Crítica de El muro (Marlen Haushofer)

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Publicada en Acantilados de papel
Sinopsis: Una mujer acepta una invitación para acudir a la cabaña de caza de unos amigos. Tras su llegada, la pareja anfitriona se acerca al pueblo vecino y no regresa. Angustiada, la mujer sale en su busca y, antes de llegar al pueblo, encuentra un muro invisible e insalvable detrás del cual parece reinar una rigidez cadavérica. Aislada del resto del mundo, rodeada por animales, la mujer se prepara para sobrevivir; tiene que replantearse su relación con la naturaleza y consigo misma, y reflexionar sobre el sentido de la vida y del amor.
Reseña: Afirman que las fronteras no existen, sino que somos nosotros quienes las establecemos por miedo. El miedo a la diferente, el miedo a lo desconocido, el miedo a cambiar… El ser humano es una especie que basa su supervivencia en un entorno que él mismo ha creado, completamente artificial y lleno de comodidades que hacen su existencia mucho más sencilla y cómoda al que somos incapaces de renunciar. Sin embargo, ¿qué ocurriría si nos viésemos en la obligación de hacerlo?
Marlen Haushofer plantea esta interesante hipótesis a través de su novela más conocida, «El muro». En ella, su protagonista deberá renunciar a su anterior existencia para sobrevivir al confinamiento de un muro invisible que circunda los terrenos de la cabaña de unos amigos. A partir de ese momento, su vida se reduce a la rutina diaria para garantizar su supervivencia, tolerable gracias a la relación que establece con sus animales: un perro de caza, una gata salvaje y una mansa vaca.
«El muro» es un sólido retrato sobre la soledad y la relación del ser humano con la naturaleza que reflexiona sobre el actual estilo de vida, sobre todo en las ciudades. Marlen Haushofer consigue introducirnos esta crítica social a través de los escasos flashbacks sobre la vida de la protagonista previa al muro. En ellos, nos desvela la infelicidad que sufría derivada de una existencia vacía, donde la relación con los miembros de su familia era inexistente, incluyendo sus hijas, y se basaba en las apariencias o la posesión material, como ocurría cada Navidad.
Resulta sorprendente comprobar la rápida adaptación de su protagonista al nuevo entorno. El espacio dedicado a la exploración del muro y los pensamientos sobre su origen apenas ocupan un par de párrafos, mientras que las descripciones sobre sus labores acaparan casi toda la novela. Marlen Haushofer pretende que la atención del lector esté centrada en los aspectos más cotidianos, olvidándose de la existencia de esa frontera invisible para describirnos la riqueza de lo sencillo, la opulencia de lo básico cuando todo lo demás ha desaparecido.
En este sentido, la progresiva transformación que experimenta el personaje está directamente relacionada con sus animales, desarrollando una dependencia mutua ante la necesidad de afecto. Resulta muy significativo comprobar el grado de detalle en las descripciones que realiza, mientras que de ella lo desconocemos casi todo, incluyendo su propio nombre. Este contraste nos permite comprobar la renuncia inconsciente de su anterior vida para entregarse por completo a su nueva familia. Una percepción reforzada por el final de la novela, que representa una ruptura de la narración previa ante la rápida sucesión de los acontecimientos.  
Es cierto que la lectura requiere una gran paciencia,  pues «El muro» está narrado en formato  de diario continuo, sin capítulos que nos permitan distinguir el transcurso del tiempo en sus páginas. Una estructura similar a «Ensayo sobre la ceguera» (José Saramago), pero que Marlen Haushofer ya había empleado para su novela y consigue simbolizar la interrupción del mismo desde el mismo instante en que aparece el muro, el antes y el después que representa para el personaje e incluso el propio lector de la historia.
De igual modo, no podemos ignorar las semejanzas en el argumento de que «La cúpula» (Stephen King), demostrando como esta obra establece un precedente entre los éxitos literarios más recientes. Y es que, como dijo Arturo Graf: «El de la locura y el de la cordura son dos países limítrofes, de fronteras tan imperceptibles, que nunca puedes saber con seguridad si te encuentras en el territorio de la una o en el territorio de la otra. »
LO MEJOR: La originalidad de la sinopsis y la estructura narrativa. Las múltiples lecturas e interpretaciones de algunos párrafos. El retrato que realiza del entorno y su relación con los animales. La sencillez poética de la prosa.
LO PEOR: La pasividad de su protagonista en determinados fragmentos. El final deja demasiados interrogantes sin responder acerca del futuro del personaje principal y el origen del muro. El desconocimiento sobre la existencia de este libro frente a «La cúpula» (Stephen King).
Sobre la autora: Marie Helene Frauendorfer nace en Frauenstein, localidad de la Alta Austria, en la comunidad de Molln. Estudió Filología Germánica en Viena, estudios que interrumpió por un embarazo, finalizándolos en Graz. Marchó a vivir a Steyr, trabajando como recepcionista en la clínica dental de su marido, al tiempo que escribía cuentos infantiles, publicaba relatos en prensa y escribía para la radio. Publicó por primera vez en 1952 con la novela corta Das fünfte Jahr (El quinto año) que, siguiendo el título, describe con sobria cercanía ese año de crecimiento de un niño. La novela Die Wand (El muro), publicada en 1963, es probablemente la obra más importante de Haushofer. Recibió numerosos premios, tales como el estatal de Literatura de Austria.

2 comentarios:

  1. A ver si cazo este libro, que este si me llama.

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    1. Buenos días Jordim,

      este libro lo descubrí gracias a la recomendación de un amigo cuando le expresé mi intención de leerme "La cupúla" de Stepehn Kin para analizar las aspectos sociológicos de la novela. Sin embargo, después de leer "El muro", las 1.000 hojas del escritor estadounidense me resultan una simple ampliación de esta maravillosa historia. Cuando lo encuentres, me gustaría mucho que compartieses tu impresión del que ahora es uno de mis imprescindibles.

      Muchas gracias por tu comentario.

      Un saludo

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