Sinopsis: Francia, en un futuro próximo. A las puertas de las elecciones presidenciales de 2022. Los partidos tradicionales se han hundido en las encuestas y Mohammed Ben Abbes, carismático líder de una nueva formación islamista moderada, derrota con el apoyo de los socialistas y de la derecha a la candidata del Frente Nacional en la segunda vuelta. François, un profesor universitario hastiado de la docencia y de su vida sexual, que a sus cuarenta años se había resignado a una vida aburrida pero sosegada, ve cómo la rápida transformación que sucede a la llegada del nuevo presidente al Elíseo altera la vida cotidiana de los franceses y le depara a él un inesperado futuro. Los judíos han emigrado a Israel, en las calles las mujeres han cambiado las faldas por conjuntos de blusas largas y pantalones, y algunos comercios han cerrado sus puertas o reorientado el negocio. Y la Sorbona es ahora una universidad islámica en la que los profesores conversos gozan de excelentes salarios y tienen derecho a la poligamia. Al igual que Huysmans, el escritor del siglo XIX convertido al catolicismo al que consagró su tesis, François sopesará pronunciar las palabras que le abrirán las puertas de la religión islámica y de una nueva vida: «No hay más dios que Alá y Mahoma es su profeta.» 

Crítica: Je suis Charlie. Aquellas tres palabras se convirtieron en el símbolo de la resistencia a favor de la liberta de expresión durante las manifestaciones posteriores al atentado contra el seminario satírico Charlie Hebdo, que ya había sido amenazado con anterioridad por sus caricaturas sobre Mahoma. Paradójicamente, la portada del último número publicado la semana anterior a los ataques estaba dedicada al escritor Michel Houllebecq con motivo de su sexta –y nuevamente polémica- novela, «Sumisión»

El autor nos describe una distopía política en el que los resultados las elecciones presidenciales francesas de 2002 acaban con el bipartidismo ante la irrupción de la Hermandad Musulmana, liderada por el carismático e inteligente Mohammed Ben Abbes, quien acaba formando un gobierno de coalición con la izquierda para evitar el gobierno de extrema derecha encabezada por Le Pen. Eso si, después de aceptar una serie concesiones que, entre otros aspectos, suprime la educación mixta, la prohibición a las mujeres de acceder a la educación universitaria o el consentimiento de la poligamia. 

Es posible que el argumento de la novela haya contribuido a su rechazo, en especial después de los atentados que obligaron a Michel Houellebecq paralizar la promoción de su libro y emigrar del país durante las semanas posteriores, e incluso la editorial retiró los ejemplares de las librerías por temor a posibles represarías de extremistas religiosos. No obstante, «Sumisión» no promueve la islamofobia, sino una exacerbada crítica del autor contra las élites políticas y culturales de Francia que han conducido al país hasta una situación insostenible. De hecho, resulta difícil no establecer paralelismos con el actual panorama político de nuestro país ante la incertidumbre derivada de los resultados electorales, obligando a los partidos tradicionales a negociar con los nuevos grupos parlamentarios para la formación del próximo ejecutivo. Confiemos en que los pactos –o la posibilidad de repetir de las elecciones- no conlleve un cambio tan drástico como el descrito por Michel Houellebecq. 

Es más, conforme avanza la novela nos percatamos de que la denuncia del autor no se orienta hacia una religión concreta, sino –paradójicamente- a la ausencia de fe. La laicidad es una de los pilares fundamentales de la República Francesa, pero de forma reciente ha resurgido el debate sobre los límites entre la libertad religiosa y la intrusión del Estado ante la amenaza yihadista. 

Precisamente, Houellebecq elimina la división entre poderes para demostrarnos las secuelas de una completa sumisión, porque le fe ciega - hacia una religión, un sistema económico o un partido político- conlleva una obediencia ciega, tal y como apreciamos en el acatamiento de los ciudadanos ante los cambios instaurados por la Hermandad Musulmana en la estructura democrática del país, sin oponerse a la progresiva –e inexorable- conversión al Islam de la sociedad francesa. 

Si bien, el autor interpreta el ateísmo como una consecuencia del excesivo individualismo, de la idolatría del yo, del hedonismo flemático… Al fin y al cabo, el protagonista de la novela, François, es un hombre carente de propósito después de publicar su tesis sobre el escritor naturalista francés Joris-Karl Huysmans - con quien comparte su visión decadente y pesimista de la vida-, quien después de varias –y sucesivas- pérdidas personales que le hacen replantearse su existencia a través de la religión. Igual que su admirado Huysmans, François pretende conseguir la salvación mediante la reconciliación con el catolicismo, pero tras aceptar que ni la peregrinación ni la clausura podrán devolverle la paz –y la libido-, empieza a plantearse la posibilidad del cambio. 

La perversa reflexión de Michel Houellebecq podría interpretarse como el último sacrificio desesperado que la humanidad está dispuesta a realizar para conseguir su salvación, y no precisamente de su alma, sino de su estilo de vida basado en la cómoda rutina que garantiza a las élites del poder conservar su privilegiada posición frente a la apatía de las masas. 

No obstante, el autor tiende a desviarse con frecuencia de la temática central para demostrar su erudición sobre Huysmans a través de su personaje. De forma constante, Houellebecq interrumpe la acción para analizar las novelas más significativas más importantes del escritor francés que, aunque relacionadas con el planteamiento de la novela, acopian todo su interés. 

Después de una correcta introducción en el contexto de inestabilidad política y social, Michel Houellebecq da la impresión de no saber encauzar la novela, dando prioridad a la exposición de sus propios conocimientos sobre literatura y filosofía que a la extracción de unas conclusiones. Es más, parece realizar un considerable esfuerzo para terminarla entre grandes dosis de sexo y literatura francesa del S. XX que, aunque consiguen hacerla remontar levemente en los últimos capítulos, son insuficientes para justificar el vencimiento democrático basándose exclusivamente en la restauración del patriarcado o la poligamia para devolver al hombre su posición dominante, pero siendo dominado por otros. 

En definitiva, «Sumisión» es una novela beneficiada por las circunstancias –y una incomprensible polémica-, pero que después del interesante planteamiento inicial, tiende a desvirtuarse ante la presunción de Michel Houellebecq, obcecado por demostrar su erudición literaria sobre Huysmans que las teorías subyacentes al relato principal. Un relato sobre la fe ciega y la completa obediencia, siendo el propio autor quien acaba perdiendo la perspectiva cegado por su propia ambición. 

LO MEJOR: El interesante planteamiento inicial de la novela. 

LO PEOR: La injustificada polémica que considera la novela de promover la islamofobia. El argumento tiende a desvirtuarse frente a la vanidad del autor. La necesidad de haber leído a Huysmans para comprender la relación existente con el autor y su alter ego ficticio, François. El empleo del sexo para mantener el decaído interés del lector. La justificación de la sumisión francesa basándose en argumentos sexistas como la reinstauración del patriarcado. 

Sobre el autor: Michel Houellebecq (1958) es poeta, ensayista y novelista, «la primera star literaria desde Sartre», según se escribió en Le Nouvel Observateur. Su primera novela, Ampliación del campo de batalla (1994), ganó el Premio Flore y fue muy bien recibida por la crítica española: «Una mirada lacerante –aunque repleta de humor– sobre el vacío vital de este fin de siglo» (Xavi Ayén, La Vanguardia); «Magnífica novela... Si Kafka nos descubrió en sus relatos el seco cañamazo del siglo XX de la burocracia, Houellebecq nos muestra, con espléndido pulso literario, los entresijos oscuros del siglo XXI de la informática y la presunta liberación sexual» (Xavier Lloveras, El Periódico). En mayo de 1998 recibió el Premio Nacional de las Letras otorgado por el Ministerio de Cultura francés. Su segunda novela, Las partículas elementales (Premio Novembre, Premio de los Lectores de Les Inrockuptibles y mejor libro del año según la revistaLire), fue muy celebrada y polémica, así como Plataforma. Obtuvo el Premio Goncourt con su última novela, El mapa y el territorio, que se tradujo en 36 países. Las cuatro novelas han sido publicadas por Anagrama, al igual que Lanzarote, El mundo como supermercado, Enemigos públicos (con Bernard-Henri Lévy), Intervenciones y los libros de poemas Sobrevivir, El sentido de la lucha, La búsqueda de la felicidad y Renacimiento, reunidos en el tomo Poesía. Houellebecq fue galardonado también con el prestigioso Premio IMPAC (2002), el Schopenhauer (2004) y, en España, el Leteo (2005).
La conexión del deseo 

Sinopsis: Cuenta una leyenda japonesa que existe un hilo invisible que nos une a aquellos con los que estamos destinados a encontrarnos. Pero los hermanos Richards (Anna y Daniel) han hecho un pacto que marcará sus vidas y el futuro de su familia. Aún así… ¿Podrán cambiar el curso de los acontecimientos? 

El Hilo Rojo es la historia de una familia burguesa marcada por las mentiras y las pasiones. Un viaje en el tiempo a través de las traiciones y la lujuria donde se mezclan acontecimientos históricos con la ficción. Una novela erótico-romántica en la que se cuentan algunas curiosidades "picantes" de la Barcelona de principio del siglo XX y en la que el lector, finalmente, descubre si el hilo del destino existe realmente. 



Sobre la autora: Olga de Llera (1976) nació en Badalona, Barcelona. En 2015 abandonó su tierra natal para trasladarse a vivir al Reino Unido. Actualmente reside en Brighton, East Sussex, con su familia. Trabajó como enfermera durante 5 años y más tarde cambió el uniforme blanco por los ordenadores, creando un negocio online junto con su marido. En 2014, después de leer una novela erótica (desastrosa), la cual había conseguido ser un “best seller” mundial, se inspiró para escribir su primera obra: El Fil Vermell (El Hilo Rojo), que narra las pasiones y desencuentros de una familia burguesa catalana, de principios del S. XX, y en la que se mezclan hechos históricos y ficción. Actualmente está trabajando en su segunda novela, también romántica-erótica, ubicada, esta vez, en la actualidad.
Sinopsis: El 15 de noviembre de 1959, en un pueblecito de Kansas, los cuatro miembros de la familia Clutter fueron salvajemente asesinados en su casa. Los crímenes eran, aparentemente, inmotivados, y no se encontraron claves que permitieran identificar a los asesinos. Cinco años después, Dick Hickcock y Perry Smith fueron ahorcados como culpables de las muertes. A partir de estos hechos, y tras realizar largas y minuciosas investigaciones con los protagonistas reales de la historia, Truman Capote dio un vuelco a su carrera de narrador y escribió "A sangre fría", la novela que le consagró definitivamente como uno de los grandes de la literatura norteamericana del siglo xx. Capote sigue paso a paso la vida del pequeño pueblecito, esboza retratos de los que serían víctimas de una muerte tan espantosa como insospechada, acompaña a la policía en las pesquisas que condujeron al descubrimiento y detención de Hickcock y Smith y, sobre todo, se concentra en los dos criminales psicópatas hasta construir dos personajes perfectamente perfilados, a los que el lector llegará a conocer íntimamente. "A sangre fría", que fue bautizada, pionera y provocativamente, por Capote como una "non fiction novel", es un libro estremecedor que, desde la fecha misma de su publicación, se convirtió en un clásico. 

Crítica: En 1959, el asesinato de cuatro miembros de la familia Clutter conmocionó tanto a la pacífica ciudad Holcomb como al resto de la sociedad estadounidense ante la brutalidad de un crimen sin motivo justificable, pues el robo quedó descartado desde las primeras pesquisas de la investigación policial. Aquella prospera familia de agricultores que representaba el sueño americano se convirtió en la pesadilla de sus habitantes, convirtiéndose todos en posibles sospechosos ante los demás, incluyendo familiares, amigos y vecinos desde hace varias generaciones. La desconfianza y el miedo imperaron en aquella pequeña localidad Kansas durante los meses posteriores hasta la detención Dick Hickock y Perry Smith. Si bien, la ejecución de ambos criminales jamás consiguió devolver la antigua tranquilidad a los vecinos de Holcomb, protagonistas indirectos –y victimas- de uno de los capítulos más violentos de la historia contemporánea del estado. 

Después de la amplia cobertura mediática inicial concedida a los asesinatos, así como a la posterior detención y ajusticiamiento de los autores confesos es lógico que los cuatro homicidios perdieran interés, e incluso se olvidarán ante la constante aparición de titulares sensacionalistas sobre crímenes similares. Es más, durante la investigación policial hubo varios magnicidios contra familias con circunstancias similares a los de Clutter. No obstante, la prueba del polígrafo descartó la implicación de Dick y Perry, obligando a las autoridades a admitir que se trataba de un posible imitador. 

Precisamente, el interés -tanto profesional como personal- del escritor y periodista Truman Capote impidió que aquellos crímenes quedasen relegados de la memoria colectiva a través de la primera novela que conjugaba la ficción literaria con la labor periodística, «A sangre fría». 

Inspirándose en aquellos trágicos acontecimientos –y con la colaboración de su amiga Harper Lee («Matar a un ruiseñor»)-, Capote narra la crónica de los asesinatos con una prosa de admirable realismo, percibiéndose la exhaustividad de su investigación previa a la redacción. 

A pesar de implicarse directamente en los sucesos descritos a lo largo de toda la novela, el escritor opta por la tercera persona narrativa, un narrador omnisciente que dota de objetividad al relato, distanciándose del tono sensacionalista predominante en los medios ante crímenes similares. 

Si bien, Capote demuestra una gran sensibilidad y respeto hacia las víctimas, ofreciendo en el primer capítulo («Los últimos que los vieron vivos») un completo retrato de la familia Clutter con la finalidad de que el lector empatice con la tragedia mediante este relato íntimo y cotidiano. Una exhaustiva recreación que consigue trasladarnos hasta el principal escenario de la tragedia, permitiendo comprender el cambio que simbolizó aquellos asesinatos para los habitantes de Holcomb a través de múltiples testimonios, prácticamente reproducidos de forma paralela a los acontecimientos descritos, una narración a tiempo real que lo convierte en un relato todavía presente en la memoria colectiva. 

De igual, resulta interesante el tratamiento de los asesinos, Dick Hickock y Perry Smith, en los que el escritor ambiciona comprender el perfil psicológico de ambos criminales. Estos capítulos resultaron especialmente incómodos para los lectores de la época, pues desmitificaba la imagen de un país solidario, poniendo en relieve las consecuencias de la marginación social. Capote describió a estados Unidos desde la desarraigada perspectiva de aquellos dos hombres, quienes jamás demostraron arrepentimiento ni sentimiento de culpa por los cuatro homicidios. 

Es más, conforme avanza las pesquisas, comprobamos que los dos hombres adquieren una mayor relevancia para el autor hasta un punto obsesivo. Un detalle comprensible si recordamos que Truman Capote tuvo que esperar seis años para publicar su libro tras múltiples apelaciones de la sentencia de muerte realizadas por los acusados a la Corte Suprema. Una desesperación perceptible en el último capítulo («El Rincón») que concluye con el ahorcamiento de ambos hombres descritos con un tono apremiante del autor. 

A pesar de las críticas sobre la moralidad y los métodos empleados por Truman Capote para la redacción de «A sangre fría» -incluyendo los rumores sobre una posible relación entre el escritor y Perry Smith durante los años de encarcelamiento-, es imposible negar la relevancia de esta obra que estableció las bases del «Nuevo Periodismo». Inspirándose en aquel trágico acontecimiento, el autor consiguió una novela que conjugaba la exhaustiva investigación periodística con la ficción literaria para obsequiar al lector con un retrato incómodo de los Estados Unidos al denunciar las consecuencias de la marginación social, la verdadera ausencia de oportunidades del sueño americano, la frustración de las promesas incumplidas que deriva en la violencia contra aquellos que lo representan. Un relato estremecedor en el que la justicia no es igual para todos, sino que depende de la mano que empuña el arma y dispara a sangre fría… 

LO MEJOR: La exhaustividad de la investigación periodística realizada por Truman Capote junto a Harper Lee. La objetividad del autor, distanciándose del tono sensacionalista empleado en el asesinato de la familia Clutter, denotando un gran respeto hacia las víctimas –e incluso hacia los autores del crímen-. Un retrato de Estados Unidos diferencia a través de la percepción desarraigada y violente de quienes se les negó el sueño americano y las consecuencias de su frustración. 

LO PEOR: La excesiva implicación personal de Capote, especialmente tras el encarcelamiento de Dick y Perry, que repercute en la objetividad del relato. 

Sobre el autor: Truman Capote nació en Nueva Orleans en 1924. Definido por sus biógrafos como el típico hijo de un hogar de padres separados, Truman Streckfus Persons –ése era su verdadero nombre- adoptó el apellido de un segundo marido de su madre. Ya adolescente, firmaba sus primeros relatos como Truman Capote. 

Según confesión propia, comenzó a escribir para paliar el aislamiento en el que transcurrió su infancia. Hecha virtud la necesidad, el joven Truman se emplea como redactor de New Yorker con tan sólo 18 años. A los 21 abandona la redacción y publica un relato –Miriam- en la revista Mademoiselle que es distinguido con el Premio O’Henry. La crítica, que le aplaude sin reservas, le considera un discípulo de Poe y habla de su estilo como “gótico introspectivo”, definición que al día de hoy se nos antoja harto desatinada. 

Su primera novela, Other Voices, Other Rooms, de tintes claramente autobiográficos cuenta en sus páginas la experiencia de un niño –Joel- que busca a su padre en el profundo Sur para acabar adoptando como tal a un travestido. Fue un éxito literario de alcance internacional cuando se publicó por primera vez en 1948, situando al autor en un lugar destacado entre los escritores, artistas, y la élite de la Jet Set neoyorquina perteneciente a aquella generación de posguerra norteamericana. 

Tras pasar el resto de los años 40 viajando por los países ribereños del Mediterráneo, en la década de los 50 Capote reanuda su actividad periodística como entrevistador de la revista Playboy

Se mantuvo en aquel lugar de privilegio con obras como A Tree of Night, The Grass Harp, The Muses are Heard, cuando comenzó a decirse que hacía de la charla un arte y del chismorreo literatura. Desayuno en Tiffany’s aparece en 1958. Llevada al cine por Blake Edwards en 1961, el éxito de la cinta –pese a que al autor no le gustó la adaptación es un título clásico- no consigue que el escritor vuelva a Hollywood, que había abandonado algunos años antes indignado, tras haber escrito los diálogos de Estación Termini (Vittorio De Sica, 1952) y el guión de La burla del diablo (John Huston, 1953). 

El cine, pese a que casi todas sus novelas inspiraron grandes películas, no era su medio. Éste, a decir verdad, era el periodismo. Un encargo del New Yorker dio lugar a su obra maestra, A sangre fría. Iniciadora de todo un género, el de la novela reportaje. 

Los comienzos de la póstuma e inacaba Plegarias atendidas datan de principios de los años 70. En 1975, Capote da a la estampa una última colección de relatos, Música para camaleones, en los que corren paralelos el horror y la belleza. 

Capote logró en dos ocasiones el Premio de narración corta O. Henry Memorial, y fue miembro del National Institute of Arts and Letters. Murió en agosto de 1984.
El hombre es un lobo para el hombre 

Lycaon, es la nueva novela de Guillermo Tato, el autor de la terrorífica novela de brujería El torreón de las muñecas. La segunda incursión en el género del terror de este escritor alicantino en la que explora la licantropía desde un punto de vista atípico, alejado de los clichés del arquetipo, conjuga el mito del hombre lobo con los licántropos de otras culturas y el canibalismo. Un relato espeluznante sobre la verdadera naturaleza del ser humano. 

Sinopsis: Esta es la historia de un grupo de personas, que hastiados de vivir en el estresante bullicio de la ciudad, deciden marcharse a un pueblo abandonado, entre Galicia y Asturias, con la intención de reconstruirlo y convertirlo en su nuevo hogar. Aunque no se conocen entre sí, sus mochilas están cargadas de una enorme ilusión con la que iniciar una nueva vida, pero no han tenido en cuenta que con la llegada del crudo invierno, un fuerte temporal les dejará completamente rodeados por la nieve, atrapados e incomunicados. Cuando se desata el temporal y los hijos de algunos vecinos regresan a sus casas para refugiarse, encuentran un cadáver junto a un río cercano, que parece haber sido atacado por algún animal desconocido. …O algo incluso peor. Algo que acecha en la oscuridad, oculto en el interior del siniestro bosque que rodea la aldea. Un mal que deberá afrontar el grupo de vecinos si quieren sobrevivir al invierno y al monstruo que habita dentro de cada uno de ellos. 

Sobre el autor: Guillermo Tato nació en Alicante en 1978, aunque lleva residiendo en Barcelona desde 2002. Después de obtener la licenciatura de Comunicación Audiovisual en la universidad Ramon Llull, entró en la productora de cine Filmax como Ejecutivo de Desarrollo. En ese puesto ha participado en el guión de las películas [REC] 3. Génesis, [REC] 4: Apocalipsis, Retornados, Sweet Home y Summer Camp, además de la segunda temporada de la serie de televisión Polseres vermelles (Pulseras rojas). Como escritor, ha publicado su primera novela, El torreón de las muñecas (Tyrannosaurus Books, 2013), así como [REC]. El libro oficial (Timun Mas, 2014). Además, ha formado parte del libro de relatos [REC] Los relatos perdidos (Timun Mas, 2013) y más recientemente en la antología Momias y embalsamados (Hermenaute, 2015).
Sinopsis: Corren los años ochenta y a Kate, una joven fotógrafa londinense, le está costando mucho sobreponerse a la muerte de su madre, una famosa bailarina de orígenes inciertos. Cuando recibe de manos de su abuela adoptiva un misterioso retrato de una mujer que guarda un sorprendente parecido con su madre, Kate se embarca en un viaje para desenmarañar su historia familiar que la llevará desde Córcega, donde está la casa del famoso pintor Thomas Stafford, hasta el París de los años treinta. En este inolvidable periplo, con el que pretende hacer las paces con su pasado, descubrirá una gran historia de amor truncada por la guerra y un gran misterio: ¿qué relación tiene el autor del cuadro con su madre? ¿Y con la propia Kate? 

Crítica: Los recuerdos no son solo un proceso de la memoria que nos permiten evocar lugares, personas o sucesos del pasado, sino también objetos tangibles, presentes que nos permiten establecer un vínculo con aquel tiempo acaecido e irrepetible como una joya heredada durante generaciones, una fotografía descolorida, una postal sin remitente conocido o un cuadro de firma ininteligible, excepto por las siglas del autor escritas como un hermoso arabesco en un margen del dibujo, con la modelo sonriendo incómoda mientras posa cuando preferiría estar en movimiento, ignorando la repercusión de aquella imagen en la vida de diversas personas que todavía ni siquiera existen. O lo hicieron, pero únicamente perviven en el recuerdo que los años han difuminado hasta reducir su historia a aquel dibujo, recuperado del olvido por una joven carente de pasado, que la impulsa a buscar su verdadera identidad a través de una historia que comienza varias décadas atrás, con el amor frustrado entre Tom y Alice… 

«Todo lo perdido y encontrado» es la primera novela de la joven escritora británica Lucy Foley quien, inspirándose en la personalidad de sus abuelas –dos mujeres atípicas por su carácter emprendedor, su inconformismo social o su insaciable deseo de nuevas experiencias en una época de grandes restricciones-, debuta en el panorama literario con una evocadora historia sobre la creación de la propia idiosincrasia a través de los recuerdos ajenos. 

Una novela repleta de nostálgica en el que la autora nos traslada a distintos –y trascendentales- capítulos de la historia europea a lo largo del siglo XX mediante el relato de sus personajes, sobre todo de Alice y Kate –abuela y nieta -. A pesar de sus diferencias, ambas mujeres deberán enfrentarse a su pasado para conseguir un futuro que les pertenezca exclusivamente a ellas, aprendiendo a convivir con el dolor de viejas heridas que solo cicatrizan con el tiempo, así como superar el vacío de las personas que ya no se encuentran con nosotros, excepto en los recuerdos. 

Lucy Foley consigue recrear las diferentes épocas que abarcan su historia con una prosa de gran visualidad que evoca imágenes, sonidos, olores y sabores de otros tiempos, devolviéndolos a nuestro presente. El estilo de la joven escritora se caracteriza por su sencillez, rechazando cualquier exceso en la narración, siendo perceptible durante toda la lectura una notable influencia del Naturalismo en su forma de escribir, tal y como demuestra la importancia concedida por la autora a las descripciones paisajísticas o la crítica social contra la hipocresía moral y la decadencia de la burguesía inglesa antes de la Segunda Guerra Mundial, bastantes similares a otras novelas previas como «Retorno a Brideshead» (Evelyn Waugh) o «Expiación» (Ian McEwan). 

Si bien, la constante variación entre la primera y la tercera persona narrativa con la finalidad de modificar la perspectiva de los acontecimientos en función del personaje provoca confusión ante la brusquedad de los cambios dentro, incluso, del mismo párrafo. Es obvio que la intención de Foley es que el relato presente –que opta por la primera persona- resulte cercano en el tiempo al lector y, de igual forma, concederle un tono íntimo, de confidencia personal, espontánea y sincera acorde con la personalidad de Kate y Tom. Por su parte, cuando alude a episodios del pasado, establece un distanciamiento –tercera persona- resaltando el tiempo acontecido entre ambos períodos temporales y, simultáneamente, posibilita completar el relato inconcluso de Tom. Además, la narración objetiva que proporciona el narrador omnisciente mediante el uso de la tercera persona es simbólica, porque los recuerdos de aquellos años repletos de esperanzas frustradas siguen resultando demasiado dolorosos para sus dos protagonistas –Tom y Alice-, prefiriendo olvidar antes que volver a sufrir con la rememoración de aquel amor violentamente arrebatado por las terribles circunstancias de un conflicto que todavía hoy pervive en la memoria de los supervivientes. 

Y a pesar de que Lucy Foley consigue mantener el ritmo narrativo durante la primera parte de la novela a través de un relato pausado e íntimo, repleto de confesiones y hermosos, apreciamos una imperiosa necesidad por concluirlo en la segunda parte. De esta forma, el reencuentro entre ambas mujeres acaba siendo frívolo y superficial ante la decisión de la autora por no seguir profundizando en la historia de Alice cuando debería haber sido al contrario. Igualmente, la resistencia francesa a la invasión nazi, la represión judía o los abusos en los campos de concentración alemanes son temáticas demasiado recurrentes en la literatura, provocando la reacción contraria a la deseada al lector porque ya se ha acostumbrado ante su reiterado uso. 

Con todo, al igual que si título, la primera novela de Lucy Foley nos ofrece una necesaria pausa ante una sociedad demasiado preocupada por el ahora, invitándonos a reflexionar acerca de nuestro pasado para recuperar todo aquello que perdimos con nuestro actual – y apremiante- estilo de vida para encontrarnos con una evocadora historia de amores inconclusos, esperanzas frustradas, reencuentros inesperados y, sobre todo, de recuerdos –y sentimientos- que creíamos olvidados. 

LO MEJOR: La capacidad de la autora para evocar episodios concretos del pasado trasladándolos a nuestro presente. La visualidad de la prosa, sin adornos superfluos innecesarios. La sinceridad e intimidad del relato, especialmente en la primera parte de la novela. El uso simbólico de la primera y tercera persona narrativa. 

LO PEOR: La constante intercalación entre la primera y la tercera persona narrativa resulta muy confusa al principio de la novela. El cambio de ritmo en la segunda mitad del relato ante la evidente urgencia por concluirlo. El uso de temáticas demasiados recurrentes. 

Sobre la autora: Lucy Foley es una joven escritora de veintiocho años que estudió literatura inglesa en las universidades de Durham y UCL. Antes de dedicarse por completo a la escritura, trabajó como editora de fi cción en una importante editorial de su país. Actualmente está escribiendo su segunda novela y dedica parte de su tiempo a viajar para documentarse. Su debut Todo lo perdido y encontrado ha recibido extraordinarios elogios tanto de los lectores como de la crítica, y será publicado por una docena de editoriales en todo el mundo.
Sinopsis: La gran novela del XIX español. Considerada la obra cumbre de Clarín y de la novela española del siglo XIX, es además uno de los máximos exponentes del realismo costumbrista. La acción se centra en Vetusta (muy identificable con Oviedo), donde Ana Ozores se casa con el antiguo regente de la Audiencia de la ciudad, Víctor Quintanar, hombre bondadoso pero maniático y mucho mayor que ella. Viéndose sentimentalmente abandonada, Ana Ozores empieza a ser cortejada por el donjuán provinciano Álvaro Mesía. Para completar el círculo, el canónigo magistral D. Fermín de Pas (confesor de Ana) también se enamora de la regenta y se convierte en inconfesable rival de Mesía. Un gran retablo de personajes secundarios, retratados por Clarín con inmisericorde ironía, completa el paisaje humano de la novela. 


Crítica: A pesar de que la Restauración borbónica (1874-1931) representó un período de estabilidad institucional después del fracaso de la Primera República Española, e incluso permitió la instauración de un modelo liberal de Estado y la anexión de movimientos sociales y políticos surgidos a partir de la revolución industrial; determinados acontecimientos como la pérdida de las últimas colonias españolas en 1898 supusieron el inicio de un progresivo declive que concluyó con la proclamación de la Segunda República.

El incumplimiento de las expectativas de los españoles en la monarquía de Alfonso XIII provocó el descontento de aquellos que habían interpretado este nuevo período histórico como una oportunidad pérdida de nuestro país, entre ellos el escritor Leopoldo Alas Clarín.

Influenciado por el estilo literario del Naturalismo, el autor zamorano concibió «La Regenta» como una sátira social para denunciar públicamente la hipocresía del sistema político derivado de la Restauración y de la moralidad burguesa, la excesiva influencia de la Iglesia católica, el analfabetismo cultural y un largo etcétera que engloba todos los aspectos de la vida cotidiana en aquella época a través de los habitantes de la ficticia ciudad de Vetusta. 

Si bien «La Regenta» tiende a definirse como una novela sobre el adulterio femenino mediante el triángulo amoroso entre los personajes de Ana Ozores, Fermín de Pas y Álvaro de Mesía, pronto descubrimos que Leopoldo Alas Clarín, en realidad, utiliza la infidelidad de su protagonista como una metáfora contra la represión, una oposición a lo establecido durante siglos por la tradición. 

Desde el inicio de la historia advertimos que el matrimonio por conveniencia entre Ana y Victor Quintanar representa un mero formalismo social necesario –e imprescindible- para integrarse en la conservadora sociedad vestusense, pues la considerable diferencia de edad entre ambos cónyuges o la falta de convivencia –duermen en habitaciones separadas, además Quintanar dedica la mayoría de su tiempo a diversiones mundanas como la caza con Frígilis o las comedias de teatro- deriva en una relación casi paterno filial que cohíbe las necesidades sexuales y maternales de la protagonista. Con objeto de evitar cualquier tentación y mantenerse pura, Ana opta se ampara en la religión bajo la influencia de Fermín de Pas, quien acaba aprovechándose de la vulnerabilidad de la joven en su propio beneficio. 

Es más, la constante utilización del sobrenombre «La Regenta» para referirse a Ana Ozores demuestra la impersonalización del personaje por parte de los habitantes de Vetusta, convirtiéndola en un objeto, una anhelada posesión que acaba negándole cualquier posibilidad de desarrollarse como persona y, por consiguiente, de ser feliz. Adviértase que el rechazo de Ana a la posibilidad de serle infiel a Quintanar no se debe a una cuestión de amor o respeto hacia su esposo, sino para diferenciarse del resto de mujeres que integran la libertina nobleza de Vetusta, quienes la envidian –tanto por su posición como por su integridad moral para resistirse a los malsanos vicios pueblerinos disfrazados de inocentes diversiones mundanas- y acaban confabulándose para deshonrarla. 

Durante toda la novela apreciamos una sexualidad inherente en el relato como la escena en la que Fermín de Pas devora el capullo de una rosa inmadura, deleitándose en la esencia de la flor arrancada prematuramente del tallo para satisfacer su glotonería. Claramente es una alegoría del autor, pues la condición religiosa del Provisor le impide apropiarse del cuerpo de Ana, pero no de su alma a través de su influencia para conseguir la completa sumisión de la joven a sus deseos. O los pies descalzos de Ana Ozores que se vislumbran pálidos y frágiles debajo de la sotana, ensuciándose del polvo y el barro de las calles como anticipo del futuro castigo a infringir por la sociedad de Vetusta por su desvergüenza. 

Con todo, resulta interesante analizar la relación de Ana Ozores con ambos hombres (Álvaro de Mesía y Fermín de Pas) porque este enfrentamiento por su amor simboliza la lucha de poder entre dos la sociedad civil y el clero, entre la tradición y el progreso, entre el pasado represor y el futuro liberal –casi libertino-. 

De hecho, la novela de Leopoldo Alas Clarín demuestra ese período de transición en el que se encontraba el país mediante los contrasentidos de los habitantes de Vetusta. Precisamente, ahí radica la importancia de la primera parte de la novela con la presentación exhaustiva de los personajes –casi un centenar- a fin de comprender la filosofía, los valores, las actitudes o los hábitos, creando un sólido –y satírico- retrato costumbrista. 

A pesar de ello, apreciamos el escepticismo del autor hacia la posibilidad de que se produzca un verdadero cambio en la España castiza, tal y como evidencia la conclusión de la novela cuando, a pesar de la virtud demostrada por la Regenta, es –paradójicamente- el único personaje en recibir castigo. 

Observamos, por ejemplo, que Fermín de Pas debe reprimirse como hombre por sus votos religiosos al igual que Ana reprime sus necesidades femeninas debido a sus votos matrimoniales, conformándose con el amor platónico- e insatisfecho- hacia Álvaro de Mesía. Paradójicamente, ambos ignoran que se encuentran en una situación de igual, oprimidos por las apariencias, incurriendo en engaños constantes para salvaguardar su integridad y sacrificando su felicidad personal por los demás. 

En el mismo sentido, apreciamos que Paula Raíces –madre del Provisor- utiliza a su hijo para satisfacer sus propias aspiraciones, pues es consciente de que una mujer en aquella época nunca conseguirá ascender tanto como hombre. Por esta razón, le niega a Fermín cualquier independencia, pero le permita ciertas «libertades» con la criada Teresita a fin de mantener ese control. 

O la excelente relación entre el marqués de Vegallana y Álvaro de Mesía, representantes del conservadurismo político y el liberalismo respectivamente, pero demuestran una gran camaradería en pensamiento y forma de obrar a pesar de representar a dos grupos de la sociedad española enfrentados en aquella época. Con este detalle, el escritor zamorano pretendía demostrar que toda la clase política española estaba corrupta, con independencia de las siglas y los eslóganes que esgrimiesen. 

La confabulación de Petra contra la aristocracia de Vetusta, de aquellos que la infravaloraron por su baja condición social, urdiendo una compleja venganza mediante engaños aprovechándose precisamente de su modesta apariencia y escasez de recursos demostrando la capacidad del proletariado para cambiar el sistema establecido, la ira latente derivada de la injusticia y la desigualdad. 

O la lealtad de Tomas Crespo – o Frígilis-, quien demuestra ser el personaje más civilizado y racional de la novela precisamente por su rechazo a la sociedad, convirtiéndose en un ermitaño que prefiere la compañía de las plantas y los pájaros antes que la de los habitantes de Vetusta, excepto de Quintanar y Ozores, siendo el único amigo verdadero de ambos cuando el resto del pueblo se desprende de su “civilizada” apariencia al conocerse el adulterio de Ana y las posteriores consecuencias. 

Y así sucesivamente, porque «La Regenta» implica una lectura crítica de todos los ámbitos de la sociedad a través de un análisis crítico en el que el adulterio representa una excusa narrativa para profundizar en las causas del fracaso de la Restauración Borbónica, atreviéndose a cuestionar aspectos tan polémicos para la época como la excesiva influencia eclesiástica, tal y como se ha señalado en los párrafos anteriores. 

No obstante, su catalogación exclusivamente como una novela sobre la infidelidad femenina le repercute de forma negativa ante el lector actual –y más cuando esta temática solo se desarrolla en los últimos capítulos y de forma breve en comparación con otras temáticas- que puede sentirse abrumado ante la primera parte de la novela caracterizada por un estilo naturalista, aunque resulte esencial para la comprensión del contexto y de los personajes. La minuciosidad en la biografía de los diferentes puede resultar abrumadora ante la falta de acción en el relato hasta la segunda mitad, cuando realmente empieza el desarrollo de la trama narrativa. 

Con todo, el lector acaba siendo recompensado por su paciencia con una novela enriquecedora, pues «La Regenta» representa un punto de inflexión en la literatura española acorde con el contexto de la novela, un tiempo de cambio, de rebelión contra lo establecido aunque acabe demostrando que el progreso no siempre implica renunciar a nuestros errores del pasado, sino repetirlos bajo otra apariencia tolerada por la sociedad. 

Y con este propósito, Leopoldo Alas Clarín nos presenta un amplio catálogo de personajes destacables, paradójicamente, por sus defectos. La imperfección presente en cada uno de ellos como la gula de Visitación –quien protagoniza las escenas más divertidas de la novela por su insaciable glotonería de dulces y jugosos chismorreos-, la soberbia de Mesía –un don Juan Tenorio menor ensalzado por la iletrada aristocracia de Vetusta-, la lujuria de Obdulia -, la pereza de Quintanar –la falta de constancia, la declinación de su interés en el bienestar de su esposa cuando se encontraba enferma o su incapacidad para finalizar cualquier proyecto, tal y como evidencia su gabinete repleto de colecciones inconclusas o máquinas a medio construir-, la ira de Santos Barrigana a consecuencia de la avaricia de Paula Raíces –quien acaba apropiándose de su negocio, sin importarle la ruina de su vecino- y un largo etcétera deleita al lector gracias al satirismo del escritor zamorano, quien ridiculiza los defectos y vicios de la sociedad española con un humor clarividente, pues resulta difícil no encontrarse en la actualidad personas –o mejor dicho, personajes- que posean las mismas características que los habitantes de Vetusta basándose en un complejo juego de apariencias e intereses. 

En definitiva, «La Regenta» representa una lectura imprescindible, una enriquecedora experiencia literaria que nos proporciona un detallado análisis de la sociedad española durante un período convulso de transición como la Restauración Borbónica y que representó un auténtico fracaso en todos los ámbitos, especialmente tras la pérdida de las últimas colonias españolas. Una novela de gran complejidad temática y estilística por la minuciosidad de la primera parte, constituye uno de los mejores ejemplos de la corriente artística del Naturalismo, equiparable a los textos de Émile Zola («El paraíso de las damas») –precursor del Realismo del que derivó este movimiento literario- a través de una prosa satírica repleta de denuncia social en el que la mujer –y su identidad en un ambiente represor- ostenta un protagonismo atípico en la época –y, sobre todo, en la ficción española-. Un libro que establece un punto de inflexión, un antes y un después en el tiempo, en la historia y, en especial, en la de una mujer, Ana Ozores –o la Regenta- que se rebeló contra las obligaciones del matrimonio, la hipocresía social, el dominio eclesiástico, entre otros para encontrar la felicidad a través de un amor equivocado. 

LO MEJOR: Los personajes. La crítica social que cuestiona todos los ámbitos de la España de la Restauración Borbónica. Las paradojas presentes durante todo el relato para evidenciar la dualidad de la sociedad española, su hipocresía moral. El simbolismo inherente en las escenas claves de la novela. La complejidad del personaje de Ana Ozores, único ejemplo de virtud junto a Frígilis, quien ostenta un menor protagonismo, pero acaba resultando esencial en la conclusión de la historia. 

LO PEOR: La primera parte resulta abrumadora para aquellos lectores que desconozcan el contexto o no estén acostumbrados a los novelas de estilo naturalista. «La Regenta» sigue definiéndose exclusivamente como una novela sobre adulterio femenino cuando engloba una mayor diversidad temática, dedicándose exclusivamente los últimos capítulos a la infidelidad de Ana Ozores. 

Sobre el autor: Leopoldo Enrique García-Alas Ureña nació el 15 de abril de 1852 en Zamora (España). Era hijo del asturiano Genaro García Alas, gobernador civil de Zamora, y de Leocadia Ureña, mujer de fuertes creencias religiosas procedente de León. 

Después de mudarse a la capital leonesa, en donde Leopoldo estudió con los jesuitas, la familia Alas se trasladó definitivamente a la ciudad de Oviedo. 

En 1869 inició sus estudios de Derecho. Con anterioridad había participado en la revolución de septiembre de 1868, llamada “La Gloriosa”. Después de terminar su carrera viajó a Madrid para doctorarse e iniciar estudios de Filosofía y Letras. 

Sus primeros escritos aparecieron en revistas como Rabagás, Solfeo, La Unión, Revista De Asturias o La Ilustración Gallega y Asturiana, adoptando el seudónimo de “Clarín” en el año 1875. Este nombre artístico fue tomado del personaje gracioso aparecido en la obra La Vida Es Sueño de Calderón de la Barca. 

En su época de estudiante conoció a Francisco Giner de los Ríos, su máxima influencia ideológica que le inició en el krausismo. 

Aprobó las oposiciones a la cátedra de Economía Política y Estadística de la Universidad de Salamanca, pero finalmente no pudo acceder por presiones políticas del ministro de fomento Francisco Queipo de Llano (conde de Toreno), quien no comulgaba con las posturas ideológicas progresistas y republicanas de Clarín. 

En el año 1882 ejerció la profesión docente en Zaragoza, el mismo año que contrajo matrimonio con Onofre García Arguelles. Poco después regresó a su tierra paterna como catedrático de Derecho Romano en la Universidad de Oviedo. En 1887 fue elegido concejal republicano y un año después logró la cátedra de Derecho Natural. Su literatura, corriente naturalista con retazos de sátira, es una de las más importantes en lengua española del siglo XIX. Su obra maestra, junto con algunos relatos memorables (por ejemplo “La Mosca Sabia”), es la novela La Regenta (1885). 

Otros títulos importantes de Clarín son la novela Su Único Hijo (1890) y algunos libros de cuentos y narraciones cortas, como El Señor y Lo Demás Son Cuentos (1893), en donde se incluye el conocido relato ¡Adiós, Cordera!, Doña Berta (1892) o la colección Cuentos Morales (1896). 

También destacó como crítico literario (La Literatura En 1881; 1882) y articulista (Solos De Clarín; 1881). Escribió además una obra teatral llamada Teresa (1895), pero sin demasiado éxito de público y crítica. 

El 13 de junio de 1901 falleció en Oviedo. Tenía 49 años de edad.
Unos monstruitos adorables 

Sinopsis: Mysteryville es un pequeño pueblo en el que viven la familia de Anne Molly y una serie de estrambóticos personajes. Un día, Anne y su hermano Huevo se dan cuenta de que la gente de Mysteryville pierde la alegría y deciden investigar junto a sus nuevos vecinos Alec y Dallis. Los cuatro vivirán una fantástica aventura, tras la aparición de un extraño mechón de pelo azul en el bosque, en la que la magia y los monstruos más rocambolescos (y adorables) serán los protagonistas principales. ¡Bienvenidos a Mysteryville, donde todo es posible! 

Sobre el autor: Nae Esteban (1981, Alicante) Tras estudiar diseño y patronaje de moda inicia su carrera como diseñadora de vestuario en el mundo audiovisual, lo que le lleva a colaborar en festivales de cine, y poco después, entrar a trabajar en la discográfica Words are Weapons, donde se encarga de la dirección artística. Después de trasladarse a Barcelona se incorpora a la editorial Tyrannosaurus Books como socia y editora de la línea infantil. Mysteryville es su primera novela. También es autora del libro Recetas de cocina zombie y otros monstruos.


Una autora joven, un debut excelente, un fascinante viaje a través del tiempo 

La vida es como una crónica de cosas perdidas y encontradas. Del París de 1930 al Londres de la década de los ochenta, una mujer debe hacer un recorrido a través de distintas épocas para conocer la historia de su madre y la suya propia. 

Sinopsis: ¿Y si todo lo que necesitas saber sobre tu pasado estuviera oculto en un cuadro? Corren los años ochenta y a Kate, una joven fotógrafa londinense, le está costando mucho sobreponerse a la muerte de su madre, una famosa bailarina de orígenes inciertos. Cuando recibe de manos de su abuela adoptiva un misterioso retrato de una mujer que guarda un sorprendente parecido con su madre, Kate se embarca en un viaje para desenmarañar su historia familiar que la llevará desde Córcega, donde está la casa del famoso pintor Thomas Stafford, hasta el París de los años treinta. En este inolvidable periplo, con el que pretende hacer las paces con su pasado, descubrirá una gran historia de amor truncada por la guerra y un gran misterio: ¿qué relación tiene el autor del cuadro con su madre? ¿Y con la propia Kate? 

«¿Qué hay mejor para las largas y frías noches de invierno que una saga que perdura a lo largo de décadas, llena de glamour, ambientaciones exóticas y un episodio en tiempos de guerra? Eso es lo que encontrarás en Todo lo perdido y encontrado. Un debut extraordinario.» The Daily Mail 

Sobre la autora: Lucy Foley es una joven escritora británica que estudió literatura inglesa en las universidades de Durham y UCL. Antes de dedicarse por completo a la escritura, trabajó como editora de ficción en una importante editorial de su país. Actualmente está escribiendo su segunda novela y dedica parte de su tiempo a viajar para documentarse. Su debut con Todo lo perdido y encontrado ha recibido extraordinarios elogios tanto de los lectores como de la crítica, y será publicado por editoriales en todo el mundo. «Escribí el libro pensando en mis abuelas, en mi madre y en mi hermana. Ellas fueron mi motivación, mi inspiración, y mis primeras lectoras.» -Lucy Foley
Sinopsis: Es 1953 y Kilian abandona la nieve de la montaña oscense para iniciar junto a su hermano, Jacobo, el viaje de ida hacia una tierra desconocida, lejana y exótica, la isla de Fernando Poo. En las entrañas de este territorio exuberante y seductor, le espera su padre, un veterano de la finca Sampaka, el lugar donde se cultiva y tuesta uno de los mejores cacaos del mundo. 

En esa tierra eternamente verde, cálida y voluptuosa, los jóvenes hermanos descubren la ligereza de la vida social de la colonia en comparación con una España encorsetada y gris; comparten el duro trabajo necesario para conseguir el cacao perfecto de la finca Sampaka; aprenden las diferencias y similitudes culturales entre coloniales y autóctonos; y conocen el significado de la amistad, la pasión, el amor y el odio. Pero uno de ellos cruzará una línea prohibida e invisible y se enamorará perdidamente de una nativa. Su amor por ella, enmarcado en unas complejas circunstancias históricas, y el especial vínculo que se crea entre el colono y los oriundos de la isla transformarán la relación de los hermanos, cambiarán el curso de sus vidas y serán el origen de un secreto cuyas consecuencias alcanzarán el presente. 

En el año 2003, Clarence, hija y sobrina de ese par de hermanos, llevada por la curiosidad del que desea conocer sus orígenes, se zambulle en el ruinoso pasado que habitaron Kilian y Jacobo y descubre los hilos polvorientos de ese secreto que finalmente será desentrañado. Un excelente relato que recupera nuestras raíces coloniales y una extraordinaria y conmovedora historia de amor prohibido con resonancias de Memorias de áfrica. 

Crítica: El año 1898 simbolizó para nuestro país el detrimento de su personalidad histórica ante la pérdida de las últimas colonias de ultramar (Puerto Rico, Filipinas y Cuba), postrimeros vestigios del otrora admirado Imperio español, que desencadenó un proceso de regeneración en todos los ámbitos de la nación. Si bien España conservó el protectorado de Marruecos y algunas provincias en Guinea Ecuatorial, ambos territorios acabaron también por conseguir la independencia. 

Precisamente, e inspirándose en las experiencias reales de sus últimas generaciones familiares, Luz Gabás escribe sobre la pérdida de identidad de aquellos colonos obligados a abandonar el protectorado de Fernando Poo para regresar a la castiza España, dejando atrás un paraíso corrompido por la avaricia, la arrogancia o el racismo de los conquistadores. De igual modo, la autora nos narra el conflicto de las poblaciones autóctonas, obligadas a renunciar en contra de su voluntad a sus ancestrales costumbres en favor del progreso europeo. 

Al igual que la primera novela de María Dueñas («El tiempo entre costuras»), «Palmeras en la nieve» se convirtió en un gran éxito entre el público -especialmente femenino- con una historia que combina diferentes géneros -novela autobiográfica, histórica y, sobre todo, romántica- para relatarnos el amor prohibido entre Killian y una joven indígena en un escenario de gran exuberancia y singularidad como la isla de Fernando Poo, y más concretamente la finca Sampaka. 

Luz Gabás desarrolla la novela a través de dos historias yuxtapuestas. Por un lado, la investigación realizada por Clarence, sobrina de Killian, con objeto de conocer mejor aquel episodio de la historia familiar ocurrida en aquellos exóticos y desconocidos paisajes para la joven, tan diferentes de la monocromía invernal de los Pirineos, que solo conoce mediante relatos parciales de su tío y su padre, Jacobo. Por otro, el viaje iniciado por un joven romántico, Killian, junto a su intrépido hermano para unirse a otros colonos en busca de mejor fortuna. 

«Palmeras en la nieve» es una novela basada en los contrastes –tal y como evidencia el propio título-. Presente y pasado se enlazan durante toda la novela para evidenciar que los problemas derivados de la colonización no desaparecieron tras la independencia, sino todo lo contrario. En la actualidad, Guinea Ecuatorial es un estado dictatorial, su población soporta graves carencias de alimentos y servicios básicos y la mayor parte de la riqueza del país es explotada por empresas extranjeras. Es decir, Luz Gabás insta a las autoridades europeas a responsabilizarse de las repercusiones derivadas de sus actos durante aquella época. Si bien, la autora opta por un relato más intimista con objeto de denunciar esta realidad, acercándosela al lector a través de las experiencias de sus personajes. 

De igual modo, la contraposición tanto de los principales escenarios como de las emociones experimentadas por sus personajes a lo largo de varias décadas nos demuestran que las distancias solamente la interponen los prejuicios hacia el otro, pues al profundizar en las raíces de la segregación acabamos por descubrir que, en realidad, las semejanzas entre ambas culturas son mayores cualquier diferencia, tal y como hace Killian. 

A pesar de la oportunidad que nos proporciona Luz Gabás de conocer un capítulo la historia colonial española prácticamente desconocido, observamos que acaba incurriendo en errores similares a la mayoría de grandes emperadores desde Alejandro Magno hasta Carlos V -el Rey Emperador- al pretender abarcar un territorio demasiado amplio, especialmente para una autora sin experiencia literaria propia. Conforme avanzan los capítulos, apreciamos que se concede una mayor relevancia en el relato a los fragmentos protagonizados por Killian -quien prácticamente monopoliza la narración a pesar del uso de la tercera persona- que aquellos desde la perspectiva de Clarence, prácticamente reducidos a unas pocas hojas hasta el último tercio de la novela. En consecuencia, Luz Gabás no consigue alternar correctamente los capítulos de ambos personajes, provocando una discordancia narrativa. 

Por otro lado, la autora tiende a centrarse exclusivamente en la trama romántica cuando la historia se encuentra demasiado avanzada, relegando a un segundo plano el resto de temáticas que acaba desarrollando de forma superficial y con poco o ningún criterio selectivo. De esta forma, «Palmeras en la nieve» acaba por convertirse en la tópica novela de amores imposibles repletas de personajes lineales, con una prosa simple repleta de adjetivos calificativos y un argumento previsible desde las primeras páginas para cualquier lector medio. 

A pesar de las pretensiones de Luz Gabás por construir un obscuro relato de denuncia contra la segregación y el racismo, la pérdida de la identidad cultural o la conservación de los lazos familiares y las costumbres a través del tiempo, la autora opta por un texto poco exigente con objeto de satisfacer la actual demanda entre los lectores que tiende a decantarse por historias sobradamente conocidas por todos, pero con las que acabamos incurriendo en los mismos errores del pasado. 

LO MEJOR: La posibilidad de conocer un episodio casi desconocido de la historia colonial española. 

LO PEOR: El resto. La película inspirada en la novela original será un éxito al ser protagonizada por Mario Casas. 


Sobre la autora: Luz Gabás Ariño nació en 1968 en Monzón (Huesca). Los mejores momentos de su niñez y adolescencia también transcurrieron entre el pueblo de su familia paterna (Cerler, en el Valle de Benasque) y el de su familia materna (Serrate, en el Valle de Lierp). Después de vivir un año en San Luis Obispo (California), estudió en Zaragoza, donde se licenció en Filología Inglesa y obtuvo más tarde la plaza de profesora titular de escuela universitaria. Durante años ha compaginado su docencia universitaria con la traducción, la publicación de artículos, la investigación en literatura y lingüística y la participación en proyectos culturales, teatrales y de cine independiente. Desde 2007 vive en el precioso pueblo de Anciles, junto a la Villa de Benasque, donde se dedica, entre otras cosas, a escribir. Su primera novela, Palmeras en la nieve, fue uno de los éxitos editoriales de 2012.