¿Qué precio estarías dispuesto a pagar para conseguir la Libertad?
En un mundo en el que los antiguos enemigos se convierten en insospechados aliados, todo parece posible.

La Factoría de Ideas publica Libertad, la tercera y última entrega de la cautivadora saga juvenil Los juegos de la guerra del escritor, historiador y conferenciante Josh Lawrence

Sinopsis: En un mundo en el que los antiguos enemigos se convierten en insospechados aliados, todo parece posible. Con Pericles y Helena encerrados y sus amigos Dracón y Julia librando una cruenta guerra, solo la intervención de la divina providencia podrá ayudar a este grupo de espartanos y atenienses a derrocar al tirano y alcanzar la ansiada libertad de sus pueblos. Muchos son los aliados que encontrarán por el camino, pero nunca se está a salvo de la traición. Tal vez la única forma de lograr su propósito sea volver donde todo empezó, y organizar los últimos Juegos de la Guerra.

«Por el estilo del libro, es inevitable que nos recuerde a ‘Los Juegos del Hambre’ de Suzanne Collins. Sin embargo, aunque tiene algunas semejanzas, los juegos de Josh Lawrence tienen un aire más olímpico y espartano». La estantería de Cho

«Se trata de una distopía que parte de una base interesante y facilita el camino para la aparición de mitos, dioses, criaturas mitológicas y personalidades griegas». La estantería de Cho

«La serie de Lawrence tiene la fuerza de sagas como ‘Los Juegos del Hambre’ u ‘Olvidados’, pero con un componente mítico que la hace única». The Fox Herald

«Esta novela cuenta con una ambientación que retrata perfectamente la antigua época griega gracias al cuidado que ha prestado el autor a detalles como el vestuario, el medio de subsistencia, así como el sistema político imperial». La estantería de Cho


Sobre el autor: Josh Lawrence es licenciado en Historia, conferenciante y colabora en diversas revistas de historia y misterio. Sus grandes pasiones, la historia antigua, la sociología y la narrativa, se aúnan en su primera incursión en el panorama literario juvenil; la serie Los Juegos de la Guerra es, además de una adictiva saga futurista, un relato que logra un equilibrio entre pasado y futuro, donde el ambiente opresivo imaginado por Lawrence se convierte en el caldo de cultivo idóneo para la rebelión. Con Libertad cierra la serie que comenzó con El oráculo y Enemigos (publicadas por La Factoría de Ideas).
Paisaje de emociones
Si en El último viaje del Valentina y Un misterio en Italia Santa Montefiore nos introducía en las ruinas de un palazzo para desplegar sus emocionantes historias, en Los secretos del faro es el idílico y solitario paraje de Connemara, en la costa irlandesa, el que ofrece el ámbito propicio para un romance moderno, con fantasmas que se niegan a dejar en paz a las personas que amaron y con una mujer que quiere huir de su vida y termina reencontrándose con un pasado que desconocía.

A pesar de que no suele relacionársela con el fenómeno de las landscape novels, (“novelas de paisajes”), lo cierto es que son pocas las autoras que, como Santa Montefiore, dominan el arte de proyectar en un paisaje las turbulentas emociones de sus personajes, ofreciendo, tanto en los rincones oscuros de edificios en ruinas como en las interminables planicies barridas por el viento, un lugar en el que los protagonistas ven reflejados sus sentimientos más íntimos. 

Sinopsis: Ellen Trawton está a punto de casarse con un hombre al que no ama, su trabajo la deprime y su madre se entromete en todos los aspectos de su vida. Cuando un día descubre un puñado de cartas dirigidas a su madre por una tía Peg, cuya existencia hasta entonces desconocía, decide huir. ¿Qué mejor lugar para romper todo contacto con el pasado que el imponente paisaje de Connemara?

Pero tras la salvaje belleza de ese perdido rincón de Irlanda se oculta un misterio que parece imposible de desentrañar. Como la oscura y solitaria presencia de Conor Macausland, un hombre desolado por la trágica muerte de su esposa Caitlin en el viejo faro. El encuentro casual entre Ellen y Conor genera una conexión muy especial e imposible de soslayar, pero Ellen no tarda en darse cuenta de que el pasado de Conor no es lo que parece, y que su propia familia también alberga secretos en su pasado.

Sobre la autora: Santa Montefiore nació en Inglaterra en 1970 y creció en una granja en Hampshire. Ha escrito varias novelas que han sido traducidas a más de veinticinco idiomas y se venden en todo el mundo, entre ellas las exitosas A la sombra del ombú y La golondrina y el colibrí, publicadas también por Umbriel. Vive en Londres con su marido, el historiador Simon Sebag-Montefiore, y sus dos hijos.

Sinopsis: Tras la muerte accidental de su hijo pequeño, Ebba y Mårten se trasladan a la isla de Valö para rehacer su vida. Ahí, se instalan en una granja enla que vivió la familia de Ebba hace muchos años. Pero la tragedia los sigue acechando, y un incendio, a todas luces provocado, saca a relucir la historia siniestra que pesa sobre la granja. Hace treinta años toda la familia de Ebba desapareció sin dejar rastro. Solo se salvó ella, entonces un bebé de un año, a quien encontraron sola en la casa. Desde ese momento, recibe una misteriosa felicitación el día de su cumpleaños, firmada con una simple G.

Patrik abre una investigación, y Erica, siempre en busca de material narrativo, empieza a tirar del hilo de la historia de la granja por su cuenta. Un acto impulsivo de Anna, la hermana de Erica, aún afectada por la pérdida del bebé que esperaba, revelará la verdad de golpe.


Crítica: El hombre es el único animal que tropieza dos veces con la misma piedra, así lo demuestra la historia de  nuestra especie. Durante los últimos años hemos observado con preocupación el avance de la ultraderecha política en diferentes países europeos. El discurso de estos partidos tiende caracterizarse por su exaltado carácter patriótico contra la población extranjera, a quienes acusan de ser los principales responsables de la precaria situación económica actual. El malestar de los ciudadanos es perceptible en la tendencia del voto a favor de estas facciones, otorgándoles cada vez mayor poder y presencia en los principales organismos del gobierno. Curiosamente, la democracia vuelve a convertirse en la mejor herramienta para instaurar un régimen basado en el miedo y, sobre todo, en el odio hacia lo diferente. Una situación que, infelizmente, recuerda demasiado al alzamiento del nacionalsocialismo encabezado por la carismática figura de Adolf Hitler.


Camilla Läckberg vuelve a demostrarnos que es una escritora comprometida con su país, denunciando a través de sus novelas los principales problemas que afligen a Suecia. La prosa de la escritora sueca es implacable ante cualquier injusticia, mostrando las consecuencias del abuso de poder desde la perspectiva local del pequeño pueblo costero de Fjällbacka.


Inspirándose en los ataques del 22 de julio de 2011 en Noruega, primero la explosión en Oslo y, posteriormente, el tiroteo en la isla de Utøya con 77 víctimas mortales y más de un centenar de heridos,  «La mirada de los ángeles» representa la novela más realista de Läckberg para evidenciar la preocupante situación de fanatismo político. De igual modo, la autora emplea, por primera vez, fragmentos de la biografía de un personaje real, Hermann Göring, a fin de reforzar el principal mensaje de sus libros: la capacidad de superar los errores del pasado, aprendiendo directamente de ellos.

Es más, los seguidores de la saga «Los crímenes de Fjällbacka» apreciaran semejanzas con «Las huellas del pasado» al retomar el nazismo, así como las consecuencias de la posición “neutral” de Suecia durante La Segunda Guerra Mundial. Y es que Camilla Läckberg utiliza a sus personajes como metáfora, pues la finalidad de cualquier investigación policial es descubrir la verdad para castigar a los responsables a fin de que ningún crimen quede impune, con independencia del tiempo transcurrido desde aquel horror.

Por esta razón, es muy importante el equilibrio entre la crítica social y el drama personal, tal y como demuestran sus dos anteriores novelas, «La sombra de la sirena» y «Los vigilantes del faro». De ahí que la autora plantee los futuros conflictos a los que deberán enfrentarse sus personajes durante las próximas entregas, planteando «La mirada de los ángeles» como una novela de transición en vez de conclusiva.

Sin embargo, al contrario que los libros mencionados en los que apreciábamos la madurez de su estilo, la escritora sueca no solo retrocede en el tiempo a través de la ficción, también en la calidad del relato. Y es que la trayectoria literaria de Camilla Läckberg no se caracteriza por una evolución constante, sino bastante dispar al realizar comparaciones de sus novelas.

A pesar de que «La mirada de los ángeles» tiene un planteamiento inicial atractivo, la autora no consigue proporcionarle el tono adecuado. Los capítulos se suceden con escenas demasiado similares a entregas anteriores, sorprendiendo la linealidad del argumento y, sobre todo, los personajes. Es cierto que la descripción del dolor compartido por Ebba y Marten destaca por la capacidad de la autora para transmitir sentimientos tan complejos a través de una prosa sencilla, sin redundancias poéticas. No obstante, cuando avanzamos en la lectura observamos que acaba recurriendo a los elementos tópicos de su primera novela, volviéndola tediosa e incluso previsible. Asimismo, la necesidad de plantear futuras subtramas obliga a la autora dedicar un espacio que le hubiese permitido profundizar en varios de los conceptos planteados al inicio de la novela; así como una mejor conclusión para evitar las incoherencias percibidas en la personalidad de determinados personajes secundarios durante los últimos capítulos.

Con todo, «La mirada de los ángeles» nos recuerda las palabras de Benjamin Franklin: «Dejarse guiar sólo por la fe, es obediencia ciega», porque la imposición de una ideología basándose en el miedo (y el odio) de la población contra un enemigo inexistente, creado específicamente para conseguir sus objetivos solo conseguiría repetir uno de los episodios más oscuros de la historia europea. Y es que Camilla Läckberg no escribe ficción, sino la realidad de su país  y sus ciudadanos a través de sus novelas, convirtiendo su prosa en la mejor propaganda contra estos grupos extremistas; y, al mismo tiempo, ofrecer al lector  una novela entretenida, quizás inferior a sus predecesoras, aunque no por ello menos trascendental en lo que nos narra una realidad que muchos optan por ignorar hasta que las consecuencias son ya irreversibles.  

LO MEJOR: La crítica hacia la ultraderecha política y la advertencia acerca de su presencia en los principales organismos del gobierno sueco basándose en un mensaje de odio contra los extranjeros.

LO PEOR: «La mirada de los ángeles» es un retroceso en la trayectoria literaria de Camilla Läckberg, demasiado similar sus primeras novelas.
 

Sobre la autora: Camilla Läckberg nació en  la pequeña localidad de Fjällbacka, donde se desarrollan sus novelas. Esla mejor representante de la novela negra escandinava y la autora más leída de Suecia. En cada nueva entrega de las aventuras de Erica y Patrik, la autora demuestra otra vez que sus logros, dos millones de ejemplares vendidos sólo en Suecia, derechos de sus libros cedidos a más de treinta países, adaptaciones cinematográficas y múltiples premios, se deben a un talento fuera de lo común y a una manera de narrar tan original como cautivadora.


Adiós Bridget Jones, bienvenido Farm Lit
La literatura considerada "femenina" se adapta a los cambios generados por la crisis económica. De esta forma asistimos a la caída del "chick lit" (literatura chick), protagonizada por mujeres de clase media alta con profesiones de éxito y ansia de consumo que nos cuentan sus aventuras entre comidas y copas en los locales más selectos de ciudades cosmopolitas como Londres o Nueva York (Locas por las compras, Sexo en Nueva York, El diablo viste de Prada, Gossip Girl) y a la emergencia de su género sustituto, el "farm lit" (literatura de granja), que cuenta como, aquellas glamurosas mujeres de los noventa, se cansan de la vida de consumo desenfrenado y éxito sin parangón y se trasladan al campo para aprender a vivir entre gallinas y huertos.


Al parecer, la crisis mató al chick lit. Y esa fue precisamente la causa del farm lit, un fenómeno literario que trata de personajes que empiezan de nuevo en un entorno rural donde las protagonistas se quitan los Manolos Blahnik para dedicarse a cocinar, hacer punto, alimentarse a base de comida orgánica, y a contarnos sus peripecias en botas de agua.

La narrativa farm lit cobra nueva vida en forma de mujeres de ciudad que no han cogido una azada en la vida y deben dejar los tacones y los smartphones para ingeniárselas y aprender a llevar una granja. Títulos como Un verano en el campo, de Heike Wanner, son claros ejemplos de esta tendencia.


Se trata de mostrar la vida rural con todos sus retos y dificultades, como una alternativa a la existencia en unos tiempos cada vez más acelerados. El farm lit muestra unos personajes que se ven obligados a reencontrarse con la esencia de la vida y el origen de los alimentos, como pretexto para buscar nuevos retos más sencillos en sus propias vidas. Es posible que la crisis económica nos haga desear una vida  donde lo importante sea relajarse y aprender a valorar los pequeños placeres de la vida.

Sinopsis: Lisa Marie, Marie Louise y Anne Marie son tres primas que comparten nombre en honor a su abuela, pero allí se acaban sus semejanzas. Louise es una exitosa decoradora, Anne Marie está desbordada por su familia y Lisa Marie ve peligrar su pequeña librería por la apertura de una gran cadena. Aun así, por insistencia de sus madres, las tres mujeres se reúnen mensualmente para compartir unos dulces caseros. Tras recibir la noticia de que su tío Horst ha muerto y les ha dejado su granja en herencia, no les queda más remedio que trasladarse al campo una temporada. Las tres primas tendrán que lidiar con los problemas cotidianos de una granja con animales, como aprender a ordeñar vacas y dar de comer a las gallinas, cometido para el que afortunadamente cuentan con la ayuda de la eficaz monja Buenaventura, una buena amiga de su tío.

Sobre la autora: Heike Wanner (Alemania, 1967) trabaja para una compañía aérea y vive con su familia cerca de Frankfurt. Admite que no tenía planeado llegar a ser escritora, pero cuando se reencontró con sus viejos diarios durante una mudanza, creció en ella la semilla de su primera novela. Hasta ahora, en Alemania ha publicado tres libros con un éxito notable.

Sinopsis: Unos jóvenes norteamericanos que pasan unas vacaciones en México ven cómo sus días de diversión se convierten en una pesadilla. Lo que en un principio iba a ser un trekking emocionante por la jungla mexicana, se convertirá en una caza y captura en la que ellos serán las víctimas. Inquietante y aterradora, Las ruinas posee la misma tensión in crescendo que caracterizó a Un plan sencillo, así como recuerda algunas de las mejores obras de Stephen King y la perturbadora novela La playa, de Alex Garland (publicada por Ediciones B y llevada al cine con Leonardo Di Caprio como protagonista). Stephen King dice de ella: “Suspense al más puro estilo Ruth Rendell. Smith pretende aterrorizar al lector y lo consigue, y lo hace de una manera directa, sin atajos: Las ruinas es un prolongado grito de horror. La estancia en México de sus protagonistas es el equivalente actual de lo que fuera en su día Tiburón en las playas de Nueva Inglaterra.”
Unos jóvenes norteamericanos que pasan unas vacaciones en México ven cómo sus días de diversión se convierten en una pesadilla. Lo que en un principio iba a ser un trekking emocionante por la jungla mexicana, se convertirá en una caza y captura en la que ellos serán las víctimas. Inquietante y aterradora, Las ruinas posee la misma tensión in crescendo que caracterizó a Un plan sencillo, así como recuerda algunas de las
Crítica: La violación de un grupo de turistas españolas durante sus vacaciones en un complejo turístico de Acapulco demostró que, incluso en el paraíso, no debemos olvidarnos que el infierno también existe. Las maravillosas imágenes de las agencias de viajes ocultan la aterradora realidad de un país en el que la principal moneda de intercambio es la violencia derivada, sobre todo, del narcotráfico. A fin de combatir la inseguridad ciudadana y, especialmente,  garantizar protección de los extranjeros que visitan estas turísticas regiones, el gobierno local ha declarado la guerra a los cárteles de la droga. De esta forma, los viajeros pueden seguir disfrutando de sus vacaciones sin mayores  preocupaciones que las quemaduras solares, los ávidos mosquitos o las ineludibles resacas durante su estancia. Sin embargo, la amenaza sigue latente fuera del todo incluido, porque el peligro no proviene exclusivamente del tráfico ilegal de narcóticos, los enfrentamientos entre bandas rivales o la corrupción de las autoridades, sino de algo más primitivo y antiguo. Al fin y al cabo, la pronunciación maya de Cancún -que junto a Acapulco representa uno de las ciudades turísticas mexicanas más reconocidas en el mundo- significa «nido de serpientes».

Al igual que otras historias de terror serie B, comienza con un grupo de jóvenes (Jeff, Amy, Eric y Stacy) estadounidenses disfrutando de sus últimas vacaciones juntos antes de empezar la universidad y, por subsiguiente, de su despreocupada libertad previa a la adquisición de obligaciones como adultos. Entre tragos compartidos a la orilla del mar, entablan una deleznable amistad con un enigmático turista alemán (Mathias) y un incorregible trío griego (Pablo, Juan y Don Quijote). No obstante, su cómoda rutina basada en el alcohol, la playa y las risas ebrias se interrumpe cuando Mathias les propone acompañarle para visitar unas ruinas, esperando encontrar a su hermano. Ignorando las reticencias iniciales, el grupo acaba accediendo y, en pocas horas, se encuentran en el interior de la jungla dirigiéndose hacia una trampa mortal.

De este modo, «Las ruinas» se convierte en un desgarrador relato de supervivencia cuando los protagonistas se ven atrapados sobre una colina en la que crece una singular enredadera para descubrir, siempre demasiado tarde, que no todo es lo que parece en un principio.

Si bien la novela tiene un principio irregular en la narración, destacando por la ausencia de una constancia en el ritmo, Scott Smith capta la atención utilizando un reducido número de elementos con los que crear una atmósfera opresiva. El autor siembra el miedo desde el primer instante en que los protagonistas son obligados a permanecer contra su voluntad entre aquella extraña vegetación mientras decenas de ojos observan impasibles sus movimientos, la mayoría humanos. Otro no.

Desconcertados ante el giro que experimentan los acontecimientos, comienzan las especulaciones para intentar comprender la situación en la que realmente se encuentran, así como las posibilidades de escapar con vida. En este sentido, resulta muy acertado que el autor omita cualquier información respecto al origen de la planta, siendo sus propios personajes quienes averiguan de forma paulatina a qué se enfrentan. Resulta significativa algunas de las posibles explicaciones sugeridas por Scott Smith que parecen inspirarse en el experimento del laberinto con gusanos planarios, aplicada anteriormente en otras novelas del género como «Fantasmas» (Dean Koontz) e incluso el cómic, «La cosa del pantano: Lección de anatomía» (Alan Moore). Si bien, el autor sorprende al plantearnos la siguiente pregunta: ¿Y si realmente no fuese una planta? ¿Y si solo tuviera su apariencia de una planta, pero nos estuviéramos enfrentando a algo completamente diferente?

Otro planteamiento interesante es la presencia de los mayas rodeando el claro, porque demuestran la pervivencia de las supersticiones en el pueblo mexicano y, en concreto, de los mayas. El contraste entre el drama de los protagonistas intentando sobrevivir en condiciones extremas y la impasibilidad de sus vigilantes, quienes observan el desarrollo de los horribles acontecimientos sin intervenir mientras realizan su particular rutina es demoledora. La escena del niño intentando aprender malabares siendo observado por Jeff desnutrido y harapiento resulta impactante. Irónicamente, nos recuerda a aquellas imágenes de ciudadanos con sobrepeso que observan impávidos las secuencias de niños africanos. Por segunda vez, Scott Smith nos demuestra la facilidad con la que nuestra realidad puede verse alterada.

Y es que, a pesar de que «Las ruinas» se desarrolla en contexto ficticio, la novela resalta por el realismo de sus escenas, en especial cuando el narrador se centra en las reacciones de sus personajes, provocando auténtica angustia en el lector a medida que observa la degradación de la que son víctimas.

Scott Smith logra un acertado equilibrio entre la amenaza vegetal y otras eventualidades que se les presentan posteriormente, como el hambre, la sed o la falta de medicamentos. Si bien, tampoco debemos obviar la desconfianza que florece entre ellos durante el transcurso de los días hasta  que la violencia florece con grandes dosis de sangre y mutilaciones, bien auto inflingidas o realizadas entre ellos para conseguir «sobrevivir».

Una novela despojada de eufemismos en el que retrocedemos juntos a sus protagonistas hacia un estado primitivo, casi animal (o vegetal). De ahí que el autor no omita ningún detalle respecto a la convivencia del grupo, incluyendo los más íntimos como las excreciones. Es cierto que durante los primeros capítulos tiende a centrarse excesivamente en los fluidos corporales (sudor, vomito, semen u orina), percibiéndose la influencia de Stephen King en una prosa simple, e incluso vulgar. Afortunadamente, después realiza un acertado cambiar en el tono al concentrarse en la psicología de los personajes.

Con todo, hubiésemos agradecido un mayor desarrollo de los cuatro protagonistas, porque durante toda la novela pervive la sensación de que el autor apenas realiza hincapié en sus historias personales, sobre todo con Amy y Stacy. Eric y Jeff aluden de forma a recuerdos y experiencias previas, pero no ocurre lo mismo con las dos jóvenes quienes permanecen pasivas durante toda la novela. De hecho, la inercia de ambas resulta irritante y, aunque es perceptible desde el inicio que el autor no pretende conseguir la empatía del lector, podría haber esforzado por concederles una personalidad no más atractiva, simplemente dársela.

A pesar de que «Las ruinas» no está incluido en ningún paquete turístico de Cancún, si queremos dejar de ser simples turistas para convertirnos en auténticos viajeros dejaos atrapar por la exuberante belleza que crece en lo más profundo de la selva. Scott Smith se convierte en nuestro particular guía durante nuestro recorrido hacia un miedo tan ancestral como la tierra en la que germinó su leyenda. Allí donde la civilización no ha conseguido penetrar y echar raíces en el que sobrevive un último ejemplar de una especie prácticamente extinta alimentándose de tu miedo… y de tu carne.  Contra la naturaleza, el ser humano es siempre es la presa. 

LO MEJOR: Un auténtico tributo a la serie B. El autor aprovecha los escasos elementos de la novela para crear un aterrador relato de supervivencia. Las constantes incógnitas (y descubrimientos) sobre la planta. La predominancia de la tensión psicológica frente al gore.

LO PEOR: La usencia de ritmo durante los primeros capítulos. La prosa resulta simple, e incluso vulgar en determinadas escenas. Los cuatro protagonistas carecen de una presentación que permita al lector simpatizar con ellos, especialmente los femeninos. La influencia de King es apreciable en muchos detalles.

Sobre el autor: Scott Smith nació en Summit, New Jersey en 1965. Estudió en el Dartmouth College y la Universidad de Columbia. En 1993 escribe su primera novela titulada A Simple Plan que le dio mucha popularidad y que años después sería adaptada al cine bajo la dirección de Sam Raimi. Smith fue el encargado de escribir el guion de su propia novela, siendo nominado por  la academia en la categoría de mejor guion adaptado. A pesar de que no obtuvo el Óscar,  su trabajo fue recompensado por varios premios internacionales.

En el año 2006 escribe su segunda novela titulada The Ruins, una novela de terror que llegó ser un best-sellers en Estados Unidos y posteriormente adaptada al cine en el 2008.

Sinopsis: Boston, 1868. El Instituto de Tecnología de Massachusetts se ha adjudicado la misión de utilizar la ciencia en beneficio de todos. Sin embargo, cuando los instrumentos de navegación de los buques se descontrolan inexplicablemente, una implacable sombra se cierne sobre el MIT.
Los jinetes del Apocalipsis montan sobre una Harley
Tyrannosaurus Books publica el cómic book Dead World: The last siesta


Antes de que apareciera la exitosa serie de cómics The Walking Dead, traducida en nuestro país como  Los muertos vivientes, en la que se basaría la serie televisiva de nombre homónimo, apareció en el sello independiente Arrows Comics la serie Dead World (1986) creada por  Stuart Kerr y Ralph Griffith. En poco acabo convirtiéndose en un referente de culto dentro de la industria editorial independiente. Posteriormente Dead World sería publicada por Caliber e Image Comics y, actualmente, bajo el prestigioso sello IDW, una de las editoriales punteras en el cómic norteamericano que publica títulos como Judge Dredd, Teenage Mutant Ninja Turtles, Star Trek o The X Files.

Durante estos diecisiete, años DeadWorld ha vendido más de 1.000.000 de ejemplares en Estados Unidos, e incluso se adquirieron los derechos de la obra en 200 para adaptarse al cine, aunque el proyecto nunca llegó a producirse. Asimismo, está galardonado con prestigiosos premios como Mejor Novela Gráfica Original  (Decapitated Dan's Best of 2011) o nominado a los Ghastly Awards  y ComicMonsters.com en la misma categoría.

Inspirándose en la serie original, se publicaron una saga de volúmenes independientes con historias paralelas autoconclusivas, entre las que destaca Dead World: The Last Siesta que verá la luz en nuestro país bajo el sello de Tyrannosaurus Books el próximo mes de septiembre de 2014.

Sinopsis: En las afueras del polvoriento y remoto pueblo de Juárez, México, nuevas leyes han reemplazado a lo que una vez fue llamado civilización. Uno de los portadores de esta nueva ley es un misterioso vagabundo, Raga, conocido simplemente como el asesino. No ha existido nada vivo o muerto, que no haya matado. 

Ahora, tiene un nuevo reto... El Rey Zombie y sus hordas de zombies. 

Puedes ser capaz de matar lo que ya está muerto, pero ¿cuántas veces?



Sinopsis: La bióloga Rachel Lambert llega a los Peninos del Norte, un fascinante paisaje entre Inglaterra y Escocia, para liderar un proyecto medioambiental, junto con Anne, una botánica local, y Grace, una zoóloga a la que no conoce. Al llegar a su refugio, Rachel se encuentra el cadáver de una vieja amiga que, aparentemente, se ha suicidado; pero enseguida empieza a sospechar que alguien la ha matado. Tras otra muerte inexplicable, la inspectora Vera Stanhope, una mujer madura que no siempre utiliza los métodos más ortodoxos, aparece en escena. Una fascinante novela negra ambientada en una sugerente zona rural que pone en escena un supuesto suicidio, tres personalidades femeninas fuertes y una opaca investigación con muchos intereses ocultos.


Crítica: Inspirándose en una de las novelas más célebres de Agatha Christie, «Diez negritos», el dramaturgo estadounidense Neil Simon escribió la obra de teatro «Un cadáver a los postres», que posteriormente sería adaptada al cine con Truman Capote («A sangre fría») interpretando al millonario Lionel Twain, quien invita a los cinco mejores detectives a su mansión para que resuelvan su propio asesinato cuando todavía no se ha producido el susodicho crimen. La pretensión del autor era satirizar el género policiaco, así como las dos principales escuelas en las que se desarrolló,  la escuela inglesa y la estadounidense,  burlándose de los principales investigadores de la literatura como Hercules Poirot, Miss Marple, Nick y Nora Charles, Charlie Chan y Sam Spade. A pesar de considerarse una película de humor absurdo, Neil Simon realizaba una reflexión sobre la evolución de la novela policiaca, cuyos asesinatos empezaban a mostrar notables similitudes, aunque estuvieran cometidos por diferentes mentes criminales.

Precisamente, la propia «Reina del Crimen» reconocía que sus primeras novelas imitaban el estilo de Gastón Leroux («El misterio del cuarto amarillo»), Wilkie Collins («La dama en blanco» y «La piedra lunar») o Arthur Conan Doyle («Las aventuras de Sherlock Holmes»), porque la clave de los relatos detectivescos no reside en el crimen, sino en su resolución. Es decir, la forma de narrarlo al lector para mantener su interés conforme avanza la investigación hasta el momento de revelar la identidad del asesino.

Ann Cleves debuta en este género empleando la mayoría de elementos que caracterizan a la escuela inglesa, aunque aportando dos notables diferencias. En primer lugar, opta por escenarios abiertos, naturales alejados de las clásicas mansiones victorianas y otros espacios cerrados.  De hecho, resulta difícil no clasificarla como una novela landscape (o paisajística), porque la región montañosa de Los Peninos del Norte acaba convirtiéndose en otro personaje, un narrador silencioso, pero omnipresente durante todo el relato que nos describe con gran precisión la sencilla belleza de un paisaje que se contrapone con la psicología de los tres personajes femeninos principales: Rachel, Anna y Grace.  

La autora sabe aprovechar esta contraposición modificando la prosa según la mujer que adquiere el protagonismo de la narración. Es decir, consciente de que emplea  dos tercios de las novelas son dedicados a profundizar en sus respectivas historias, Ann Cleves  evita que el laconismo de la prosa o el ritmo pausado de la novela contraríen al lector modificando la voz y adaptándola según la personalidad de cada personaje. De este modo, consigue ampliar el segmento de posibles lectoras según la mayor o menos afinidad con cada una, facilitando la empatía. Observemos que Grace, a pesar de su juventud, es uno de los personajes más complejos y oscuros de la novela, pero también maduros en contraste con la desinhibición y la impulsividad de Anna.

Otro aspecto destacable es que los asesinatos poseen una repercusión que trasciende del ámbito privado, extendiéndolo a la pequeña comunidad en la que se producen. A pesar de que pueda considerarse una característica propia de la escuela estadounidense, comprobamos que, a pesar de esta repercusión social, sigue produciéndose a una escala pequeña. Por tanto, Ann Cleves incluye una denuncia contra la especulación inmobiliaria, la corrupción política, la marginación social de los enfermos psicológicos o la escasa conciencia medioambiental. Una tendencia que observamos en otros autores de novela negra europea como Tana French («El silencio del bosque»), Stieg Larsson Los hombres que no amaban a las mujeres»), Åsa Larsson Aurora boreal») o Camilla Läckberg («La princesa de hielo») en los que los crímenes sirven a sus respectivos autores para poner en relieve los problemas más acuciantes de sus países.

Con todo, «Una trampa para cuervos» acaba siendo una novela correcta, cumpliendo con los parámetros del género sin realizar una aportación realmente distintiva. Es cierto que la inspectora Vera Stanhope resulta un personaje atípico, tanto en apariencia como actitud, pero su atractivo es poco notorio si lo comparamos con otros homólogos literarios contemporáneos como Lisbeth Salander («Los hombres que no amaban a las mujeres») o Aloysius X. L. Pendergast The Relic»).

Por otro lado, Ann Cleves comete el desliz de proporcionar demasiadas pistas que cualquier lector comedido asocia con relativa facilidad para alcanzar la resolución del crimen antes que la peculiar inspectora. Un error que se extiende a Vera Stanhope, pues tratándose de una novela de presentación  de la inspectora, aporta detalles significativos de su biografía anticipadamente. La autora debería haberse centrado más en el aspecto profesional y, poco a poco, profundizar en lo personal durante posteriores novelas de la serie. Sin embargo, comprobamos que, cuando Stanhope asume la voz narrativa, sus capítulos están dedicados principalmente a describirnos anécdotas personales y recuerdos de una infancia poco común que a la investigación. Por consiguiente, cuando nos revelan la identidad del asesino y sus motivaciones, el espacio dedicado a ambos se limita a las últimas páginas de la novela y utilizando una narración precipitada, cuando hubiese requerido una mayor desarrollo.

A pesar de que «Una trampa para cuervos» consigue atraparnos en la compleja trampa de secretos familiares, conspiraciones políticas e intereses empresariales sobre los parajes naturales escasamente protegidos  de Gran Bretaña; Ann Cleves sigue con demasiada rectitud los principios que definieron la escuela inglesa de novela negra. La influencia de Agatha Christie resulta evidente y, exceptuando ciertos detalles de la prosa, el personaje de Vera Stanhope todavía deberá resolver muchos crímenes antes de emular a Hercules Poirot. No obstante, la inspectora ya ha encontrado las primeras pistas para resolver su caso más difícil...

LO MEJOR: Los contrastes entre la sencillez de los paisajes y la complejidad de sus tres personajes femeninos principales. La modificación de la prosa según el personaje que asume la narración de la historia, permitiendo una mejor complementación de las tres historias desarrolladas en paralelo. La denuncia social implícita en la novela.

LO PEOR: Es una novela correcta siguiendo los parámetros narrativos de la escuela inglesa. El desaprovechamiento de Vera Stanhope cuando asume la narración.

Sobre la autora: Ann Cleeves (Gran Bretaña, 1954) empezó a escribir cuando ella y su marido, de profesión guardabosques, se instalaron en una región en la que había poco más que hacer que observar a los pájaros. Su serie policíaca protagonizada por Vera Stanhope pronto se volvió muy popular y, además de adaptarse a la televisión en Gran Bretaña, le ha valido muchos premios y se ha publicado en más de veinte países.

Sinopsis: Bucky Wunderlick es una estrella del rock en la cúspide de su carrera. En medio de una gira, y harto de un éxito en el que ya no cree, decide abandonar a su banda y refugiarse en un apartamento de la calle Great Jones, en Manhattan. Pero su exilio no resulta como esperaba, y su paz se ve continuamente truncada por todo tipo de visitas: periodistas en busca de una exclusiva, agentes musicales ávidos de material inédito, e incluso por los miembros de una misteriosa comuna agrícola que quieren implicarlo en el comercio de una nueva y potente droga.

Crítica: La banda sonora  de los 60’s simbolizaba la rebeldía y el inconformismo de una generación  que, a través de la música, expresaba su rechazo con la guitarra eléctrica de Jimi Hendrix interpretando el himno estadounidense en el festival de Woodstock. Durante tres días, medio millón de personas se congregaron para corear junto a sus ídolos del rock las letras que habían inspirado a la generación del peace and love, convirtiéndose en un auténtico símbolo, el éxtasis musical de un movimiento social y cultural. No obstante, y al igual que ocurrió con los grandes iconos de los años 50, el rock se convirtió en víctima de sus propios excesos durante los 70’s. La música se convirtió en una mercancía de las grandes empresas discográficas, que masificaron el género y optaron por los grandes despliegues visuales en los conciertos, destacando las impresionantes producciones de The Rolling Stones o Pink Floyd. La esencia del rock estaba corrompida, ya no pretendía trascender lejos de los escenarios, sino vender discos, entradas y, en especial, merchandising. Situarse en los primeros puestos de las listas de los más escuchados. O figurar en las portadas de las principales revistas del género no por su música, sino por los últimos escándalos relacionados con alcohol, drogas, mujeres, peleas con los paparazzi, entre otros.

Por esta razón,  Bucky Wunderlick decide exiliarse a la calle Great Jones, porque su música se ha convertido en ruido vacío, carente de significado tanto para él como para sus seguidores, quienes asisten a sus conciertos exclusivamente por lo que representa como icono creado por la discográfica Transparanoia. Durante este período, recibirá las constantes visitas de un ecléctico grupo de personajes, quienes nos descubrirán todos los sórdidos aspectos del rock de finales de los 60´s y principios de los 70’s, cuando la guerra de Vietnam, el consumo de drogas, la promiscuidad o el progresivo ascenso del capitalismo –y la subsiguiente pérdida de identidad del individuo ante la masificación- inspiraban todavía letras con auténtico fondo, bastante diferentes de los hits actuales basados en melodías sencillas –o mejor dicho, simples hasta el insulto-, estribillos de fácil memorización –incluso más que el abecedario o las tablas de multiplicar-, y número de descargas en las plataformas de vídeos online.

Don DeLillo concede a su tercera novela un ritmo único inspirándose en el rock psicodélico de aquella época, pero optando por la vertiente estadounidense del género y no por los grupos de la invasión inglesa, como The Who, The Zombies, The Animals, The Rolling Stones o The Beatles –y su clásico Pepper’s Lonely Hearts Club Band. Al contrario de lo que parece, esta elección del autor no es consecuencia  de sus preferencia personales, sino que centrándose exclusivamente en la música de su país, el autor consigue reforzar la percepción de encontrarnos ante un contexto falta de inspiración, de creatividad, de incentiva propia. Y es que la mayoría de artistas estadounidenses se inspiraron en sus homólogos británicos, pero en público no reconocían esta influencia, exhibiéndose como los auténticos precursores.

«La calle Great Jones» es un recopilatorio compuesto por tres discos –o bloques narrativos- cuyos capítulos se constituyen de diferentes formatos para crear una auténtica pieza de coleccionista. Una edición deluxe limitada que incluye fragmentos de entrevistas, letras de canciones originales- como las cintas de las montañas- y, en especial, la biografía sobre la última etapa musical de una polémica estrella del rock ya olvidada, Bucky Wunderlick.

 Curiosamente, Don DeLillo no emplea los escenarios clásicos, como los backstages,  las suites de hoteles, los estudios de grabación, las zonas vip de discotecas y restaurantes de lujo, la parte trasera de las limusinas… Al igual que su protagonista, el autor nos aparta de los estereotipos con las que se ha asociado al rock durante los últimos decenios- principalmente a partir de los 80’s- devolviéndolo a las calles. En concreto, a «La calle Great Jones» de Nueva York, donde nos convertimos en espectadores de primera fila de un concierto acústico que rechaza las apariencias para centrarse en la auténtica esencia de la historia.

Desde los primeros capítulos, el escritor estadounidense nos obsequia con una serie de temas en los que predominan los ritmos discordantes en la prosa, letras cargadas de reflexión y denuncia social carentes de rima, pero repletas de un significado demoledor. DeLillo exhibe un humor cínico, desesperanzador que aboga por emplear silencios puntuales durante la narración que nos permita recrearnos en los últimos acordes de sus palabras. Cada letra está dotada de una cadencia especial que rompe los esquemas previos, convirtiendo su tercera novela en un referente para la posterior generación del baby boom – o la denominada literaria Generación X. Es más, detalles como el escritor aspirante a crear un nuevo género que revolucione el mercado editorial como la pornografía infantil o el intercambio a escala mundial de ropa interior para conseguir la paz entre naciones son propios de la sátira que caracterizan las novelas de Chuck Palahniuk. O los episodios psicodélicos, el proceso de autrodestrucción de sus personajes o la coexistencia de planos narrativos- es decir, la presencia de un multiuniverso caótico- del estilo acid de Irvine Welsh.

Es posible que algunos lectores acusen a Don DeLillo de una novela improvisada a consecuencia de la sucesión de pensamientos, en apariencia inconexa, de Bucky Wunderlick. Paradójicamente,  el autor pretende lo contrario, porque analiza en el contexto en el que se escribió «La calle Great Jones» -y que, por desgracia, se ha publicado en nuestro país con tres décadas de retraso- refleja con gran fidelidad los acontecimientos que convirtieron los 70’s en una década convulsa. De hecho, el capítulo de la fiesta en el piso de Opeth, la antigua amante de Wunderlick, con las múltiples conversaciones desarrolladas de forma paralela dota de gran naturalidad a la narración. Estos detalles nos demuestran que detrás de esta incoherencia, en realidad, refleja un estilo sólido. Por ejemplo, la obsesión de Azarian por crear música negra alude a los orígenes del rock que se popularizó entre los WASP con Elvis Presley, tal y como conseguiría Eminem con el rap posteriormente. O las letras de Bucky Wunderlick  que evidencia su degradación, tanto como artista y persona. Otro aspecto muy significativo es la crítica a los medios de comunicación, la pérdida de intimidad o la manipulación de la información, temáticas de actualidad que vuelven a situar a Don DeLillo como uno de los autores contemporáneos más visionarios, tal y como demostraba en «Cosmópolis»

En la actualidad, «La calle Great Jones»  sería considerado un producto indie orientado a las minorías culturales más exigentes que rechazan el conformismo de las masas, etiquetándolo de forma errónea como un producto, limitando la auténtica trascendencia de una historia atemporal que no busca la provocación, sino estimular los sentidos  del lector y, sobre todo, el pensamiento de forma individual. Y es que la tercera novela de Lillo tiene múltiples interpretaciones, manteniendo inalterable la esencia de la historia, pero sabiendo evolucionar acorde a los tiempos en los que es disfrutada. Una novela sobre drogas, sexo y, por supuesto, rock and roll que, no obstante, no necesita tocar una sola nota para crear una melodía única.

LO MEJOR: Absolutamente nada. Una pieza literaria única que capta la esencia del auténtico rock de los 60’s y 70’s desde una perspectiva íntima con objeto de denunciar la masificación cultural y otros aspectos sociales de la época. Una novela con estilo propio, diferente que no pretende convertirse en un best-seller, que huye de los arquetipos para convertirse en un referente literario.

LO PEOR: Los lectores menos acostumbrados al estilo de DeLillo argumentarán que es una novela inconexa por el estilo psicodélico de la narración. Tres décadas de retraso en su publicación.

Sobre el autor: Don DeLillo Nació y creció en Nueva York. Es autor de quince novelas y varias obras de teatro. Ha ganado numerosos premios, como el National Book Award por Ruido de fondo (1985; Seix Barral, 2006), el International Fiction Prize por Libra (1988; Seix Barral, 2006), el PEN/Faulkner Award de Ficción por Mao II (1991; Seix Barral, 2008), la Medalla Howells por Submundo (1997; Seix Barral, 2009) y el PEN/Saul Bellow Award y el Jerusalem Prize a toda su carrera.