Crítica de La semilla del diablo (Ira Levin)

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Sinopsis: Rosemary Woodhouse y su marido, Guy, un actor poco reconocido que lucha por abrirse paso en su carrera, se mudan a un edificio de apartamentos neoyorquino, el Bramford, signado por una fama ominosa y habitado por ancianos. Roman y Minnie Castavet, vecinos de los Woodhouse, acuden a darles la bienvenida e intentan, por todos los medios, establecer relación con ellos. Rosemary se muestra renuente a frecuentarlos, no sólo porque los considera extraños sino también por los misteriosos ruidos procedentes de su apartamento. Guy, sin embargo, parece sentirse encantado con los Castavet. Poco después de que su marido haya conseguido un importante papel en Broadway, Rosemary queda embarazada, y los Castavet empiezan a mostrarse especialmente interesados por su salud. Mientras se siente cada vez más enferma y aislada, Rosemary comienza a sospechar que los Castavet y sus amistades no son lo que parecen… 

Crítica: El primer embarazo representa una sucesión de cambios trascendentales en la vida de ambos progenitores, que se desarrollan de forma simultánea al crecimiento del embrión. Si bien, pronto la felicidad inicial de los cónyuges acaba siendo remplazada por la preocupación ante las posibles –y múltiples- dificultades que pudieran presentarse durante la concepción del feto. Un sentimiento de inquietud acrecentado ante la propia ignorancia, de impotencia ante la incapacidad para protegerlo de cualquier peligro. De esta forma, el miedo acaba convirtiéndose en la emoción predominante durante los nueve meses previos al alumbramiento de la inocente criatura. 

«La semilla del diablo» es un perturbador thriller psicológico inspirando en el resurgimiento de las sectas satánicas entre la élite estadounidense en el que Ira Levin combina los miedos de la sociedad moderna con ancestrales temores presentes en los relatos góticos como la brujería. 

A partir de una base sencilla, el autor consigue desarrollar con pocos elementos una novela claustrofóbica caracterizada por un opresiva atmósfera ambientando la mayoría de la acción en la casa Bramford, una construcción de estilo neogótico que nos recuerda por su arquitectura y triste celebridad al edificio Dakota. Pese a las advertencias de los amigos, una pareja de recién casados, Guy y Rosemary Woodhouse, acaban mudándose con la ilusión de convertirlo en un nuevo hogar en el que formar una familia. La mayoría de los vecinos son ancianos de afable apariencia y costumbres excéntricas propias de la avanzada edad que enseguida acogen al joven matrimonio bajo su protección, en especial después de que Rosemary haya conseguido finalmente quedarse embarazada. Sin embargo, pronto todo parece indicar que es víctima de una oscura conspiración que tiene como objetivo arrebatarle a su hijo. A pesar de su certeza, nadie parece creer las figuraciones de la joven abduciendo la ansiedad propia de las madres primerizas, incluso Guy empieza a cuestionar la estabilidad psicológica de su esposa. Con todo, Rosemary está dispuesta a luchar contra el mismo demonio si fuera necesario para salvar la vida de sus bebé… 

Ira Levin narra con sobriedad e inteligencia una historia repleta de traiciones y avaricia introduciendo progresivamente las fuerzas sobrenaturales en la rutina de Guy y Rosemary, alterando la relación del matrimonio hasta convertirlos en dos completos extraños. Resulta interesante observar los sutiles cambios que se producen entre ambos cónyuges cuando la ambición de Guy demuestra ser mayor que el amor hacia su esposa, convirtiéndola en un mero instrumento con el que conseguir sus propósitos. De este modo, el autor describe la egolatría y el materialismo de la sociedad moderna, un individualismo que ha fomentado la pérdida de valores morales esenciales como la empatía y que explicaría el resurgimiento de movimientos basados exclusivamente en la obtención del propio placer contraponiéndola con la abnegada actitud de Rosemary hacia su hijo. 

El autor realiza una interesante contraposición entre la actitud de ambos cónyuges en la que la inicial pasividad de la joven ante la dependencia económica y emocional hacia su esposo es progresivamente sustituida por la ferviente necesidad de proteger a su hijo. El marido siempre ausente en el hogar la obliga a actuar, a enfrentarse a sus miedos sabiéndose completamente sola. De hecho, el progresivo aislamiento de Rosemary conforme avanzan las etapas de su embarazo con el objetivo de distanciarla de su familia y amistades podría interpretarse como una sutil alegoría del maltrato doméstico que empieza con la actitud distante del marido, el posterior menosprecio y, finalmente, la agresión verbal y física. 

Precisamente, «La semilla del diablo» se caracteriza por la sutileza del terror empleado por Ira Levin. El escritor estadounidense no precisa de escenas violentas para provocar el miedo en el lector. Obsérvese que la escena de la violencia es descrita mediante el ambivalente recuerdo de una horrible pesadilla sin necesidad de incurrir en detalles incómodos, sino alternando la vigilia y el sueño para incrementar la confusión en la escena. 

Es más, igual que la soledad de la protagonista contribuye a incrementar su obsesión ante la progresiva tortura psicológica que representa su estado, el lector es incapaz de discernir la veracidad de los acontecimientos descritos ante el progresivo empeoramiento anímico de Rosemary. La realidad acaba resultando ambigua ante la fantasía de la joven y el escritor estadounidense aprovecha esta circunstancia para mantener el suspense hasta la conclusión de la novela con un desesperanzador final que nos recuerda a otros títulos como «El exorcista» (William Peter Blatty) o «La maldición de Hill House» (Shirley Jackson).

Con todo, la traducción del título – y la posterior adaptación cinematográfica dirigida por Polanski- anticipa el desenlace de la historia, condicionando la lectura pese a los esfuerzos del autor por conservar el equívoco. 

A pesar de ello, «La semilla del diablo» es una perturbadora y opresiva novela de terror psicológico inspirada en los clásicos relatos góticos sobre fuerzas sobrenaturales que convierte la moderna ciudad de Nueva York en el escenario de una antigua conspiración. La inteligente prosa de Ira Levin consigue mantener la ambigüedad del relato prácticamente hasta el desenlace de la novela, resultando imposible discernir entre la realidad y la desesperada fantasía de Rosemary para explicar el mal que germina en su interior. Un auténtico clásico contemporáneo sobre la avaricia humana que nos obliga a desconfiar de nuestros congéneres, así como los secretos que pudieran ocultarse tras la puerta vecina. 

LO MEJOR: La casa de Bramford y su omnisciente presencia durante toda la novela, así como sus afables y considerados vecinos. La evolución de la relación entre Rosemary y Guy conforme advertimos la personalidad egocéntrica del marido. La tortura psicológica que representa el embarazo de la protagonista, impidiéndole discernir entre la realidad y la obsesiva fantasía de su mente para explicar las extrañas circunstancias de su estado. La desoladora conclusión de la novela. 

LO PEOR: La traducción del título –y la adaptación cinematográfica de la novela- anticipan el desenlace. La sutileza del terror puede resultar tediosa ante la tendencia actual del gore literario y el torture porn. 

Sobre el autor: Aclamado novelista y autor dramático, Ira Levin (1929-2007) nació en Nueva York y entre sus libros se cuentan Las mujeres perfectas, Acosada (llevados al cine con, respectivamente, Nicole Kidman y Sharon Stone como protagonistas), Bésame antes de morir, Los niños de Brasil (con Gregory Peck y Laurence Olivier en su versión cinematográfica),  El hijo de Rosemary, entre otros. Su producción teatral incluye Trampa mortal, éxito en Broadway y ganadora de un premio Tony. Asimismo, obtuvo dos premios Edgar, otorgados por la Mistery Writers of America, y el Bram Stoker por la totalidad de su carrera concedido por la Horror Writers Association

8 comentarios:

  1. Madre mía...a pesar de que el tipo de terror que escribe no es literal no sé que prefiero... de momento lo dejo pasar que soy "mu cagá".

    Besitos

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    1. Buenas tardes Cris R.B.

      Reconozco que también soy la clásica asustadiza incapaz de ver completa una película de terror sin cubrirme el rostro con las manos o el cojín más cercano. De igual forma, mis amigos sortean quien será el desafortunado que se sentara conmigo en el cine. XD Paradójicamente, mis géneros literarios favoritos son el drama, que siempre me proporciona grandes alegrías, y el terror correspondiente a la década de los 50 hasta mediados de los 80, porque basan el miedo en la psicología con una tensión in cresendo que no requiere de vísceras. Personalmente, te recomiendo que reúnas el valor necesario para sufrir con "La semilla del diablo", te aseguro que no te arrepentirás de haber pasado miedo. ;)

      Un abrazo

      María del Carmen Horcas (La diseccionadora de libros)

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  2. ¡Buenas!

    Vi la película en su momento y hace relativamente poco leí el libro. Era un... terror psicológico muy interesante porque, en tu elevada posición de lector, ves cosas que Rosemary no puede unir sin más y es terrible porque puedes llegar a imaginar lo que va a pasar(como el "tónico" que le dan a Rosemary, que pone los pelos de punta cuando la vecina le dice "de qué no está hecho")y las trampas en las que está cayendo la protagonista. Estoy completamente de acuerdo en que es una tortura psicológica y los momentos finales, cuando hasta su antiguo doctor la traiciona, son terribles y es muy fácil ponerse del lado de la pobre Rosemary. El final me encanta por cómo aparece la protección maternal, la manipulación psicológica y cómo Rosemary saca las uñas para enfrentarse a los demás. Y te preguntas hasta cierto punto qué será del niño que, después de todo, Rosemary tiene razón en que no tiene la culpa de nada pero... los ojos amarillos te perseguirán para siempre cuando te preguntes hasta qué punto es inocente 8)

    Una gran reseña, gracias por compartirla~

    Atte. Rika~

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    1. Buenas tardes Rika,

      Ira Levin es un escritor que nunca deja indiferente con sus novelas. De hecho, te recomiendo "Los niños de Brazil" o "Las poseídas de Stepford", ambas magnificas por la capacidad del autor para introducir el terror psicológico en la vida cotidiana de sus personajes. Por desgracia, todavía no he tenido la oportunidad de disfrutar con la película, siempre he preferido otras películas de Polanski como "Repulsión", "Lunas de hiel" o películas más recientes de su filmografía como "El painista" y "La venus de las pieles". En realidad, creo que es debido más a mi costumbre de leer siempre antes las novelas, para que las adaptaciones cinematográficas no me condicionen, especialmente al imaginarme a los personajes. Con todo, sabiendo que me la recomiendas, procuraré no seguir prolongando su visionado por más tiempo. ;)

      Muchas gracias por tu comentario y espero que vuelvas a participar en futuras -o anteriores- autopsias literarias-, sabiendo que las puertas del Depósito están siempre abiertas para lectores como tú.

      Un abrazo

      María del Carmen Horcas (La diseccionadora de libros)

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  3. Ira Levin era un escritor de Bestsellers, tenía muy buenas ideas como la que tuvo con la novela la astilla o los niños de Brasil.... ideas buenísimas, como la que tuvo en su última novela el hijo de Rosemary... pero nada hondo. Creo que es un autor engrandecido por las películas que se hicieron sobre sus novelas. Este libro es el típico de terror psicológico setentero influenciado por la ola de satanismo que levanto en Usa el señor Anton LaVey.
    Muy interesante blog, lo seguiré. saludos

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    1. Buenas tardes Hugo,

      Coincido en tu percepción sobre Ira Levin, un escritor que supo aprovechar el contexto en el que se inspiraban sus novelas para captar el interés del lector. No obstante, los últimos títulos de su bibliografía resultan cuestionables ante la falta de original, como "La astilla", un fallido thriller erótico sobre la progresiva renuncia a la privacidad antes de la aparición de las redes sociales. Personalmente, mis novelas predilectas de Levin son las que has mencionados en tu comentario, añadiendo "The Stpenford Wives". Por desgracia, y a pesar de mi exhaustiva búsqueda en las librería de segunda mano, no he conseguido encontrar "El hijo de Rosemary".

      Muchas gracias por tu comentario, espero que vuelvas a participar en futura -o anteriores- autopsias literarias sabiendo que siempre encontrarás abiertas las puertas del Depósito.

      Un abrazo

      María del Carmen Horcas (La diseccionadora de libros)

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  4. ¡Hola!

    Acabo de terminar la novela y me he quedado con una sensación de desesperanza y desolación. Por supuesto no esperaba el típico final feliz, pero tampoco me esperaba esto. Cuando Rosemary considera la posibilidad de hablar con un sacerdote antes de hacer cualquier cosa y al final termina ganando su instinto maternal y ella acepta y considera la posibilidad de que le lado humano sea el que predomine en su hijo. Primero me dije "¡Vaya, la sensación de estar en peligro y todo el miedo que Rosemary sintió (y yo también) para que al final las personas de la secta se salgan con la suya" Pero luego me ha dejado con curiosidad de saber qué pasaría después, si realmente sería posible que el lado humano predomine en el hijo de Rosemary. Con todo esto de lado, el libro ha cumplido con su cometido que es tenerme con ansias y un miedo sutil durante la lectura.
    No tenía con quien compartir estos sentimientos e ideas, he dado con tu blog y me parece muy interesante, me pasaré a revisar los otros posts y esperaré futuras publicaciones.

    Buen trabajo y éxitos.

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    1. Buenas tardes,

      Precisamente, la desolación del lector ante la de la novela representa un círculo perfecto para una novela que todavía hoy provoca ansiedad y auténtico terror psicológico en un contexto literario en el que predomina la violencia como sinónimo de miedo, provocando el efecto contrario, la insensibilización. En mi opinión, un clásico es aquella novela que no envejece e Iran Levin lo consiguió con "La semilla del diablo".

      Por cierto, existe una secuela de la novela, "El hijo de Rosemary" dedicado por el autor a Mia Farrow, la actriz que interpretó a la protagonista en su adaptación cinematográfica, aunque no la he conseguido encontrar. Espero que tengas más suerte que yo en su búsqueda.

      Muchas gracias por tu comentario y espero que vuelva a participar en futuras- o anteriores- autopsias literarias.

      Un cordial saludo

      María del Carmen Horcas (La diseccionadora de libros)

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