Sinopsis: ¿Qué sucede cuando Tertuliano Máximo Afonso descubre a sus treinta y ocho años que en su ciudad vive un individuo que es su copia exacta y con el que no le une ningún vínculo de sangre? Ése es el interrogante que Saramago plantea en El hombre duplicado.

¿Cómo saber quiénes somos? ¿Qué nos define como personas individuales y únicas? ¿Podríamos intercambiarnos con nuestro doble sin que nuestros allegados lo percibiesen? Lo mejor de Saramago y un Saramago nuevo, en una novela que conjuga lo policial con la indagación profunda sobre la identidad humana.



Crítica: «Es usted el señor Daniel Santa-Clara, preguntó la voz, Sí, soy yo, Llevo semanas buscándolo, pero finalmente lo he encontrado, Qué desea, Me gustaría verlo en persona, Para qué, Se habrá dado cuenta de que nuestra voces son iguale, Me ha parecido notar cierta semejanza, Semejanza, no, igualdad, Como quiera, No somos parecidos solo en las voces, No le entiendo, Cualquier persona que nos viese juntos sería capaz de jurar que somos gemelos, Gemelos, Más que gemelos, iguales, Iguales, cómo, Iguales, simplemente iguales»

Los gemelos monocigóticos o univitelinos son lo más parecido a una copia genética exacta de dos seres humanos. A pesar de que el proceso de fecundación se produce con un único óvulo y un único espermatozoide,  se produce una bipartición del embrión durante sus primeras fases del desarrollo. De este modo, acaban compartiendo la misma placenta dos embriones viables proveniente de un solo cigoto. Inicialmente, los gemelos monocigóticos son prácticamente idénticos, pues comparten la totalidad de sus genes, salvo pequeñas variaciones genómicas que establecerá una  gradual diferenciación entre ambos. Si bien, resultan indistinguibles para la mayoría de las personas, e incluso para sus propios padres.

Una explicación lógica ante el desconcertante descubrimiento de Tertuliano Máximo Afonso, un anodino profesor de historia, que acaba de realizar viendo desganadamente una comedia ligera. Entre los actores aspirantes a grandes estrellas del celuloide, nuestro protagonista observa desconcertado un asombroso parecido con uno de los secundarios. Ahora, la ficción se ha convertido en realidad para Tertuliano, quien comenzará tras los créditos finales una búsqueda sin descanso para descubrir la identidad de su igual y, subsiguientemente, de si mismo.

José Saramago retoma la identidad humana como línea argumental de  su primera novela en el género de thriller psicológico después de «Ensayo sobre la ceguera» y «La caverna». El escritor portugués reflexiona sobre qué nos define como personas individuales, aquello que nos distingue, permitiéndonos ser únicos. Sin embargo, el punto de inflexión radica en qué ocurriría si no lo fuésemos. Entonces es cuándo nos preguntamos quién es real y quién no; quién es el original y la quién la copia del otro; quién tiene mayor derecho de vivir, de conservar su existencia independiente y quién tendría desaparecer para que la otra persona volviera a ser solo uno.

«Seré de verdad un error, se preguntó, y, suponiendo que efectivamente lo sea, qué significado, qué consecuencias tendrá para un ser humano saberse errado. »

«El hombre duplicado» plantea esta disyuntiva a través de la coexistencia de Tertuliano Máximo Afonso y su homólogo, Antonio Claro -o más conocido por su nombre artístico, Daniel Santa-Clara-. No obstante, aunque el encuentro -y posterior enfrentamiento- entre ambos parecen deberse a una serie de circunstancias fortuitas, como la recomendación del compañero de matemáticas, el orden de visualización de las películas alquiladas o la barba postiza; todo cuanto leemos posee una lógica propia. José Saramago introduce en la narración una gran cantidad de detalles que poseen una «doble» lectura, proporcionándole diferentes niveles de lectura e interpretación, tal y como demuestra el siguiente fragmento de la novela:

«Hubo ya quien afirmó que todas las grandes verdades son absolutamente triviales y que tendremos que expresarlas de una manera nueva y, si es posible, paradójica…»

Recuérdese la significativa ausencia de nombres para identificar a los personajes de «Ensayo sobre la ceguera», aludiendo a todas las víctimas anónimas de la pandemia y, aunque la historia se centraba en un único grupo, la situación era aplicable al resto de la población mundial, con independencia de las diferencias previas, ahora todos compartían un mismo rasgos que las definía: la ceguera blanca. O «La caverna», inspirándose en el relato de Platón para aportar su propia visión sobre la deshumanización del ser humano concibiendo un microcosmos- el Centro- que las personas consideran la única realidad existente, excepto Cipriano Algor, quien se negaba a aceptar una existencia limitada a consecuencia de su conocimiento del mundo exterior. Una alegoría concebida para «que la gente salga de la caverna».

Si analizamos «El hombre duplicado», comprobamos esa doble intencionalidad del autor cuando, por ejemplo, emplea los primeros capítulos en describir con gran precisión la rutina de  Tertuliano Máximo Afonso para reforzar nuestra percepción inicial sobre su persona como un hombre gris, carente de cualquier motivación o ambición en su vida, e incluso de hobbies. De hecho, resulta curiosa la elección de su profesión –profesor de historia-, pues el pasado implica enfrentarse con nuestros errores y aprender de ellos; pero Tertuliano lo rechaza y, por esta razón, incurre en las mismas faltas con María Paz. O la circunstancia de que descubriese a su doble  mientras veía una comedia ligera un aburrido sábado noche, cuando el cine representa una evasión de la realidad y, por el contrario, acaba por mostrarle la evidencia que él ignoraba hasta entonces.

Por otro lado, Antonio Claro opta por el mundo del espectáculo para dejar atrás el anonimato y conseguir el reconocimiento de los demás, justo lo contrario a Tertuliano Máximo. Los cambios de imagen exigidos por el guión conllevan a renuncia voluntaria de su identidad para convertirse en otra persona delante de la cámara. Precisamente, el deseo de convertirse en otra persona, pero sin afrontar a las consecuencias de sus actos tal y como le sucede cuando interpreta, pone en evidencia el narcisismo y hedonista de la sociedad actual.

Y es que Saramago no se conforma con proporcionar al lector un entretenimiento insustancial, sino la reflexión subjetiva sobre las ideas expuestas en la novela. Por esta razón sus novelas rompen con todos los arquetipos, optando por una estructuración basada en párrafos únicos en cada capítulo, en los que los diálogos están intercalados con el resto de la narración, sin distinciones. De esta forma, José Saramago juega con el lector, sorprendiéndolo al introducir giros narrativos inesperados cuando sigue describiéndonos escenas cotidianas que, en apariencia, resultan intrascendentales para la trama principal. No obstante, poco a poco descubrimos que esos detalles están conectados. Es decir, el autor nos confunde a través de una sucesión de pormenores que acaban revelando su auténtica importancia para la resolución de la novela. Asimismo, permite dosificar aquellos que pudieran desvelarnos aspectos cruciales hasta conseguir un final absolutamente magistral.  

Con todo, la principal intención del autor es conseguir interactuar con el lector anónimo a través de la ironía y la ruptura de los convencionalismos.


«De acuerdo con las convenciones tradicionales del género literario al que fue dado el nombre de novela y que así tendrán que seguir llamándose mientras no se invente una designación más de acuerdo con sus actuales configuraciones, esta alegre descripción, organizada en una secuencia simple de datos narrativos en el cual, de modo deliberado, no se permite la introducción ni de un solo elemento de tenor negativo, estaría allí, arteramente, preparando una operación de contraste que, dependiendo de los objetivos del novelista, tanto podría ser dramática como brutal o aterradora, por ejemplo, una persona asesinada en el suelo y encharcada en su propia sangre, una reunión consistorial de almas del otro mundo, un enjambre de abejorros furiosos de celo que confundieran al profesor de Historia con la abeja reina, o, peor todavía, todo esto reunido en una sola pesadilla, puesto que, como se ha demostrado, hasta la saciedad, no existen límites para la imaginación de los novelistas occidentales, por lo menos desde el antes citado Homero, que, pensándolo bien, fue el primero de todos.»

Precisamente, la estructura de sus novelas resulta demasiado compleja para el lector acostumbrado a párrafos cortos y frases breves, sin apenas subordinadas. José Saramago se recrea en la prosa, en ocasiones demasiado, provocando desidia. A pesar de que la repetición busca la reafirmación de ideas, acaba resultando abrumadora.

Otra dificultad es la imposibilidad de realizar pausas, por la existencia de un único párrafo constituido principalmente por comas. La ausencia de puntuación complica retomar la lectura donde la habíamos dejado. Sin olvidar los diálogos, en los que se no se especifica la persona que está hablando, excepto al comienzo. En varias ocasiones, cuando Tertuliano Máximo realiza un monólogo que acaba convirtiéndose en una conversación con su propio yo, denominado aquí como el juicio común o la razón, impiden la distinción entre las personas que intervienen.

Es posible que la intención del autor fuese precisamente esa, crear un conflicto de personalidad en el que nos demostrase nuestra incapacidad para decir quién es quién. No obstante, acaba afectando al ritmo, provocando constantes variaciones.

A pesar del título, «El hombre duplicado» no es una copia de novelas anteriores, sino una historia completamente original y diferente. El primer thriller psicológico de Saramago nos plantea un dilema moral acerca de la progresiva pérdida de nuestra humanidad, olvidándonos de aquello que nos define como personas convirtiéndonos en seres exactamente iguales. Una sucesión de vidas paralelas que, aunque coexistan en un mismo espacio y/o tiempo, jamás deberán conocer la presencia del otro excepto, porque uno de los dos intentará imponerse sobre el otro para asegurarse de que, cuando mire su reflejo, sea la única copia que existe de él. Al fin y al cabo, todos intentamos dar respuesta a la pregunta «¿Quién soy?».

LO MEJOR: El conflicto sobre la identidad humana, previamente utilizada en «Ensayo sobre la ceguera» y «La caverna». La «doble» lectura de la novela. La interacción del autor con el lector, invitándolo a reflexionar sobre las cuestiones planteadas. El final, completamente inesperado.

LO PEOR: Los primeros capítulos resultan muy lentos.  El propio estilo del autor orientado a un reducido grupo de lectores acostumbrados a sus novelas.

Sobre el autor: José Saramago (Azinhaga, 1922 - Tías, Lanzarote, 2010) es uno de los escritores portugueses más conocidos y apreciados en el mundo entero. En España, a partir de la primera publicación de El año de la muerte de Ricardo Reis, en 1985, su trabajo literario recibió la mejor acogida de los lectores y de la crítica.

Otros títulos importantes son Manual de pintura y caligrafía, Levantado del suelo, Memorial del convento, Casi un objeto, La balsa de piedra, Historia del cerco de Lisboa, El Evangelio según Jesucristo, Ensayo sobre la ceguera, Todos los nombres, La caverna, El hombre duplicado, Ensayo sobre la lucidez, Las intermitencias de la muerte, El viaje del elefante, Caín, Poesía completa, los Cuadernos de Lanzarote I y II, el libro de viajes Viaje a Portugal, el relato breve El cuento de la isla desconocida, el cuento infantil La flor más grande del mundo y el libro autobiográfico Las pequeñas memorias, El Cuaderno y José Saramago en sus palabras, un repertorio de declaraciones del autor recogidas en la prensa escrita. Además del Premio Nobel de Literatura 1998, Saramago fue distinguido por su labor con numerosos galardones y doctorados honoris causa.

Publicada en OcioZero

Sinopsis: Tras la desaparición del patriarca de los Weston una calurosa noche de de verano, el clan se ve obligado a reunirse en la casa familiar de Pawhuska, Oklahoma, donde sentimientos reprimidos durante años estallan en un torrente de emociones. Todos estarán bajo la influencia de Violet, una mujer que cuando no está absolutamente drogada por las píldoras, suelta veneno por la boca; se enfrentarán con su pasado y su presente, entre secretos y verdades a medias.

Premio Pulitzer de Teatro 2008, la adaptación cinematográfica de la novela está protagonizada por Julia Roberts, Meryl Streep y Ewan McGregor.

Crítica:

There is nothing that is wrong
In wanting you to stay here with me.
I know you've got somewhere to go,
But won't you make yourself at home and stay with me?
And don't you ever leave.

Lay down, Sally, and rest you in my arms.
Don't you think you want someone to talk to?
Lay down, Sally, no need to leave so soon.
I've been trying all night long just to talk to you.

The sun ain't nearly on the rise
And we still got the moon and stars above.
Underneath the velvet skies,
Love is all that matters. Won't you stay with me?
And don't you ever leave.

El sonido distorsionado de la guitarra eléctrica que identifica el estilo único de Eric Clapton tocando este instrumento es reconocible conforme nos acercamos al hogar de la familia Weston. La letra de «Lay down Sally» es el prólogo de la escena que encontraremos dentro de la destartalada casa de campo en la que se reúnen la mayoría de sus miembros para celebrar el velatorio de Beverly Weston. A pesar del lúgubre ambiente, tanto del lugar como de las personas allí reunidas, Violet Weston está eufórica.  Algunos podrían considerarlo un efecto secundario de la ingesta preocupante de medicación -no solo por el tratamiento contra el cáncer de mandíbula que padece, también por su adicción a las pastillas-, aunque la razón es otra muy diferente:

VIOLET.- Porque estamos juntas. Después de tanto tiempo, ya era hora de disfrutásemos de una reunión familiar. Es un día perfecto para decirnos la verdad.

«Agosto» es una aguda obra de teatro escrita por Tracy Leets sobre el drama de una familia disfuncional estadounidense que, paradójicamente, se enfrenta a la vida en común -siempre contra su voluntad- después del suicidio de su patriarca. Una temática que el dramaturgo retomaría con «Killer Joe» con su particular humor negro, aunque de forma más brutal y provocando una irrevocable aversión sexual contra el pollo frito.

En ambas, el autor consigue que el espectador -o lector- se replantee la lealtad hacia su estirpe, atacando directamente las «sólidas convicciones»  y valores morales por lo que debería regirse cualquier estructura familiar, demostrando que todo son simples y frágiles apariencias.

VIOLET.- Todas las mujeres necesitan maquillaje. El que te diga lo contrario miente. Fíjate si era guapa Elizabeth Taylor. Más que ninguna. No necesitaba maquillaje. Pero llevaba una tonelada.

Si bien, el cinismo presente durante toda la obra no pretende conseguir la redención de sus personajes ni justificarlos ante el lector, sino todo lo contrario. «Agosto» carece de moraleja, cualquier reflexión o conclusión moral que extraigamos de su lectura será una mera casualidad, nunca el objetivo final. Y es que nuestra relación con los personajes es conflictiva, oscilando de forma constante entre el amor y el odio, en especial con Violet Weston, la matriarca de este grupo de personas obligadas nuevamente a convivir, cuando sus diferencias prevalecen sobre los lazos de sangre.

Una mujer difícil de calificar con una sola palabra. ¿Madre abnegada? ¿Esposa fiel? ¿Abuela cariñosa?... ¿O una auténtica hija de puta? Violet Weston sería la candidata ideal para representar el personaje de la malvada madrastra en cualquier obra infantil, haciendo llorar a los niños con su extenso vocabulario de palabras hirientes y comentarios maliciosos. De hecho, no resulta extraño que Beverly cumpliera su promesa de «hasta que la muerte nos separe», quizás demasiado pronto.

KAREN.- Eso es algo que debemos reconocer a papá y mamá. Hay que quitarse el sombrero delante de cualquiera que resista casado tanto tiempo.

BARBARA.- Karen, papá se ha suicidado.

No obstante, debemos profundizar en el personaje para comprender las causas de su aflicción, convirtiéndola en una mujer dependiente, siempre necesitada de la atención de los demás. Al fin y al cabo, ella es una auténtica superviviente de la hipocresía familiar que se ha limitado a mentirle durante décadas, bien por compasión o por egoísmo. En realidad, Violet no pretende vengarse de sus allegados, sino hacerles comprender el daño que le han afligido ante su incapacidad de perdonarlos, porque demuestra haber tenido una gran paciencia con todos. Por el contrario, incluso sus propias hijas la han abandonado para iniciar una nueva vida en la no hay sitio alguno para ella, aunque sea su madre. Adviértase que Johnna Monevata,  el ama de llaves, reconoce que permanece en la casa solo porque necesita el trabajo, pero no por simpatía a su jefa o cualquier otro miembro de los Weston. Es decir, la mayor preocupación es conservar su única fuente de ingresos y, para ello, debe asegurarse de cuidar bien a Violet, con independencia de la mayor o menor simpatía que sienta hacia -o contra- ella.

KAREN.- No lo estoy defendiendo. Ya sé que no es perfecto. No lo somos nadie, ninguno de nosotros, aquí, en el estiércol. Tampoco soy yo un angelito. He hecho cosas de las que no me siento nada orgullosa. No te las puedes ni imaginar. Y es posible que tenga que volver a hacerlas, porque la vida nos pone muchas veces entre la espada y la pared. Después de todo, también soy humana. En cualquier caso, deberías ocuparte primero de tus propios asuntos, en vez de leernos la cartilla a los demás.

A pesar del drama inherente, resulta imposible no disfrutar con su lectura y, sobre todo, reírse ante el progresivo surrealismo de las escenas descritas, pues «Agosto» destaca por sus brillantes diálogos repletos  de comentarios desabridos, carentes de cualquier eufemismo o lindeza narrativa.

BARBARA.- Pero metió en el psiquiátrico un arsenal de pastillas… escondido en la vagina. Esa es la gran Generación. Nos soltó todo un discurso mientras se metía un frasco de pastillas en el chocho. ¡Por Dios Santo!

BARBARA.- Son síntomas de la menopausia masculina. Problemas con la energía creativa y necesidad de follarte a una niña con pañales.

Y es que «Agosto» nos demuestra que la familia no siempre representa el pilar fundamental de nuestras vidas, ni tampoco debería serlo. Tracy Leets pone en evidencia la hipocresía de la estructura básica de cualquier sociedad con un humor tan corrosivo como la lengua de Violet Wetson, quien obliga al lector a su familia a enfrentarse a la realidad, aunque sea tan dolorosa como admitir que:

YVY.- Pues no, no te conozco, y no voy a seguir tragándome el mito de la familia y la unión entre los hermanos. Somos seres aislados. Algunos nacemos reunidos accidentalmente por la genética, una selección de células hecha al azar. Pero ya está.

LO MEJOR: El humor negro de Tracy Letts. La ruptura de convencionalismos. Los diálogos y sus constantes giros. Violet Wetson.

LO PEOR: Algunas personas confundirán el cinismo del autor con pesimismo. La escasa costumbre a leer teatro, y más una obra tan arquetípica.

Sobre el autor: Tracy Letts (Tulsa, Oklahoma, 1965), hijo de un actor y una conocida autora de bestsellers, es una de las plumas más interesantes de la dramaturgia norteamericana contemporánea. Además de Agosto, es también autor de Killer Joe (1993), Bug (1996), Man from Nebraska (2003, finalista del Premio Pulitzer de Teatro 2004), y Superior Donuts (2008). Sus obras se han representado a nivel internacional. Actor además de dramaturgo, Letts es miembro de la Compañía de Teatro Steppenwolf y ha trabajado en series tan conocidas como Prision Break y The District.

Agosto  es, hasta el momento, su obra más exitosa. Se estrenó en Chicago en 2007 y ese mismo año se llevó a Broadway (Nueva York) donde estuvo en cartel hasta 2009. Ha sido reconocida con los prestigiosos galardones Drama Desk Award for Outstanding Play 2008, Premio Pulitzer de Teatro 2008 y Premio Tony a la mejor obra de teatro 2008.

Héroes de nuestro tiempo

«Por sorprendentes que sean los últimos avances tecnológicos, el cine sigue siendo el principal medio para presentar a la sociedad el héroe que más y mejor encarne las aspiraciones, los miedos y las neurosis del tiempo actual. Tres de los héroes actuales (James Bond, Jack Ryan, Jason Bourne) comparten al menos dos cosas: nombres que empiezan con “J” y, lo más importante, un origen literario. Más allá de eso, James cambió mucho: ahora es un hombre aquejado por las dudas, sostenido por lealtades débiles y para nada correspondidas, muy en la línea de Jason Bourne, quien se convierte, de esta manera, en el verdadero héroe torturado de nuestro tiempo, uno cuya memoria se anula porque lo que tiene que recordar es demasiado terrible. Los tres, además, comparten sello: Jack está en Umbriel en uno de los últimos libros de Tom Clancy (Vivo o Muerto); James reapareció en la magnífica Carta Blanca, de Jeffery Deaver; y Jason sigue, en manos de Eric Van Lustbader, luchando contra los enemigos que pueblan su turbio pasado, en la flamante El dominio de Bourne.»

 

Sinopsis: Varias cuentas de correo electrónico, tu perfil en Facebook, páginas de Twitter e Instagram, tus fotos en Flickr… ¿Y si alguien fuera capaz de recopilar toda la información que vas volcando en la red? ¿Y si ese alguien estuviera dispuesto a utilizarla para colarse en tu casa y convertirte en una víctima más de su locura… o incluso a hacer de ti el culpable perfecto? Cuando su primo Arthur es acusado de matar a una mujer, Lincoln Rhyme decide que ni el más inútil de los asesinos dejaría tantos rastros.

Ayudado por la detective Amelia Sachs, el criminalista tetrapléjico se dispone a jugar una mortal partida de ajedrez contra un rival invisible, que además puede anticipar cada uno de sus movimientos. En la octava novela de su más popular personaje, Jeffery Deaver aborda el mundo de pesadilla al que puede conducirnos internet. Tras leer La ventana rota nos lo pensaremos dos veces antes de volver a encender el ordenador.


Sinopsis: Una novela de acción sin límite que revela las guerras sucias internacionales En el mundo de Jason Bourne, el espía más letal surgido del programa secreto Treadstone, no abundan los amigos… por eso, las traiciones no se perdonan. Tras unir fuerzas con un viejo rival, Jalal Essai, Bourne se dispone a interponerse de nuevo en los planes de la organización Severus Domna, que busca destruir reservas estratégicas norteamericanas y dejar su industria inerme frente al avance chino.
Desde las playas de Tailandia hasta las arenas de Damasco, pasando por la selva colombiana y las calles de Cádiz, Bourne nos deja sin aliento con su trepidante y estremecedora novena aventura literaria. ‘El dominio de Bourne’ es un festival de acción que haría palidecer a James Bond.

Una amistad que dura toda una vida
Tres amigas inseparables en las turbulentas décadas de la segunda mitad del siglo XX, por una de las autoras de sagas familiares más consagradas de Gran Bretaña.

Judith Lennox crea una ambientación fiel de la época de los años sesenta, setenta y ochenta a través de las experiencias de Rachel, Katherine y Liv: La vida opresiva de una pequeña ciudad, los años setenta en Londres, el movimiento hippie, las experiencias con las drogas o la moda son otros de los temas planteados en esta novela.

La conmovedora historia de una amistad que dura toda una vida.

Sinopsis: A Liv se le cae el mundo encima cuando su padre las abandona a ella y a su madre, y tienen que empezar una nueva vida en el pueblo de una amiga de juventud de su madre. Muy pronto, la tímida Liv conoce a las que serán sus mejores amigas: la bella Rachel y la rebelde Katherine. Al crecer, las tres chicas evolucionan de manera muy diferente -Katherine persigue sus sueños profesionales en Londres, Rachel se casa muy joven con el amor de su vida, y Liv se va a estudiar a la universidad-, aunque seguirán siendo las mejores amigas. El día antes de dar a luz, Rachel llama a sus amigas para decirles que quiere revelarles un secreto, pero nunca llega a contárselo. Descubrir el secreto de Rachel se convertirá en una prioridad para Liv y Katherine a lo largo de sus vidas.

Opinión de las lectoras

«Las amigas de ojos oscuros es una saga familiar que nos atrapa desde el principio hasta el final. Con perfecto poder de observación y cuidando hasta el más mínimo detalle, Judith Lennox relata las historias de amor y odio, miedo y desesperación, culpa y perdón de tres amigas.»

«Judith Lennox es la garantía para una lectura entretenida por excelencia: ideal para las vacaciones de verano o las largas tardes de invierno.»

«Judith Lennox nos presenta a personajes humanos, con sus defectos y debilidades, que desde la primera página se ganan nuestra simpatía y nos habla tanto de los buenos momentos de la vida como de los malos.»

«Emocionante, conmovedor, dramático e increíblemente bello.»

«Una verdadera obra maestra, pocos autores escriben con un estilo tan bello, minucioso pero entretenido.»


Sobre la autora: Judith Lennox es autora de varios best sellers, entre ellos Step in the Dark y Before the Storm, ambos nominados al prestigioso premio Romantic Novel of the Year. Los lazos familiares, el desarrollo personal y profesional de sus personajes, y la superación de las duras pruebas del destino son los grandes temas de sus novelas, que han llegado a miles de lectoras, tanto en Gran Bretaña como en Alemania. Actualmente, compagina la escritura con su trabajo como profesora de filología inglesa en la Universidad de Lancaster.


Publicada en Acantilados de Papel
Sinopsis: El chocolate es algo más que un placer para los sentidos. Saboreándolo las penas se hacen más llevaderas, los secretos menos íntimos, los sueños más reales. Por eso el cura Francis Reynaud, la llegada a Lansquenet-sur-Tannes de Vianne Rocher, una singular mujer que decide montar una chocolatería, no puede ser sino el primer paso para caer en la tentación y el pecado. Y frente a él, la joven Vianne solo puede apelar a la alegría de vivir de las gentes de Lansquenet 

Crítica: «La panadería se abrió ayer. Pero no es una panadería. Cuando me desperté ayer, a las seis de la mañana, ya habían retirado la tela de protección que la cubría, estaban colocados el toldo y los postigos y levantada la persiana arrollable  del escaparate. Lo que antes era un caserón corriente y más bien destartalado, como tantos otros de por aquí, se había convertido en una especie de tarta roja y dorada que se recortaba sobre el deslumbrante fondo blanco. En los maceteros de las ventanas hay rutilantes geranios rojos y en torno a las barandillas se retuercen guirnaldas de papel crespón. Y coronándolo todo, un letrero de madera de roble en el que aparece el nombre de la tienda trazado con letra inglesa: La Céleste Praline. Chocolaterie Artisanale»

En el pequeño (y conservador) pueblo francés de Lansquenet-sur-Tannes soplan vientos de cambio que arrastran consigo un seductor aroma capaz de evocar tierras lejanas y exóticas. La dulce fragancia recorre las calles, penetrando en los humildes hogares de sus vecinos quienes, incapaces de resistirse, buscan el origen hasta encontrarse frente al escaparate de la chocolatería recientemente inaugurada. Un negocio atípico dentro de aquella comunidad, acostumbrada a la privación y, sobre todo, al castigo. La propietaria advierte la presencia. Su sonrisa es una invitación que no necesita ser pronunciada para vencer la reticencia inicial y entrar. Al cruzar el umbral son recibidos con una taza de chocolate caliente que consigue hacer desparecer el frio del cuerpo, así como un inmenso vacío del alma que desconocían hasta que Vianne Rocher nos ofreció aquel refugio elaborado con cacao.

«Chocolat» es una fábula gastronómica sobre la felicidad a través de los pequeños detalles, una oda al amargo fruto que endulza nuestras vidas, proporcionándonos un placer tan intenso como efímero. Joanne Harris nos ofrece una novela deliciosa, los sutiles matices de su prosa estimulan los sentidos del lector, tal y como ocurría en «El perfume» (Patrick Süskind), para obsequiarlo con una lectura irresistible. Un libro que no puede devorarse a grandes bocados, sino saboreado lentamente, dejando que las palabras evoquen texturas, olores y sabores hasta conseguir el éxtasis literario. 

«La mezcla de perfumes del chocolate, la vainilla, el cobre caliente y el cinamomo provoca mareo, está cargada de sugestiones, transmite ese deje duro y terrenal de las Américas, el aroma caliente y resinoso del bosque tropical. A través de él viajo ahora, como hicieran en otros tiempos los aztecas con sus inquietantes rituales: México, Venezuela, Colombia. La corte de Moctezuma. Cortés y Colón. El alimento de los dioses, burbujeante y espumoso, servido en tazones ceremoniales. El amargo elixir de la vida»

La autora evoca la magia tras los gestos más sencillos y, aparentemente, fútiles, así como el efecto que son capaces de obrar en las personas. Una caricia, un bombón, una palabra amable, un trozo de tarta de chocolate, una sonrisa, una humeante taza de cacao, un poema… Por esta razón Francis Reynaud, párroco de Lansquenet, rechaza la presencia de Vianne Rocher y su negocio.

El cristianismo asocia el origen del pecado con la comida. En aquella ocasión, la tentación procedió de una simple manzana, ahora Reynaud debe enfrentarse a un alimento empleado antiguamente en ceremonias paganas para adorar a falsos dioses. La gula convertida en un culto en el que, poco a poco, sucumben sus feligreses.

Precisamente, «Chocolat» denuncia la intolerancia social. Los sermones dominicales del padre Reynaud transmiten a la comunidad un mensaje la obligación de mantener las buenas costumbres que siempre la han regido para preservarla ante amenazas externas, como los gitanos. Es entonces cuando comprendemos que la rivalidad establecida entre ambos es consecuencia de los celos del primero hacia la segunda, porque la apatía, incluso el desprecio, hacia sus parroquianos explica la desazón ante los cambios que se están produciendo desde la llegada de Rocher. Obsérvese el rechazo hacia Serget Mustac, quien maltrata constantemente a su esposa, Josephine, pero él consiente (y justifica) amparándose en el sacramento del matrimonio. O la negativa de aceptar que los animales tengan alma, cuando sabe que le proporcionaría un consuelo  a Guillaume Bierot tras conocer la enfermedad incurable de su mascota. Por el contrario, Vianne Rocher no realiza juicios de valor y permite la entrada en su particular santuario a todo el mundo, sabiendo que necesita cada persona solo con observarla y proporcionándoselo envuelto en brillante celofán y vistosos lazos de colores.

De hecho, incluso se permite el lujo de realizarle pequeñas bromas al obsequiarlos con: «Una docena de mis mejores buitres de Saint-Mâlo, pralinés pequeños y planos tan parecidos a ostras obstinadamente cerradas»

Curiosamente, las diferencias existentes entre ambos personajes se complementan. De ahí que la narración en primera persona se intercale entre Francis Reynaud y Vianne Rocher a fin de equilibrar el tono de la novela. Este contraste de las percepciones viabiliza un tratamiento múltiple de la historia, sin incurrir en prejuicios y conservando la objetividad durante todo el relato. Es cierto que experimentamos un mayor aprecio por algunos personajes, aunque todos poseen una imperfección atractiva que los convierte en personas reales y cercanas a cualquiera de nosotros.

A pesar de la sugestiva presentación, Joanne Harris no consigue dar una conclusión satisfactoria para algunos, incluso resultan decepcionantes. La autora evita cualquier enfrentamiento, optando por un final edulcorado. Posteriormente escribiría «Zapatos de caramelo» y «El perfume secreto del melocotón», resolviendo muchas de las líneas argumentales que habían quedado aplazadas  en esta novela. Es decir, si «Chocolat» hubiese sido un libro con principio y final, quedaría la impresión de que adolece de un desarrollo coherente, especialmente durante los últimos capítulos.

«Chocolat» es una pequeña delicatesen literaria concebida para disfrutarse durante toda su lectura de forma pausada para conseguir «un placer que sólo dura un momento y que únicamente unos pocos pueden apreciar plenamente». Es cierto que algunos detalles endulzan de forma innecesaria una historia con un fondo amargo, Joanne Harris nos obsequia con una novela absolutamente irresistible. Disfruta del postre.

LO MEJOR: La evocadora prosa. La atractiva presentación de los personajes. La intercalación de la narración en primera persona entre Francis Reynauld y Vianne Rocher. El mensaje contra la intolerancia y la hipocresía social.

LO PEOR: El desarrollo de los personajes. El edulcorado final. La novela concluye con demasiadas muchas líneas abiertas.

Sobre la autora: Joanne Harris, nacida en Yorkshire en 1964, de madre francesa y padre inglés, se ha sentido siempre parte de dos culturas. Estudio en St. Catherine’s College de Cambridge. Durante su solitaria niñez aprendió a dejar volar su imaginación a través de los libros y de las historias que inventaba. Tras infructuosos intentos de triunfar como bajista de jazz y contable, decidió seguir la tradición familiar- su padre, su madre y su abuelo eran profesora- y dedicarse a la enseñanza. Tras el éxito de su novela Chocolat, adaptada posteriormente al cine, emplea todo su tiempo en escribir. Sus siguientes obras, entre las que cabe destacar Vino mágico, Cinco cuartos de naranja y La abadía de los acróbatas, la han consolidado como un fenómeno literario.