Sinopsis: Drama estrenado en 1949, “Los justos” desarrolla, en el ámbito histórico
de la Rusia zarista, algunos de los temas que obsesionaron a Albert Camus
(1913-1960) a lo largo de su vida y que atraviesan como hilo conductor toda su
obra. La contraposición entre el idealista Ivan Kaliayev y el implacable Stepan
Fedorov arroja luz sobre el dilema moral implícito en todo terrorismo y permite
al autor, a través de unos diálogos de gran belleza literaria y densidad
ideológica, indagar en la dialéctica del fin y los medios, así como mostrar la
opresión y el despotismo que la utilización de cualquier violencia lleva
aparejados.
Reseña: El 11 de septiembre de 2001 los informativos retransmitían en directo un
accidente aéreo en el corazón financiero de Nueva York. Cuando los espectadores
todavía estaban asimilando las imágenes de la catástrofe, otro avión se
estrelló contra la segunda de las Torres
Gemelas. En ese instante comprendimos que estábamos siendo testigos de la mayor
acción terrorista de la historia. Durante las horas siguientes, observamos
impotentes como ambas estructuras se derrumbaban y sepultaban el World Trace
Center bajo una nube de escombros, polvos y, sobre todo, miedo. El 27 de
diciembre, Osama Bin Laden, líder de Al-Qaeda, no solo asumió la autoría de
estos ataques, sino que también dijó:
«Occidente en general, y EEUU en particular,
tienen un odio indecible por el islam… El terrorismo contra EEUU es benéfico y
está justificado»
A pesar de los precedentes de acciones similares realizadas bajo el
argumento de terminar con la represión de un pueblo y la injusticia, derrocado
a un gobierno tiránico a través de la lucha armada; estos acontecimientos
supusieron un punto de inflexión y el cuestionamiento de los medios empleados
para conseguir el resultado deseado amparándose en las circunstancias.
Precisamente, «Los justos», una obra de teatro
político-social escrita por Albert Camus, versa sobre el terrorismo, es decir, la violencia como el
último recurso factible ante la ineficacia de otras acciones más pacíficas durante
la revolución del pueblo ruso contra el zarismo. Sin embargo, el autor no
pretende justificarlo, sino describirnos las consecuencias que conlleva entre
las personas implicadas, el conflicto moral subsiguiente entre quienes lo
ejecutan.
Por
esta razón, opta por una descripción múltiple de la temática a través de sus
personajes, quienes representan una facción concreta del movimiento revolucionario, con objeto de
contraponer las diferentes ideologías dentro del partido. Ellos son los encargados de
canalizar la historia con sus diálogos. De ahí que la presencia del narrador se
reduzca a lo esencial, limitándose a describir algunas acciones y estados de
ánimo.
De este modo, consigue que el espectador pueda extraer sus propias
conclusiones a partir de una perspectiva completa de los acontecimientos
representados.
En
este sentido, realiza una interesante contraposición entre Yanek Kaliayev y Stepan
Federov, que representan las dos ideologías más extremistas. Los
enfrentamientos entre ambos personajes platean una constante disyuntiva. Por un
lado, Stephan opina que Yanek tiene una
visión demasiado poética del movimiento y que, en realidad, busca el
reconocimiento personal antes que el beneficio del pueblo. Por otro, Yanek
rechaza el fanatismo de su compañero, recriminándole su falta de humanismo.
Sin embargo conforme avanza la acción, nos
percatamos de los cambios que experimentan y más después de comprender el
sacrificio real que exige su causa, así como sus consecuencias. De ahí la
importancia de Dora Annenkov, quien
representa un punto intermedio entre los dos hombres, así como la causa
de gran parte de sus enfrentamientos. Ella es la primera en expresar su
indecisión ante el deseo de poder llevar
una vida diferente, donde los valores políticos no sean más importantes que la propia
familia.
No
obstante, Albert Camus sitúa la acción en un contexto donde la violencia
resulta inevitable, llegando a justificarla (no sabemos si de forma premeditada o
inconsciente) en el Acto IV con las intervenciones de Foka y Skouratov,
pues su presencia resulta esencial para inclinar la balanza a favor de la
ideología del autor y sus convicciones políticas. Adviértase que Foka es un
exponente de los abusos que sufre la sociedad rusa; mientras que Skouratov es
precisamente un representante de ese gobierno, quien parece incluso disfrutar
con su labor. E incluso la intervención de la Gran Duquesa permite evidenciar
la hipocresía de la aristocracia rusa, quien se describe como víctima pero sin
preocuparse por conocer los motivos que han desencadenado el ataque contra su
persona.
Por tanto, el autor no es, en realidad, tan imparcial como pretende
aparentar, pues a través de estos sutiles detalles va condicionando al
espectador. Obsérvese como el atentado solo es mencionado brevemente, mientras
que la ejecución Yanek Kaliayev es recreada con exactitud a través del
testimonio de sus compañeros. En consecuencia, la descripción de los
acontecimientos es parcial.
Sin embargo, esta omisión deliberada de información también permite
mantener la tensión psicológica durante toda la obra, ante el deseo del lector
por conocer lo que está ocurriendo fuera de escena. Además, la puesta en escena basada en el
minimalismo evita cualquier distracción, permitiendo que toda la acción recaiga
en el reparto, estableciéndose un vínculo entre el público y los actores,
haciéndolos partícipes de los acontecimientos, aunque de forma indirecta.
En conclusión, «Los justos» es una obra de teatro que, a
pesar de su brevedad y aparente sencillez, posee un trasfondo político-social y
psicológico complejo. El autor consigue evitar la controversia acerca de la
justificación que realiza del terrorismo gracias a un tratamiento objetivo,
aunque en algunos momentos deje entrever su opinión a través de algunos
comentarios realizados por sus personajes abandonando su neutralidad inicial.
En definitiva, una obra equilibrada y escrita de forma elegante e inteligente,
sin necesidad de incurrir en demasiados detalles para comprender toda la
trascendencia de unos acontecimientos que establecieron el camino hacia el
cambio en Rusia. Y es que, aunque no lo expresase directamente, Albert Camus opinaba
que «situaciones desesperadas requieren medidas desesperadas».
LO MEJOR:
El contraste entre Stephan y Yanek. La escena minimalista que permite centrarse
en los personajes y sus diálogos. El simbolismo del encuentro con Foka y Skouratov.
La tensión psicológica de la historia.
LO PEOR: La
pasividad de Dora. La neutralidad de Albet Camus desaparece conforme avanza la
obra.
Sobre el autor: Novelista, filósofo, periodista y dramaturgo francés, Albert Camus está considerado una de
las figuras intelectuales más importantes de Europa tras el fin de la II Guerra Mundial.
Nacido en Argel, donde creció y comenzó sus estudios, trabajó como
periodista y actor, ligado a movimientos políticos de izquierda. Viajó por Europa y publicó una primera
colección de artículos, Bodas,
en 1933. Debido a presiones estatales, Camus viaja a París,
donde se instala en 1940.
Sigue trabajando como periodista hasta
la llegada de la II Guerra
Mundial en la que participa como miembro de la Resistencia Francesa.
Su obra literaria comienza ligada al
existencialismo, como se aprecia en El
extranjero (1942) cuyo trasfondo, al igual que muchas de sus
obras, está situado en su Argelia natal. Poco a poco, Camus va alejándose tanto del
marxismo como del existencialismo y va adoptando posiciones en lo que se
denominaría Filosofía del Absurdo,
lo que le llevó a manter una agria polémica con Jean Paul Sartre.
En 1951 publicaría La peste -obra que sería
posteriormente adaptada al cine- en la que el autor refleja el auge del
fascismo por toda la Europa de preguerra. Otras obras importantes de Camus a
partir de entonces son La Caída (1956),
El verano (1954) o El exilio y el reino (1957). La
mayoría de su trabajo periodístico también fue recopilado en diversos
volúmenes.
Albert Camus recibió el máximo galardón de las letras, el Premio Nobel de Literatura, en 1957, apenas tres años antes de que muriera en un accidente de carretera, en 1960. Contaba con 46 años de edad.
Albert Camus recibió el máximo galardón de las letras, el Premio Nobel de Literatura, en 1957, apenas tres años antes de que muriera en un accidente de carretera, en 1960. Contaba con 46 años de edad.
Este no lo he leído, pero "El extranjero" me parece unos de los libros más enigmáticos y fascinantes que he léido nunca.
ResponderEliminarReconozco que no soy aficionada a leer teatro, excepto a Lorca, pero "Los justos" me ha sorprendido gratamente y más tratándose de lo primero que he leido del autor. Por tanto, no dudes que anotaré "El extranjero" como futura lectura. ;)
EliminarMuchas gracias por esta nueva recomendación.
Un afectuoso saludo.
Bueno yo no he leído teatro nunca que yo sepa, de todas formas "El extranjero" es novela :)
EliminarHola, solo un pequeño apunte.
ResponderEliminarNo se si os habeis dado cuenta pero en el atentado de las torres gemelas que nombrais en la reseña lo data como 11 de septiembre del 2011 y este fue en el mismo dia del mismo mes pero en 2001.
Muchas grácias.
Muchas gracias Mireia por la corrección. En ocasiones siempre se produce algún descuido durante la redacción.
EliminarUn abrazo
María del Carmen Horcas (La diseccionadora de libros)
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