Con un buen par… de colmillos

La Factoría de Ideas nos presenta hoy una nueva entrega de la saga, diabólicamente divertida, Vladimir Tod de la escritora Heather  Brewer, Segunda  Crónica: el cazavampiros es la continuación de una emocionante  aventura repleta de personajes oscuros, identidades secretas y poderes sobrenaturales. Pero  ante todo, es una novela repleta de angustia adolescente, tratada con frescura  y humor negro.

Sinopsis: Si el primer año de instituto fue un asco, el segundo es un verdadero suplicio. Vlad no solo tiene que soportar que los abusones se metan con él y seguir sufriendo por Meredith, la chica de sus sueños, sino que además hay un fotógrafo del periódico del colegio que lo sigue a todas partes. Ni qué decir tiene que practicar sus habilidades de vampiro no ha sido una de sus prioridades… hasta ahora. Un alucinante viaje a Siberia con su tío Otis se convertirá en su bautizo de fuego como estudiante vampiro. Entrenar con uno de los chupasangres más dotados del mundo es justo lo que Vlad necesita para mejorar esos poderes especiales de los que antes renegaba.

«¡‘Segunda crónica: El cazavampiros’ es sangriento, emocionante e hilarante! Heather Brewer es sin duda la heredera de Joss Whedon (Buffy, cazavampiros).»
Jonathan Maberry, autor de Paciente cero          


«Heather Brewer hace un trabajo magnífico a la hora de reflejar la rabia adolescente, y mezcla con gran acierto antiguas leyendas de vampiros con el día a día de los primeros años de instituto.»
Katie MacAlister          


«Tal vez haya sido por el aire fresco que aporta al género, o por lo entrañables que son todos los personajes, o por las situaciones en las que se ve inmerso su protagonista lo que ha hecho que en Estados Unidos se haya convertido en una revolución.»
El templo de las mil puertas          


«Las novelas juveniles de ‘Vladimir Tod’ contienen tanta acción que se pueden disfrutar a cualquier edad. Heather Brewer ha sabido conectar con su adolescente interior para crear una saga de humor y terror incomparable.»
Amazon          


«Si te han gustado las novelas de vampiros de ‘Morganville’ o ‘Vampire Kisses’, ¡esta te apasionará!»
Goodreads          


«Si las sagas de Darren Shan y Percy Jackson ya han sido llevadas al cine, el vampiro Vladimir Tod no puede más que seguir la misma suerte. Y además, cuenta con una legión de seguidores. ¡Sería un exitazo!»
Publishers Weekly          


Sobre la autora: La pasión de esta autora por los vampiros viene de su más tierna infancia, y su necesidad de escribir también. Como Vladimir Tod, Heather Brewer también sufrió abusos por parte de sus compañeros en el colegio. Ahora, además de exorcizar sus sentimientos a través de sus libros, imparte charlas en centros educativos de toda Norteamérica tratando de concienciar a profesores y alumnos acerca del tan extendido drama del acoso.

El éxito de Las crónicas de Vladimir Tod dio paso a The Slayer Chronicles, una serie de novelas que comparten personajes con las de este vampiro adolescente, y a The Legacy of Tril, una saga de fantasía protagonizada por una joven que no acepta su destino.

Pronto podremos ver la adaptación a televisión de Las crónicas de Vladimir Tod.

.


Desenterrando el pasado

Esta novela cuenta una historia real vivida por Jordi Guardiola Dumé, que a finales de la década de los cincuenta sobrevivió a su internamiento en el Asilo del Port durante tres años. Jordi es hoy un hombre de sesenta y dos años que no ha podido arrinconar aquel aciago periodo de su vida, ni ha querido enterrar el recuerdo de esa especie de familia que formaron los tres niños, quienes al igual que tres hermanos, se confabularon cuando hizo falta, se consolaron en los momentos de desesperanza, aprendieron juntos a reírse de ellos mismos y a ser felices pese a tenerlo todo en contra.

Jordi Guardiola jamás olvidará a ninguno de sus amigos, ni la complicidad que nació entre ellos en aquellos tiempos de desgracias. En su corazón alberga dos grandes recuerdos: la nefasta relación con la religión, tal como la entendió en aquella época y el trágico final de uno de ellos.  Sus recuerdos novelados conforman esta historia.
La novela se encuentra disponible en formato ebook en Amazon y Fnac.

Sinopsis: El Asilo del Port, ubicado entre el puerto y la falda de la montaña de Montjuich, era una institución que formaba parte de la red de Beneficencia infantil de Barcelona donde iban a parar niños huérfanos o delicados de salud, cuyas familias no podían procurarles las atenciones necesarias. El hijo del enterrador es una parte de la historia del Asilo contada a través de la mirada de Jorge, un niño de ocho años enfermizo y débil, que traba una amistad fraternal con otros dos chicos del internado: Eloy y Ricardo. Eloy es otro niño de su edad, torturado a causa de su maldita pierna atrofiada a la que culpa de todos sus males y desgracias; Ricardo es tan sólo algo mayor que ellos, aunque a causa de su desarrollo tiene la corpulencia de un adulto. Ricardo tiene buen corazón, pero también es muy bruto y a causa de eso todos le temen y le conocen por Animal. 

De la mano de nuestros protagonistas el lector será testigo de la rivalidad, abuso y maltrato de los más grandes y fuertes hacia los más pequeños, y del apuro de los tres chicos para escapar a toda esas dificultades. El hijo del enterrador es una historia dura pero a la vez cordial que nos mostrará la cara menos amable de la relación de los chicos con las severas Esclavas del Corazón de María, orden religiosa que tutelaba el Asilo con una férrea disciplina. Se trata de una cruda historia de niños y de sus familias con la que recorremos algunas postales de la Barcelona de la década de los cincuenta, años de severas dificultades para las clases trabajadoras y más desfavorecidas, para las que no era fácil sobrevivir en aquella ciudad.

Sobre el autor: José Luis Romero, Barcelona 1963, ha sido heladero, camarero, vendedor de pisos, portero de discoteca, propietario de un Pub y desde hace veinticinco años miembro de la Guardia Urbana de Barcelona. Estudió Criminología, Investigación Privada y Dirección de Seguridad en la Universidad de Barcelona y ha colaborado con diversas revistas profesionales de seguridad publicando artículos técnicos. Entre los años 2004 a 2008 varios relatos suyos fueron distinguidos en el Certamen Literario Día de la Policía de Cáceres y en el concurso Contando el sur, Relatos de Cooperación. Ese mismo año 2008 irrumpe en el escenario de la novela negra con su ópera prima Siempre quise bailar como el negro de Boney M. (Ed. Inédita). Y en 2010 realiza el guión de la radionovela Pepe Pardo, investigador privado, emitida en el espacio No son horas, de Onda Cero Cataluña. Su segunda novela La comisaría del norte (año 2012) fue un gran éxito de ventas en internet, a raíz de lo que publicada por Ediciones B. El hijo del enterrador (Ediciones B) es su última novela.
Publicada en La Web del Terror
Sinopsis: Isabel, una joven de familia acomodada, desaparece de su casa de Sitges sin dejar rastro. Por desgracia, ni la Policía ni el investigador privado contratado por el padre de la desaparecida, el magnate cinematográfico Didac Sardà, consiguen arrojar luz al caso.

Cuando Milena, la mejor amiga de Isabel y experta en demonología, recala en Madrid durante una gira promocional de su exitoso libro, el reencuentro con Didac volverá a abrir viejas heridas. Y es que el padre de su amiga cree haber dado con una pista que podría llevar a Isabel. Una pista que solo Milena parece capacitada para seguir. Lo que ella no sospecha es que la madeja que desenredarán sus investigaciones sacará a la superficie algo más profundo que la verdad y más aterrador que las entidades demoníacas a las que se enfrenta cada día: su propio pasado.

Lo que sueñan los insectos es mucho más que un thriller paranormal intenso y perturbador: es un viaje emocional de suspense creciente, que desemboca en una insólita reflexión sobre lo que somos y lo que podríamos haber sido. Sobre lo que dejamos atrás para perseguir nuestros sueños y lo que nos deja a nosotros cuando creemos haberlos conseguido.


Reseña: «Puede que solo sea yo, siempre mirando el repugnante lado de la vida. Ha sido así desde que adquirí esta condición de “en ocasiones veo muertos” (…) Mi teoría es que este tipo de cosas no es un don. Ni una maldición. Es una minusvalía.»

De esta forma describe Chris Luna su capacidad para comunicarse con personas fallecidas en circunstancias violentas. La novela gráfica «El velo» (El Torres y Gabriel Hernández) se desligaba por completo de la imagen idílica de esta habilidad mostrada por otras protagonistas como Melinda Gordon («Entre fantasmas») o Allison DuBois («Medium»), quienes conseguían complementar sin grandes dificultades su vida personal, profesional y familiar junto a su peculiar «sensibilidad» femenina para captar la realidad que se esconde tras las apariencias que componen nuestra vida y establecen nuestra rutina diaria. Sin embargo, no importa si «te vuelves una experta en mirar hacia el otro lado. Ellos aún están ahí. Siempre están ahí».

Nuevamente, Javier Quevedo Puchal nos obliga a enfrentarnos con nuestros demonios personales siguiendo la temática iniciada en «Cuerpos descosidos». En esta ocasión, seremos testigos del conflicto interior de Milena descrito a través de la narración en primera persona de Diego, su marido. A pesar de su aspecto tosco y violento, este personaje demuestra una gran comprensión hacia el talento de su esposa, porque él también ha sido víctima de la intolerancia de la sociedad, de su escepticismo ante aquello que no puede ver y es que de nada sirven los ojos a un cerebro ciego.

Por esta razón, cuando los padres de Isabel, la mejor amiga de nuestra protagonista, decide contratar los servicios del matrimonio para resolver la desaparición de su primogénita, Milena deberá regresar a lugares llenos de recuerdos… y secretos.

Al igual que en su anterior novela, el pasado se convierte en un elemento trascendental para la narración de la historia, condicionado la reconstrucción de los acontecimientos que sirven para explicar el enigma que rodea a los Sardá  a través de sutiles detalles como la presencia del cuadro «Saturno devorando a sus hijos» en el recibidor del hogar familiar.

Si bien, merece destacarse la escasa información relativa a Milena, quien acaba siendo eclipsada por Diego durante gran parte del relato precisamente por el mayor protagonismo que le concede el autor, no solo por la elección de la persona narrativa también al dotarlo de una personalidad más desarrollada. En este sentido, no contribuye a la protagonista que su esposo acabe adquiriendo habilidades similares a las suyas, eliminando el único rasgo que la permitía destacar sobre el resto de personajes.

Es cierto que Javier Quevedo Puchal menciona algunos aspectos de su vida que nos permite comprender su actitud reservada, su miedo a otras personas ante el trauma de descubrir que la única persona en la que confió lo suficiente para dejarla acceder a su mundo acabo abriendo las puertas de su propio infierno. En aquella ocasión, los demonios se presentaron bajo una apariencia humana y el ardor de sus sentimientos acabo quemándola hasta convertir su espíritu en cenizas, así como sus sueños y esperanzas. No obstante, su leve mención resulta exigua, más cuando nos detenemos a analizar su alcance en el final de la historia.

La distancia insondable entre Milena y Diego, un matrimonio formado por dos completos desconocidos unidos solo por las circunstancias, no por sentimientos correspondidos, y mantenidos gracias al frágil equilibrio que les proporciona su peculiar rutina como cazadores de fuerzas demoníacas. Precisamente, este desapego es el que experimenta el lector hacia la protagonista por las razones anteriormente expuestas, mientras que no le resulta difícil empatizar con otros personajes con la ironía de Diego, la verborrea de Adela e incluso la sobreactuación de Petite Coco.

Por otro lado, tampoco contribuye a la novela el cambio en ritmo a partir de la segunda parte. En la primera, Javier Quevedo Puchal tiene una cadencia narrativa más pausada, recreándose en las descripciones, tanto de los lugares como de los sentimientos, y volviendo a demostrarnos su habilidad con la prosa. El autor convierte nuestro mundo en un mero espacio de transición entre dos realidades, reduciendo nuestra especie a un mero instrumento al servicio de unos seres que manipulan nuestra voluntad a través de nuestros deseos más oscuros e inconfesables. En palabras de la propia Milena: «No todo el arte tiene que ser bello por definición. Hay quien ve la vida de color rosa y hay quien la ve de color negro. Supongo que Isabel era de las que veía más monstruos que ángeles».

Con todo, la segunda parte acaba resultando previsible por sus semejanzas con otras novelas, incluso el propio autor menciona «La semilla del diablo» (Ira Levin) en uno de los diálogos. A partir de la confesión de Pablo persiste la sensación de que la novela requería de un mayor desarrollo para alcanzar todo su potencial inicial.

En definitiva, «Lo que sueñan los insectos» es una compleja pesadilla psicológica, creando una grieta entre dos mundos que deberían haber permanecido separados. Si bien, la segunda parte de la novela ensombrece el resultado final, Javier Quevedo Puchal vuelve a demostrarnos que nuestro pasado siempre será nuestro peor enemigo mientras no nos enfrentemos a los demonios que nos persiguen desde los recuerdos jamás olvidados.

LO MEJOR: El personaje de Diego. La prosa de Javier Quevedo. La primera parte de la novela con un ritmo narrativo más pausado que permite recrearse en los detalles. El capítulo «Saturno devorando a sus hijos»

LO PEOR: Milena es eclipsada por su esposo durante toda la novela. La segunda parte del libro.

Sobre el autor: Javier Quevedo Puchal (Castellón, 1976) es autor de las novelas El tercer deseo (Odisea Editorial, 2008), Todas las maldiciones del mundo (Odisea Editorial, 2009) y Cuerpos descosidos (NGC Ficción!, 2011), así como de la antología de nanorrelatos Abominatio (Ediciones Efímeras, 2010). También ha publicado relatos cortos en antologías del calado de Taberna espectral (Editorial 23 Escalones, 2010), Los nuevos mitos de Cthulhu (Edge, 2011), Insomnia (Grupo Ajec, 2012) o La ciudad vestida de negro (Drakul Editorial, 2012). En 2012, se alzó con el Premio Nocte a la Mejor Novela de Terror Nacional. También ha obtenido nominaciones en los Premios Shangay e Ignotus, entre otros. Actualmente, imparte un taller de escritura creativa en el Estudio Sampere, que compagina con su labor como traductor y corrector.

Alemania, años 30

 ¡El abuelo de Hitler es judío!..., afirman ciertas cartas.
 ¿Qué oscuro complot internacional se escondía tras ello?
 Y entre tantas intrigas, el amor y el erotismo se despliegan en el marco glamoroso de la Costa Azul.

España, 2048

¿Por qué, un siglo después, aparece la nieta del escritor?
¿Qué mundo es ese donde un Ojo Igualitario controla la vida de la gente?
 El Palacio Real de Madrid queda transformado en un centro comercial y de espectáculos.


Reseña: El antisemitismo de Hitler se ha intentado explicar a través de múltiples hipotésis como su fascinación por la teoría de la selección natural expuesta en «El origen de las especies» (Charles Darwin) basada en «la supremacía del más fuerte»; la búsqueda de un culpable simbólico que sustentase su estrategia política y permitiera unificar el malestar social hacia un enemigo común; o la posible ascendencia judía del Tercer Reich, que nunca llegó a demostrarse. Por supuesto, todas ellas se fundamentaban en rumores que nunca llegaron a demostrarse, pues hubiesen cambiado la historia tal y como la conocemos.

No obstante, la investigación realizada por Hans Frank parecía aportar pruebas sólidas sobre los antecedentes familiares de Hitler, afirmando que su padre biológico, Alois, nació a partir de la relación extramatrimonial de su abuela, Maria Schickklugruber, con el señor de la familia judía para la que trabajaba como sirvienta. A pesar de que afirmaba estas en posesión de documentos que le permitirían demostrarlo y, por subsiguiente, derrocar el régimen nacionalsocialista. Si alguna vez existieron, jamás fueron publicados y su desaparición sirvió para que surgiesen toda clase de teorías conspirativas al respecto, como la supuesta influencia sionista para que Estados Unidos participase en la Segunda Guerra Mundial.

A partir de esta premisa Javier Ruiz Portella desarrolla el argumento de su primera novela, «El escritor que mató a Hitler» y que contextualiza las reflexiones de sus anteriores ensayos de pensamiento y filosóficos dentro de la ficción. El autor combina el género histórico, noir y, sobre todo, distópico en un desigual equilibrio narrativo.

De hecho, existen constantes referencias a «1984» (George Orwell) a través de detalles como la Neolengua o el Ojo Igualitario y Sanitorio. Sin embargo, la crítica acaba centrándose casi exclusivamente contra el sistema capitalista, tal y como demuestran el uso de términos económicos para designar, por ejemplo, a los mendigos (escaso consumidor) o los parados (provisionalmente inactivos o inactivas).

Es obvio que la intención de Javier Ruiz era satirizar sobre nuestro actual estilo de vida basado en el consumo y que recuerda a «No logo» (Naomi Klein) pero acaba centrándose tanto en este aspecto que descuida otros principalmente relacionados con la forma de narrarnos ambas historias. Adviértase que resulta incoherente la forma de expresarse Alexander von Hunterbrand, abuelo de la protagonista, pues en los diálogos pueden apreciarse expresiones modernas que se contradicen con la prosa empleada por el personaje para embellecer la historia. De igual modo, el autor emplea un peculiar recurso estilístico que consiste en fusionar las conversaciones entre los personajes con el resto de la narración, cuando hubiese sido más acertado mantener esta distinción al desconocer su propósito.

Si bien consigue ilustrar la constante repetición de nuestros errores pasados, generando una historia cíclica donde todo cambia para que todo siga igual y que podemos apreciar en la alusión a la actual crisis económica, Javier Ruiz Portella no consigue encauzar los esfuerzos de sus protagonistas por incitarnos a la reflexión tras su lectura. Es cierto que los fragmentos ambientados en el año 2048 resultan muy entretenidos por las situaciones que se nos describen, pero la mayoría terminan siendo hipérboles, como los Interfollódromos Comunitarios. Por subsiguiente, «El escritor que mató a Hitler» no consiguió acabar con el nacionalsocialismo antes de que se hiciera irremediablemente con el poder en Alemania, ni tampoco la reflexión del lector, solo su entretenimiento a pesar de que, como dijo el filósofo holandés de origen judeoespañol, Baruch Benedict Spinoza:  «Si no quieres repetir el pasado, estúdialo».


LO MEJOR: La sátira del autor. Las referencias a obras del género distópico, principalmente «1984» (George Orwell). Algunas escenas ambientadas en 2048 son verdaderamente cómicas y no puedes leerlas sin reírte. El mensaje que pretende transmitir con su novela.

LO PEOR: El autor descuida la forma en que nos narra la historia. La crítica acaba centrándose exclusivamente en el sistema capitalista, como «No logo» (Naomi Klein). Las incoherencias en el registro. La extraña fusión de los diálogos con el resto de la narración.


Sobre el autor: Javier Ruiz Portella escritor, editor iconoclasta y promotor de iniciativas destinadas a sacudir nuestro letargo existencial, este barcelonés nacido en 1947 ha corrido mucho mundo hasta regresar en 1994 a Barcelona y establecerse en 2005 en Madrid.

Joven militante del Partido Comunista, le bastó poner los pies al otro lado del Telón de Acero (Hungría y Rumanía, 1971-1972), para ponerlos tan pronto como pudo en polvorosa. No pudiendo regresar a España, donde estaba condenado por el Tribunal de Orden Público, se estableció en Bruselas por un largo período.

Al volver definitivamente a España en 1994, funda Ediciones Áltera y, con el activo apoyo de Álvaro Mutis, lanza en junio de 2002 el Manifiesto contra la muerte del espíritu y la tierra, que sería traducido y publicado en un total de nueve idiomas. Dicha iniciativa ha dado lugar a la revista de pensamiento crítico y al periódico digital El Manifiesto del que es director.

Con anterioridad a El escritor que mató a Hitler ha publicado los siguientes libros:


España no es una cáscara (Barcelona, 2000)



Les esclaves heureux de la liberté (traducción al francés, París, 2012)



Publicada en La web del Terror
Sinopsis: En la calle Berlín, en pleno Eixample barcelonés, hay un edificio corriente. Allí viven un colombiano, una prostituta de lujo, un matrimonio de ancianos, una madre separada con dos hijos y un oficinista soltero. ¡Ah!, y un fantasma: la anciana malhumorada del último piso que murió hace meses, aunque nadie se ha dado cuenta, y se dedica a vagar de un piso a otro cotilleando las vidas de sus vecinos.

Nada hubiera llamado la atención, si Gerard, un policía de baja indefinida, no hubiera recibido la llamada de Pep, su antiguo compañero, dos días antes de ser asesinado. En su buzón de voz quedaron grabadas estas palabras: «Quiero hablarte de algo que he descubierto en la calle Berlín, en el 109». Atraído por el deseo de vengar a su amigo y, por qué no decirlo, sin nada mejor que hacer, Gerard decide pasarse por allí.

Pero nunca hubiera imaginado que la búsqueda del asesino de Pep pudiera estar rodeada de tantos misterios; tantos como vecinos hay en el edificio, pues cada uno oculta un secreto que cambiará la vida de los demás para siempre.

Reseña: A pesar de que Barcelona es conocida internacionalmente por monumentos tan emblemáticos como la Sagrada Familia, el parque Güell, el mercado de la Boqueria o el Liceu; Susana Vallejo nos propone conocerla a través de aquellos edificios que no figuran en ninguna guía turística, pero que representan el auténtico corazón y el alma de la ciudad, como la «Calle Berlín, 109». Este bloque de apartamentos, situado en pleno Eixample, nos hubiese desapercibido en otras circunstancias, pero el secuestro, tortura y asesinato de Pep, antiguo compañero y amigo del policía Gerad se convierte en el punto de inflexión de esta historia. A partir de un enigmático mensaje dejado por el  fallecido, el agente iniciará su propia investigación para resolver el crimen y, al mismo tiempo, descubrir el resto de misterios que se esconden tras su anodina fachada.

La autora madrileña concibe una novela coral en la que cada piso nos ofrece una historia diferente, aunque interrelacionada con el resto. Si bien, incluso los propios vecinos ignoran la repercusión que acabaran teniendo entre ellos esta convivencia, porque todas sus vidas empiezan con otra muerte, la de María Eugenia.

Esta anciana cascarrabias sirve de preludio para introducirnos en el trasfondo más social del libro, pues «Calle Berlín, 109» no es la clásica novela negra ambientada en la ciudad catalana como «La sombra del viento» (Carlos Ruiz Zafón) o «El blues del detective inmortal» (Andreu Martín), sino con el estilo irónico de «Lo mejor que le puede pasar a un cruasán» (Pablo Tusset). Susana Vallejo emplea ambas muertes para introducirnos en la realidad cotidiana de sus personajes a través de una breve presentación, exactamente dos páginas para cada uno, antes de profundizar en sus dramas y carencias.  Una novela que oscila entre el drama y la comedia de forma bastante equilibrada durante gran parte de la narración.

De hecho, resulta muy inteligente la estructuración de la historia. Al principio, obsérvese como la autora se limita a nombrar el piso y el número exacto para que realicemos las primeras asociaciones con cada personaje. Después, conforme se suceden las interrelaciones, incluso los nombres que precedían cada capítulo  y que nos permitía distinguirlos desaparecen. Es decir, Susana ilustra la progresiva desaparición de las distancias que siempre habían existido entre ellos, aunque compartiesen el mismo edificio, para crear una auténtica comunidad en la que todos cuidan de todos.

En este sentido, Susana Vallejo nos obsequia con escenas conmovedoras basadas en detalles tan simples como los dulces de naranja recubiertos en chocolate negro, las manos ásperas por la lejía y el trabajo, la letra de una canción… Una novela que prescinde de metáforas innecesarias, optando por una prosa directa en la que se nos describe con gran sencillez aspectos tan complejos como la soledad.  

A pesar de este equilibro narrativo, algunas subtramas no terminan de compenetrarse. Por ejemplo, la ambigua relación entre Gabriela y Gustavo o la presencia del espíritu de María Eugenia que, aunque demuestran su trascendencia en los acontecimientos finales, el escaso desarrollo acaba convirtiéndolos en algo anecdótico hasta casi sus últimas hojas. Asimismo, algunos personajes experimentan un gran cambio que resulta incoherente desde cierto punto de vista, con objeto de que todas las historias concluyan con su propio happy end.

A pesar de ello, Susana Vallejo se convierte en la mejor agente inmobiliaria para que nos decidamos a adquirir un piso en «Calle Berlín, 109», pues nada más concluir su lectura queremos mudarnos a esta peculiar comunidad de vecinos en el que la soledad es sustituida por la solidaridad.

LO MEJOR: El trasfondo social de la novela. La estructuración de los capítulos. La presentación de los personajes. La prosa sencilla y directa, sin necesidad de recurrir a metáforas. Los detalles.

LO PEOR: La ambigua relación entre Gabriela y Gustavo. El detrimento de algunas subtramas conforme avanza la narración.  El final resulta demasiado edulcorado en comparación el tono previo.

Sobre la autora: Susana Vallejo estudió Publicidad y Relaciones Públicas en la Universidad Complutense de Madrid. Tras ejercer los más variados trabajos, realizó los propios de su profesión en diversas multinacionales. En la actualidad reside en Barcelona.

Consiguió un gran éxito con su tetralogía juvenil Porta Coeli antes de publicar su novela de ciencia ficción Swiitch in the Red y ganar el Premio Edebé de 2011 con El espíritu del último verano.

Publicada en La Web del Terror
Sinopsis:  Un enigma oculto durante más de setenta años. Un barco lleno de misterios. No te podrás bajar… aunque quieras. Agosto de 1939. Un enorme trasatlántico llamado Valkirie aparece flotando a la deriva en el Océano Atlántico. Un viejo buque de transporte lo encuentra por azar y lo remolca a puerto, tras descubrir que en ese barco tan solo queda un bebé de pocos meses…. y algo más que nadie es capaz de identificar. Setenta años después, un esquivo hombre de negocios decide ponerlo de nuevo sobre el agua y repetir, paso por paso, el último viaje del Valkirie. A bordo de él y atrapada en una realidad angustiosa y contrarreloj, la periodista Kate Killroy descubrirá que solo su inteligencia y su capacidad de amar podrán evitar que la nave se cobre de nuevo su siniestro precio en este viaje. Un trasatlántico a la deriva en medio del Atlántico Norte, unos misteriosos acontecimientos, ni un solo tripulante ni viajero.

Reseña: «3 de agosto. A medianoche fui a relevar al hombre en el timón y cuando llegué no encontré a nadie ahí. El viento era firme, y como navegamos hacia donde nos lleve, no había ningún movimiento. No me atreví a dejar solo el timón, por lo que le grité al oficial. Después de unos segundos subió corriendo a cubierta en sus franelas. Traía los ojos desorbitados y el rostro macilento, por lo que temo mucho que haya perdido la razón. Se acercó a mí y me susurró con voz ronca, colocando su boca cerca de mi oído, como si temiese que el mismo aire escuchara: “Está aquí; ahora lo sé. Al hacer guardia anoche lo vi, un hombre alto y delgado y sepulcralmente pálido. Estaba cerca de la proa, mirando hacia afuera. Me acerqué a él a rastras y le hundí mi cuchillo; pero éste lo atravesó, vacío como el aire. »

Este fragmento corresponde al cuaderno de bitácora escrito por el capitán del Deméter durante su último viaje desde Transilvania (Rumanía) hasta Whibty (Reino Unido), donde el barco atracó en puerto sin rastro de su tripulación. Entre las mercancías que transportaba, y que permanecían completamente intactas, encontraron un ataúd lleno de tierra, donde instantes antes reposaba el cuerpo de un no muerto, Drácula. A partir de su novela, Bram Stoker creó uno de los barcos fantasmas más célebres de la literatura contemporánea a través de la recreación del viaje utilizando las páginas de este diario inconcluso.

A pesar de que la historia del Deméter es ficción, bien podría haberse inspirado en algunos ejemplos reales como el Mary Celeste, el Ellen Austin o el Carroll A. Deering. Todos ellos conocidos por los misterios con los que se asocian sus nombres y que todavía hoy continúan sin respuesta, pese a las numerosas hipótesis para esclarecerlos, desde aquellas con una base racional y científica (asaltos piratas, motines de la tripulación, enfermedades, tormentas…) hasta las teorías conspirativas y paranormales (abducciones extraterrestres, existencia de puertas dimensionales, el Triángulo de las Bérmudas…).

En esta ocasión, el Valkirie es el protagonista de un nuevo enigma que volverá a repetirse setenta años después, porque lo que provocó la desaparición de sus tripulantes sigue allí, esperando… Un ser maligno y hambriento que no te permitiría abandonar el barco, ni vivo ni muerto.

El autor que inició el género zombie en nuestro país, Manuel Loureiro, regresa al género de terror con su nueva novela, «El último pasajero». El lector se embarca durante cinco días en este magnífico crucero, repitiendo su primera y última travesía por el océano Atlántico. Apenas abandonamos el puerto cuando un inesperado (e indetectable) banco de niebla rodea el trasatlántico envolviéndonos con su claustrofóbica presencia como los últimos reductos de una  temible pesadilla de la que no conseguimos despertar.

Inspirándose en el estilo lovecrafiano, el escritor gallego utiliza una prosa llena de visualidad que no requiere recrearse en detalles excesivamente sangrientos para provocar la angustia del lector. Al contrario, en el Valkirie  predomina el terror psicológico que, paradójicamente,- se incrementa conforme abandonamos la seguridad, el lujo y el confort de los camarotes de primera clase para adentrarnos en los niveles inferiores que incluyen las lúgubres dependencias de segunda y tercera clase o la sala de máquinas, que acaba convirtiéndose en una antesala del infierno.

Loureiro se adentra en las profundidades oceánicas de la maldad humana a través de sus personajes, entre los que destacan la infatigable periodista Kate Kilroy; el enigmático multimillonario Isaac Feldman; o la amazona bosniana Shenka. A pesar de sus diferencias, todos comparten un pasado trágico plagado de sombras que regresan con la intención de llevárselos consigo, porque la oscuridad se hace más fuerte conforme avanzan en su viaje gracias a la presencia de un mal milenario liberado a bordo del Valkirie. Un círculo que deberá completarse antes de que lleguen a su destino.

Por esta razón, «El último pasajero» recrea a dos tiempos diferentes que confluyen en un mismo espacio para acentuar  la efímera distancia que, en realidad, existe entre el pasado y el presente, demostrando la influencia que ejerce uno sobre otro. De este modo, este barco acaba convirtiéndose en una versión crucero del hotel Overlook («El resplandor», Stephen King), ante la imposibilidad de sus protagonistas para distinguir entre ambos.

El  propio autor establece límites en el desarrollo tanto la historia como sus personajes, consecuencia lógica de la cuenta atrás que empieza desde el instante en el que el Valkirie abandona el puerto. Es obvio que cinco días resultan insuficientes para abarcar en profundidad todos los aspectos que Loureiro menciona, condicionando el ritmo narrativo desde los primeros capítulos para ajustarlos a la, en cierto modo, efímera . Obsérvese que Kate realiza antes de embarcar y convertirse en un valioso miembro de la nueva tripulación sin proponérselo. Es cierto que la presentación de la protagonista deja entrever parte de la emotividad de una historia que, a pesar de pertenecer al género de terror, posee una gran humanidad. El resto de personajes resultan menos sólidos, debido al mayor protagonismo que se le concede a la periodista en detraimiento del resto, cuya presencia a una serie de localizadas escenas, tal y como ocurre con el cínico físico Carter.

A pesar de estos necesarios matices en el diseño y la maquinaria en el diseño del Valkirie, «El último pasajero» nos ofrece una travesía capaz de provocarnos una talasofobia irremediable al concluirla, siempre que sobrevivamos. Manuel Loureiro regresa con una novela claustrofóbica que no concede un solo respiro al lector conforme averiguamos los secretos que se esconden bajo su cubierta. Una presencia maligna, una sombra creada por la maldad humana que nos perseguirá en cada camarote, en cada pasillo, en cada rincón de este inmenso navío… El Valkirie está a punto de zarpar rumbo hacia lo desconocido… contigo como pasajero. 

LO MEJOR: La atmósfera claustrofóbica del libro. La confluencia de dos tiempos en un mismo espacio. La presentación del personaje de Kate Kilroy al lector. El equilibrio narrativo entre terror psicológico y drama.

LO PEOR: Si consideramos el complejo trasfondo de la novela, todo se sucede en una lapso de tiempo demasiado breve. Los primeros capítulos correspondientes a la investigación de Kate resultan efímeros. El excesivo protagonismo de la protagonista en detrimento de otros personajes, como Carter, Shenka o el propio Isaac Feldman.

Sobre el autor: Manuel Loureiro (PONTEVEDRA, 1975) es un escritor y abogado español que además ha trabajado como presentador en la Televisión de Galicia y más tarde como guionista de diversos proyectos.
En la actualidad colabora con los periódicos Diario de Pontevedra y diario ABC. Asimismo es colaborador habitual de la Cadena SER.

Sus primeras novelas, Apocalipsis Z: El Principio del Fin, Los Días Oscuros y La Ira de los Justos, se convirtieron de manera inmediata en un éxito de ventas, no sólo en España, sino en otros muchos países del mundo.


Literatura, lengua y visión del mundo

Ediciones Evohé se complace en presentar la nueva obra de Alberto Bernabé, titulada Los filósofos presocráticos.

Pese a la escasez de los textos que nos han quedado de los presocráticos, sus propuestas siguen siendo una fuente inagotable de sugerencias para el estudio. En este libro se reúnen diversos ensayos que abordan cuestiones centrales del pensamiento de estos pioneros de la filosofía en Grecia (lo que quiere decir la de Filosofía, sin más). Algunas de ellas, como la forma literaria de sus escritos o como sus ideas lingüísticas, no han sido frecuentemente objeto de análisis. Otras, en cambio, son cuestiones debatidas a las que se trata de dar respuestas originales.

Especialmente interesante es la presencia de un texto, el Papiro de Derveni, en el que se desarrolla una nueva cosmogonía, con puntos de contacto con las de otros presocráticos, pero que constituye una síntesis muy singular. Aunque el libro está escrito en forma fácilmente comprensible, porque está pensado  para un público amplio, puede contener algunas sugerencias atractivas incluso para los especialistas.

Sobre el autor: Alberto Bernabé es Catedrático de Filología Griega de la Universidad Complutense. Ha trabajado sobre literatura, religión y filosofía griegas y es autor de libros como Fragmentos presocráticos. De Tales a Demócrito (Madrid 1988, 3ª ed. 2008), Hieros logos. Poesía órfica sobre los dioses, el alma y el más allá (Madrid 2003), Textos órficos y filosofía presocrática. Materiales para una comparación (Madrid 2004), Dioses, héroes y orígenes del mundo (Madrid, Abada, 2008), y, en colaboración con A. Jiménez, Instructions for the Netherworld, The Orphic Gold Tablets (Leiden-Nueva York 2008). Ha coordinado con otros editores los libros Orfeo y la tradición órfica: un reencuentro (Madrid 2008), Orfeo y el orfismo, nuevas perspectivas (Biblioteca virtual Cervantes), Reencarnación. La transmigración de las almas entre oriente y occidente (Madrid 2011), y Dioniso: los Orígenes. Textos e imágenes de Dioniso y lo dionisíaco en la Grecia Antigua (Madrid 2013).

 

Publicada en La última historieta
Sinopsis: En Maringouín nunca sucede nada. O casi nunca…

Odette, un huracán de categoría 4, está a punto de cruzar el estado Luisiana y devastar la imperturbable monotonía del pueblo. Pero antes de que esto suceda, los secretos más inhóspitos de sus habitantes saldrán a la luz. Un cuerpo sin vida en las profundidades del pantano Atchafalaya, el asesinato de una vieja alemana con siniestras vinculaciones nazis y la irrupción de un peculiar agente del FBI que busca a un asesino en serie conocido como el Comercial… pondrán la vida de todos los vecinos de Maringouin patas arriba.

Juan de Dios Garduño, el aclamado escritor de «Y pese a todo», regresa con una historia negra ambientada en los lugares más sórdidos de Luisiana y nos ofrece una visión única del horror.


Reseña: En 2005, el huracán Katrina se convirtió en uno de las más destructivos y mortíferos de la historia de Estados Unidad. A pesar de formarse como una tormenta tropical de categoría 1, fue fortaleciéndose conforme avanzaba hacia el golfo de México hasta alcanzar la categoría cinco, devastando todo el territorio desde Florida a Texas. Si bien el mayor número de fallecidos se registró en Nueva Orleans, el estado de Luisiana también fue uno de los más afectados.  Después de ocho años, la pesadilla vuelve a repetirse con Odette. Sin embargo, los habitantes de Maringouín deben afrontar otras amenazas. El descubrimiento de un cadáver en el pantano de Atchafalaya junto con la desaparición de la joven Sarah parecen indicar la presencia de un peligroso asesino conocido como El comercial se encuentra en pueblo para teñir de rojo las aguas de río Mississippi…

Juan de Dios Garduño, autor de las novelas  «Y pese a todo» y «El camino de baldosas amarillas», regresa para inaugurar la línea de terror creada por la editorial Dolmen, así como una visión propia del horror. En esta ocasión, el escritor sevillano se inspira en uno de los poemas más conocidos de Dylan Thomas, «En mi oficio o mi arte sombrío», no solo para dotar de título a su nuevo libro, sino que lo convierte en el principal vínculo entre las diferentes historias que lo conforman.

«El arte sombrío» representa la obra más perturbadora de cada persona. En principio, un lienzo vacío que, poco a poco, vamos dibujando hasta constituir la imagen formada por nuestros secretos más oscuros, aquellos que ocultamos bajo una capa de apariencias ante cualquier mirada indiscreta. Maddie, Sam, Coyne, Samantha, Marlow son solo algunos de los artistas cuyas obras acabaran siendo expuestas entre sus vecinos contra su voluntad, porque la verdad siempre acaba aflorando a  la superficie por mucho que nos esforcemos en seguir ocultándola.

Garduño nos describe con una prosa descarnada y carente de belleza esta pequeña comunidad sureña, en el que predomina el lenguaje obsceno y los tórridos encuentros sexuales. Un estilo bastante similar al utilizado por Stephen King («La tienda», «Posesión» o «Un saco de huesos») en el que confluyen diferentes tipologías de terror, desde nuestros miedos más primitivos hasta aquellos de carácter paranormal o, en apariencia, inexplicables. La monotonía de sus vidas es interrumpida de forma abrupta para ser sustituida por una batalla a contrarreloj a fin de garantizar su supervivencia y la de sus vecinos.

Precisamente, la tendencia del autor por reunir dentro de una misma novela subgéneros tan divergentes -tal y como ocurría al final de «El camino de baldosas amarillas»- acaba provocando un desequilibrio narrativo desde la introducción de John Deschaints y Rick y su relación con la anciana Maddie McRowen, así como otros extraños-y violentos- sucesos que comienzan a sucederse en Maringouín.  A pesar de ambos intervienen en algunas de las escenas de mayor tensión psicológica, el protagonismo que les concede Garduño es injustificado y desvía la atención del lector de forma constante.

Por otro lado, desaprovecha el contexto en el que se desarrolla. El estado de Luissiana posee un atractivo propio a consecuencia del contraste cultural derivado de la colonización europea, principalmente francesa y española, así como uno de los últimos territorios en derogar la esclavitud por el excesivo conservadurismo y elitismo de sus gentes. De hecho, algunas de sus poblaciones son vestigios donde coexisten un pasado basado en la superstición y la discriminación racial con un presente caracterizado por los alarmantes índices de analfabetismo y abandono escolar, la precariedad laboral o la corrupción política. La ausencia de cualquier futuro, la imposibilidad de escapar de este ambiente opresivo explica el manifiesto carácter individualista de sus habitantes y, por subsiguiente, la falta de solidaridad entre ellos, exceptuando la falsa cordialidad vecinal.

De ahí que las relaciones entre los personajes resulten tan poco creíbles, e incluso forzosas como ocurre entre Sam y Samantha, la extraña pareja de esta novela. Además, tampoco contribuye que la mayoría resulten arquetípicos, y tal y como demuestra la descripción del vestuario de Megan –un pantalón vaquero corto y una camisa de cuadros con el ombligo descubierto al que solo le faltaba añadir botas de vaquera, el pelo recogido en dos coletas y una espiga de trigo para completar tan «original»  conjunto- o el puritanismo de Samantha – que resulta contradictorio con la actitud ninfómana que exhibe desde el principio-. Únicamente el inspector del FBI, Atham, es original dentro de un cuadro en el que predominan los  estereotipos, aunque acabe su sentido del humor acabe volviéndolo un policía demasiado caricaturesco en algunos momentos de la novela cuando debería haber tenido mayor carga dramática.

Algo similar ocurre con El comercial, la descripción de sus métodos de torturas es un buen recurso para provocar la angustia psicológica de sus víctimas y, por ende, del lector que acaba experimentando la misma sensación de impotencia y horror ante semejante despliegue de sadismo. En estas escenas, Garduño apuesta por no mostrar la violencia de forma directa, sino que prefiere insinuarla. Asimismo, poseen un ritmo narrativo más acertado que otros fragmentos en los que se realiza una apología de la misma. Sin embargo, una vez desvelada su identidad, resulta decepcionante el enfrentamiento final con Atham por la rapidez con la se resuelve, siempre basándose en casualidades y no causalidades.

Picasso dijo que «El arte no es casto, debería prohibírselo a los ignorantes inocentes, no poner jamás en contacto con él a quienes no están suficientemente preparados. Sí, el arte es peligroso», porque todo lo que creamos a partir de la nada, aquello que sustituye el vacío físico debe proporcionar la satisfacción de un anhelo y no limitarse exclusivamente a otro cuadro con el que decorar una pared de nuestro hogar o un libro que ocupe un lugar en nuestra librería junto a otras novelas que solo proporcionan un entretenimiento temporal. En definitiva,  «El arte sombrío» es una pintura lineal, carente de un fondo elaborado y que emplea una reducida paleta de colores –léase personajes- mal combinados.

LO MEJOR: La elección del escenario. Las descripciones de las torturas que El comercial infringe a sus víctimas, donde la violencia no es mostrada de forma directa. La forma de reflejar la ideología y el carácter de los habitantes de Maringouín a través de una prosa descarnada. El personaje de Atham.

LO PEOR: El desaprovechamiento del contexto. El abuso de estereotipos, volviendo la lectura previsible en algunos fragmentos. La introducción de elementos paranormales que no se justifican, tal y como ocurre en «El camino de baldosas amarillas», provocando un desequilibrio narrativo desde el primer tercio de la novela. La mayoría de personajes resultan poco creíbles.

Sobre el autor: Juan de Dios Garduño nació en Sevilla en el caluroso verano de 1980. Desde que publicó su novela El Caído no ha parado. Ha sido finalista y ganador de certámenes, ha publicado cuentos en multitud de antologías, ha escrito prólogos, ha sido seleccionador de antologías (Taberna Espectral o Antología Z 2, Antología Z 3, Ilusionaria I, Ilusionaria II) y ha hecho sus pinitos en el mundo cinematográfico como guionista, destacando el primer mediometraje de terror psicológico de la Comunicad valenciana, Llagas,  estrenado en el festival de cine fantástico de Sitges y finalista del Festival de cine fantástico de París, junto a Paco Plaza (REC1, REC2, REC3) y Miguel Ángel Font. Ahora prepara su tercer cortometraje como guionista titulado Muñeca Rota.

En Julio de 2010 publicó su novela Y pese a todo… convirtiéndose enseguida en un éxito de ventas con gran acogimiento en el público y la crítica (recibiendo el premio Nocte de terror a la Mejor Novela de Terror Nacional). Vaca Films, la productora de Celda 211, prepara la película de la novela para fechas próximas contando con coproducción estadounidense, dirección de Miguel Ángel Vivas (Secuestrados, 2011) y actores de primer nivel.