Para Sara Horcas López

Reseña: “No
quiero que pienses que me importa algo lo de anoche, no quiero tu teléfono ni
cartas, ni postales, no quiero casarme contigo, pase lo que pase mañana
habremos tenido hoy, y si volvemos a encontrarnos alguna vez en el futuro pues
¡muy bien, seremos amigos!”
La
rutina provoca que nuestros días transcurran en una lenta letanía, sin grandes
diferencias entre ellos que los convierten en una larga sucesión de jornadas
exactamente iguales a la anterior. Apenas veinticuatro horas, insuficientes
para el actual ritmo de ritmo y de las que intentamos obtener el máximo
provecho, aunque no siempre lo consigamos y nos vayamos a la cama con la
sensación de que podríamos haber hecho mucho más. Sin embargo, ocurre que
determinados acontecimientos (o personas) irrumpen en ella para cambiarla por
completo. En ocasiones, un día marca la diferencia y, desde entonces, adquiere
un significado especial.
Esto
es lo que les ocurre a Emma y Dexter, dos personas de personalidades
completamente antagonistas que acaban encontrándose y establecen una peculiar
relación de amistad capaz de sobrevivir a la distancia y el tiempo. Durante este
período, seremos testigos de los cambios que se suceden en sus vidas, de sus
decisiones y las consecuencias que implican, de sus éxitos y fracasos, de sus
sueños y sus miedos… Al contrario que otras novelas, David Nicholls concibe una
historia caracterizada por el realismo de sus personajes, alejándose de los tópicos
propios del género y optando por la sencillez y la cercanía para captar al
lector.
En
este aspecto, resulta significativa la imperfección que caracteriza a los dos
protagonistas. Por ejemplo, la falta de confianza de Emma o la incapacidad de
Dexter para asumir responsabilidades.
“Emmm escucha, si pudiera
hacerte un regalo, un único regalo para toda la vida, ¿sabes lo que te daría? Confianza. Eso o una vela
perfumada.”
One Day no nos ofrece la clásica transformación de
patito feo a cisne. Desde el principio, observamos las dificultades que ambos
deben atravesar en sus respectivas vidas. En el caso de Emma, la incapacidad
para ignorar lo que realmente siento por Dexter, la conduce a una serie de
relaciones tormentosas en las que se exhibe un comportamiento egoísta, pues las
utiliza para olvidar a la persona que realmente quiere y la obsesiona. Por su
lado, Dexter tiende a negar la realidad, se muestra incapaz de enfrentarse a
los problemas por las facilidades que siempre ha tenido y opta por el alcohol, las
drogas o el sexo esporádico para evadirse. No obstante, el lector simpatiza con
ambos, en lugar de rechazarlos, pues se siente identificado con sus conflictos.
¿Quién no ha sufrido alguna vez por un amor no correspondido? ¿Quién no se ha
sentido frustrado al comprobar que sus esfuerzos no dan resultado y las cosas
siguen sin mejorar? ¿Quién no ha sentido la tentación de tirar la toalla?
De esta forma, David Nicholls consigue conectar con el lector al describir una serie de situaciones que todos hemos protagonizado en algún momento. Es más, el autor no hace referencia a una etapa concreta de sus vidas, sino veinte años que abarcan desde sus primeros años como adultos tras abandonar el mundo onírico de la juventud hasta sus obligaciones paternales o el deseo de maternidad frustrado.
Por tanto, el espectro de edad que permite abarcar es mucho más amplio del que tendría otras historias. De igual modo, no omite algunos aspectos que pueden resultar desagradables como enfermedades degenerativas, alcoholismo o adulterio, aunque narrado de forma sutil, sin necesidad de recrearse demasiado en aquellos detalles que pudiesen inducir rechazo. No obstante, la necesidad de edulcorar algunos aspectos o describirlos superficialmente, provoca que la escena más importante de todo el libro se vea reducida a unas pocas líneas, resulta incomprensible que uno de los principales puntos de transición de la novela no merezca mayor espacio y cabe preguntarse si fue elección del autor o la editorial encargada de la publicación.
De esta forma, David Nicholls consigue conectar con el lector al describir una serie de situaciones que todos hemos protagonizado en algún momento. Es más, el autor no hace referencia a una etapa concreta de sus vidas, sino veinte años que abarcan desde sus primeros años como adultos tras abandonar el mundo onírico de la juventud hasta sus obligaciones paternales o el deseo de maternidad frustrado.
Por tanto, el espectro de edad que permite abarcar es mucho más amplio del que tendría otras historias. De igual modo, no omite algunos aspectos que pueden resultar desagradables como enfermedades degenerativas, alcoholismo o adulterio, aunque narrado de forma sutil, sin necesidad de recrearse demasiado en aquellos detalles que pudiesen inducir rechazo. No obstante, la necesidad de edulcorar algunos aspectos o describirlos superficialmente, provoca que la escena más importante de todo el libro se vea reducida a unas pocas líneas, resulta incomprensible que uno de los principales puntos de transición de la novela no merezca mayor espacio y cabe preguntarse si fue elección del autor o la editorial encargada de la publicación.
Si
hubiese que recalcar otro aspecto negativo es el constante tira y afloja entre sus
dos protagonistas. La historia está
concebida en tres sub-tramas: Emma, Dexter y los dos juntos, siendo
precisamente en esta tercera donde el lector experimenta la sensación de que
sus personajes han permanecido estáticos y la relación entre ambos no ha
evolucionado. Estas escenas son demasiado similares entre sí y la narración
tiende a estancarse. Resulta poco convincente (e incoherente) que dos adultos sigan
comportándose como adolescentes encaprichados después de tanto tiempo, y más
sin consideramos algunas de sus experiencias durante este período.
“Oye, ¿puedes llamarme
cuando escuches esto? es que necesito hablar con alguien, no, ¡con alguien no
contigo!”
No
obstante, David Nicholls realiza una narración mucho más madura y compleja que
otros compañeros de su profesión por los aspectos anteriormente recalcados, sin
olvidar el inteligente humor inglés que exhibe a lo largo de sus páginas.
“- Mira solo digo que
necesitamos reglas.- ¿Reglas?- Sí, no quiero poner en riesgo nuestra amistad,
¿entendido?- Vale, ¿Cómo qué?- Habitaciones separadas, estemos donde estemos no
compartimos cama... regla número dos, nada de picar, ¡nada de tomarse unas
copas y ponerse juguetón ni conmigo ni con nadie más!- Si yo nunca bebo- ¡Hablo
en serio! lo cual me lleva a la regla tres, cláusula de desnudez, no quiero
verte en la ducha, ni haciendo pis, ¡ni haciendo pis en la ducha!- Ehh bueno no
te prometo nada- ¡Tienes que hacerlo son las reglas! ahh, Por supuesto ¡no
bañarse en pelotas!- Muy bien pues ¡regla número cuatro!- ¿Cuál?- Nada de
Scrabble.- ¡Me encanta el scrabble!- Precisamente por eso pongo esa regla, ¡aún
no estamos muertos!”
De
esta forma, consigue suplir parcialmente algunas de las carencias que sus
propios personajes exhiben, pero que habrían podido solucionarse por completo
si hubiese desarrollado aspectos infravalorados, pese a su importancia en la
trama común, frente a otros más anecdóticos.
Para
resumir One Day en una única frase,
el propio David Nicholls nos la proporciona: “Significa
la unión perfecta de los opuestos”. Y es que el amor es un sentimiento tan
complejo que veinte años siguen siendo insuficientes para abarcarlo por
completo, así como todas sus implicaciones en la vida de quienes sufren por un
sentimiento no correspondido durante tanto tiempo y, sin embargo, un único día
puede cambiarlo todo, dando por concluida tan larga espera, aunque el final no
sea siempre el deseado. “Ella te hacía
mejor. Y tú en cambio la hacías feliz.”
LO MEJOR: La complejidad de la historia y la
madurez narrativa, atípicos en este género. El realismo de sus personajes. El
uso del inteligente humor inglés, especialmente por parte de Emma. Algunos
diálogos y frases son dignas de recordar y, posiblemente, acaben convirtiéndose
en un referente romántico.
LO PEOR: El estatismo de los protagonistas en las
escenas comunes. La inseguridad de Emma puede resultar irritante. La brusquedad
de la escena más importante.
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