Sinopsis: El señor Y. debe cumplir su último encargo como asesino profesional, pero para conseguirlo tendrá que superar un grave obstáculo: no le queda más que un día de vida. ..En realidad, el enigmático asesino a sueldo que responde a las iniciales M.Y. lleva años muriéndose, desde el mismo momento en que vino a este mundo. Le persiguen tantas enfermedades que cualquiera podría considerarlo un milagro médico. Ahora, por encargo de un cliente misterioso que se mantiene en la sombra, debe matar al escurridizo Eduardo Blaisten antes de que le asalte una apoplejía terminal o una úlcera gangrenosa o un empeoramiento de su Síndrome de Espasmo Profesional...Su incomprensible mala suerte irá frustrando uno tras otro todos sus intentos de homicidio, y estableciendo una mágica conexión entre sus propias penalidades y los grandes males físicos, psicológicos e imaginarios, que torturaron a Poe, Proust, Voltaire, Tolstói, Molière, Kant y al resto de los hipocondríacos ilustres de la historia de la literatura y el pensamiento...Una inteligente y divertidísima novela que aúna intriga, obsesión, asesinato y amor incondicional por la literatura.
Reseña: La vida trae consigo la muerte, es algo irremediable. Desde el instante que abandonamos la seguridad del útero materno estamos expuestos a una serie de peligros para nuestra salud. Pese a los avances médicos que nos permiten dar un nombre a nuestras enfermedades, siguen estando muy lejos de encontrar una cura para la mayoría de ellas. Al fin y al cabo, no debemos olvidar que las bacterias y otros microorganismos eran los que gobernaban en nuestro planeta antes de que el ser humano se auto proclamase especie dominante. Por tanto, podría decirse que, cuando infectan nuestros cuerpos y empiezan a manifestarse los primeros síntomas, únicamente reclaman una porción del territorio que les pertenecía. Sin embargo, todas ellas parecen demostrar un interés particular en el maltrecho cuerpo del señor Y.
Juan Jacinto Muñoz firma el informe médico de tan peculiar paciente que muestra todos los síntomas de un amplio catálogo de extrañas dolencias hasta ahora desconocidas para el lector quien descubre que, previamente, algunos de sus autores favoritos también las sufrieron.
Un peculiar tributo a las principales figuras de la literatura que, en lugar de centrarse en los aspectos técnicos o creativos de su obra, nos describe su larga lista de padecimientos. Sin embargo, los nombres de Poe, Kant, Voltaire o Tolstói no deben distraernos del verdadero protagonista de esta historia, aunque solo lo conozcamos por una letra. Y es que el propio pseudónimo representa el primero de los muchos padecimientos de nuestro peculiar asesino profesional, pues el gonosoma Y es, en realidad, una mutación del cromosoma X, resultado de la pérdida de uno de sus segmentos y que degenera en esta forma estructural incompleta.
Por tanto, el señor Y estaba enfermo incluso antes de que sus padres lo concibiesen, como si el destino lo hubiese escogido para una cruel broma que lleva demasiado tiempo prolongándose. De ahí la esperanza (y el temor) de que cada día sea definitivamente el último, mientras realiza una serie de frustrados asesinatos contra Eduardo Blaizen.
Es cierto que el trabajo de asesino profesional no resulta cómico, pero resulta imposible no carcajearse ante la descripción de cada intento fallido, junto a la correspondiente definición de un nuevo padecimiento que no se había manifestado hasta ese momento. Desde las primeras hojas, el lector padece un descontrol de sus músculos faciales, especialmente alrededor de la boca, que provocan una sonrisa imborrable y es víctima de fuertes contracciones derivadas de las carcajadas, además de la pérdida de visión ocasionada por las lágrimas o la falta de aire progresiva. «El asesino hipocondríaco» tiene este y otros efectos sobre la salud, todos derivados del peculiar humor del autor, quien nos demuestra que todos podemos reírnos de la enfermedad, mientras la padezca otro.
Por fortuna, Juan Jacinto Muñoz se compadece de nuestro padecimiento, ofreciéndonos la historia en una sucesión de pequeños capítulos (la mayoría apenas tienen unas hojas) que intercalan los últimos días del protagonista con la descripción de las enfermedades de algunos escritores mencionados anteriormente. De esta manera, el lector puede conocer el origen de cada una de las dolencias, asociándolas con un nombre conocido, pero sin descuidar la trama principal. Asimismo, demuestra la pasión de Juan Jacinto Muñoz por la literatura, quien nos acerca estas figuras al revelarnos sus tormentos, es decir, los humaniza mediante la enfermedad.
Sin embargo, «El asesino hipocondríaco» insiste demasiado en algunos aspectos de la trama, volviéndose redundante, e incluso aburrida, cuando las escenas pierden su carácter anecdótico para repetir el mismo esquema narrativo que las precedentes. En determinados fragmentos, el surrealismo de las circunstancias que nos describe sigue resultando divertido, pero en menor medida. Es como si el autor se viese obligado a incrementar la dosis para conseguir los mismos resultados, obteniendo un efecto contrario al deseado.
En cualquier caso, Juan Jacinto Muñoz nos ofrece una de las propuestas literarias más originales y desternillantes de la novela negra que sorprenderá tanto a los incondicionales del género como a los lectores más reticentes. Es cierto que los análisis de «El asesino hipocondríaco» no han dado todos los resultados esperados, pero pocas enfermedades resultan implacables en su diagnóstico. Por fortuna, el señor Y, aun estando agonizante, no se deja amedrentar por sus trastornos para cumplir con su objetivo, hacernos reír. Al fin y al cabo, es un hombre de filosofía kantiana.
LO MEJOR: La originalidad de la historia. El primer tercio de la novela. Los efectos secundarios derivados de la lectura, como risas incontroladas.
LO PEOR: La redundancia de la mayoría de las escenas, sobre todo aquellos fragmentos que describen las enfermedades de los escritores.
Sobre el autor: Juan Jacinto Muñoz Rengel (Málaga, 1974) es autor de las novelas El sueño del otro (Plaza & Janés, 2013) y El asesino hipocondríaco (Plaza & Janés, 2012; DeBolsillo, 2013), del relato largo PINK (RHM Flash, 2012) y de los libros de cuentos De mecánica y alquimia (Salto de Página, 2009), Premio Ignotus al mejor libro de relatos del año, y 88 Mill Lane (Alhulia, 2006). Además, ha coordinado y prologado las antologías de narrativa breve La realidad quebradiza (Páginas de Espuma, 2012), Perturbaciones (Salto de Página, 2009) y Ficción Sur (Traspiés, 2008).
Como autor de relato ha recibido más de cincuenta premios nacionales e internacionales y ha sido incluido en las dos antologías de referencia de su generación: Pequeñas Resistencias. Antología del nuevo cuento español(Páginas de Espuma, 2010) y Siglo XXI. Los nuevos nombres del cuento español (Menoscuarto, 2010).
Coincido contigo en que algunos fragmentos de la novela terminaban resultando repetitivos, pero para mí los puntos positivos priman y recuerdo que me lo pasé estupendamente leyendo este libro. Es una apuesta arriesgada con un sentido del humor particular, eso sí, y por ese motivo lo recomendaría con cautela. Muchos saludos.
ResponderEliminarCuando recomiendo este libro siempre utilizó a "House" como ejemplo, porque reconozco que no tengo ningun libro con el que realiar la comparativa ante la originalidad de la sinopsis. Sin duda alguna, las primeras cincuenta hojas son las mejores. Empecé a leerlo en un trayecto en el tren hacia mi trabajo y todos los apasejores se volvían intentado comprender el motivo de que me estuviese riendo de aquella forma a las siete de la mañana. XD Un abrazo.
EliminarPD: Te recomiendo su segunda novela, "El sueño del otro", un intenso thriller psicológico que no te deja indiferente. ;)
¡Ah! ¿Has leído ya "El sueño del otro"? No sabía que era un thriller psicológico, ¡menudo cambio de registro! Me lo apunto, gracias. :-)
EliminarLa crítica está disponible en el depósito por si te interesa leerla antes de comprar el libro, aunque puedo decirte que es uno de los libros más complejos que haya tenido la oportunidad de disfrutar en mucho tiempo y seguro que a ti te ocurrirá igual. ;)
EliminarUn abrazo
María del Carmen Horcas (La diseccionadora de libros)