una historia repleta de emoción y esperanza. Una novela aleccionadora sobre las consecuencias de la ignorancia en el que la autora se convierte a través de sus personajes en la voz de aquellos que ya no pueden narrarnos su propia historia, consiguiendo que los pasajeros del Wilhelm Gustloff alcancen finalmente el ansiado destino de su viaje, el recuerdo. En palabras de Abraham Lincoln: «Pueblo que ignora su historia, pueblo que está condenado a repetirla».
LO MEJOR: El tributo a las víctimas del Wilhelm Gustloff. La objetividad y el respeto de Ruta Sepetys en la narración de los acontecimientos. La sobriedad de la prosa, capaz de emocionar a lectores de diferentes edades.
LO PEOR: El desconocimiento colectivo acerca de la mayor tragedia de la historia marítima. La historia narrada sigue repitiéndose en la actualidad, aunque con diferentes protagonistas. El personaje de Alfred resulta arquetípico en determinados capítulos. El innecesario epílogo.
Sobre la autora: Ruta Sepetys (Detroit, Michigan, 1967) estudió economía y ha desarrollado una prestigiosa carrera como productora musical. Inspirada por la historia de su padre, un refugiado lituano, escribió Entre tonos de gris, una conmovedora y luminosa narración sobre las purgas estalinistas en Lituania, para lo que realizó un exhaustivo proceso de documentación. El libro tuvo una excelente acogida y sirvió para arrojar luz sobre este oscuro episodio de la historia europea, hasta el punto de que la autora ha sido invitada recientemente a comparecer ante el Parlamento Europeo para exponer sus hallazgos sobre el tema. Ruta ha sido galardonada con la Cruz de la Orden de Méritos a Lituania por su contribución a la educación y preservación de la historia lituana, además de recibir numerosos reconocimientos literarios. Tras su segunda novela, El color de los sueños, ambientada en el colorido Nueva Orleans de los años cincuenta, Ruta Sepetys retoma su empeño en dar a conocer al mundo los episodios ocultos de la historia con Lágrimas en el mar, su tercera novela, y su proyecto más ambicioso hasta la fecha.
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