
Reseña: En
marzo de 1955, Claudette Colvin, una joven estudiante afroamericana de Alabama,
se negó a ceder su asiento a una pasajera de raza blanca. Nueve meses después,
Rosa Parks repitió el gesto. Aquello serviría de precedente para terminar con
la discriminación en el transporte público interestatal, entre los jóvenes que
secundaron el boicot se encontraba el joven reverendo Martin Luther King, Jr.
La lucha contra la segregación racial estadounidense la conforman
cientos de historias anónimas que no trascendieron a los medios de comunicación
ni a la opinión pública, y, sin embargo, fueron determinantes para conseguirla.
Kathryn Stockett realiza
su particular homenaje con The help
y, al igual que sus personajes, conoció el rechazó antes de conseguir publicar
su novela, siendo rechazada en más de 60 editoriales antes de conseguir
encontrar una representante dispuesta a darle una oportunidad. Sorprende
comprobar los paralelismos con la historia de Skeeter y alguno no podrá evitar
preguntarse hasta qué punto la autora se ha reflejado en su persona. Sin
embargo, esa es otra historia.
En pleno corazón del Mississippi más conservador y caucásico
conocemos a Aibeelen y Minny, dos criadas que trabajan al servicio de varias
señoras, gracias un nuevo tipo de esclavitud socialmente aceptada, pero no demasiado
diferente de aquella donde predominaban las cadenas o los latigazos, siendo
sustituidos por la indiferencia ante su situación o los abusos de otra índole. Las
torturas ya no dejan una huella visible, pues no son físicas, sino
psicológicas. El objetivo es el menosprecio de un colectivo social, para
prolongar unas diferencias que, en realidad, solo existen en la mente de
aquellas personas que las establecen.
Una situación de desamparo y vergüenza reflejada a través de
un testimonio de Aibeelen:
«Esa
mañana, después de que me despidieran, regresé a casa y me quedé en la calle,
delante de la puerta, mirando mis zapatos nuevos. Unos zapatos que le habían
costado a mi mamita lo mismo que la factura de la luz de un mes. Supongo que
entonces comprendí lo que significaba la vergüenza y cuál era su color. La
vergüenza no es negra como la suciedad, como siempre había creído. La vergüenza
es del color de ese nuevo uniforme blanco que, para poder pagarlo, tu madre se
ha pasado toda la noche planchando. Blanca sin una sola mota, ni una mancha.
Inmaculada.»
El regreso de Skeeter, una joven inconformista y rebelde,
con ideas demasiado modernas para la tradicional comunidad en la que siempre ha
vivido, representa el inicio de un cambio necesario desde hace mucho tiempo,
aunque ello le suponga el rechazo de sus amistades y la incomprensión de su propia familia. De hecho, este
personaje acaba adquiriendo mayor protagonismo que las anteriores. Algunos
aspectos como la tormentosa relación con su madre, sus problemas amorosos o su
incapacidad para seguir ignorando el despotismo con el que sus amigas someten a
las criadas, especialmente Holly Holbrock, gozan de
un tratamiento privilegiado y mayor espacio que las historias de Aibeelen
y Minny. Parece como si Kathryn
Stockett hubiese pretendido reflejarse en el personaje, expresando a través de
la ficción todos sus conflictos y frustraciones personales. Una percepción
reforzada al comprobar el escaso papel que desempañan otros personajes
femeninos, como Holly Holbrock, Elizabeth
Leefolt o la señora Walter. Es más, muchos aspectos de su vida cotidiana los
conocemos precisamente a través de los testimonios de sus criadas y no de las
señoras, como ocurre con Skeeter.
Al igual que ocurrió en Tomates verdes fritos (Fannie Flag), la
discriminación racial acaba por convertirse en un aspecto secundario frente al
retrato de la élite. Si bien, Celia Rae Foot
proporciona algunas de las escenas más divertidas (y trágicas) de la novela, Kathryn Stockett debería haberle proporcionado a
todos sus personajes la misma importancia para conseguir el equilibrio
narrativo. Otra opción plausible hubiese sido inclinarse a favor de una sola
temática, pues la percepción final de la novela es que pretendía abarcar
demasiados aspectos que, aunque relacionados entre sí al desarrollarse en un mismo
contexto, se eclipsan mutuamente. En realidad, The help describe los múltiples aspectos negativos que todavía
imperan en nuestra sociedad, pues la discriminación sigue presente. Sin
embargo, también hay un hueco para hablar de la soledad y la amistad.
En el primer caso, la relación entre
Aibeleen y May Mobley, quien cuida de la pequeña
enseñándole valores a través de imaginativos juegos para mitigar la influencia
de las ideas racistas de su profesora o sustituyendo a una Elizabeth siempre ausente
el hogar, pero presente en cualquier acto social que tiene como objeto acabar el
desamparo que sufren otros hijos. También la peculiar amistad entre Celia Rae y Minny, cuyas semejanzas las
ayudan a superar las diferencias que habrían de mantenerlas separadas como
señora y criada, para apoyarse mutuamente en sus problemas y encontrar en la
otra la persona que necesitaban para seguir luchando cuando el resto del mundo
les ha dado la espalda.
Por otro lado, The
help se reduce precisamente a la amistad, pero no la que existe entre Holly
y Elizabeth, basada en la conveniencia, sino aquella capaz de ignorar los
defectos de la otra persona, sabiendo potenciar lo mejor que exista en ella y
permaneciendo a su lado siempre que nos necesita. Recordar lo que Aibileen siempre
le decía a May Mobley: “Eres especial, eres inteligente, eres importante”.
The help describe la complejidad de las relaciones sociales dentro de una
pequeña comunidad regida por las apariencias y las costumbres que persisten
gracias al temor de sus habitantes hacia el cambio, necesario e inevitable. Kathryn Stockett acierta describiendo aquellas
historias anónimas que lo hicieron posible y que, aunque no figuran en los
libros de historia y sus nombres son desconocidos por la mayoría, consiguieron
el mismo efecto que los boicot, las manifestaciones o los discursos públicos
encabezados con la frase “I have a dream”.
Una novela caracterizada por una prosa sencilla y de lectura ligera que, sin
embargo, encierra un mensaje más complejo de lo que aparenta, pues no todo es
blanco o negro.
VALORACIÓN: 6,5
LO MEJOR: El personaje de Minny y la peculiar
amistad que establece con Celia Rae. La ambientación.
LO PEOR: El excesivo papel que desempeña Skeeter.
Los personajes de Aibeelen y Minny pierden protagonismo conforme avanza el relato.
Una lectura demasiado edulcorada.
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Hizo su debut en 2009 con su libro The help,
traducido como Criadas y señoras, que tardó 5 años en terminar y que fue
rechazado por 60 agentes literarios hasta que Susan Ramer accedió a ser su
representante. En 2011 fue llevada al cine dirigida por Tate Taylor, ganando
numerosos premios, entre ellos el Oscar a la mejor actriz secundaria.
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