Crítica de Isla Perpetua (Juan Luis Marín)

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Sinopsis: 14 semanas de grabación. 22 participantes. Y un equipo de más de 150 personas. Así es NÁUFRAGOS, el reality show más importante de la televisión. Que también fue un terremoto de 7.4 y una isla de apenas 12 kilómetros cuadrados con el 75% de sus habitantes viviendo del tráfico de drogas. Leyendas de tesoros escondidos. Un accidente de helicóptero. Prostitución. La parada cardiorrespiratoria de un náufrago. Canibalismo. O la muerte en extrañas circunstancias de 10 miembros del equipo…

Un año después de subdirigir NÁUFRAGOS, y tras el suicidio del anterior director, recibí un caramelo envenenado: dirigirlo. En mi regreso al Caribe descubrí la escalofriante historia de ciertos esclavos africanos llevados a América durante la colonización, los inquietantes efectos del Síndrome de Jacobs y la efectividad del Irukandji, la verdadera causa de la muerte de mis compañeros y, lo más importante, que otra edición del programa acabaría, inevitablemente, con la vida de otros tantos… Incluso la mía.


Crítica: «La vida e increíbles aventuras de Robinson Crusoe, de York, marinero, quien vivió veintiocho años completamente solo en una isla deshabitada en las costas de América, cerca de la desembocadura del gran río Orinoco; habiendo sido arrastrado a la orilla tras un naufragio, en el cual todos los hombres murieron menos él. Con una explicación de cómo al final fue insólitamente liberado por piratas. Escrito por él mismo».

Así rezaba el titulo original en la primera edición publicada de «Robinson Crusoe», el libro más famoso de Daniel Defoe. Considerada la novela de aventuras por antonomasia, además de la obra de ficción inglesa más popular de la historia que, para finales del siglo XIX, tenía más de 700 reimpresiones, traducciones e imitaciones. Es más, el autor retomo al personaje en «Nuevas aventuras de Robinson Crusoe», aunque su continuación no obtuviese el mismo reconocimiento que su predecesora.

Entre las versiones realizadas merece destacarse «The Swiss Family Robinson», sobre una familia sueca que naufraga en las Indias Orientales durante su viaje Port Jackson (Australia). Ambas historias servirían de inspiración a Charlie Parsons, productor de Planet24, para desarrollar el reality show «Expedition Robinson». El primer episodio se emitió en 1997 y, desde entonces, se convirtió en uno de los espacios televisivos con mayor audiencia y polémicos del país. Al contrario que otros programas de telerrealidad, incluía diferentes pruebas que los concursantes debían superar para evitar ser eliminados, obligándolos a competir entre ellos en condiciones extremas hasta que solo quedase un ganador. Posteriormente, el formato se adaptó en decenas de países, incluido España con el nombre «Supervivientes».

Durante dos ediciones, Juan Luis Marín fue el guionista de este programa y, posteriormente, subdirector en las temporadas de Honduras y Nicaragua, viajando dos años consecutivos entre ambos países. En este tiempo, el productor reunió suficiente material que le serviría de inspiración para escribir su segunda novela, «Isla Perpetua».

Al igual que la obra de Defoe, el autor nos describe tanto el proceso como las consecuencias del colonialismo europeo. Si bien, Juan Luis Marín no concede a sus personajes una supremacía moral sobre la población indígena y, por supuesto, tampoco ensalza las virtudes del puritanismo en sus páginas, sino todo lo contrario.

«Isla Perpetua» no es el destino paradisiaco ofertado en cualquier agencia de viajes con hermosas fotografías de playas vírgenes, aguas cálidas, exuberante vegetación selvática, souvenirs baratos u hospitalaria población nativa… El turismo no ha contribuido al desarrollo económico de la región, pues la civilización, tal y como afirmaba el filósofo francés Voltaire, no ha suprimido la barbarie de los antiguos conquistadores, solo la ha perfeccionado.

Juan Luis Marín retoma la temática de su anterior novela (no la historia), «Almas grises», enfrentando al lector a una serie de situaciones extremas para denunciar la corrupción política, el tráfico de personas, la impunidad criminal y, sobre todo, la manipulación de la información.  Si la historia la escriben los vencedores, el guion de un reality show es decisión de la productora y, todavía más, de los directivos.

Nuevamente, el autor nos platea la dificultad para distinguir entre realidad y ficción cuando encendemos la televisión. Las cadenas privadas compiten en share a través de la emisión de películas, series, concurso y, sobre todo, programas de telerrealidad. En la programación obtienen el mayor porcentaje Master Chef, Super Nany, Hermano Mayor, Mujeres, hombres y viceversa, ¿Quién quiere casarse con mi hijo?  y un largo etcétera que se incrementa en cada nueva temporada.

El exceso de oferta conlleva dificultas lograr los mínimos de audiencia necesarios en su franja de emisión, así como la renovación de los contratos millonarios con los patrocinadores a fin de garantizar su “supervivencia”. Nos encontramos ante un todo vale para conseguir ambos objetivos, pues «hay solamente una cosa en el mundo peor a que hablen mal de ti, y es que no hablen de ti». Desnudos explícitos, lenguaje obsceno, agresiones físicas, humillaciones públicas… La polémica está servida.

Precisamente, «Isla Perpetua» permite al lector visionar la maleabilidad del código de conducta moral que rige estos formatos. El cinismo de Juan Luis Marín nos describe el proceso antes, durante y después para conseguir emitir una edición completa sin omitir detalle alguno. El glamour televisivo es sustituido por las penalidades que deben soportar el equipo técnico y artístico desplazado a las localizaciones para la grabación, además de los participantes. El autor utiliza varias anécdotas personales para canalizar la historia ficticia, aunque conforme leemos resulta más complicado establecer los límites de este montaje. Y es que, aunque las encuestas afirmen que los programas más vistos son los documentales de TVE, todo conocemos las tertulias provocadas por el mechero, los traficantes de cocaína, el robo de comida y un largo etcétera que acaparo los titulares del desaparecido «Aquí hay tomate» o el omnipresente «Sálvame».

De ahí que Juan Luis Marín haya estructurado la novela en bloques, incluyendo pausas publicitarias. Una original forma de narración que refuerza la crítica social inherente en la historia, aunque acaba relegada a consecuencia de dos aspectos. Por un lado, la coexistencia entre pasado y presente durante todos los capítulos. Los recuerdos del protagonista se intercalan con el presente de forma caótica, resultando una ardua tarea discernir ambos. Por otro, el autor se excede con la prosa. El lenguaje tiende a recrearse en detalles intrascendentes, tampoco contribuye la reiteración constante de escenas pasadas (o recuerdos del protagonista).

Asimismo, el giro final acaba resultando desconcertante, tal y como ocurría con «Almas grises». Es cierto que nos encontramos ante una novela que, pese a inspirarse en experiencias personales del autor, posee un significativo componente ficticio. Sin embargo, la progresiva ampliación de la temática principal hacia otras subtramas perjudican la coherencia narrativa. A pesar de que los cambios estén relacionados, resultan poco creíbles analizándolos en su conjunto, e incluso transmiten la percepción de haberse improvisado. Esta falta de homogeneidad en el planteamiento y, especialmente, en su desarrollo provocan que «Isla Perpetua» sea lectura de zapping. Es decir, una novela basada en el entretenimiento esporádico, pero que difícilmente ocupara el primer time de nuestra biblioteca personal.

LO MEJOR: El planteamiento inicial de la novela. La sátira de los realitys shows. La crítica social contra el colonialismo europeo actual. La imposibilidad de distinguir entre realidad y ficción en algunos fragmentos.

LO PEOR: La confusa intercalación entre pasado y presente. La recreación innecesaria en la prosa. La interrupción de los diálogos por los pensamientos y recuerdos del protagonista. Los constantes giros narrativos, sobre todo al final de la novela.


Sobre el autor: Juan Luis Marín (Madrid, 1975) es licenciado en Periodismo y Especialista Universitario en Guiones Audiovisuales, Ha trabajado en programas de televisión como Gran Hermano, Super Modelo, La casa de cristal o Mujeres y Hombres y Viceversa. Después de dos años como guionista de Supervivientes en Madrid, fue subdirector de este reality dos años consecutivos, desplazándose primero a Honduras y después a Nicaragua.

También ha dirigido y presentado En Cinemascope con Blus y Glus, en Expansión Financiera TV, trabajó como creativo en Europroducciones, fue director y locutor del espacio El cine en el magazine Fin de semana, en España de Radio España, crítico cinematográfico de revistas como Travelling, Doble Cero o 40 Magazine y colaboró en el diseño de la campaña Para la juventud, ¡trabajo digno! en el marco del Programa Conjunto de Juventud, Migración y Empleo del gobierno de Nicaragua en colaboración con el INJUVE, la OIT y la ONU.

Actualmente desarrolla formatos para una importante productora de televisión.

Isla Perpetua es su segunda novela publicada después de Almas Grises (2013).

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