Sinopsis: Novela negra de
acción social, donde se enfrentan las verdades y mentiras de la violencia de
género, las relaciones sanas y las interesadas, la perversión de la atracción
física disfrazada de amor, la búsqueda de la amistad con mayúsculas, el deseo
de emprender, la angustia de no saber cómo. Se trata de una historia coral de
personajes trazados con delicadeza para hacer partícipe al lector, sin
condicionarlo, de una atmósfera inquietante, donde se cruzan ansias de querer
con enfermos incapaces de amar.
Reseña: El escritor italiano Giovanni Papini (Il diavolo) dijo: «Hay quien
tiene el deseo de amor, pero no la capacidad de amar».
La imposibilidad de algunas
personas para superar las carencias afectivas de su pasado, repitiendo los
esquemas emocionales que caracterizaron sus primeras relaciones, tanto
familiares como de pareja, y que acaban derivando en un círculo vicioso de
autocompasión, remordimiento, soledad y, sobre todo, violencia es el principal
eje temático de «No te supe perder».
Salvador Navarro deleita al
lector con un sólido retrato sobre la violencia de género, aunque prescindiendo
de aquellas escenas con las que suele asociarse el maltrato. Por el contrario,
el autor prefiere centrar nuestra atención en las consecuencias derivadas de
esa incapacidad que sufren sus personajes para amar.
De esta forma, «No te supe perder» narra la complejidad
de las relaciones entre un grupo de personas que, en realidad, se encuentran
solos ante las adversidades de sus respectivas vidas. A pesar de los lazos
familiares o de amistad que los mantiene en apariencia unidos, la exhibición
pública de esos sentimientos es, en realidad, una mera representación necesaria
para convivir en sociedad. Una subsistencia basada en constantes mentiras y
autoengaños, un guion perfeccionado con los años que termina por representarse en
cualquier escenario y ante todo clase de públicos, siempre que muestren
predisposición a creer nuestra versión de la historia como si fuese la única verdad.
En este sentido, el autor utiliza
una inteligente metáfora con la obra «Cranoterapias»,
una representación teatral alternativa que protagonizan algunos de sus
personajes y refleja la evolución de sus conflictos a través de la puesta en
escena. Sin embargo, el problema radica en que el espectáculo continúa incluso
tras la caída del telón.
A fin de reforzar esta
percepción, Salvador Navarro divide la novela en una serie de actos en los que
se concede mayor protagonismo a un personaje concreto. Esta forma de
estructurarla permite ir conociéndolos de forma progresiva, sin excederse en
detalles a fin de conservar las incógnitas que envuelven a cada uno.
Por esta razón, la mayoría de las
escenas se suceden en espacios públicos, principalmente restaurantes y bares existentes
en la capital andaluza (que convierten la novela es una magnífica guía
gastronómica de la ciudad) condicionando la intimidad de esos encuentros.
Es más, cuando se desarrollan en
la privacidad del hogar comprobamos que las relaciones entre ellos se deben más
a la circunstancia de compartir un espacio común, en lugar de la afectividad
que fingen sentir hacia los demás. Por ejemplo, el distanciamiento entre Lucía
y su hijo o la decisión de El pirata de independizarse después de trasgredir
los límites de su relación con Gloria. No obstante, el mejor referente es la
amistad entre Yann y Marga que acaban desarrollando una dependencia mutua de la
otra persona, especialmente el primero y que acaba derivando en el trágico
final que siempre caracteriza a este tipo de historias, ocupando los titulares
en la sección de sucesos de los periódicos y telediarios. Es decir, sus
relaciones derivan de una necesidad que ellos mismos se niegan a reconocer,
porque demostraría su vulnerabilidad y acabarían por convertirse nuevamente en
víctimas.
Sin embargo, el escritor
sevillano no los cataloga directamente, sino que nuestra percepción se ve
alterada conforme profundizamos en su pasado y se nos descubren la clave de su
comportamiento actual. Salvador Navarro concibe un conjunto de personajes realmente
atractivos por su realismo. La crisis de madurez de Lucía que deriva en su adicción
por el alcohol y una profunda infelicidad; la falta de seguridad personal de
Gloria que prefiere vivir a través de los demás; el amor no correspondido de
Rocco; el miedo de El pirata a establecer lazos afectivos que pudieran limitar
su libertad; etc.
La parcialidad de la información
que nos proporciona el autor acaba
condicionando el ritmo narrativo, en ocasiones demasiado pausado sobre todo
cuando comprobamos que los personajes apenas han experimentado cambios en el
amplio período que abarca la novela. Por otro lado, existen contantes
reiteraciones en algunos fragmentos que
no contribuyen a que la historia avance, sino todo lo contrario. De ahí que las
últimas ochenta o cien hojas resulten precipitadas cuando todavía quedan
demasiados conflictos anteriores sin resolver, e incluso llegándose a plantear
algunos nuevos.
Finalmente, aunque la prosa de Salvador Navarro es
magnífica resta naturalidad a la historia, sobre todo en los diálogos. La
mayoría de las escenas tendrían que haberse descrito en un tono más coloquial,
pues la excesiva formalidad en la que son narradas acaba resultando
contradictoria. Si bien, puede interpretarse como un recurso del autor para
resaltar la artificialidad de las relaciones entre sus personajes.
El conjunto de estos rasgos hace que «No te supe perder» nos ofrezca una
visión diferente sobre la violencia de género a través de una novela coral
donde la violencia no se ejerce por medio de insultos, gritos o palizas. Al
contrario, el dolor es infringido a través de la indiferencia hacia los
sentimientos ajenos, procurando que siempre prevalezcan los propios al
mostrarnos como víctimas en una situación en la que realmente ejercemos de
verdugos. Al fin y al cabo, Lucía Extebarria consiguió resumirlo en las
siguientes palabras: «Alguien que ama no
insulta ni maltrata».
LO MEJOR:
La novela ofrece una visión diferente sobre la violencia de género sin recurrir
a la clásica relación maltratador y víctima o escenas explícitas de violencia.
La solidez de sus personajes. La prosa de Salvador Navarro. El recorrido
turístico y gastronómico de Sevilla a través de sus páginas.
LO PEOR: La
prosa resta naturalidad a la historia descrita. Cierta reiteración en algunas
escenas que condicionan el ritmo de la historia. Las últimas ochenta o cien
hojas resultan demasiado precipitadas.
Sobre el autor:
Salvador Navarro nació en Sevilla en el 67, ingeniero industrial de la Renault,
comenzó a escribir ya adolescente. Fue en 2002 cuando publica su primera novela
«Eres lo único que tengo, niña». Tras
una etapa de tres años viviendo en París, «Rosa
2.0» y «Andrea no está loca»
confirmaron su asentamiento dentro del panorama literario sevillano. Literatura
urbana, contemporánea, con fuertes componentes psicológicos en los que los personajes
son la base y las tramas siempre se
rodean de una atmósfera de fuerte tensión, muy influida por la narrativa
americana del siglo XX.
Con «No te supe
perder», finalista del XIX Premio Internacional de Novela Luis Berenguer,
Salvador Navarro busca su aceptación a nivel nacional como narrador de
historias.
Una agradabilísima sorpresa, Mari Carmen. Gracias por dedicarme tu tiempo.
ResponderEliminarUn beso,
Salva
Muchas gracias a ti por tus palabras Salvador, siempre es agradable saber que el escritor ha quedado satisfecho con el análisis de su obra.
EliminarUn beso y una abrazo
María del Carmen Horcas (La diseccionadora de libros)