Sinopsis: Bucky Wunderlick es
una estrella del rock en la cúspide de su carrera. En medio de una gira, y
harto de un éxito en el que ya no cree, decide abandonar a su banda y
refugiarse en un apartamento de la calle Great Jones, en Manhattan. Pero
su exilio no resulta como esperaba, y su paz se ve continuamente truncada
por todo tipo de visitas: periodistas en busca de una exclusiva,
agentes musicales ávidos de material inédito, e incluso por los
miembros de una misteriosa comuna agrícola que quieren implicarlo en el
comercio de una nueva y potente droga.
Crítica: La banda sonora de
los 60’s simbolizaba la rebeldía y el inconformismo de una generación que, a través de la música, expresaba su
rechazo con la guitarra eléctrica de Jimi Hendrix interpretando el himno
estadounidense en el festival de Woodstock. Durante tres días, medio millón de
personas se congregaron para corear junto a sus ídolos del rock las letras que
habían inspirado a la generación del peace
and love, convirtiéndose en un auténtico símbolo, el éxtasis musical de un
movimiento social y cultural. No obstante, y al igual que ocurrió con los
grandes iconos de los años 50, el rock se convirtió en víctima de sus propios
excesos durante los 70’s. La música se convirtió en una mercancía de las
grandes empresas discográficas, que masificaron el género y optaron por los
grandes despliegues visuales en los conciertos, destacando las impresionantes
producciones de The Rolling Stones o Pink Floyd. La esencia del rock estaba
corrompida, ya no pretendía trascender lejos de los escenarios, sino vender
discos, entradas y, en especial, merchandising.
Situarse en los primeros puestos de las listas de los más escuchados. O figurar
en las portadas de las principales revistas del género no por su música, sino
por los últimos escándalos relacionados con alcohol, drogas, mujeres, peleas
con los paparazzi, entre otros.
Por esta razón, Bucky Wunderlick decide exiliarse a la calle
Great Jones, porque su música se ha convertido en ruido vacío, carente de
significado tanto para él como para sus seguidores, quienes asisten a sus
conciertos exclusivamente por lo que representa como icono creado por la
discográfica Transparanoia. Durante este período, recibirá las constantes
visitas de un ecléctico grupo de personajes, quienes nos descubrirán todos los
sórdidos aspectos del rock de finales de los 60´s y principios de los 70’s,
cuando la guerra de Vietnam, el consumo de drogas, la promiscuidad o el
progresivo ascenso del capitalismo –y la subsiguiente pérdida de identidad del
individuo ante la masificación- inspiraban todavía letras con auténtico fondo,
bastante diferentes de los hits
actuales basados en melodías sencillas –o mejor dicho, simples hasta el
insulto-, estribillos de fácil memorización –incluso más que el abecedario o
las tablas de multiplicar-, y número de descargas en las plataformas de vídeos online.
Don DeLillo concede a su tercera
novela un ritmo único inspirándose en el rock psicodélico de aquella época, pero optando por la vertiente
estadounidense del género y no por los grupos de la invasión inglesa, como The Who, The Zombies, The Animals,
The Rolling Stones o The Beatles –y su clásico Pepper’s
Lonely Hearts Club Band. Al contrario de lo que
parece, esta elección del autor no es consecuencia de sus preferencia personales, sino que
centrándose exclusivamente en la música de su país, el autor consigue reforzar
la percepción de encontrarnos ante un contexto falta de inspiración, de
creatividad, de incentiva propia. Y es que la mayoría de artistas
estadounidenses se inspiraron en sus homólogos británicos, pero en público no
reconocían esta influencia, exhibiéndose como los auténticos precursores.
«La calle Great Jones» es
un recopilatorio compuesto por tres discos –o bloques narrativos- cuyos
capítulos se constituyen de diferentes formatos para crear una auténtica pieza
de coleccionista. Una edición deluxe limitada que incluye fragmentos de
entrevistas, letras de canciones originales- como las cintas de las montañas- y, en especial, la biografía sobre la
última etapa musical de una polémica estrella del rock ya olvidada, Bucky
Wunderlick.
Curiosamente, Don DeLillo no emplea los
escenarios clásicos, como los backstages, las suites
de hoteles, los estudios de grabación, las zonas vip de discotecas y restaurantes de lujo, la parte trasera de las
limusinas… Al igual que su protagonista, el autor nos aparta de los
estereotipos con las que se ha asociado al rock durante los últimos decenios-
principalmente a partir de los 80’s- devolviéndolo a las calles. En concreto, a
«La calle Great Jones» de Nueva York, donde nos convertimos en
espectadores de primera fila de un concierto acústico que rechaza las
apariencias para centrarse en la auténtica esencia de la historia.
Desde los primeros capítulos, el
escritor estadounidense nos obsequia con una serie de temas en los que
predominan los ritmos discordantes en la prosa, letras cargadas de reflexión y
denuncia social carentes de rima, pero repletas de un significado demoledor.
DeLillo exhibe un humor cínico, desesperanzador que aboga por emplear silencios
puntuales durante la narración que nos permita recrearnos en los últimos
acordes de sus palabras. Cada letra está dotada de una cadencia especial que
rompe los esquemas previos, convirtiendo su tercera novela en un referente para
la posterior generación del baby boom
– o la denominada literaria Generación X.
Es más, detalles
como el escritor aspirante a crear un nuevo género que revolucione el mercado
editorial como la pornografía infantil o el intercambio a escala mundial de
ropa interior para conseguir la paz entre naciones son propios de la sátira que
caracterizan las novelas de Chuck Palahniuk. O los episodios psicodélicos, el
proceso de autrodestrucción de sus personajes o la coexistencia de planos
narrativos- es decir, la presencia de un multiuniverso caótico- del estilo acid de Irvine Welsh.
Es posible que algunos lectores acusen a Don
DeLillo de una novela improvisada a consecuencia de la sucesión de pensamientos,
en apariencia inconexa, de Bucky Wunderlick. Paradójicamente, el autor pretende lo contrario, porque analiza
en el contexto en el que se escribió «La calle Great Jones» -y que, por
desgracia, se ha publicado en nuestro país con tres décadas de retraso- refleja
con gran fidelidad los acontecimientos que convirtieron los 70’s en una década convulsa.
De hecho, el capítulo de la fiesta en el piso de Opeth, la antigua amante de Wunderlick,
con las múltiples conversaciones desarrolladas de forma paralela dota de gran
naturalidad a la narración. Estos detalles nos demuestran que detrás de esta
incoherencia, en realidad, refleja un estilo sólido. Por ejemplo, la obsesión
de Azarian por crear música negra alude a los orígenes del rock que se
popularizó entre los WASP con Elvis
Presley, tal y como conseguiría Eminem con el rap posteriormente. O las letras de Bucky Wunderlick que evidencia su degradación, tanto como
artista y persona. Otro aspecto muy significativo es la crítica a los medios de
comunicación, la pérdida de intimidad o la manipulación de la información,
temáticas de actualidad que vuelven a situar a Don DeLillo como uno de los
autores contemporáneos más visionarios, tal y como demostraba en «Cosmópolis»
En la actualidad, «La calle
Great Jones» sería considerado un
producto indie orientado a las
minorías culturales más exigentes que rechazan el conformismo de las masas,
etiquetándolo de forma errónea como un producto, limitando la auténtica
trascendencia de una historia atemporal que no busca la provocación, sino
estimular los sentidos del lector y,
sobre todo, el pensamiento de forma individual. Y es que la tercera novela de
Lillo tiene múltiples interpretaciones, manteniendo inalterable la esencia de
la historia, pero sabiendo evolucionar acorde a los tiempos en los que es
disfrutada. Una novela sobre drogas, sexo y, por supuesto, rock and roll que,
no obstante, no necesita tocar una sola nota para crear una melodía única.
LO MEJOR: Absolutamente nada. Una pieza literaria única que capta
la esencia del auténtico rock de los 60’s y 70’s desde una perspectiva íntima
con objeto de denunciar la masificación cultural y otros aspectos sociales de
la época. Una novela con estilo propio, diferente que no pretende convertirse
en un best-seller, que huye de los arquetipos para convertirse en un referente
literario.
LO PEOR: Los lectores menos acostumbrados al estilo de DeLillo
argumentarán que es una novela inconexa por el estilo psicodélico de la
narración. Tres décadas de retraso en su publicación.
Sobre el autor: Don DeLillo Nació
y creció en Nueva York. Es autor de quince novelas y varias obras de teatro. Ha
ganado numerosos premios, como el National Book Award por Ruido de fondo (1985; Seix Barral, 2006), el International
Fiction Prize por Libra
(1988; Seix Barral, 2006), el PEN/Faulkner Award de Ficción por Mao II (1991; Seix Barral,
2008), la Medalla Howells por Submundo
(1997; Seix Barral, 2009) y el PEN/Saul Bellow Award y el Jerusalem Prize a
toda su carrera.
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