
Crítica: El primer embarazo representa una sucesión de cambios trascendentales en la vida de ambos progenitores, que se desarrollan de forma simultánea al crecimiento del embrión. Si bien, pronto la felicidad inicial de los cónyuges acaba siendo remplazada por la preocupación ante las posibles –y múltiples- dificultades que pudieran presentarse durante la concepción del feto. Un sentimiento de inquietud acrecentado ante la propia ignorancia, de impotencia ante la incapacidad para protegerlo de cualquier peligro. De esta forma, el miedo acaba convirtiéndose en la emoción predominante durante los nueve meses previos al alumbramiento de la inocente criatura.
«La semilla del diablo» es un perturbador thriller psicológico inspirando en el resurgimiento de las sectas satánicas entre la élite estadounidense en el que Ira Levin combina los miedos de la sociedad moderna con ancestrales temores presentes en los relatos góticos como la brujería.
A partir de una base sencilla, el autor consigue desarrollar con pocos elementos una novela claustrofóbica caracterizada por un opresiva atmósfera ambientando la mayoría de la acción en la casa Bramford, una construcción de estilo neogótico que nos recuerda por su arquitectura y triste celebridad al edificio Dakota. Pese a las advertencias de los amigos, una pareja de recién casados, Guy y Rosemary Woodhouse, acaban mudándose con la ilusión de convertirlo en un nuevo hogar en el que formar una familia. La mayoría de los vecinos son ancianos de afable apariencia y costumbres excéntricas propias de la avanzada edad que enseguida acogen al joven matrimonio bajo su protección, en especial después de que Rosemary haya conseguido finalmente quedarse embarazada. Sin embargo, pronto todo parece indicar que es víctima de una oscura conspiración que tiene como objetivo arrebatarle a su hijo. A pesar de su certeza, nadie parece creer las figuraciones de la joven abduciendo la ansiedad propia de las madres primerizas, incluso Guy empieza a cuestionar la estabilidad psicológica de su esposa. Con todo, Rosemary está dispuesta a luchar contra el mismo demonio si fuera necesario para salvar la vida de sus bebé…
Ira Levin narra con sobriedad e inteligencia una historia repleta de traiciones y avaricia introduciendo progresivamente las fuerzas sobrenaturales en la rutina de Guy y Rosemary, alterando la relación del matrimonio hasta convertirlos en dos completos extraños. Resulta interesante observar los sutiles cambios que se producen entre ambos cónyuges cuando la ambición de Guy demuestra ser mayor que el amor hacia su esposa, convirtiéndola en un mero instrumento con el que conseguir sus propósitos. De este modo, el autor describe la egolatría y el materialismo de la sociedad moderna, un individualismo que ha fomentado la pérdida de valores morales esenciales como la empatía y que explicaría el resurgimiento de movimientos basados exclusivamente en la obtención del propio placer contraponiéndola con la abnegada actitud de Rosemary hacia su hijo.
El autor realiza una interesante contraposición entre la actitud de ambos cónyuges en la que la inicial pasividad de la joven ante la dependencia económica y emocional hacia su esposo es progresivamente sustituida por la ferviente necesidad de proteger a su hijo. El marido siempre ausente en el hogar la obliga a actuar, a enfrentarse a sus miedos sabiéndose completamente sola. De hecho, el progresivo aislamiento de Rosemary conforme avanzan las etapas de su embarazo con el objetivo de distanciarla de su familia y amistades podría interpretarse como una sutil alegoría del maltrato doméstico que empieza con la actitud distante del marido, el posterior menosprecio y, finalmente, la agresión verbal y física.
Precisamente, «La semilla del diablo» se caracteriza por la sutileza del terror empleado por Ira Levin. El escritor estadounidense no precisa de escenas violentas para provocar el miedo en el lector. Obsérvese que la escena de la violencia es descrita mediante el ambivalente recuerdo de una horrible pesadilla sin necesidad de incurrir en detalles incómodos, sino alternando la vigilia y el sueño para incrementar la confusión en la escena.
Es más, igual que la soledad de la protagonista contribuye a incrementar su obsesión ante la progresiva tortura psicológica que representa su estado, el lector es incapaz de discernir la veracidad de los acontecimientos descritos ante el progresivo empeoramiento anímico de Rosemary. La realidad acaba resultando ambigua ante la fantasía de la joven y el escritor estadounidense aprovecha esta circunstancia para mantener el suspense hasta la conclusión de la novela con un desesperanzador final que nos recuerda a otros títulos como «El exorcista» (William Peter Blatty) o «La maldición de Hill House» (Shirley Jackson).
Con todo, la traducción del título – y la posterior adaptación cinematográfica dirigida por Polanski- anticipa el desenlace de la historia, condicionando la lectura pese a los esfuerzos del autor por conservar el equívoco.
A pesar de ello, «La semilla del diablo» es una perturbadora y opresiva novela de terror psicológico inspirada en los clásicos relatos góticos sobre fuerzas sobrenaturales que convierte la moderna ciudad de Nueva York en el escenario de una antigua conspiración. La inteligente prosa de Ira Levin consigue mantener la ambigüedad del relato prácticamente hasta el desenlace de la novela, resultando imposible discernir entre la realidad y la desesperada fantasía de Rosemary para explicar el mal que germina en su interior. Un auténtico clásico contemporáneo sobre la avaricia humana que nos obliga a desconfiar de nuestros congéneres, así como los secretos que pudieran ocultarse tras la puerta vecina.
LO MEJOR: La casa de Bramford y su omnisciente presencia durante toda la novela, así como sus afables y considerados vecinos. La evolución de la relación entre Rosemary y Guy conforme advertimos la personalidad egocéntrica del marido. La tortura psicológica que representa el embarazo de la protagonista, impidiéndole discernir entre la realidad y la obsesiva fantasía de su mente para explicar las extrañas circunstancias de su estado. La desoladora conclusión de la novela.
LO PEOR: La traducción del título –y la adaptación cinematográfica de la novela- anticipan el desenlace. La sutileza del terror puede resultar tediosa ante la tendencia actual del gore literario y el torture porn.