Quince
años después de la Noche del Desastre, sólo quedan las ratas y la apuesta por
la supervivencia (stop).
La
Enfermedad ha resultado peor que el mismísimo Diluvio bíblico (stop).
Los
vivos bastante tienen con conservar el pellejo (stop).
En un
instituto medio abandonado en mitad de una ciudad fantasma sobreviven Abel y
Verona (stop).
Eran
unos críos cuando sucedió el Desastre (stop).
Quince
años después se han convertido en dos verdaderos hijos de puta (stop).
Reseña: Alejandro
Castroguer es un escritor que solo puede catalogarse de atípico, atrevido,
sagaz y, tras la lectura de El manantial,
con muy mala leche. Al igual que sus libros, no deja indiferente, simplemente porque
no sabe cómo hacerlo. Es esta incapacidad, la principal responsable del
alumbramiento de esta horrible, aunque fascinante, criatura literaria concebida
desde visceralidad de un alma desesperanzada
y cínica con la vida y, sobre todo, con el ser humano. A pesar de englobarse
dentro del género Z, Castroguer consigue desvincularse por completo de su obra
precedente, La guerra de la doble muerte,
para ofrecernos una historia que desconoce el significado de la palaba censura.
Si bien hemos sido testigos de la aparición del torture porn (subgénero cinematográfico encabeza por títulos como
la saga de Saw, Hostel, The Human Centripede
o A serbian film), la literatura
permanecía al margen de esta sádica tendencia, quizás como consecuencia del
progresivo descenso de ventas en el sector editorial o la falta de experiencia
de los lectores en títulos de esta vertiente, siendo los ejemplos más
destacables La naranja mecánica
(Anthony Burguess) o Battle Royale (Koushun
Takami), más acostumbrados a lecturas “políticamente
correctas”, “edulcoradas” o
dotadas de “finales felices”. En
ambos casos, la imperiosa necesidad de conseguir un éxito de ventas inmediato
y, al mismo tiempo, satisfacer al mayor número de lectores que lo posibilitasen,
resultaba incompatible con la violencia explícita y el sexo descarnado. O eso
parecía… El manantial representa un
antes y un después, no solo en el género Z, sino en la literatura española. La guerra de la doble muerte era solo la
punta, mientras que El manantial representa el iceberg oculto bajo las
apacibles aguas de la cordura. Nada prepara al lector para la historia
literalmente vomitada en sus páginas, salvo una pequeña advertencia que
despierta nuestra curiosidad, incitándonos a su lectura como un jugoso fruto prohibido
ofrecido para tentarnos.
Disnonible en La Web del Terror.
Sobre el autor: ALEJANDRO CASTROGUER nació en Málaga (1971), muy lejos de la Luna, a donde le condujo, de inmediato, su anhelo por llegar a ser astronauta. Niño feliz y adolescente inquieto que estudió pintura y música, desde muy pequeño incubó el virus de la literatura, hasta el punto de que consumió parte de su juventud escribiendo siete novelas, inéditas y posteriormente destruidas debido a su autoexigencia. Nació al mundo editorial con el alumbramiento de “La Guerra de la Doble Muerte” (Almuzara, 2010). Ha perpetrado aberraciones en forma de relatos y ha coordinado la antología “Vintage’62: Marilyn y otros monstruos”. Ahora se ha empeñado las vísceras en “El Manantial”, redactado desde la rabia.
Tras un breve
capitulo de introducción, Castroguer nos conduce sin mayor dilatación en un
escenario de pesadilla. En el instituto, seremos testigos de la supervivencia
de Abel y Verona, en apariencia únicos supervivientes de una gran catástrofe,
denominada la Noche de Desastre, cuyos orígenes son inciertos, pero cuyas
consecuencias son más que apreciables durante toda la novela. Quince años los
separan de los acontecimientos sucedidos por entonces, quince largos años sin
salir al exterior, sin otras compañías, sin apenas alimentos y, lo más
importante, sin esperanza. Cualquier prueba de una vida anterior se ha
desvanecido, salvo por dos objetos: el libro de cuentos de Marcovaldo y la
letra de unos de los temas míticos de The Doors, The End. Nuevamente, Alejandro Castroguer vuelve a emplear con maestría
elementos cotidianos como metáforas que escriben tanto los escenarios como los
sentimientos de sus personajes. Por un lado, el libro de cuentos representa la
inocencia perdida y la necesidad de ampararse en un mundo de fantasía para
escapar de la realidad. La elección de este título no es fruto el azar, sino
que cada fábula se encuentra entrelazada con los acontecimientos descritos. Un
buen ejemplo es Setas en la ciudad, descubrir
la toxicidad enmascarada bajo la negación de quien no desea percibir el peligro
o la necesidad de engañarse para mantener la ilusión de una ciudad que todavía
tiene algo bueno que ofrecer. Por otro lado, Jim Morrison se convierte en
segundo narrador a través del tema debut de su grupo, en el que determinadas
estrofas consiguen sintetizar capítulos completos, como “Y donde todos los niños están locos”, “No te volveré a mirar a los ojos otra vez” o “Desesperadamente necesitado de una mano extraña en una tierra sin
esperanza”. Adviértase que lo diferentes fragmentos son seleccionados de
forma cronológica, acode con los acontecimientos de la trama principal.
Es posible
que estas dobles lecturas no sean percibidas ni apreciadas por la mayoría de
los lectores, que se limitarán a una lectura más superficial, sin profundizar
en los elementos que dotan al relato de su auténtico valor artístico. Un riesgo
menor, en comparación con la obra en su conjunto, que Castroguer asume de forma
consciente, pero ponen en relieve un fenómeno preocupante: la homogeneización
cultural. Antes existía una mayor diversidad en diferentes ámbitos (cine,
literatura y música). Ahora, sin embargo, todos parecen beber el mismo
manantial, contaminando con sus aguas estancadas en las pretensiones
comerciales y el éxito rápido tanto el presente como el futuro cultural de las
próximas generaciones, envenenadas por el conformismo y la resignación, sin
atreverse a arriesgar por miedo al rechazo colectivo.
Por el
contrario, Alejandro Castroguer no muestra temor ni se doblega ante las
críticas. Por supuesto, el mérito debe reconocerse a la Editorial Dolmen, quien
le concedió carta blanca para expresarse sin tapujos y volcar sobre el papel
toda la rabia contenida por la civilización. El resultado de esta acertada
relación es un retrato visceral de la humanidad sintetizada en Abel y Verona. Ambos
personajes enfrentan al lector a una disyuntiva durante todo el libro. Por un
lado, tiende a justificar la mayoría de sus actos, amparándose en las
circunstancias que tuvieron que soportar cuando todavía era demasiados jóvenes
para comprender lo qué estaba sucediendo y todo lo que implicaba, similar a El señor de las moscas (William Golding). Por otro, la moralidad que nos diferencia de los animales (y los parados), impide cualquier empatía con
ellos.
Con independencia del mayor o menor agrado que puedan inspirarnos,
es imposible permanecer impasible ante muchas de las escenas descritas. La
lectura se vuelve agónica en muchos fragmentos, prolongando el sufrimiento
hasta límites insospechados. Una auténtica prueba a nuestra fortaleza
psicológica, con efectos a nivel físico (la gruesa capa de sudor que me
acompaño durante toda su lectura no era consecuencia del sofocante calor o el
sabor de mi propia sangre al morderme con saña el labio inferior para reprimir
un grito agónico). Experimentar el auténtico dolor a través de los múltiples
juegos ideados por introducir alguna emoción a su monótona existencia, que
permiten vislumbrar la maldad oculta tras actos aparentemente inocentes, así
como el sadismo que las normas sociales nos obligan a reprimir en lo rincones
más oscuros e inhóspitos del alma. Un descenso ininterrumpido hacia el
infierno, sin necesidad de morir para experimentar la agonía del castigo.
En resumen, una obra oscura caracterizada por una prosa
inteligente que sirve de precedente para futuros títulos de igual o diferente
temática. La mejor prueba de que no todo está inventado y todavía es posible
dejarse impactar por una historia capaz de dejar cicatriz en la mente y alma
del lector. Por lo demás… This is the end.
VALORACIÓN: 10
LO MEJOR: Absolutamente todo. Una novela valiente y arriesgada, sin
recrearse de forma gratuita en la violencia o el sexo como acusan algunas
críticas. La simbología del libro de
cuentos de Marcovaldo y la canción The
End.
LO PEOR: La mayoría de los lectores, poco acostumbrados a este tipo de
lecturas, pueden sentirse incómodos con El
manantial y no valorarla de forma objetiva.
Disnonible en La Web del Terror.
Sobre el autor: ALEJANDRO CASTROGUER nació en Málaga (1971), muy lejos de la Luna, a donde le condujo, de inmediato, su anhelo por llegar a ser astronauta. Niño feliz y adolescente inquieto que estudió pintura y música, desde muy pequeño incubó el virus de la literatura, hasta el punto de que consumió parte de su juventud escribiendo siete novelas, inéditas y posteriormente destruidas debido a su autoexigencia. Nació al mundo editorial con el alumbramiento de “La Guerra de la Doble Muerte” (Almuzara, 2010). Ha perpetrado aberraciones en forma de relatos y ha coordinado la antología “Vintage’62: Marilyn y otros monstruos”. Ahora se ha empeñado las vísceras en “El Manantial”, redactado desde la rabia.
Otros libros del autor:
- La guerra de la doble muerte (Almuzara, 2010)
Hola María del Carmen! Bonito blog, todo lo que sea literatura me encanta! Yo también soy un lector empedernido y estoy seguro que alguna idea cogeré de este blog para mis próximas lecturas! Un saludo y te sigo :)
ResponderEliminarBuenas tardes Leo. En primer lugar quisiera agradecerte tus palabras, así como tu admiración. Siempre es agradable seguir conociendo a apasionados de la literatura y espero que las lecturas aquí recomendadas te gusten tanto como a mí. De igual modo, espero que sigas participando, porque no existe nada mejor que un lector activo. Un saludo y bienvenido a doble lectura.
ResponderEliminarHola, Mª Carmen. Me ha gustado tu reseña, sobre todo por su estilo y su profundidad. Me gustaría proponerte la lectura de un libro de relatos que me han publicado y cuya lectura sería para mí un honor que hicieras. Si te atreves, claro está. Y sin compromiso. Si lo deseas puedes escribirme a huganay@hotmail.com
ResponderEliminarManuel
Buenas tardes Manuel,
EliminarEn primer lugar muchas gracias por tus palabras y más tratándose de una de mis primeras "disecciones". Respecto a tu propuesta, me gustaría que escribieses a mi dirección de correo electrónico explicándome con más detalle tu propuesta (sinopsis del libro, editorial, formato, fecha de publicación y etc.) para valorarla mejor antes de darte una respuesta positiva o negativa, tal y como hago con la mayoría de mis futuros pacientes.
Espero tu mensaje.
Un abrazo
María del Carmen Horcas (La diseccionadora de libros)
Gran libro y gran reseña, lo acabo de terminar y la verdad es que no deja indiferente, buscaba eso en un libro.
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