
Todo está
permitido para sobrevivir.
Empieza el
juego.
Empieza BATTLE
ROYALE.
Reseña: A pesar de que el fin del aislamiento de Japón
supuso la abolición del sistema feudal de castas vigentes en este país desde el
período Edo (desde 24 de marzo de 1603 hasta 3 de mayo
de 1868),
sigue siendo una nación caracterizada por un comportamiento social vertical. Es
decir, al contrario que la mayoría de las sociedades occidentales basadas en
una jerarquía horizontal igualitaria, en este país no existen las relaciones
equivalentes o de reciprocidad. Por esta razón, los cuarenta y dos estudiantes
de la Clase B del Instituto Shiroiwa no mostrarán ninguna compasión hacia sus
compañeros cuando el juego empiece y tengan que asesinarse entre ellos hasta
que solo quede un solo ganador.
Precisamente, la intención de Koushun Takami
cuando escribió «Battle Royale» fue ilustrar la exacerbación del
individualismo a través de la competitividad y la presión social de su país. El
juego demuestra la influencia del Estado sobre la persona en todos los aspectos
de su vida desarrollando la historia en una línea de tiempo alterna, después de
la Segunda Guerra Mundial, que ha derivado en un gobierno de formas
autoritarias conocido como la Gran república del Asia oriental. Entre otras
prácticas, celebra de forma anual un programa en la que se selecciona cincuenta
clases de tercer año de varios
institutos para obligar a los estudiantes seleccionados a luchar hasta la
muerte.
Si bien la mayoría de los elementos que
constituyen el «Battle Royale»
han permanecido inalterables desde la primera edición, salvo la incorporación
de algunos avances tecnológicos, entre
los alumnos del Instituto Shiroiwa existen varios estudiantes dispuestos a
combatir, no solo para salvar sus vidas, sino también para demostrar a las
autoridades que no son simples instrumentos al servicio de la nación, sino
personas.
Consciente de la importancia de los
personajes, Koushun Takami realiza una magnífica presentación durante el
capítulo inicial del libro a través de Shuya
Nanahara, o más conocido por las autoridades como el estudiante 15. Esta
asignación numérica tiene una doble
intención por parte del autor. En primer lugar,
nos demuestra que, a pesar de diferir en carácter o pautas de
comportamiento, la persona queda reducida a una mera cifra cuya pérdida no será
significativa. En segundo, reforzar la percepción de que todos están
"cortados de un mismo patrón", tal y como afirma su autor,
asignándoles roles concretos a cada personaje que permanecen inalterable
durante toda la novela.
Por subsiguiente, y a pesar de sus
diferencias, este estatismo facilita su identificación, permitiéndonos
vaticinar su forma de actuar durante el juego. Al igual que las piezas del
ajedrez, cada una tiene su función asignada de antemano y papel que desempañará
en la partida, sin posibilidad de cambios. Es decir, el único elemento
verdaderamente diferencial entre ellos sería la enumeración asignada, porque
realmente se encuentran condicionados por su entorno que los ha convertido en
un arquetipo sin que sean conscientes de esta circunstancia.
A fin de conseguir esta percepción
psicológica, Koushun Takami procura conceder un presencia equilibrada de todos
los estudiantes a través de episodios breves en los que conocemos su propia
historia. No obstante, el trío conformado por Shōgo Kawada
(el estudiante 5), Shuya Nanahara (el estudiante 15) y Noriko Nakagawa (la estudiante
15) acaban teniendo mayor presencia, sobre todo a partir de la tercera parte.
Un detalle que perjudica a otros alumnos con mayor atractivo, como Mizuho Inada
(la estudiante 1), quien crea un universo fantástico paralelo para evadirse de
la realidad ante la imposibilidad de la muchacha para enfrentársele; o Yutaka
Seto (el estudiante 12), reducido al cómico de la clases sin ninguna otra
habilidad destacable, entre otros. De hecho, resulta interesante comprobar que
cada estudiante representa una consecuencia concreta de ese individualismo.
Sin embargo, da la sensación de que el autor
pretendía abarcar el mayor número posible de tribus sociales presentes en muchos
institutos japonesess, como los otakus, aunque
solo fuese mediante una breve mención cuando
su verdadera intención era centrarse principalmente en el trío
anteriormente mencionado, pues son los únicos que manifiestan una ideología
contraria al régimen de su país.
De ahí que la estructura narrativa no sea
homogénea. Adviértase que los capítulos
centrados en nuestros tres protagonistas son más extensos conforme el número de estudiantes
decrece, anticipando quienes conseguirán sobrevivir hasta el final. Es más,
cuando apenas quedan pocos supervivientes, las historias se reducen apenas unas
páginas cuando anteriormente se dedicaban varios capítulos para explicarlas,
tal y como ocurre con Mizuho Inada (la estudiante 1). Esta alteración
del ritmo es consecuencia de la
necesidad de Koushun Takami de concluir el juego y desarrollar la trama
posterior a su finalización, más centrada en la crítica al individualismo de su
nación y al control del gobierno sobre la vida personal habitantes.
Al igual que «La naranja mecánica» (Anthony Burgess), que prescindió del capítulo 21 hasta la última edición
publicada, esta novela debería haber concluido una vez que la «Battle
Royale» tuviese un ganador. La
principal razón es la previsibilidad anteriormente mencionada, pues Koushun
Takami hubiese conseguido un efecto más demoledor sobre el lector con un final
similar al de «1984» (George
Orwell) o «El señor de las moscas»
(William Golding), principales fuentes de inspiración,
en lugar de optar por una conclusión tan predecible y de moraleja fácil como el
libro de Burgess.
Con todo, no podemos concluir este análisis
sin mencionar la magnífica traducción
realizada por José C. Vales, permitiéndonos disfrutar de este clásico inédito
hasta la fecha en nuestro país. Es cierto que algunas expresiones empleadas por
los estudiantes son demasiado actuales si consideramos que se encuentra
ambientada en la década de los 90, pero es un detalle que carece de importancia
comparándolo con el resultado final.
«Battle Royale» no es solo la novela
que inspiró la trilogía de «Los juegos del hambre» (Suzanne Collins),
también es una de las distopías más sangrientas y polémicas de la última década
por atreverse a describir las posibles consecuencias del individualismo y la
competitividad de una nación. Una historia violenta donde lo importante no es
sobrevivir, sino aprender a vivir tu propia vida respetando la de los demás.
LO MEJOR: La estructura
del juego, cuidado hasta el mínimo detalle. La presentación de los personajes
en el capítulo inicial. El autor consigue una historia que, a pesar de crítica
la estructura social japonesa, ha sabido emplear una estructura y un estilo
narrativo que puede disfrutarse fuera de sus fronteras. La traducción al
castellano.
LO PEOR: Koushun Takami
prioriza al trío protagonista cuando había personajes secundarios igual o más
atractivos. Los últimos capítulos después de finalizar el juego. La mayoría de
los lectores desconocen esta novela y muchos piensan que es posterior a la
trilogía de «Los juegos del hambre», cuando Suzanne Collins se inspiró
por completo en ella. La larga espera hasta verla publicada en nuestro país.

Battle Royale, terminada después de que Takami abandonara el periódico, fue su obra debut y la única novela que ha publicado hasta el momento. Con su publicación en Japón, en 1999, recibió un apoyo generalizado y se convirtió en un bestseller. Battle Royale se serializó en forma de cómic, se convirtió en película el año 2000, y se ha traducido a más de una decena de idiomas. Desde su primera publicación, Battle Royale continúa siendo una novela de culto favorita en Japón y otros países del mundo.
En 2012 se publicó Battle Royale: Angel’s Border,
un spin off manga escrito por el
propio Koushun Takami.
buen analisis, sin embargo no se pueden comparar dos obras que son completamente distintas
ResponderEliminarBuenas tardes,
EliminarEn mi opinión, los similes -no comparaciones- son necesarios para proporcionar al lector un contexto sobre la novela favoreciendo -o perjudicando- la decisión final de leerlo. Si te percatas, las obras mencionadas hacen referencia a una distopía en la que el gobierno controla a la población por diferentes técnicas, como la manipulación de la información (1984); o el frustrado intento de un grupo de jóvenes por recrear una sociedad adulta en un entorno aislado y hostil (El señor de las moscas). Ambas temáticas son desarrolladas en el libro de Takami, mientras que la mención a "La naranja mecánica" es un ejemplo para ilustrar la innecesaria prolongación de la novela con los últimos capítulos, totalmente prescindibles por las razones expuestas en las crítica. Finalmente, "Los juegos del hambre"... En este caso, si podemos hablar de comparaciones, porque algunas escenas están extraídas directamente de las páginas de la novela japonesa, aunque respecto a este aspecto prefiero profundizar cuando realice la autopsia literaria correspondiente de la trilogía de Collins.
Muchas gracias por tu comentario y espero que vuelvas a participar en futuras autopsias literarias.
Un cordial saludo
María del Carmen Horcas (La diseccionadora de libros)
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarEste comentario contiene SPOILERS o DESTRIPES.
ResponderEliminarYa sé que han pasado más de cuatro años desde que se hizo esta reseña, pero me pareció muy buena y más vale tarde que nunca. Se me hace acertada, no obstante discrepo en algunos puntos, por ejemplo: al inicio dices que los estudiantes no tendrán compasión de cara a asesinar a sus compañeros, esto es cierto sólo a medias, recordemos a las dos estudiantes, cuyo nombre no recuerdo, francamente, leí la novela hace más de un año, que acabaron asesinadas en la cima de una torre de vigilancia por tratar de persuadir a sus compañeros de que pararan la matanza. También está el caso de Hiroki, estudiante que no quiere matar directamente, sólo defenderse.
Dices también que el trío de protagonistas son los únicos que presentan personalidades no alieanadas o fuera de lo común dentro de lo impuesto por el Estado totalitario, esto tampoco es del todo verdad, recuerda a Shinji Mimura "El Tercer Hombre", que tenía su propio sentido de la justicia, una ideología adquirida, además de gustos para nada comunes dentro de lo normal. Por si fuera poco, también, creo, tenía acceso a internet, fuera de la simple red nacional distribuída por todo el país. Opino que él es uno de los personajes más ricos de toda la novela, además, su final me pareció el más impactante y emotivo de la historia.
También está el caso de las muchachas que salvaron al protagonista de una muerte segura, resguardándolo en la torre del faro, situación que Takami moldeó muy bien y acabó creando, en mi opinión, la escena más visceral del libro. Ese principio de hermandad que llevó a varias miembros de ese grupo a ayudarlo, demuestra que no todos los estudiantes estaban insensibilizados respecto a las vidas de sus compañeros.
En fin, estoy de acuerdo contigo en la mayoría de los puntos, sólo en ese par discrepamos. ¡Pero excelente reseña! Creo que no está errado decir que Takami nos quiso mostrar este grupo de estudiantes, moldeados terriblemente por la sociedad en la que nacieron y vivieron, resaltando a esas cuantas excepciones que le dan el matiz de esperanza y bondad a tan obscura historia.
Muchas gracias y saludos cordiales.