Sinopsis: Unos jóvenes
norteamericanos que pasan unas vacaciones en México ven cómo sus días de
diversión se convierten en una pesadilla. Lo que en un principio iba a ser un
trekking emocionante por la jungla mexicana, se convertirá en una caza y
captura en la que ellos serán las víctimas. Inquietante y aterradora, Las
ruinas posee la misma tensión in crescendo que caracterizó a Un plan sencillo,
así como recuerda algunas de las mejores obras de Stephen King y la
perturbadora novela La playa, de Alex Garland (publicada por Ediciones B y
llevada al cine con Leonardo Di Caprio como protagonista). Stephen King dice de
ella: “Suspense al más puro estilo Ruth Rendell. Smith pretende aterrorizar al
lector y lo consigue, y lo hace de una manera directa, sin atajos: Las ruinas
es un prolongado grito de horror. La estancia en México de sus protagonistas es
el equivalente actual de lo que fuera en su día Tiburón en las playas de Nueva
Inglaterra.”
Crítica: La violación de un grupo de turistas españolas durante sus
vacaciones en un complejo turístico de Acapulco demostró que, incluso en el
paraíso, no debemos olvidarnos que el infierno también existe. Las maravillosas
imágenes de las agencias de viajes ocultan la aterradora realidad de un país en
el que la principal moneda de intercambio es la violencia derivada, sobre todo,
del narcotráfico. A fin de combatir la inseguridad ciudadana y,
especialmente, garantizar protección de los
extranjeros que visitan estas turísticas regiones, el gobierno local ha
declarado la guerra a los cárteles de la droga. De esta forma, los viajeros
pueden seguir disfrutando de sus vacaciones sin mayores preocupaciones que las quemaduras solares, los
ávidos mosquitos o las ineludibles resacas durante su estancia. Sin embargo, la
amenaza sigue latente fuera del todo
incluido, porque el peligro no proviene exclusivamente del tráfico ilegal
de narcóticos, los enfrentamientos entre bandas rivales o la corrupción de las
autoridades, sino de algo más primitivo y antiguo. Al fin y al cabo, la
pronunciación maya de Cancún -que junto a Acapulco representa uno de las
ciudades turísticas mexicanas más reconocidas en el mundo- significa «nido de serpientes».
Al igual que otras historias de terror serie
B, comienza con un grupo de jóvenes (Jeff, Amy, Eric y Stacy)
estadounidenses disfrutando de sus últimas vacaciones juntos antes de empezar
la universidad y, por subsiguiente, de su despreocupada libertad previa a la
adquisición de obligaciones como adultos. Entre tragos compartidos a la orilla
del mar, entablan una deleznable amistad con un enigmático turista alemán (Mathias)
y un incorregible trío griego (Pablo, Juan y Don Quijote). No obstante, su
cómoda rutina basada en el alcohol, la playa y las risas ebrias se interrumpe
cuando Mathias les propone acompañarle para visitar unas ruinas, esperando
encontrar a su hermano. Ignorando las reticencias iniciales, el grupo acaba
accediendo y, en pocas horas, se encuentran en el interior de la jungla
dirigiéndose hacia una trampa mortal.
De este modo, «Las ruinas» se
convierte en un desgarrador relato de supervivencia cuando los protagonistas se
ven atrapados sobre una colina en la que crece una singular enredadera para
descubrir, siempre demasiado tarde, que no todo es lo que parece en un
principio.
Si bien la novela tiene un principio irregular en la narración, destacando
por la ausencia de una constancia en el ritmo, Scott Smith capta la atención utilizando
un reducido número de elementos con los que crear una atmósfera opresiva. El
autor siembra el miedo desde el primer instante en que los protagonistas son
obligados a permanecer contra su voluntad entre aquella extraña vegetación
mientras decenas de ojos observan impasibles sus movimientos, la mayoría
humanos. Otro no.
Desconcertados ante el giro que experimentan los acontecimientos, comienzan
las especulaciones para intentar comprender la situación en la que realmente se
encuentran, así como las posibilidades de escapar con vida. En este sentido,
resulta muy acertado que el autor omita cualquier información respecto al
origen de la planta, siendo sus propios personajes quienes averiguan de forma
paulatina a qué se enfrentan. Resulta significativa algunas de las posibles
explicaciones sugeridas por Scott Smith que parecen inspirarse en el
experimento del laberinto con gusanos planarios, aplicada anteriormente en
otras novelas del género como «Fantasmas»
(Dean Koontz) e incluso el cómic, «La
cosa del pantano: Lección de anatomía» (Alan Moore). Si bien, el autor
sorprende al plantearnos la siguiente pregunta: ¿Y si realmente no fuese una planta? ¿Y si solo tuviera su apariencia
de una planta, pero nos estuviéramos enfrentando a algo completamente
diferente?
Otro planteamiento interesante es la presencia de los mayas rodeando el
claro, porque demuestran la pervivencia de las supersticiones en el pueblo
mexicano y, en concreto, de los mayas. El contraste entre el drama de los
protagonistas intentando sobrevivir en condiciones extremas y la impasibilidad
de sus vigilantes, quienes observan el desarrollo de los horribles acontecimientos
sin intervenir mientras realizan su particular rutina es demoledora. La escena
del niño intentando aprender malabares siendo observado por Jeff desnutrido y harapiento
resulta impactante. Irónicamente, nos recuerda a aquellas imágenes de
ciudadanos con sobrepeso que observan impávidos las secuencias de niños
africanos. Por segunda vez, Scott Smith nos demuestra la facilidad con la que nuestra
realidad puede verse alterada.
Y es que, a pesar de que «Las ruinas»
se desarrolla en contexto ficticio, la novela resalta por el realismo de sus
escenas, en especial cuando el narrador se centra en las reacciones de sus
personajes, provocando auténtica angustia en el lector a medida que observa la
degradación de la que son víctimas.
Scott Smith logra un acertado equilibrio entre la amenaza vegetal y otras eventualidades
que se les presentan posteriormente, como el hambre, la sed o la falta de
medicamentos. Si bien, tampoco debemos obviar la desconfianza que florece entre
ellos durante el transcurso de los días hasta que la violencia florece con grandes dosis de
sangre y mutilaciones, bien auto inflingidas o realizadas entre ellos para
conseguir «sobrevivir».
Una novela despojada de eufemismos en el que retrocedemos juntos a sus
protagonistas hacia un estado primitivo, casi animal (o vegetal). De ahí que el
autor no omita ningún detalle respecto a la convivencia del grupo, incluyendo
los más íntimos como las excreciones. Es cierto que durante los primeros
capítulos tiende a centrarse excesivamente en los fluidos corporales (sudor,
vomito, semen u orina), percibiéndose la influencia de Stephen King en una
prosa simple, e incluso vulgar. Afortunadamente, después realiza un acertado
cambiar en el tono al concentrarse en la psicología de los personajes.
Con todo, hubiésemos agradecido un mayor desarrollo de los cuatro
protagonistas, porque durante toda la novela pervive la sensación de que el
autor apenas realiza hincapié en sus historias personales, sobre todo con Amy y
Stacy. Eric y Jeff aluden de forma a recuerdos y experiencias previas, pero no
ocurre lo mismo con las dos jóvenes quienes permanecen pasivas durante toda la
novela. De hecho, la inercia de ambas resulta irritante y, aunque es
perceptible desde el inicio que el autor no pretende conseguir la empatía del
lector, podría haber esforzado por concederles una personalidad no más
atractiva, simplemente dársela.
A pesar de que «Las ruinas» no
está incluido en ningún paquete turístico de Cancún, si queremos dejar de ser
simples turistas para convertirnos en auténticos viajeros dejaos atrapar por la
exuberante belleza que crece en lo más profundo de la selva. Scott Smith se
convierte en nuestro particular guía durante nuestro recorrido hacia un miedo
tan ancestral como la tierra en la que germinó su leyenda. Allí donde la
civilización no ha conseguido penetrar y echar raíces en el que sobrevive un
último ejemplar de una especie prácticamente extinta alimentándose de tu miedo…
y de tu carne. Contra la naturaleza, el
ser humano es siempre es la presa.
LO MEJOR: Un auténtico tributo a la serie B. El autor aprovecha
los escasos elementos de la novela para crear un aterrador relato de
supervivencia. Las constantes incógnitas (y descubrimientos) sobre la planta. La
predominancia de la tensión psicológica frente al gore.
LO PEOR: La usencia de ritmo durante los primeros capítulos.
La prosa resulta simple, e incluso vulgar en determinadas escenas. Los cuatro
protagonistas carecen de una presentación que permita al lector simpatizar con
ellos, especialmente los femeninos. La influencia de King es apreciable en
muchos detalles.
Sobre el autor: Scott Smith nació en Summit, New
Jersey en 1965. Estudió en el Dartmouth
College y la Universidad de Columbia. En 1993 escribe su primera novela titulada A Simple Plan que le dio mucha
popularidad y que años después sería adaptada al cine bajo la dirección de Sam Raimi.
Smith fue el encargado de escribir el guion de su propia novela, siendo
nominado por la academia en la categoría
de mejor guion adaptado. A pesar de que no obtuvo el Óscar, su trabajo fue recompensado por varios premios
internacionales.
En el año
2006 escribe su segunda novela titulada The
Ruins, una novela de terror que llegó ser un best-sellers en Estados
Unidos y posteriormente adaptada al cine en el 2008.
Buscaba información sobre el libro y encontré lo que buscaba. Gran crítica saludos.
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