Publicada en La web del Terror

Todo
sigue un orden
y, sin embargo, al día siguiente suena una alarma.
Significa que ha llegado alguien más. Para asombro de todos, es una chica.
Su
llegada vendrá acompañada de un mensaje que cambiará las reglas del juego.
Reseña: La mitología griega afirma que el desaparecido palacio de Cnossos inspiró
a Dédalo para construir el laberinto que mantendría por siempre encerrado al
Minotauro. Una sofisticada construcción compuesta por un intrincado conjunto de
habitaciones y pasillos, así como una tecnología atípica para la época. De
hecho, los visitantes e invitados del rey Minos eran recibidos por un inmenso
fresco que representaba a esta legendaria criatura. No obstante, la figura del
laberinto tuvo sus primeros precedentes en la prehistoria y, posteriormente, numerosas
culturas siguieron empleándolo con distintos significados y usos; aunque el más
extendido sigue siendo como rito de iniciación, que implica la superación de
alguna prueba.
De ahí la fascinación que siempre ha despertado entre los escritores de
todo el mundo, como Jorge Luis Borgues (quien lo emplea de forma constante en
sus cuentos), Umberto Eco (El nombre de
la rosa), Rafael Ábalos (Kôt) o Titania Hardie (El laberinto de la rosa).
Sin embargo,
James Dashner no se limita a utilizar este escenario como catalizador de la
historia, sino que termina por convertirlo en otro personaje. La omnipresencia
de sus muros durante toda la novela transmite al lector una sensación
claustrofóbica, así como la impresión de sentirse vigilado por miles de ojos
que registran cada movimiento dentro de ellos. El mayor acierto del autor es no
dejarlo estático, sino que lo convierte en un organismo vivo que se transforma constantemente.
De esta forma, se crea la percepción de encontrarse ante un escenario diferente
en cada página, aunque, en realidad, siempre es el mismo. Podría decirse que el
laberinto evoluciona conforme lo hacen los clarianos, estableciendo una organización
y jerarquía propia que le permite anticiparse a sus planes, manteniéndolos
prisioneros.
De igual
modo, las criaturas que habitan en su interior bien podrían considerarse descendientes
del mítico Minotauro, pero con una notable diferencia. En la historia original,
la bestia fue encerrada como castigo por sus crímenes contra el pueblo del rey
Minos, mientras que los laceradores han sido concebidos para evitar la salida
de sus habitantes. Es decir, los papeles se han invertido, porque el ser humano
se ha vuelto incluso más cruel y peligroso que los propios monstruos de los que
intenta escapar y es necesario mantenerlo retenido entre los muros que él mismo
ha construido para otros. Esta peculiar mezcla entre un organismo amorfo y una
compleja máquina es solo uno de los terribles (y mortales) secretos que allí se
esconden.
¿Y quiénes
son las ratas en tan peculiar experimento? Al igual que los creadores del
laberinto, James Dashner es consciente de escoger solo a los mejores para
conseguir el resultado deseado. Por este motivo, resulta interesante la
compleja psicología de sus personajes, pese a su temprana edad. El autor parece
haberse inspirado en El señor de las
moscas (William Golding), La naranja
mecánica (Anthony Burguess) y 1984
(George Orwell) para crearlos. En el primer caso, sería por la capacidad de
organización que demuestran los jóvenes para recrear a la sociedad adulta; en
el segundo, la invención de un lenguaje propio; y el último, el deseo de
libertad y rebelión contra sus
gobernantes, que los mantiene prisioneros a través de una compleja ecuación
conformada por múltiples variables, en las que el laberinto y los laceradores
solo son el comienzo. En relación a este punto, los diálogos adquieren una gran
trascendencia para resolver muchas de las incógnitas que se plantean durante el
desarrollo de la trama. Si bien, la mayoría no tiene una relación con el
enigmático lugar, más bien buscan la reflexión del joven lector sobre determinados
conflictos morales, así como implicaciones éticas derivados del comportamiento
egoísta e individual exhibido durante esta etapa.
No obstante,
el estilo narrativo resulta paupérrimo. La prosa carece de originalidad y opta por
utilizar fórmulas literarias sobre explotadas en este género. Además, la
historia acaba centrándose en aspectos de escasa (o ninguna) relevancia para
los siguientes títulos, mientras que otros necesarios para la comprensión de la
historia son desarrollados de forma muy superficial, como el Destello. Este
desequilibrio narrativo entre la forma y el fondo, tan importante para
conseguir un conjunto coherente y atractivo, puede hacer que muchos lectores se
replanteen continuar la saga.
A pesar de
encontrarse por debajo de la calidad literaria de Los juegos del hambre (Suzanne Collins),
James Dashner consigue situarse en un nivel bastante similar al de su homóloga
gracias a una historia dotada de una atmósfera claustrofóbica y tensión
psicológica constante, en la que destaca el propio laberinto como un personaje
más de la trama. Y recuerda, encontrar la salida es solo el primer paso, ahora
toca sobrevivir en el mundo del Destello.
VALORACIÓN: 5
LO MEJOR: El laberinto. La psicología de los personajes.
LO PEOR: La escasa repercusión de la novela frente a Los juegos del hambre. Los
altibajos narrativos. La necesidad de leer su continuación.
Sobre
el autor: James Dashner nació
en Georgia en 1972. Licenciado por la Brigham Young University, en 2003
publicó su primer libro, A Door in the Woods, seguido de A
Gift of Ice (2004), The Tower of Air (2004) y War of the
Black Curtain (2005). Entre
2008 y 2010 publicó su trilogía The 13th Reality. El
corredor del laberinto es la primera parte de una trilogía homónima
seguida de The Scorch Trials (2010), que en España saldrá a la venta en
otoño de 2011, y The Death Cure, que en Estados Unidos se publicará a finales de
2011. Los derechos cinematográficos de El corredor del laberinto los ha
comprado la 20th Century Fox.
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ResponderEliminarEl "Corredor del laberinto" se deja leer. La segunda y la tercera entregas son a cual peor. Suele pasar con las trilogías: "La brújula dorada", "Los juegos del hambre"...
ResponderEliminarBuenas noches,
EliminarPersonalmente soy de las que prefieren una historia con inicio, desarrollo y conclusión. Detesto con se prolongan hasta la extenuación, tal y como ocurre en las novelas que has mencionado. Por desgracia, el éxito editorial es sinónimo de secuela, siguiendo el ejemplo de Hollywood que, además, opta por dividir el último capítulo de las sagas en dos partes para obtener un mayor beneficio en taquilla. Mi conclusión es que la imaginación está muriéndose, porque pocos libros leídos durante los últimos años han conseguido sorprenderme.
Gracias por tu comentario y espero que vuelvas a participar en futuras autopsias literarias.
María del Carmen Horcas (La diseccionadora de libros)