Crítica de ¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas? (Phillip K. Dick)

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Sinopsis: En un mundo devastado por la guerra, lleno de restos tecnológicos y bloques de apartamentos vacíos, Rick Deckard es un cazador mercenario, un cazarrecompensas, cuya tarea consiste en retirar de la circulación a los androides rebeldes. Sin embargo, los Nexus-6 son androides con características muy especiales, casi humanas, y no va a ser tarea fácil identificarlos. Blade Runner (o ¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas?) es sin duda una de las mejores obras y la más leída de Philip K. Dick y uno de los puntos de referencia ineludibles de todo el cyberpunk posterior. Alucinante pesadilla tecnológica, intensa novela de aventuras, su modo de plantear la existencia de una muy fina línea que delimita lo natural de lo artificial fue también la base de uno de los grandes hitos en la historia del cine en manos de Ridley Scott. Todo un clásico de la literatura de ciencia ficción, que a su vez dio vida a una película clásica.

Reseña: Afirman que el proceso de la evolución es una propiedad inherente a los seres vivos. Sin embargo, cuando John McCarthy definió el concepto de inteligencia artificial (IA) para referirse a la capacidad de razonar de un agente no vivo, contradecía  este punto esencial de la teoría de selección natural. Este informático estadounidense planteaba la posibilidad de que las máquinas pudiesen emular el pensamiento abstracto humano a través de redes neurales artificiales, e incluso que desarrollasen un proceso análogo a la evolución de las cadenas de ADN mediante algoritmos genéticos. De esta forma, cualidades intrínsecamente somáticas adquirían una dimensión artificial y, por subsiguiente, propia e independiente.

Este impreciso límite entre lo natural y lo artificial obsesionó a Phillip K. Dick, quien la reflejó en gran parte de su bibliografía. Con todo, «¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas?» sigue siendo la obra de referencia para comprender el pensamiento de uno de los grandes precursores del ciberpunk.

En esta novela, el autor realiza una interesante contraposición entre la decadencia del ser humano y el progresivo perfeccionamiento de las máquinas. Inspirándose en los movimientos artísticos posmodernistas, nos describe un planeta desolado por los efectos del polvo radiactivo, como consecuencia de la Gran Guerra Terminal, que ha provocado la extinción de gran parte de las especies animales y obliga a los escasos superviviente a emigrar hacia las colonias establecidas en Marte y otros planetas. En este aspecto cabe recalcar la ausencia de información respecto a las causas que originaron esta guerra nuclear, así como los países implicados o el armamento que emplearon. Es obvio que Phillip K. Dick pretendía dar a entender que toda la especie humana tenía el mismo grado de responsabilidad en esta situación generada por el conflicto y, en consecuencia, debían asumir las consecuencias por igual. De ahí que todo el polvo radiactivo se haya extendido proporcionalmente por toda la superficie terrestre.

Sin embargo, la visión antiutopía de la historia tiende a reflejarse en su descripción de la vida en este contexto, o más concretamente, en su emulación. A pesar del aborrecimiento contra los androides, llamados despectivamente «ladillos», se mencionan una gran cantidad de elementos en la novela que ilustran una creciente dependencia vital, como el «Órgano de Ánimos Penfield» o la «caja de empatía de Mercer». Es decir, el aislamiento social tiende a solucionarse mediante la  «conexión» con otras personas a través de las máquinas.

Por tanto, Phillip K. Dick nos representa como una especie envidiosa de nuestra propia creación. En realidad, deseamos asemejarnos a ellas, pero rechazamos un deseo análogo por su parte y, con objeto de establecer una distinción entre ambas, se alude de forma constante a nuestra capacidad de «empatía». Curiosamente, unos de los fragmentos más significativos de la novela es el ensayo de «La Flauta Mágica», cuando Deckard es consciente de la fugacidad de nuestra especie, así como nuestro legado.

«Este ensayo terminará, la representación también, los cantantes morirán y finalmente la última partitura de la música será destruida de un modo u otro, el nombre de Mozart se desvanecerá y el polvo habrá vencido, si no es en este planeta en otro cualquiera. Sólo podemos escapar por un rato. Y los andrillos pueden escapar de mí, y sobrevivir un rato más. Pero los alcanzaré o los hará otro cazador de recompensas. En cierto modo -observó-, yo soy parte del proceso de destrucción entrópica. La Rossen Association crea y yo destruyo. O al menos, eso debe parecerles a los androides».

Precisamente, el concepto de entropía está presente en toda la novela a través de numerosos detalles, como el Kippel. Este término, empleado para los objetos no deseados o inútiles que tienden a acumularse progresivamente, refleja la angustia de Deckard ante la posibilidad de que el único recuerdo que persista de nuestra especie sea, precisamente, aquello que pretendemos eliminar de nuestras vidas. Es decir, el progresivo avance de la no-vida.

A pesar de esta interesante percepción distópica y el simbolismo inherente de gran parte de sus escenas, la narración resulta confusa debido a la pretensión del autor por emular la naturaleza onírica de sus pensamientos. Las constantes alteraciones en el ritmo e interrupciones para expresar las reflexiones de sus personajes dificultan una constancia en el relato.

Además, «¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas?» es una novela compleja por la gran cantidad de temáticas que engloba. Es decir, no existe un único argumento, sino varias temáticas  que se yuxtaponen siguiendo un nexo común.

Es posible que Phillip K. Dick quisiera ilustrar esa incapacidad para discernir entre lo real y lo artificial, pero la constante alusión a nuevos conflictos sin terminar de desarrollar los anteriores transmite la sensación de encontrarse ante una novela inconclusa.

Una percepción reafirmada por el escaso tratamiento que reciben  los personajes, sobre todo, cuando se tratan de los androides. A pesar de la intención del autor por demostrar la capacidad de que esta forma de vida artificial pudiese, no emular, sino desarrollar sentimientos propios. Por ejemplo, la envidia de Rachel hacia la mascota de Deckard. Sin embargo, él mismo acaba sucumbiendo a los prejuicios de sus propios personajes, estableciendo de nuevo una frontera insalvable entre ambos. Es decir, él mismo acaba contradiciéndose, aunque de forma inconsciente, a través de algunos detalles en apariencia irrelevantes para la trama principal, como la tortura de la araña.

En conclusión, «¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas?» es un gran referente del cyberpunk por su argumento y estética. Con todo, la obsesión de Phillip K. Dick por reflejar la incapacidad humana de discernir entre lo real y lo artificial genera en un relato caótico, con demasiadas reminiscencias oníricas y pausas reflexivas que dificultan la lectura y empobrecen el resultado final. De hecho, cabría recordar que nunca llega a resolver la principal cuestión del libro: «¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas?». Es posible…


LO MEJOR: La visión antiutopía de Phillip K. Dick. La contraposición entre la decadencia humana y el progresivo perfeccionamiento de la vida artificial. La escena de la ópera.

LO PEOR: La superficialidad de los personajes. La caótica confluencia de temáticas.




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Sobre el autor: Phillip K. Dick es uno de los autores de ciencia ficción más importantes de todos los tiempos, y su modo de analizar y mostrar la realidad le ha convertido en el precursor más notable del ciberpunk . Dick trató temas como la sociología, la política y la metafísica en sus primeras novelas, donde predominaban las empresas monopolísticas, los gobiernos autoritarios y los estados alterados de conciencia. En sus obras posteriores, el enfoque temático de Dick reflejó claramente su interés personal en la metafísica y la teología. A menudo se basó en su propia experiencia vital, reflejó su obsesión con las drogas, la paranoia y la esquizofrenia. Escribió obras tan influyentes como El hombre en el castillo (Premio Hugo), El doctor Moneda Sangrienta (finalista del Premio Nebula), En la tierra sombría, La máquina preservadora, Tiempo desarticulado o Un ojo en el cielo, entre otras, pero debe sobre todo su fama póstuma a ¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas? que fue llevada al cine por Ridley Scott bajo el título de Blade Runner y protagonizada por Harrison Ford.


3 comentarios:

  1. Algo que verdaderamente hace interesante esta novela es el dicernimiento entre el creador y su obra. Los replicantes o Skins son el reflejo de los propios miedos de la raza humana. Es la visión eterna de la obra en contra de su creador. Una visión postapocalítica pero que se siente y se refleja de forma muy actual.

    Es muy recomendable en libro...pero definitiavamente la visión de Ridley Scott es sublime.

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    1. Buenas tardes La mano que lee,

      Magnifico comentario. Es obvio que la obra de Philipp K. Dick te apasiona por las interpretaciones psicológicas del subconsciente que has mencionado, aunque no todas las personas puedan apreciarlo. Si bien, tampoco hemos de olvidar el consumo de sustancias psicotrópicas que alteraban su percepción de la realidad. De hecho, en esta novela empezamos a apreciar algunos rasgos que caracterizarían su etapa posterior como escritor, más orientada a cuestiones teológicas y metafísicas.

      Eso si, no te discuto nada de la película, es una de mis preferidas. ;)

      Muchas gracias por tu comentario y espero que vuelvas a participar en futuras autopsias literarias.

      Un abrazo
      María del Carmen Horcas (La diseccionadora de libros)

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  2. El asunto es que no hay humanos en esta novela. Todos som androides...que se creen humanos. Tampoco hay en realidad animales. Todo es ficción en la programación de los andy: les insertan recuerdos, y conciencia de ser lo que no son. Por eso la realidad es un constructo programado en el propio androide humanoide. En la Tierra no hay posibilidad de vida humana. Lo único posible es ser androide que cree ser humano. De ahì deriva el contraste realidad-apariencia de toda la novela. Incluso Deckar es un androide.

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