Anuncios por palabras: El product placement en la literatura
El ser humano es un
animal de costumbres. Al llegar a casa el primer gesto que siempre realizamos
es descalzarnos y, a continuación, sentarnos en el sofá para ver la televisión.
Enseguida nos ponemos a hacer zapping, pero parece que todas las cadenas se
hubiesen puesto de acuerdo y en la pantalla se suceden bloques de anuncios sin
interrupción. La mayoría se resigna; otros, cansados de este continuo bombardeo
publicitario, deciden apagarla y buscar otra forma de entretenerse. Una opción
muy socorrida en estos casos es un libro, a poder serla novela de moda, aquella
que todo el mundo parece haberse leído, excepto tú. Ahora es un buen momento
para cambiarlo. Una vez que la encuentras entre los escasos títulos que forman
tu biblioteca personal, comienzas la lectura. Cuando apenas has avanzado unos
capítulos, el comentario de unos de los personajes atrae tu atención:
– Es un Smart – dijo -. Gasta sólo un litro cada cien kilómetros.
¿Por qué tienes la
sensación de estar ante un anuncio? ¿Desde cuándo los libros incluyen
publicidad en sus páginas? ¿Es exceso de realismo… o algo más?
Si bien estamos acostumbrados al empleo del product placement en contenidos audiovisuales,
como películas o series de televisión, podemos apreciar una presencia cada vez
mayor de mensajes comerciales en otros formatos de entretenimiento, como los
libros.
En los últimos años, predomina la incertidumbre en el sector
editorial ante los cambios de hábitos de los lectores y el imparable avance del
libro electrónico. Ambos factores servirían para explicar, y justificar, la
creciente implicación de las marcas en la trama con fines comerciales.
Una ambiciosa estrategia del director de la firma milanesa,
Francesco Traspani, ante el limitado espacio del que disponían en las revistas.
De este modo, Bulgari
se convirtió en el principal hilo conductor para contarnos la rivalidad entre
dos mujeres por un mismo hombre y, por supuesto, por un collar de esta marca.
Al fin y al cabo, los diamantes son los mejores amigos de las mujeres
Otro caso es Cathy’s Books para
promocionar la marca de maquillaje Cover
Girl, propiedad de Procter&Gamble,
y escrita por los creativos Jordan Weisman y Sean Stewart.
La
protagonista solía dedicar largas sesiones a arreglarse antes de salir,
permitiendo referencias constantes de productos reales. Sin embargo, el libro
desató una gran polémica, sobre todo por el público al que se destinaba, y la
editorial se vio obligada a eliminar la marca de sus páginas y emplear los
nombres genéricos, como pintalabios o
sombra de ojos. Quizás su madre
debiera haberle dicho: “Niña, quítate esa
porquería de la cara”.
Este libro se integra en una campaña
integral que abarca varios spots de televisón y anuncios en prensa y exterior.
Según Federico Rubinstein, gerente de
Sedal, “transmite la filosofía de la
marca, que trasciene el mundo del pelo e invita a una mirada positiva de la
vida, a un mayor disfrue y a conjugar la belleza con la felicidad”. Si
bien, puntualizó: “Eso no implica que dejen
de cuidarse el pelo, de peinarse y de buscar la forma que más les gusta”.
Si vas a desmelenarte, al menos hazlo con estilo.
Una estrategia similar utilizó Mattel
para promocionar su colección de muñecas góticas Monster High a través de
una saga de libros, escritos por la autora canadiense Lisi Harrison, quien
abandona el género adulto para narrar las aventuras los personajes concebidos
por la marca de juguetes ante sus frustrados intentos por modernizar la imagen
de Barbie. El éxito fue inmediato y se convirtió en un best-seller entre las
niñas y adolescentes estadounidenses. En nuestro país fue el libro más
demandando, solo superado por La segunda
vida de Bree Tuner de Stephanie Meyer. Por supuesto, la estrategia de
comunicación incluía serie de televisión, banda sonora y decenas de artículos
de merchandising. Ser diferente mola.
Y así podríamos seguir citando
decenas de ejemplos bajo el argumento de dotar a la historia de “realismo”,
sobre todo en determinados géneros como el chick
lit (literatura para chicas). Y con títulos como El
diablo viste de Prada (Lauren Weisberger), en el que cuya secuela
saldrá publicada en 2013 o Locas por las
compras (Sophie Kinsela). Gucci, Channel, Hermès, Armani, Tommy Hilfiger, Denny and George, Body Shop,
Vogue, Financial Times, The Economist, Women’s Wear Daily, Bang and
Olufsen y así un interminable
etcétera de marcas, marcas y más marcas. Novelas para auténticas fashion victims.
Pocos lectores conocen la doble polémica que rodeó a El
código da Vinci (Dan Brown). Por un lado, las teorías conspirativas y
el papel de la Iglesia; por otro, la
detallada descripción que realizaba del Hotel Ritz o el Banco de Depósitos de
Zurich, sin olvidar las comparaciones entre diferentes modelos de vehículos.
¿Podría considerarse otra elaborada estrategia comercial de su autor? Otro
misterio por resolver.
Sin embargo, la noticia que inspiró el
presente blog fue la publicación de la novela Mi hijo, Yo-Yo, biografía
de un violonchelista de origen chino escrita por su madre. Este texto es el
primero del acuerdo entre la Asociación de Editores de China y la agencia de
publicidad de Pekín, Jinghua Aobo, para publicitar productos y servicios en las
cubiertas de los libros. De esta forma, en la contraportada de esta conmovedora
obra, que según la crítica destila amor materno, figura un anuncio de unos
granes almacenes chinos especializados en menaje de hogar con el eslogan: Love is in family.
No os engañéis, este tipo de publicidad
no tiene doble lecturas. A partir de ahora regresa la clásica formula de
anuncios por palabras, aunque sea en la contraportada.
¡Hola!
ResponderEliminarAcabo de ver tu mensaje en mi blog "Mi cajón de sastre" y aquí que he venido corriendo. Tienes un blog estupendo con reseñas muy interesantes. Te invito a pasar por mi otro blog de libros: http://conversandoentrelibros.blogspot.com.es/. ¡te sigo desde ya!
Besotes
Buenos días, siempe resulta halagador recibir cumplidos de personas a las que admiras, porque sería hipócria no reconocer la satisfacción que me proporcionan muchas delas entradas de tu blog. De ahí la invitación que mencionas. De igual modo, me agrada saber que el sentimiento ahora es mutuo, al igual que el seguimiento. Un saludo.
Eliminar¡Muy buen artículo!
ResponderEliminarUn beso grande Lou
Muchas gracias por tus palabras, Lourdes. Si quieres, puedes aportar ejemplos para ampliarlo, me gustan que mis seguidores participen y aporten un valo extra al blog. Un saludo.
EliminarHola!!!me gusta mucho tu blog, tienes muchas cosas interesantes a parte de las reseñas de los libros. Animo, seguro que te va muy bien.
ResponderEliminarhttp:/enelrincondeunacantina.blogspot.com
Buenos días Norah, gracias por tu seguimiento y admiración. Confio no decepcionarte con futuras entradas, pero si consideras que el nivel de calidad desciende, no dudes en decírmelo, aunque sea con malas palabras. Solo escuchando a tus seguidores sabrás qué ofrecerles y cómo, porque el estar aquí os lo debo a vosotros. Un beso.
EliminarHola, María del Carmen:
ResponderEliminarComo te comento en mi blog:
http://preteritoimperfectonovela.blogspot.com.es
Yo también te sigo!!!!!!!!!
Por cierto, muy bueno el artículo.
Saludos,
Roberto
Buenas, Roberto. Ahoa el seguimiento es mutuo. Gracias por tus comentarios y espero que en futuro haya más apotaciones por tu parte. Un beso.
EliminarNo estoy muy de acuerdo con eso de que el hombre es un animal de costumbres. De hecho creo que es el animal con menos costumbres, los demás tienen muchas más. Aunque estemos acostumbrados, sin pararnos a pensar, a repetir este dicho, que ni siquiera está muy claro de quien es, (se habla de Dickens, de Dostoievski...porque Aristóteles así no lo dijo).
ResponderEliminarEs cierto que nos repetimos bastante en la vida, incluso mucho, de un modo más o menos constante y/o intermitente y esto tiene sus aspectos buenos (evitas darle demasiadas vueltas a algunas cosas al tener esos automatismos, te da estabilidad mental...) y malos. Pero también es verdad que nos cansamos de las costumbres, que las cambiamos...En definitiva, que el hombre es el animal con menos costumbres.
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