Critica de El hombre que susurraba al oído de los caballos (Nicholas Evans)

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Sinopsis: Un accidente trunca brutalmente la idílica relación entre una niña y su caballo. La madre deberá recurrir a un hombre muy especial, de quien se dice que posee poderes especiales para comunicarse con los caballos y sanar su espíritu... Una historia de profundas connotaciones humanas que recupera los sólidos valores que la frenética sociedad actual parece haber olvidado. La solidaridad entre las personas, la armonía con la naturaleza y la fuerza de los sentimientos subyacen como motor de esta novela inolvidable, adaptada al cine en una superproducción dirigida y protagonizada por Robert Redford.



Crítica: A pesar de que el turismo español suele asociarse con el binomio sol y playa, apreciamos un incremento del número de viajeros, tanto nacionales como extranjeros, que escogen por disfrutar de sus vacaciones en un entorno rural. El aislamiento que nos proporcionan estos parajes naturales representa la mejor forma para desconectar por completo de nuestra rutina, redescubriendo el valor de una vida sencilla basada en valores como la familia, la perseverancia y, sobre todo, el sacrificio.

Precisamente, Annie MacLean viaja hacia Montana para reencontrarse en compañía de su hija Grace y Pilgrim, el caballo de su primogénita, ambos heridos tanto en cuerpo como alma a consecuencia de un terrible accidente que cambió por completo sus vidas. Sin embargo, Annie conserva la esperanza de restablecer el deteriorado vínculo que antes existía, no solo entre la niña y su bravo jamelgo, también entre las dos; pero necesita ayuda. Por esta razón recorre miles de kilómetros, buscando a Tom Booker, un «susurrador de caballos». En su rancho, madre e hija deberán enfrentarse  a sus respectivos miedos e inseguridades para recuperar la confianza perdida aquel trágico día. Únicamente siendo sinceras tendrán la capacidad de aprender de sus errores y afrontar los cambios acontecidos en sus vidas, así como los que todavía están por suceder.

«El hombre que susurraba al oído de los caballos» es una novela sobre las segundas oportunidades a través de una emotiva historia en la que sus personajes aprender a convivir con el dolor ocasionado por la pérdida, pero sin resignarse a una vida incompleta, tullida. Al contrario, Nicholas Evans transmite un mensaje esperanzador trasladando al lector hasta la tierra de montañas brillantes para enamorarnos de la belleza de sus paisajes mientras cabalgamos por sus extensas llanuras, siempre bajo la protección de sus cordilleras que nos ofrecen el refugio perfecto, o como dice el lema del estado de Montana: El último mejor lugar (the last best place). Y es que resulta curioso comprobar la extensa distancia que debemos recorrer para acabar regresando al punto de inicio, nuestro pasado.

Por esta razón, el autor retrocede en el tiempo para rendir un tributo particular a los cowboys, aunque no la imagen popularizada (y estereotipada) de las viejas películas western con espuelas, sino aquellos ganaderos que debían atravesar el país en una peligrosa travesía junto sus reses y, por supuesto, sus caballos. Nicholas Evans nos describe una imagen romántica, hombres solitarios que observan con impotencia la progresiva decadencia de su modo de vida ante la indiferencia de los demás, incapaces de apreciar el auténtico valor de sus tierras más allá de la especulación inmobiliaria.

Justamente, el materialismo de Annie MacLean evidencia (y acentúan) las diferencias con la personalidad de Tom Booker, quien percibe la vida exclusivamente en el presente como una sucesión de ahoras que tenemos la obligación de disfrutar sin importar las consecuencias.

Obsérvese la asfixiante (e hipócrita) atmósfera de la urbe neoyorkina contrapuesta con la serenidad del rancho Booker donde el tiempo parece detenerse y el silencio permite un dialogo sincero entre las personas. Nicholas Evans emplea un ritmo pausado que nos permite recrearnos en los diferentes ambientes, pero sin adornos superfluos que distraigan de la auténtica riqueza de la novela. En «El hombre que susurraba al oído de los caballos» predomina la reflexión, no la acción exceptuando aquellas escenas determinantes en el inicio y la conclusión de la novela.

Sin embargo, Nicholas Evans acaba concediendo todo el protagonismo a  Annie cuando sus sentimientos por Tom Booker exceden de la admiración, el agradecimiento o la simple amistad. El romance entre ambos convierte la novela en una sucesión de estereotipos, tal y como demuestra el uso de expresiones poco imaginativas como «dos corazones latiendo como uno solo» que traen a la memoria otras igual de socorridas: «la frente perlada de sudor» o «correr como alma que lleva el Diablo».

Un giro de los acontecimientos demasiado previsible, además de redundante. La novela debería haberse centrado en el proceso de recuperación de Grace junto a Pilgrim, pero ambos quedan relegados hasta recudir su presencia al mínimo. Es necesario recordar que la joven se encuentra en una etapa muy convulsa de su vida antes de accidente: la adolescencia. Durante este periodo, los cambios se suceden de forma ininterrumpida en todos los aspectos de su vida siendo comprensible su sentimiento de desamparo ante la debilidad de la figura paterna y la ausencia de la madre. El autor nos  presenta un personaje conflictivo  que, al principio del viaje, se rebela contra la imposición de Annie, quien siempre intenta imponer su criterio sobre el resto. Posiblemente la escena de la primera Navidad juntos después del accidente, cuando adornan el árbol antes de la llegada de Grace cuando se trata de una tradición familiar, argumentando que su hija sería incapaz por la amputación de su pierna. Este egocentrismo permanece inmutable durante toda la novela, porque siempre actúa con la intención de obtener un beneficio personal, incluso cuando ayuda a su hija. Adviértase que toma la decisión de no sacrificar a Pilgrim para desatenderse por completo del animal, permitiendo que lo torturasen, completamente aislado del resto de caballos en un cubil ruinoso y en condiciones infrahumanas, rodeado de sus propios excrementos o alimentándolo solo cuando era estrictamente necesario. Al mismo tiempo,  el sentimiento de fracaso es lo que realmente la impulsa a viajar hasta Montana, no el amor por su hija.

Es más, resultaba curioso leer la facilidad con la que ambas resuelven sus conflictos cuando Nicholas Evans hubiese debido profundizar en la relación existente entre ambas. A pesar de ser una historia desarrollada en dos flancos comunes, siempre predomina una sobre la otra. En una novela en la que se utiliza la tercera persona, suele ocurrir que la narración tienda a centrarse en un personaje sobre los demás, pero aquí resulta excesiva. De ahí que  el autor lo soluciona para centrarse exclusivamente en la historia de amor, cuando la relación que verdaderamente interesaba al lector era la de Grace con su caballo, porque «El hombre que susurraba al oído de los caballos» es una novela sobre la redención, el sacrificio personal por los demás y, en especial, el equilibrio de la relación entre el ser humana y la naturaleza. Y Annie MacLean carece por completo de ellos, pero no Tom Booker, quien renuncia a su propia felicidad, e incluso su vida, para evitar un dolor innecesario a Grace que pueda seguir perjudicándola en su intento por recuperar el vínculo con Pilgrim. Un final digno para un personaje convertido en un mero semental que corteja a la nueva hembra de la manada.

A pesar del sentimiento inicial, la progresiva sensiblería argumental y la constante autocompasión de sus personajes convierten a  «El hombre que susurraba al oído de los caballos» en una novela desaprovechada ante el cambio narrativo durante el último tercio. Nicholas Evans acaba olvidando el mensaje que pretendía transmitir a través de una historia que, bien encauzada, podría haber conseguido que el lector cabalgase hacia el atardecer, perdiéndose en el amplio horizonte de sus palabras. Y es que «Siempre he pensado que nada es mejor que viajar a caballo, pues el camino se compone de infinitas llegadas. Se llega a un cruce, a una flor, a un árbol, a la sombra de la nube sobre la arena del camino; se llega al arroyo, al tope de la sierra, a la piedra extraña. Pareciera que el camino va inventando sorpresas para goce del alma del viajero.» (Atahualpa Yupanqui).

LO MEJOR: Los dos primeros tercios de la novela. El mensaje esperanzador de la novela. La contraposición de escenarios. El tributo del autor a los auténticos cowboys y sus caballos. El sacrificio final de Tom Booker por Grace y Pilgrim.

LO PEOR: La egoísta Annie MacLean. El romance entre los dos protagonistas adultos que acapara todo el protagonismo durante el último tercio de la novela. El desaprovechamiento de Grace y el resto de personajes secundarios.

Sobre el autor: Nicholas Evans es un periodista, escritor, productor de cine y TV y un novelista "best seller". Nació en 1950 en Bromsgrove, Worcestershire, Inglaterra.

Evans fue educado en la Escuela Bromsgrove (Bromsgrove School) pero antes de estudiar en la Universidad de Oxford, cumplió servicios de caridad en África a través de "Voluntary Service Overseas" (VSO). Luego de eso trabajó como reportero para la prensa escrita y también para la televisión. En el 2006 vive en Devon.

Su novela El hombre que susurraba al oído de los caballos ("The Horse Whisperer") se ubicó en la posición número diez de la lista de novelas más vendidas de los Estados Unidos en el año 1995, según el diario New York Times. La novela también se llevó a la pantalla grande, con la dirección y actuación de Robert Redford y de Kristin Scott Thomas.

2 comentarios:

  1. Me parece que desmenuzas en demasía la historia y adelantas demasiado de la trama..Hay lectores que no gustan de tanto spoiler

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