Sinopsis: Siete años sin pisar el mugriento pavimento de La Capital. El dolor hizo huir a Ángel, y el dolor lo ha hecho volver. En concreto, la muerte de su hermano pequeño, Álex, que con los años pasó de ser un caradura mimado a un auténtico cabrón malnacido. Junto con Gabriel, el tercero de los hermanos, Álex se metió en negocios muy sucios para salir adelante tras la muerte de sus padres, y no tardó en cogerle el gusto al lado salvaje. Pero la última mercancía que debían transportar se quemó… viva, y Gabriel no puede asumir la enorme deuda contraída. El rencor, el miedo y el dolor es lo único que queda entre los dos supervivientes de una familia marcada por la tragedia, y de ese caldo de cultivo surgirá un siniestro personaje que mueve los hilos con el único fin de crear una orgía de DOLOR, su fuente de vida.
Crítica: Nadie puede cambiar el pasado. No existen segundas oportunidades. Nada de lo que fue volverá a ser, ahora no. Todas nuestras decisiones, nuestras acciones, nuestros éxitos y, en especial, nuestros errores se han convertido en recuerdos inalterables en el tiempo, aunque sus consecuencias siguen transigiendo en el presente. La nostalgia representa el anhelo, la necesidad de enmendarse con la esperanza de no repetirlos en el futuro. Sin embargo, la mayoría olvida que el hombre es el único animal que tropieza dos veces con la misma piedra...
Precisamente, «Maldita nostalgia» retoma de su predecesora las vidas interrumpidas de determinados habitantes de La Capital para narrarnos un nuevo –y cruel- capítulo en el que pasado y presente coexisten en las vidas individuales de cada uno hasta converger en un único –y violento- desenlace. La retrospectiva de sus respectivas existencias, en apariencia anodinas, sencillas, e incluso vulgares, adquieren un nuevo significado cuando son analizadas en el contexto de los acontecimientos descritos para demostrarnos que, a pesar de encontrarnos una sociedad egoísta, hedonista y misógina, el destino no se encuentra en nuestras manos, sino en la de los demás.
Juan Luis Marín vuelve a emplear un estilo que nos recuerda en bastantes aspectos a la prosa pesimista de Juan Ramón Biedma («El espejo del monstruo», «El imán y la brújula») que combina la estética noir con elementos de la literatura fantástica fosca para desarrollar una atmósfera opresiva y malsana.
De nuevo, el escritor madrileño nos ofrece una novela desesperanzadora, carente de moraleja hasta conseguir un retrato de nuestra sociedad tan descarnado como las grotescas pinturas de Francis Bacon o el surrealismo de Jheronimus Bosch –El Bosco-. Perturbadoras, pero dotadas de una siniestra belleza con la que resulta difícil apartar la mirada de sus imágenes –o de sus páginas centrándonos en el presente libro-.
Si «Almas grises» profundizaba en las sombras del alma para encontrarse con el reflejo más deshumanizado de nuestra sociedad a través de los placeres prohibidos del cuerpo, el autor se atreve a seguir avanzando en la degradación física y moral de sus personajes para describirnos escenas que parecen inspirarse en el Nouvelle Horreur Vague. Viscerales y aterradoras precisamente por su realismo.
En ese sentido, Juan Luis Marín ofrece al lector un conjunto de personajes con los que en ningún momento empatiza con el objetivo de reforzar la actitud cínica y hastiada contra la humanidad, un conjunto de «peleles» que acaban convirtiéndose en meras herramientas para conseguir un propósito mayor, demasiado complejo para podamos comprenderlo con nuestras mentes limitadas por las restricciones de la ética, la religión u otras creaciones de la civilización a fin de reprimir nuestro primitivo instinto hacia la violencia.
No obstante, la excesiva recreación en los detalles y, en especial, el constante uso de símiles en las descripciones ralentizan en exceso el ritmo. Juan Luis Marín se decanta por una prosa demasiado elaborada, innecesaria considerando el contenido de lo que nos está narrando; así como la constante reiteración de detalles previamente mencionados. Por ejemplo, la enfermiza sexualidad de Villamartín es mencionada en cada aparición del personaje, cuando el lector no necesita que le sea recordado. Es obvio que el autor intenta incrementar la aversión hacia el mafioso, pero carece de sentido considerando la gravedad de sus fantasías.
De igual forma, tampoco contribuye explayarse en la biografía de personajes secundarios que poca o ninguna relevancia tienen en las tramas principales o introducir nuevas subtramas cuando la historia se encuentra muy avanzada, aunque se encuentren interconectadas con las demás.
A pesar de que «Maldita nostalgia» no se encuentre al nivel cualitativo de su predecesora, recordándonos en estilo a «Isla perpetua» por la excesiva –e innecesaria- recreación en la prosa que desvían la atención del lector hacia detalles superfluos, Juan Luis Marín vuelve a ofrecernos una novela visceral, carente de moralidad que, no obstante, nos ofrece una reflexión humanista acerca de nuestro futuro como especie, nuestra involución. En pocas palabras, nuestra nostalgia hacia un pasado primitivo, violento y repleto de dolor, pero también de un placer al que no hemos sido capaces de renunciar a cambio de la civilización.
LO MEJOR: El estilo pesimista y carente de moraleja que permite al autor desarrollar una novela descarnada con una atmósfera malsana y opresiva similar al Nouvelle Horreur Vague. Consigue aterrorizar al lector por el realismo de la violencia descrita, así como sus consecuencias.
LO PEOR: El excesivo – e innecesario- lirismo en la prosa. La reiteración en detalles irrelevantes para la comprensión de la novela que ralentizan el ritmo narrativo. La constante introducción de subtramas cuando la historia se encuentra demasiado avanzada.
Sobre el autor: Juan Luis Marín Nació en Madrid en 1975. Licenciado en Periodismo y Especialista Universitario en Guiones Audiovisuales, ha participado en programas como Supervivientes, Gran Hermano y Mujeres, hombres y viceversa en calidad de director, subdirector o guionista. También dirigió y presentó En Cinemascope con Blus y Glus en Expansión Financiera TV, fue director y locutor de El cine de fin de semana en España en Radio España, creativo en Europroducciones, crítico cinematográfico de revistas como Travelling, Doble Cero o 40 Magazine y colaboró en el diseño de la campaña del gobierno de Nicaragua Para la juventud, ¡trabajo digno!, en colaboración con el INJUVE, la OIT y la ONU. Actualmente desarrolla formatos para una importante productora de televisión. Con Maldita nostalgia regresa a La Capital, la sórdida y violenta ciudad en la que se desarrollaba su primera novela, Almas Grises.
0 comentarios:
Publicar un comentario