Sinopsis: A sus veintiocho años, Eric Packer es
multimillonario y asesor de inversiones. Un día de abril de 2000 se enfrenta a
dos desafíos: apostar su fortuna contra la subida del yen… y ganar, y cruzar la
ciudad en su limusina para cortarse el pelo… y llegar con vida. Durante su
viaje, una odisea contemporánea fascinante, queda atrapado en un atasco
producido por diversos acontecimientos: la llegada del Presidente a la ciudad,
el funeral de un ídolo de la música, el rodaje de una película y una violenta
manifestación política.
Cosmópolis transcurre en un solo día,
el último de una época, símbolo del intervalo entre el final de la guerra fría
y la actual era de terror, de los años 90, cuando el mercado financiero se
desploma y la «nueva economía» inicia su agonía.
La última novela de Don DeLillo es una
historia intensa que surca los temas capitales de su obra: la alienación, la
paranoia, el sexo, la muerte, el mercado global, el terrorismo y la relación
entre poder y tecnología. Reconocido por la crítica internacional como el
maestro indiscutible de toda una generación, DeLillo es uno de los autores más
importantes y representativos de la ficción norteamericana actual. Es dueño de
un estilo directo, preciso, que se nutre de una amplia documentación y una
elegancia estilística inusual, capaces de mover a la risa, al terror o a una
profunda reflexión.
Reseña: Desde 2008, Don DeLillo experimenta una constante sensación
de déjà vú. La bancarrota de diversas entidad financieras como Lehamn Brothers,
la guerra de divisas, el incremento del malestar social, el recrudecimiento de la
violencia… El escritor estadounidense contempla la actual crisis económica con la
misma desazón que los demás, pero sin llegar a sorprenderse. En el año 2003, Cosmópolis vaticinaba la caída del actual
sistema financiero y, por ende, de la economía basada en la revolución
tecnológica, el mercado mobiliario y los valores bursátiles sobrevalorados.
A lo largo de veinticuatro horas,
acompañamos a Eric Packer en su particular odisea para cortarse el pelo
atravesando la ciudad en su limusina. Un viaje por las calles de Nueva York que
nos desvelará detalles esenciales de la personalidad de su protagonista y, al
mismo tiempo, de nuestra actual sociedad. En un sistema que ha sustituido los
valores morales por los numéricos, que convierte a las personas en productos
fácilmente reemplazables, este empresario ejemplifica sus consecuencias
negativas del capitalismo. Si bien Eric Packer es sinónimo de éxito y dinero, también
lo es de la insatisfacción, la soledad, el deseo de posesión o la pérdida de
identidad que implica tener ambos. Por este motivo, resultan especialmente
interesantes los encuentros casuales con
su esposa, en los que podemos comprobar la diferencia de prioridades entre
ambos personajes. Una disyuntiva perfecta para ilustrar los dos extremos de una
misma realidad.
Por un lado, Eric exhibe un vacío
existencial que tiende a ignorar a
través de la satisfacción de sus necesidades físicas más básicas, como la
comida o sexo. Por su lado, Ellie muestra una serie de carencias afectivas
similares a las de su esposo, aunque ella opta por el arte como vía de escape,
es decir, prefiere alimentar su espíritu antes que su cuerpo. Si los pusiéramos
en una galería, ella contemplaría durante horas el mismo cuadro, intentando descubrir
las emociones ocultas bajo capas y capas de pintura. Sin embargo, él se fijaría
en la firma del autor y preguntaría el precio para incorporarlo al resto de su
colección, como ocurre con la capilla de Rothko y su obsesión por
adquirirla, sin llegar a comprender realmente sus propias razones para hacerlo.
También resulta desveladora la
conversación mantenida con Vija Kinski. Un diálogo inteligente que transcurre
durante uno de los momentos culminantes de la novela: la manifestación antisistema. En este fragmento observamos el sutil
cambio que comienza a experimentar Packer cuando consigue establecer un vínculo
inesperado con la multitud exaltada. La actitud despectiva e indiferente
desaparece durante el breve instante que abandona parcialmente la seguridad de
su vehículo cuando reconoce el fragmento de un poema: la rata deviene moneda de curso legal. Siete palabras que lo
cambiarán todo, precipitando los acontecimientos que hasta ese momento habían
conseguido mantenerse en un precario equilibrio a favor del protagonista.
De hecho, la novela empieza a
decaer a partir de este instante y se suceden las escenas en las que predomina
el surrealismo y los diálogos se vuelven caóticos. Sorprende comprobar el cambio que se produce
en el estilo narrativo dentro del mismo capítulo, resulta desconcertante e
injustificado. Es posible que Don DeLillo lo hiciera de forma consciente, con
objeto de representar la rapidez con la que puede desestabilizarse todo un
sistema a partir de un simple gesto, como una llamada telefónica. Sin embargo,
cuando Eric Packer consigue llegar a su destino, el autor intenta retomarlo
para acercar el personaje al lector mostrando una faceta de su personalidad que
nadie se hubiese imaginado, solo consigue desequilibrar su propia obra.
Otro elemento destacable es la
limusina. Este vehículo, especialmente diseñado siguiendo las indicaciones del
Packer en su intento por aislarse completamente del exterior, no representa
exclusivamente un ostentoso medio de transporte para trasladarse desde el punto
A al punto B, sino que posee un simbolismo especial. Al igual que ocurría en El caballero de la armadura oxidada (Robert
Fisher) o La metamorfosis (Kafka),
donde somos incapaces de distinguir los límites entre la persona y la coraza
que se ha creado para protegerse. De este modo, acaba convirtiéndose en un
personaje más cuya presencia en el trascurso de los acontecimientos es esencial
para comprender muchas de las escenas que se suceden en su interior, como el rutinario
chequeo médico. De hecho, existe un fragmento de la conversación entre Vija
Kinski y Erick Packer que refuerza esta percepción:
-
¿Cómo
sabremos cuándo ha llegado oficilamente el final de la era de la globalización?
Aguardó la respuesta.
-
Cuando las
limusinas extralargas comiencen a desaparecer de las calles de Manhattan.
Cosmópolis destaca precisamente por esta sucesión de pequeños detalles
que dotan a la novela de diferentes lecturas, volviéndola dinámica y atractiva
para muchos tipos de lectores. De ahí la viabilidad del relato con las
circunstancias actuales, porque Don DeLillo supo captar la esencia de una
realidad que nos afecta a todos y explicarla para que resultase comprensible
con independencia de la persona. Es cierto que algunos fragmentos requieren ciertos
conocimientos sobre lenguaje financiero y el funcionamiento de la bolsa en los
mercados internacionales, pero resultan necesarios si consideramos la
ambientación escogida por el autor.
Algo similar ocurre con la obra
de Rothko,
que precisa conocerla para comprender toda su trascendencia en la historia.
En conclusión, Don DeLillo nos ofrece
un libro alejado de los esquemas convencionales para acercarnos a una realidad
que, en apariencia, puede resultarnos demasiado compleja para detenernos a
reflexionar sobre las consecuencias que implica ceder el poder de nuestras
vidas a una minoría y que, sin embargo, para ellos resulta algo tan cotidiano
como cortarse el pelo. La pregunta más importante es: ¿Compras o vendes?
VALORACIÓN: 8,5/10
LO MEJOR: La conversación entre Vija Kinski y Eric Packer durante
la manifestación. La obsesión por la capilla de Rothko. La limusina.
LO PEOR: El surrealismo de algunas escenas. El desigual ritmo
narrativo en determinados capítulos. El uso de términos excesivamente técnicos
relacionados con las finanzas, poco comprensibles para el lector medio.
Sobre
el autor: Nació en Nueva York y estudió en la Universidad de Fordham. Su
primer libro, Americana (1971), es un relato fantasmagórico de
un viaje por carretera que denota la influencia de John Dos Passos, Jack
Kerouac y Thomas Pynchon, y señala lo que se convertiría en una constante en
toda su obra, como es el funcionamiento mecánico de las psicologías individuales,
casi siempre extrañas y patológicas, dentro de modas subculturales específicas
integradas a su vez en un marco dinámico de movimientos sociales más amplios.
En la alegórica Zona final
(1972), por ejemplo, analiza el lenguaje barroco utilizado por los jugadores de
fútbol americano en contraste con la brutalidad del juego. Great Jones Street (1973) desentraña
de forma parecida el mundo de la música rock, contrastando su conciencia de
aspiración empresarial con la sombría carrera personal del cantante Bucky
Wunderlick. Cuatro novelas más tarde, con Ruido de fondo (1985), que estudia las consecuencias de una
catástrofe medioambiental en la familia de un profesor especialista en Hitler,
DeLillo se confirmó como uno de los novelistas posmodernos más importantes de
Estados Unidos, y desde luego el más ameno. Después escribió Libra (1988), que trata del asesino
Lee Harvey Oswald, y Mao II
(1991), un brillante análisis de la distorsión de los medios de comunicación y
el instinto gregario. En 1997 publicó Underworld
y más tarde The Body Artist
(2001) y Cosmópolis (2003).
0 comentarios:
Publicar un comentario