Sinopsis: Kris Kelvin acaba de llegar a Solaris. Su misión es
esclarecer los problemas de conducta de los tres tripulantes de la única
estación de observación situada en el planeta. Solaris es un lugar peculiar: no
existe la tierra firme, únicamente un extenso océano dotado de vida y
presumiblemente, de inteligencia. Mientras tanto, se encuentra con la aparición
de personas que no deberían estar allí. Tal es el caso de su mujer —quien se
había suicidado años antes—, y que parece no recordar nada de lo sucedido. Stanisław
Lem nos presenta una novela claustrofóbica, en la que hace un profundo estudio
de la psicología humana y las relaciones afectivas a través de un planeta que
enfrenta a los habitantes de la estación a sus miedos más íntimos.
Crítica:
Words are
flowing out like endless rain into a paper cup
They slither while they pass they slip away across the universe
Pools of sorrow, waves of joy are drifting through my opened mind
Possessing and caressing me
They slither while they pass they slip away across the universe
Pools of sorrow, waves of joy are drifting through my opened mind
Possessing and caressing me
Jai guru deva,
Om
Nothing's gonna
change my world
Nothing's gonna change my world
Nothing's gonna change my world
Nothing's gonna change my world
Nothing's gonna change my world
Nothing's gonna change my world
Nothing's gonna change my world
Images of
broken light which dance before me like a million eyes
They call me on and on across the universe
Thoughts meander like a restless wind inside a letter box
They tumble blindly as they make their way across the universe
They call me on and on across the universe
Thoughts meander like a restless wind inside a letter box
They tumble blindly as they make their way across the universe
Jai guru deva,
Om
Nothing's gonna
change my world
Nothing's gonna change my world
Nothing's gonna change my world
Nothing's gonna change my world
Nothing's gonna change my world
Nothing's gonna change my world
Nothing's gonna change my world
Sounds of
laughter, shades of love are ringing through my opened ears
Inciting and inviting me
Limitless undying love, which shines around me like a million suns
And calls me on and on across the universe
Inciting and inviting me
Limitless undying love, which shines around me like a million suns
And calls me on and on across the universe
Jai guru deva,
Om
Nothing's gonna
change my world
Nothing's gonna change my world
Nothing's gonna change my world
Nothing's gonna change my world
Nothing's gonna change my world
Nothing's gonna change my world
Nothing's gonna change my world
Posiblemente, el lanzamiento de la canción de The
Beatles, «Across
the Universe», es el intento más anecdótico –y poético- realizado por la
agencia especial para establecer el ansiado contacto con una raza alienígena.
Durante la celebración de su cincuenta aniversario, la NASA envió una señal
auditiva con el célebre tema del grupo británico en dirección a la estrella
Polaris, con la esperanza de conseguir una respuesta. Sin embargo, el silencio
del universo solo es interrumpido cuando suenan las voces de Paul McCathey y
John Lennon, sin que –en apariencia- haya nadie para escucharla.
El mensaje de Arecibo, el disco de oro
de las Voyager, la placa de la Pioneer son tres ejemplos de la larga lista de
infructuosas misiones especiales para demostrarnos que no estamos solos en el
cosmos. Una obsesión acrecentada con la llegada del hombre a Marte, así como
las pruebas que demuestran la capacidad del planeta rojo para albergar vida en
el pasado. No obstante, pese a las numerosas teorías y reiterados –y costosos- intentos
por contactar con otras civilizaciones, pocos son los que se han planteado las
consecuencias que implicaría el conseguirlo.
Stanislav Lem reflexiona sobre esta cuestión a través del
estudio del planeta «Solaris», formado por un inmenso océano protoplasmático –es decir,
compuesto por una alta acumulación de substancias químicas disueltas en sus
aguas- y un sistema binario de estrellas- dos soles, uno rojo y otro azul-.
Durante la novela, el autor polaco alterna la narración de Kris Kelvin –un
psicólogo enviado para analizar el extraño comportamiento de la tripulación en
la única estación de observación- con fragmentos acerca de las investigaciones
previas realizadas al planeta y- en concreto- su océano.
En este aspecto, «Solaris» difiere significativamente de otras novelas del género, en
especial aquellas de procedencia anglosajona. Stanislav Lem dota a la historia de una sólida base
científica que incrementa notablemente la credibilidad del relato ante el lector.
«Solaris»
bien podría clasificarse como un complejo ensayo acerca de importantes
cuestiones metafísicas, pues nos plantea la viabilidad de separar el
pensamiento de la materia. Es decir, la
existencia de una conciencia individual independiente de un cuerpo físico para
garantizar su supervivencia.
De ahí la importancia de comprender el
océano solariano, auténtico protagonista de la novela. A pesar de que la
mayoría de la acción transcurra en la estación de observación, comprobamos la
omnipresencia de este inmenso organismo y la influencia ejercida sobre sus
tripulantes tras el «contacto» con esta entidad. Es entonces cuando Stanislav Lem profundiza en la psique
humana a través de los «visitantes», recuerdos encarnados mediante el acceso al
subconsciente cuando el equipo científico duerme.
Cuando Kelvin se reencuentra con Harey,
su fallecida esposa, observamos un cambio en el tono de la novela. Si antes
predominaba el carácter académico de la narración con detalladas descripciones
acerca de las primeras exploraciones del océano, así como las divergentes
teorías surgidas a partir de estos estudios inconclusos; después de los
primeros encuentros entre ambos se vuelve un relato más intimista –o si lo
preferís, más humano-.
Stanislav Lem analiza las consecuencias de un posible
contacto a través de sus personajes humanos, pues comprobamos que la evolución
de sus sentimientos hacia los «visitantes»
- miedo, rechazo, vergüenza, aceptación, etcétera- son perfectamente
extrapolables al conjunto de nuestra especie.
Otro detalle muy significativo el intercambio de
impresiones entre Kelvin, Snaut y Sartorius que
llegan a plantearse precisamente el concepto de «humanidad» asociándolo con la existencia de pensamiento racional. Adviértase
que, en principio, los dos únicos tripulantes rechazaban la presencia de Kelvin
ante la posibilidad de que fuese un «visitante». Esa imposibilidad para distinguir
entre lo «real» y el «sueño», entre el pensamiento consciente
y el subconsciente –o los tres estados del
«yo»- nos obliga a plantearnos
otras formas de inteligencia diferentes a la nuestras y, evidentemente,
superiores. No obstante, esa superioridad se basa en nuestra propia incapacidad
para comprenderla. De ahí que Stanislav Lem nunca nos revelé la
identidad de los «visitantes» de Snaut y Sartorius, porque sería necesario conocerlos
hasta un nivel de pensamiento que incluso ellos desconocen.
Un buen ejemplo de estas afirmaciones
son las impresionantes formaciones marinas sobre la superficie del océano. Los «mimoides» son construcciones
arquitectónicas biológicas a los que el protagonista intenta atribuir
semejanzas con formas terrestres, precisamente ante la necesidad de otorgarle un significado conocido, una interpretación humana.
Si bien, Solaris es quien demuestra un mayor esfuerzo por establecer
contacto con nosotros mediante la evolución observada en los «visitantes», en especial con Harey,
quien accede realiza un gran sacrificio frente al egoísmo de los tres hombres,
tal y como evidencia el siguiente fragmento:
«La decisión de
quedarnos en la Estación no tenía nada de heroico. El tiempo del heroísmo había
quedado atrás; el tiempo de las grandes victorias interplanetarias, el tiempo
de las expediciones audaces y los sacrificios. Fechner, primera víctima del
océano, pertenecía al pasado remoto. Ya casi no me preocupaba por saber quién
era el “visitante” de Snaut o de Sartorius. Pronto, me decía, dejaremos de
tener vergüenza de aislarnos. Si no podemos desembarazarnos de nuestros
“visitantes”, nos habituaremos a esa compañía, viviremos con ellos. Si el
Creador modifica las reglas del juego, nos adaptaremos a las nuevas reglas, aun
cuando nos resistamos al principio, aun cuando uno de nosotros cediera a la
desesperación y se matara. Tarde o temprano, se restablecería cierto
equilibrio.»
En definitiva, «Solaris» es una de las pocas novelas que podríamos clasificar como
perfectas en su género. Stanislav
Lem ofrece al lector una sólida reflexión científica sobre las consecuencias de
un posible contacto con una especie extraterrestre superior sin incurrir en los
tópicos de la literatura anglosajona, sino optando por un relato cercano e
intimista que no descuida la visión «humana» de la historia. Un equilibrio
perfecto en el que se abordan cuestiones metafísicas, teológicas y el psicoanálisis
para obligarnos a deliberar sobre la auténtica condición humana. Y es que
recordando la advertencia realizada por Stephen Hawking cuando se le preguntó
ante la posibilidad de establecer contacto con otras formas de vida
inteligente, respondió que debíamos evitarlo pues «Sólo debemos mirarnos a nosotros mismos para ver cómo la vida
inteligente puede convertirse en algo que no quisiéramos conocer».
LO
MEJOR:
Absolutamente todo.
LO
PEOR: La
mayoría de los lectores optarán por las novelas de ciencia-ficción
anglosajonas, más orientas hacia el entretenimiento.
Sobre
el autor: Stanislav Lem fue un escritor polaco nacido en Lwów (actual Lviv, en
Ucrania) el 12 de septiembre de 1921 y fallecido en Cracovia el 27 de marzo de
2006. Es uno de los autores polacos más importantes del siglo XX, habiéndose
traducido sus obras a cerca del medio centenar de lenguas. Dentro del género de
la ciencia ficción es considerado como uno de los grandes escritores de todos
los tiempos, y uno de los pocos que no escribió su obra en lengua inglesa.
Durante la Segunda Guerra Mundial formó parte de la Resistencia a los ocupantes
nazis, utilizando el sabotaje desde su puesto de soldador. Tras acabar Medicina
empezó a publicar asiduamente, pese a la censura comunista. Lem escribió
fundamentalmente, dentro de la ciencia ficción, sobre la tecnología y su uso
futuro por la humanidad (por ejemplo en su popular Ciberiada) o sobre el contacto humano con formas de vida
extraterrestres (siendo Solaris su novela más importante de
esta temática).Solaris, su obra más leída y traducida, ha sido llevada dos veces al
cine, en 1972 por Andrei Tarkovsky y en 2002 por Steven Soderbergh.
Recuerdo una vez, en una feria del libro, que entré en una sala por error buscando la presentación de un libro (no recuerdo ya cual). Me senté entre las pocas personas, extrañado. Cuando empezó la disertación me di cuenta de que no era esa la sala ni la hora según el programa, así que me quedé atraído por mi infinita curiosidad. El tema iba sobre Lem y su obra, de la que, tocando algunas cosas así por encima, se centraba más en Solaris. Fue así como conocí a este autor polaco, de casualidad. Recuerdo que un amigo que venía conmigo enseguida me insistió para que nos fuéramos, pero acabé quedándome hasta el final. La conclusión que saqué, por lo que contaban, es que pese a lo interesante de sus revolucionarias ideas, lo conocían 3 gatos como quien dice.
ResponderEliminarNo había vuelto a escuchar este nombre hasta hoy.
Es curioso, por lo que cuentas, el argumento se parece mucho a una peli de animación que vi hace años. Concretamente, a uno de los 3 cortos de Memories, de Katsuhiro Otomo.
Aunque parece interesante, no sé si es para mí, es decir, si en la novela el autor sacrificará mucho la parte de evasión, de trama propiamente dicha, por un exceso de base científica.
Un beso ;)
Buenas noches Erase una vez,
EliminarNunca deja de sorprenderme la forma en que descubrimos a determinados autores. A pesar de considerarme una apasionada de la ciencia ficción, Stanislav Lem era un gran desconocido. Es cierto que siempre había escuchado hablar de sus obras como un referente del género, pero nunca me había sentido lo suficientemente atraída para leer los títulos más relevantes de su bibliografía, como "Solaris", "Edén" o "Congreso de futorología". Precisamente, la película inspirada en esta última novela, "The Congress" -que te recomiendo encarecidamente- me fascinó de tal forma que decidí leerme todo lo relacionado con el autor polaco. Ahora me arrepiento de no haber disfrutado antes de su inteligente prosa, aunque estoy segura de que mi falta de madurez como lectora se hubiese convertido en un gran impedimento, pudiendo decir que lo descubrí en el momento adecuado.
Por desgracia, y a pesar de su influencia, es uno de los autores infravalorados por el lector medio que tiende a optar por la literatura anglosajona en la que predominan las space opera y la lectura de ocio. Conste, no estoy diciendo que todas nuestras lecturas deban ser trascesdentales, pero tampoco limitarnos a la literatura de best seller.
Por esta razón te recomiendo concederle una oportunidad. Si consideras "Solaris" una lectura excesivamente compleja, puedes optar por "Edén" que tiende a compararse con "1984" de George Orwell. ;)
Muchas gracias por volver a participar y espero leer tus opiniones en próximas autopsias literarias. Si la última vez pude adelantarte que dedicaríamos varias a Wells, también analizaré "La carretera" (Cormac McCarthy), "Hijos de hombres" (P.D. James) o "La delicadez" (David Foekinos).
Un abrazo
María del Carmen Horcas (La diseccionadora de libros)